No es novedad decir que la pandemia vino a agudizar muchas realidades, pero poco se ha hablado de cómo recrudeció el sedentarismo, ese mal actual que nos ata a la silla, ya sea por la cantidad de horas que pasamos frente a la computadora por trabajo o a la televisión para maratonear alguna serie.

En cuarentena, pasamos - como dice Charly García - “yendo de la cama al living”, y también del living a la mesa del comedor y de la mesa del comedor al escritorio; estuvimos sentados más de ocho horas al día y, sumado al hecho de no poder salir de casa, normalizamos estar inactivos.

Lo dice la Organización Mundial de la Salud: la vida sedentaria es un problema de salud pública mundial. La OMS señala que al menos un 60% de la población mundial no realiza la actividad física necesaria para obtener los beneficios para la salud.

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Esto se debe, además del aumento de los comportamientos sedentarios durante las actividades laborales y domésticas, a que las personas no activan en su tiempo de ocio. Asimismo, el incremento en el uso de medios de transporte “pasivos” condujo a que la gente se mueva menos.

¿Qué riesgos trae el sendentarismo a la salud? Estar inactivo aumenta el riesgo de sufrir enfermedades crónicas como las coronarias (hipertensión, insuficiencia cardíaca, etc.), ataques cerebrales, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.

“En reglas generales, si sos físicamente inactivo, tu riesgo de mortalidad prematura es probablemente comparable con la de fumar”, advirtió la profesora de la Universidad de Harvard, I-Min Lee, a BBC. La profesional lideró un estudio sobre sedentarismo en 2012.

Pese a los efectos dañinos que puede provocar el sedentarismo, este mal actual tiene una solución: lograr estar en movimiento por lo menos durante dos horas y media por semana, es decir 150 minutos. “Con solo caminar a paso rápido de 15 a 30 minutos al día podemos mejorar significativamente nuestra salud”, resaltó la experta.

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