- Por Mariano Mercado Rotela
- Director de Comunicaciones de la ANR
El nuevo acuerdo de Itaipú entre Paraguay y Brasil ha generado el aplauso incluso de los sectores y generadores de opinión que han sido más críticos con el gobierno de Santiago Peña, y en general con todos los gobiernos colorados, demostrando que este es un logro importante.
Analizando el mensaje del Gobierno y las expresiones de diversos voceros de la oposición, ambas fuentes reconocen la importancia del acuerdo de Itaipú y la necesidad de una revisión del Anexo C, para el futuro de la binacional.
Mientras el Gobierno resalta los beneficios económicos y sociales del acuerdo, las organizaciones de la sociedad civil plantean interrogantes sobre la transparencia, la gestión de fondos y la participación ciudadana. Al respecto ya se expresó el ministro de Economía y Finanzas, Carlos Fernández Valdovinos, quien no descarta la posibilidad de introducir los recursos de la binacional al PNG, advirtiendo en el mismo punto, que no se debe idealizar esta herramienta, y que todo el equipo técnico del Gobierno está trabajando en mecanismos para una gestión eficiente y transparente de los recursos obtenidos, tras el nuevo acuerdo. Recordemos que fue durante el gobierno de Horacio Cartes, luego de varias décadas, que se expuso en acceso a la información pública los datos sobre contratos y sueldos de las binacionales, algo que no se animó a hacer la oposición cuando estuvo en ejercicio del poder en el periodo 2008-2013.
La crítica destaca la falta de socialización oficial del acuerdo antes de su firma y presentación. Yo me pregunto: ¿Itamarati expone su hoja de ruta, su plan de negociación y la estrategia antes de ser ejecutada? Incluso cuando se generan incursiones diplomáticas exitosas, muchas de las internas, las recetas aplicadas nunca son expuestas por lógicas razones. Pero, sin embargo, un sector local se empeña en exigir que se genere un debate público estratégico que pondrían en riesgo todo el proceso de negociación.
El acuerdo es un logro histórico que beneficia a Paraguay y Brasil, generando importantes ingresos adicionales para inversiones sociales y desarrollo. Resalta la fijación de una tarifa favorable para Paraguay y la posibilidad de venta directa de energía paraguaya al mercado brasileño.
Desde los sectores asociados a la oposición se plantean preguntas críticas sobre quién decidirá y cómo se invertirán los nuevos fondos generados por el acuerdo. Parece que se olvidan que fue un gobierno colorado el que sentó las bases para la creación de programas exitosos como Tekoporã o Tenonderã. Esa mirada social puesta en práctica no nació de una ONG o de un movimiento social, partió de la mirada técnica y política altamente capacitada de gobiernos de la ANR.
El debate público es sano, siempre y cuando quienes buscan aportar al desarrollo del país dejen de lado sus sesgos ideológicos, que no les permite reconocer las victorias cuando no son propias. Concentrarse en lo ganado y la transparencia es el camino para seguir construyendo el futuro que el Paraguay necesita.
Mientras el Gobierno resalta los beneficios económicos y sociales del acuerdo, las organizaciones de la sociedad civil plantean interrogantes sobre la transparencia, la gestión de fondos y la participación ciudadana.
Esa mirada social puesta en práctica no nació de una ONG o de un movimiento social, partió de la mirada técnica y política altamente capacitada de gobiernos de la ANR.