Nadie es tan indiscreto como el que forma parte del círculo del poder. Quiere presumir ante su entorno familiar y sus amigos de que participó de tal o cual reunión, precintada como confidencial, en la cual se resolvieron cuestiones estratégicas para la supervivencia del equipo político. A partir de ahí, la información ya corre como raudal callejero. Uno de ellos dejó trascender el origen del esperpento, un escrito deformado y grotesco, montado por un gobierno rapaz que quiere sacar del camino a los candidatos adversarios para la Presidencia de la República y la Junta de Gobierno del Partido Colorado, léase Santiago Peña y Horacio Cartes. Ese es el único objetivo.
El mamarracho fue armado en la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad) recortando y pegando con engrudo documentos de acceso público, más unas delirantes especulaciones que englobaron bajo el pomposo título de “análisis”. Un análisis implica la separación y distinción de los hechos para examinarlos por simplificado, hasta alcanzar un grado de certeza posible mediante la verificación de la interrelación entre las partes y su constitución en una estructura de interpretación lógica. Así se llega a la demostración que se pretende desde la evidencia o el razonamiento.
El famoso “análisis”, o trabajo sucio de la secretaría manejada por Carlos Arregui, es motivo de hilaridad por el grado de analfabetismo funcional de sus perpetradores. Rústico, soso e improvisado, tal cual es el gobierno de Mario Abdo Benítez, no resiste ni media embestida de una lectura reflexiva que no esté contaminada por la expresión mediocre del fanatismo. Que solo tiene el eco de un periodismo en decadencia por su absoluta falta de credibilidad y de periodistas de media cuchara desesperados por brillar con una fama intelectual que nunca disfrutarán. Entonces ya solo les queda la vocinglería del escándalo y la histeria de los resentidos.
Cuenta nuestro indiscreto “deep throat” que el más entusiasmado en armar y publicar el adefesio fue el “mariscal de la derrota”, también conocido como Nicanor Duarte Frutos. Al regresar a su oficina de Yacyretá, con su acostumbrada fanfarronería de contención imposible, dicen que convocó a su “anillo político” para vociferar exultante: “Opa la Horacio Cartes. Se va a publicar un documento fulminante que lo va a destrozar para siempre”. Casualmente, esa misma palabra, “fulminante”, utilizó el diario cómplice de la dictadura, que censuraba las informaciones sobre las graves violaciones a los derechos humanos y recalcitrante defensor de la “democracia sin comunismo”. Un verdadero nido de roedores, como diría ese gran paraguayo llamado Humberto Pérez Cáceres, aunque no fue precisamente roedores la expresión utilizada.
El jueves 26 de mayo, un Presidente de la República totalmente desquiciado, sin frenos -siquiera de mano-, hizo trompo sobre una tarima en la ciudad de Coronel Oviedo, donde estaban reunidos todos los “grandes colorados que no acompañarán al candidato del partido si el ganador no es el vicepresidente Hugo Velázquez”. Ya con el informe trucho de la Seprelad en mente, amenazó: “Voy a contar uno por uno y nada de lo que diga va a ser mentira, va a ser con pruebas y con papeles para que ustedes sepan la verdad y salgamos a defender juntos al Paraguay”. Explotó desencajado, impotente, al borde de un ataque de nervios. La idea era convocar a una conferencia de prensa para exhibir el cachivache junto al precandidato Velázquez, cuyas posibilidades de ganar las internas coloradas son tan similares a que Efraín Alegre pueda pronunciar “patria”, en vez de “patrrria”.
De nuevo, según nuestra voz anónima, pero fidedigna, intervino el “mariscal” para pontificar que va a ser más efectivo filtrar la información, porque entonces va a aparecer como responsabilidad de los medios y con mayor fuerza de credibilidad, con lo que automáticamente restaba credibilidad a su jefe, el Presidente. De hecho, a solo tres días de su publicación ya está desfalleciendo por inanición. La mentira no alimenta por mucho tiempo. Se evapora como el humo. En la edición del domingo 29 de mayo, el diario Abc Color, un diario joven con casi 54 años, pero siempre con fe en la plata y los negociados con el Estado, los “fulminantes datos” del título se transforman en el cuerpo de la información en “habría sido”, “comercializaría”, “estarían operando” o “de quien dicen” y otras frases por el estilo que utilizan como paraguas ante una eventual demanda por calumnia, difamación e injuria grave de parte del Grupo Cartes.
Y ahí están entreverados: políticos desesperados por futuras denuncias por corrupción durante este gobierno, empresarios de ramos generales que no toleran la competencia ni que se les dispute el territorio de “sus verdades” y periodistas que quieren vender la imagen del criterio de independencia, cuando que son simples tornillos en el engranaje de intereses de sus patrones. Así se montó este folleto mal escrito, cuyo destino obligado es el retrete.
De hecho, a solo tres días de su publicación ya está desfalleciendo por inanición. La mentira no alimenta por mucho tiempo. Se evapora como el humo.
Cuenta nuestro indiscreto “deep throat” que el más entusiasmado en armar y publicar el adefesio fue el “mariscal de la derrota”, también conocido como Nicanor Duarte Frutos.