Felipe Goroso S., columnista político

No es un hecho nuevo que nuestro país padezca a entreguistas. Mucha literatura se ha escrito al respecto de los legionarios y el papel que le cupo a los mismos en la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza. Ya en 1930, Juan E. O’Leary en su ácida obra “Los legionarios” cargaba su pluma con toda la furia y los describía con dureza, la obra escrita en tono polémico apunta toda su crítica a los paraguayos en el exilio (Argentina) que combatieron con bandera paraguaya al lado de las tropas aliadas en contra de sus propios compatriotas.

Sin embargo, y ya con posterioridad en el año 1959, otro prolífico escritor, Juan Bautista Gill, escribía la que por el cúmulo de documentación y archivo sería su obra cumbre: “La Asociación Paraguaya en la Guerra de la Triple Alianza”. La misma contiene datos históricos precisos y hasta ese momento inéditos sobre todo lo que hizo un pequeño grupo de compatriotas para congraciarse tanto con el Brasil como con la Argentina para ser reconocidos como una especie de gobierno paraguayo paralelo en el exilio durante la Guerra de la Triple Alianza. “La Asociación Paraguaya” y algunos de sus integrantes (la mayoría de ellos prefirió quedarse haciendo lobby en la comodidad de Buenos Aires) llegaron al punto de marchar y librar sangrientas batallas contra las tropas paraguayas. En dicha obra se menciona a la asociación como la auténtica entidad en torno a la cual se nuclearon los enemigos del Paraguay y mencionan a “La Legión” más que nada como una consecuencia. “La Asociación” tiene sus raíces ya en las familias que primero se opusieron a Gaspar Rodríguez de Francia, luego a Don Carlos Antonio López; y posteriormente a su hijo, el Mariscal Francisco Solano López.

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Está en desarrollo una operación política que tiene como objetivo principal desgastar al Ejecutivo en la negociación que está llevando con Brasil sobre Itaipú. Embarrarla al punto de deslegitimar las actuaciones ante Itamarati de manera a llegar en condiciones poco favorables para los intereses del Paraguay. La línea argumental es la de que todo debe ser participado y contado a los cuatro vientos. Una de las mejores cartas que hasta ahora ha jugado el Gobierno es haber sabido llevar la negociación de tal manera que le permite anticiparse, incluso al propio Lula. Hay que recordar la incomodidad que le generó el planteamiento de nuestro presidente de la República, Santiago Peña, en la última cumbre entre ambos. Eso se logró gracias a la prudencia y el sigilo.

Sin embargo, la oposición al parecer añora al gobierno anterior. El mismo que casi terminó en un juicio político por negociar entre gallos y medianoche. El mismo que cuando negoció finalmente nos hizo perder 400 millones de dólares por año al bajar la tarifa de 22,60 a 16,72. Al parecer, la oposición (de izquierda) y un sector del movimiento de Mario Abdo, prefieren llegar a un acuerdo con un gobierno de izquierda como el de Lula para deslegitimar al Gobierno paraguayo y que este termine cediendo gratuitamente a los intereses brasileños de bajar la tarifa.

Bajar la tarifa ha sido lo que se entregó con Marito (bajó efectivamente) y se iba a entregar con la oposición (Efraín hizo campaña mediante Ñande Energía que coincide con la intención de Lula). Ahora vuelven los entreguistas de siempre queriendo participar para filtrar la estrategia a los brasileños.

No caigamos en la trampa. No solo es obvio, sino que también evidente, pero sobre todo y principalmente alevoso.

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