• Por Josías Enciso Romero

Menudo problema tendrá el marioabdismo a la hora de votar por su precandidato presidencial, Arnoldo Wiens. Su personalidad múltiple (no confundir con multifacética) será el primer gran obstáculo. Su habilidad de camuflaje político solo es comparable con la del camaleón. Cambia de color para confundirse con el entorno. Es su modus operandi de interesada supervivencia. De oportunismo descarado. El electorado oficialista de Fuerza Republicana estará anonadado. Estupefacto y circunspecto. Es que el mentor, ejecutor y diezmador de la “pasarela de oro” es como el espiral: tres en uno. Nadie conoce su verdadero rostro. Sus “convicciones” dependen del sitio en que se encuentra al momento de exponerlas. Sus “principios” están sujetos a quien está respondiendo en ese momento. Puede cambiarlos al galope. Indescifrables dudas tendrán sus seguidores. No sabrán si apretarán el botón de la urna electrónica por el Wiens que en sus anuncios publicitarios le saca “la tarjeta roja a la corrupción” y que no le va a “temblar la mano para expulsar a los corruptos”, o al Arnoldo que le sacó la tarjeta roja al arquitecto José Kronawetter, entonces director de Obras del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), porque denunció que el señor Jorge López Moreira, hermano de la primera dama, Silvana López Moreira, hizo lobby a favor de la empresa superproveedora del Estado, Engeneering SA, que finalmente se encargó de construir y sobrefacturar la “pasarela del adefesio”. La indecisión de este segmento particular de votantes será ampliamente justificada.

¿A quién van a votar? Al Arnoldo Wiens que se disfraza de estadista o al Wiens que respondió que el precio referencial de la “pasarela de la corrupción” sacaron de una revista, cuando le cuestionaron que jamás podría tener un costo de 2.000.000 de dólares una obra que no debía rebasar los 500.000 dólares. ¿A quién van a creer? Al que se jacta de haber asfaltado el mayor kilometraje en la historia del país o al que se le descubrió vendiendo el asfalto de la empresa de su jefe, el Presidente de la República, a las constructoras encargadas de asfaltar las rutas. Estamos conscientes de que la personalidad múltiple es un trastorno que requiere de tratamiento especializado, pero algún atisbo de pudor se habrá guardado en lo más recóndito de su mente para no mentirnos tan abusivamente. Las evidencias nos responden que “no”.

¿Cómo distinguir al Arnoldo Wiens que asegura que “se instaló una campaña electoral” y que sobre esa base “se está manipulando lamentablemente el Plan Nacional de Transformación Educativa (PNTE)” o el Wiens que sacó tarjeta roja “a la ideología de género” y comunica, como vocero oficioso del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) que “los ejes polémicos serán eliminados”? En el valle de mi padre le dirían en el amistoso guaraní: “Ejerána lekaja”. Los oficialistas tendrán que acomodar el corazón hacia un costado, derecho o izquierdo, y decidir si van a votar al Wiens que ahora dice que no se va a “abrazar con Cartes y es innegociable” o el genuflexo Arnoldo que años atrás nomás comparaba al líder del movimiento Honor Colorado con Nelson Mandela.

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Tratarán, vanamente, los prosélitos de Arnoldo de descubrir quién de los Wiens estaba diciendo la verdad. El que hace poco repitió que se limitará a saludar “desde la distancia a Cartes (Horacio)”, en caso de que el ex presidente de la República “decida unirse a nosotros”. Cuentan que ese mismo día, en el Puesto Comando de Honor Colorado, hubo un infarto masivo después de tan “lapidarias” declaraciones. Infarto, pero de risas. A mandíbulas batientes, como aseguraban en los cines de barrios ante el anuncio de “El gordo y el flaco” o “Los tres chiflados”. En los tiempos que vivimos serían “Arnoldo y Juanma” y “Marito, el Mariscal y Arnoldo”. Ojepukapa hesekuéra. Porque hay kilómetros de distancia –igual que las rutas fantasmas de Wiens– entre “le voy a saludar desde la distancia” y aquel “admirado Cartes” del 2012 que “tiene las virtudes de la generación de empleo y de oportunidades”, para luego preguntarse: “¿Por qué se lo está atacando y se lo va a atacar? Porque él es, realmente, el único que apeligra ser el candidato del Partido Colorado” para las elecciones generales del 2013. ¿Te acordás chinvegüencha? Claro, en aquella época Cartes no dirigía “empresas de dudosa procedencia” ni se le “sindicaba ni señalaba como parte del crimen organizado”, porque le pagaba su salario. El salario de Arnoldo Wiens, quien fungía de “asesor de prensa”, después de haber lanzado su precandidatura a la presidencia de la República.

Su gente tendrá que decidir entre el Arnoldo Wiens que aparece afeitándose en su casa, el que fue tuneado para su afiche y al que, finalmente, le rebajaron como 20 años con el mismo propósito. Lo que importa es la apariencia farisaica. Y eso que él es “hombre de Dios”, lejos de la “vanidad de vanidades”. ¡Ah, me olvidé de su actual condición de apóstata! En fin, habrá que ver por quién votar: por el que nos muestra cómo se ordeña la vaca o el que ordeñó a toda máquina el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones. Lo que dije al principio: menudo problema tendrán los marioabdistas en esta semana decisiva en que continúa en primer lugar el hit nacional “Marito se va”. Arnoldo, igual. Con el “Mariscal”.

Es su modus operandi de interesada supervivencia. De oportunismo descarado. El electorado oficialista de Fuerza Republicana estará anonadado.

Su gente tendrá que decidir entre el Arnoldo Wiens que aparece afeitándose en su casa, el que fue tuneado para su afiche y al que, finalmente, le rebajaron como 20 años con el mismo propósito.

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