Legisladores plantean realizar modificaciones a normativa vigente con respecto a la responsabilidad penal de las personas que causan siniestros viales. La finalidad es enviar a la cárcel a los conductores que manejan ebrios y ocasionan accidentes. El argumento es que un irresponsable no puede quedar libre de culpas.
“Hablaré con mi bancada y haremos las modificaciones necesarias. Un irresponsable y borracho conductor no puede salir libre de culpas después de matar”, dijo la senadora Zulma Gómez, del llanismo del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).
Por su lado, la diputada Kattya González sostuvo que es necesario que la sociedad comience a madurar y valorar la vida. “Es hora de modificar nuestra legislación. Quien maneja ebrio/ebria, ocasiona un accidente y produce daños o muerte debe ir a la cárcel sí o sí. Basta de lutos familiares a causa de la imprudencia. Tenemos que madurar y aprender a cuidar la vida”, sentenció.
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Las declaraciones de ambas parlamentarias surgieron ante varios casos donde estuvieron involucradas personas que ocasionaron accidentes con derivación fatal, pues habían conducido luego de consumir alcohol. Uno de los sonados casos es el del joven Rubén Nicolás Fernández, quien murió tras ser envestido por el rodado que manejaba Mauricio Matías Gulino Lird, quien fue sometido a la prueba de alcohol y el resultado fue de 0,04 mg/l.
Al respecto, el fiscal que lleva la causa recurre a una jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia que en marzo del 2019 sacó una resolución diciendo que “conducir bajo los efectos del alcohol ya no es delito”, sino una falta administrativa. Al respecto, ahonda que conducir bajo los efectos del alcohol se subsumía en "exposición a peligro en el tránsito terrestre, que a su vez se remitía a una ley especial que establecía las graduaciones (ley de tránsito y seguridad vial). Pero la Corte, en una resolución del 2019, determinó que dicha ley tenía una laguna en lo relativo a la graduación y determinó que conducir bajo los efectos del alcohol es una conducta atípica. Con esta posición la Corte excluye la intervención del Ministerio Público por no ser delito.
El Ministerio Público anteriormente realizaba la investigación e imputación en los casos de alcotest positivo. Sin embargo, con esta postura de la Corte Suprema de Justicia que rechaza la intervención de la Fiscalía, estos casos quedan sin poder ser imputados por conducir en estado de ebriedad. En el 2019 se intentó una modificación de la ley, pero no tuvo avances porque la misma fue vetada por el Poder Ejecutivo.
Si bien la ley dice que el Ministerio Público solo puede actuar en casos de falta gravísima, tampoco la ley establece qué graduación es gravísima y establece una sanción hasta 2 años o multa.
Incluso, el Juzgado Penal de Garantías afirmó en aquel entonces que la decisión de la Corte era correcta desde el punto de vista legal, la resolución de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que interpreta que conducir en estado de ebriedad es falta administrativa y no delito que merece persecución penal.
También tomó relevancia pública la muerte en similares circunstancias de Natalia Godoy, una joven madre que salió el domingo 4 de octubre para ir a trabajar y murió arrollada en la parada de bus. El vehículo conducido por Florencia Noemí Romero la embistió causando la muerte de la joven de manera instantánea. La prueba de alcoholemia realizada posteriormente dio positivo.
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Vida, muerte, fantasía, ilusión, deseo… pulsiones y condición humana
- Ricardo Rivas
- Periodista
- X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza
Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
“¿Fantasear o desear...?”. Ese era el dilema que, en frecuentes charlas de café, proponía un tan veterano como anónimo polemista que habitaba, cuando la tarde agonizaba, algunas de las selectas mesas en el mítico café La Paz, en la esquina de la avenida Corrientes 1593, cuando esa arteria cordial se cruza con la calle Rodríguez Peña, muy cerca del Obelisco, en Buenos Aires, unos 1.300 kilómetros al sur de mi querida Asunción.
Era los años 70, en el siglo pasado. Enfrente –justo en diagonal– intentaba competir el bar Ramos. En concurrentes habituales estaban cabeza a cabeza. Inolvidables, por cierto. Pero el caso es que, luego de encender la polémica con aquel interrogante, con impostado tono académico, intentaba, aquel sanatero, zamarrearnos.
¡Me parece verlo! Acomodaba prolijamente los dos o tres libros de Sigmund Freud o de Foucault que siempre llevaba con él y lentamente –como buscando las palabras más adecuadas– iba al punto. Fumaba tabaco inglés en una pipa muy gastada y sobre su prominente nariz montaba espejuelos redondos tonalizados verde oscuro.
“El tío Segismundo –ironizaba mientras revoleaba sus manos refiriéndose a Freud– cuando compartíamos algunos puros con amigos en el Café Frauenhuber, en la inolvidable Viena, nos explicaba con claridad, jóvenes amigos, palabra más, palabra menos, que solo fantasean las personas insatisfechas”.
PULSIÓN
Lo seguíamos en silencio. Algunas veces –como la ignorancia nos impedía responder y/o, mucho menos, poner alguno de sus dichos en duda, hacía una pausa que disfrutaba y, si la memoria no me falla, en aquel caso puntual remató: “Cada fantasía surge de una pulsión para cumplir con un deseo insatisfecho, muy deseado, que corrija la realidad”.
Nunca recuerdo su nombre. En verdad, no tengo claro si alguna vez lo supe. Pero sí, sus anécdotas con pretensiones académicas y que se definía como “un libre pensador, diletante”. ¡Nos maravillaba! Aunque –debo admitirlo– teníamos dudas que no confesábamos sobre su presunta sabiduría por aquello de que entre los ciegos un tuerto es rey.
“¡Déjese de joder, farfullante…!”, recuerdo que le dijo –indisimuladamente molesto y a voz en cuello– un reconocido profesional y estudioso freudiano, de quien exclusivamente consignaré sus letras iniciales (G.G.), que incontenible por lo que también escuchó abandonó su café en una mesa cercana y lo increpó sin miramientos.
Un pesado silencio cubrió todas y cada una de las mesas. El increpado no atinó a responder. Se retiró cabizbajo –con sus tres libros bajo el brazo– enmudecido y sin plantarle cara. El increpante nos miró, se disculpó “por interrumpir la conversación sin que nadie me llame” y fue al punto: “Simple y sencillo, muchachos. La fantasía tiene que ver con el imaginario. Con lo que creemos o sabemos que muy difícilmente suceda. Con aquello que suponemos imposible y que, de alcanzarlo, imaginamos sería placentero, pero sabemos que no podrá ser. Desear es converger la fantasía con la realidad más deseada en algún momento de tu vida. ¡No entender esa diferencia es grave… y, pretender explicar desde la ignorancia y la confusión, no lo puedo dejar pasar!”.
Renovó su disculpa y volvió a su mesa. “Como una escuela de todas las cosas...”, como nos enseñó Discépolo cuando escribió aquel tangazo que llamó “Cafetín de Buenos Aires”, así era el bar La Paz. Fantasías. Deseos. Ilusiones. Me atrevo a añadir que, como entonces, en estos tiempos de imágenes exacerbadas y exacerbantes que circulan y atropellan en los avasallantes ecosistemas digitales que facilitan las comunicaciones reticulares contemporáneas, aquellas –junto con la vida y la muerte– emergen como inevitables pulsiones incrustadas en el día a día de nuestros días.
OXÍMORON
Claramente, forman parte de la condición humana. Pese a que, con el correr de los tiempos y a la democratización de las monarquías (¿oxímoron?), con mucho menos frecuencia que algún tiempo atrás y, en aquel contexto, escuchar decir “vida de príncipes”, sorprende porque pareciera ser una expresión que cae en desuso.
Aun así, hay quienes insisten con ella cuando se procura producir sentido respecto de alguna persona que –a juicio de quien así se expresa– tiene allanado el acceso a poderosos y poderosas o cuando dispone de bienes materiales en abundancia o cuando no debe preocuparse por necesidades que –como tales– sí lo son para la mayoría de la humanidad.
En ese contexto, tampoco el futuro debiera ser preocupante para quienes tienen –siempre a la vista de las otredades– tránsitos principescos o, acaso, propios de las realezas. Hambre, desocupación, falta de salud, de educación. En aquel contexto, se suponen alejados de aquellos y aquellas minorías vistosas. Sentires y decires. Pareciera, incluso, que nada ni nadie está exento, alguna vez, de emitir esos juicios o ser depositario de ese tipo de expresiones.
Hasta la muerte –en ciertas ocasiones, por la forma en que se produce y a quien afecta– hace que no sean escasas las voces que se atreven a afirmar que Mengana o Fulano “murió como un príncipe”. En el siglo XIX y buena parte del XX era frecuente que así se significara la partida de este mundo cuando las y los finados eran considerados socialmente como “patricios” o “ricos”.
Curioso, por cierto. Y tanto lo era (y es) que vaya a saber a quién y en qué situación tuvo la lucidez para destacar que “al final de la partida, reyes y peones vuelven a la misma caja”. ¿Sabiduría popular? Tal vez.
LA BODA DEL SIGLO
Aún recuerdo cuando el 29 de julio de 1981 –la tele satelital cuando el mundo era mundial y para nada global– puso “en el aire” (vieja expresión de uso común en la radiotelefonía de entonces, hoy casi olvidada), desde la catedral de San Pablo, en Londres, la que fue llamada como la “boda real o del siglo” porque, aquel día, el príncipe Carlos (32) –hijo primogénito de Isabel Alejandra María Windsor (1926-2022), la reina Isabel II del Reino Unido y de la Commonwealth desde 1952 hasta su muerte– contrajo matrimonio con la joven aristócrata llamada Diana Spencer (20).
Cerca de 800 millones de televidentes lo vimos. “¡Parece un cuento de hadas...!”, escuché decir a dos mujeres que – como otros muchos, frente a una vidriera colmada de televisores– vimos pasar a Carlos, por entonces príncipe de Gales, y Diana recién casados, a bordo del 1902 State Landau, como se conoce al carruaje que, en aquel año, el rey Eduardo VII –tío del contrayente– ordenó construir para ceremonias relevantes.
En la Argentina, desde poco menos de tres años, teníamos tele en colores. La novia, tanto en el ingreso a San Pablo –luego de descender junto con John, su padre, VIII conde de Spencer, de un carruaje vidriado– como en el momento en que salió de esa catedral con su esposo convertida en “alteza real”, tuvo que detenerse varios minutos para que las “damas de honor” acomodaran la cola de su vestido “de casi ocho metros de largo”, relataba la transmisión oficial.
¡Hermoso para ver! Un año y 22 días después –el 21 de julio de 1982– se anunció el nacimiento del príncipe Guillermo, heredero de la corona británica. El 15 de setiembre de 1984 –setecientos ochenta y siete días después que su hermano mayor– nació el príncipe Enrique.
Sin embargo, y como sostiene el dicho popular, “no todo lo que reluce es oro”. El 28 de agosto de 1996 –cinco mil quinientos nueve días después de aquella boda principesca– Diana y Carlos se divorciaron. Con el paso del tiempo la fantasía pública trocó en públicos desatinos vinculares. La princesa descubrió y confirmó que el príncipe tenía como amante a Camilla Parker-Bowles, una amiga de la Casa Real. ¡Crisis!
MULTITUD
Carlos pasó –para muchas y muchos– a ser el “realmente odiado”. Diana, en el transcurso de 1995, decidió no ocultar la situación. Habló con la BBC, la tele pública en el Reino Unido. “¿Cree que Camilla Parker-Bowles fue el factor que desencadenó el fracaso de su matrimonio?”, preguntó el periodista Martín Bashir a “su alteza real”. La respuesta fue simple, breve y clara: “Bueno, éramos tres en mi matrimonio. Y eso es una multitud”. El 31 de agosto de 1997, Diana, Dodi Al-Fayed (1955-1997), multimillonario egipcio, y el chófer, Henri Paul, murieron en un accidente de tránsito ocurrido en el interior del túnel del Pont de l’Alma, en París.
Aquel príncipe, Charles Philip Arthur George (77), desde el 8 de setiembre de 2022, es Carlos III, rey del Reino Unido y de los otros reinos de la Mancomunidad de Naciones. Camilla Rosemary Shand, luego Parker-Bowles (78) –la tercera de aquel matrimonio principesco que “era multitud”, como lo sentenció Diana, “la princesa del pueblo”, como la categorizó para siempre el ex primer ministro Tony Blair, el 31 de agosto de 1997– es reina consorte.
Fantasías. Deseos. Ilusiones. Condición humana. Fantasías. Deseos. Ilusiones. “Cambia, todo cambia”, canta como nadie Mercedes Sosa. Los khasi –una minoría étnica originaria que habita en el estado de Meghalaya, noreste de la India desde antes de las invasiones dravídicas pobladoras del sur en ese mismo país– desconocen quiénes de sus antecesores y cuándo comenzaron a orientar las raíces de los árboles para construir con ellas “puentes vivientes”.
Lejos de aquellas selvas inigualables, recién se supo algo de los que se conocieron entonces también como “los puentes de raíces vivas de Sohra (Cherrapunji)”, cuando era avanzado el siglo XIX. Los exploradores occidentales se asombraron con aquel descubrimiento. En La Sociedad Asiática, un histórico periódico que se publicaba en Calcuta en 1844, se consignó la información. Desde aquellos tiempos, es polo de atracción hasta nuestros días.
“AMOR RECÍPROCO”
Hacia allí, unas tres semanas atrás, partieron en luna de miel el príncipe Raj Raghuvanshi (21) y la princesa Sonam Raghuvanshi (24). Eran marido y mujer porque sus madres –en esa sociedad matrilineal– así lo acordaron. Ambos pertenecían a la misma clase social y casta. Aquel enclave natural que, además, con unos 12.000 milímetros de lluvias anuales es, según Guinness, el lugar más lluvioso de cada año, era perfecto para manifestarse amor recíproco sin interferencias. La actuación crucial de la mehndi, la celebración musical previa, la ceremonia principal, la fiesta posterior quedaron atrás.
Me explican –por Whatsapp, desde Nueva Delhi, tres diplomáticos chimenteros que me pidieron anonimato– que los fastos nupciales se extendieron por cuatro días. Las dos familias en estado de tranquilidad. Espiritual, social y económico. No faltó nada. Se observaron todos los rituales. Homa (la ofrenda al fuego) se concretó. El Panigrahena, los unió como nunca antes. Las siete vueltas al fuego –el Satapadi– hizo celebrar a muchas y muchos, sonreír a las y los más refinados y desear, ilusionarse... soñar, a otros y otras.
Samskara se instaló en la flamante pareja. Luego, silencio. Los días pasaban y... más silencio. Pero irrumpió la angustia. Primero en el que fue el pueblo de ambos, luego en la provincia, la región y, finalmente, en todo el país. “¿Dónde están?” “¿Qué se sabe?”. La falta de novedades fue parte de las informaciones de la agencia de noticias nacional. Se iniciaron las búsquedas. Los supuestos ganaron el espacio público. Las ideas conspiranoides de poderosos y poderosas ingresaron en los circuitos informativos.
Nadie respondía a las incesantes llamadas a los móviles de Raj y Sonam. La policía y los servicios de inteligencia de la India los monitoreaban inútilmente. También el de uno de los hermanos de la princesa. ¡Nada! Pero, cuando nadie lo esperaba, todo cambió. El domingo pasado aquella novia obediente de los acuerdos y mandatos familiares que se mostró alegre, ilusionada, ante los unos y los otros; que fue objeto de los comentarios de sus vecinos e incluso blanco preferente a la vista de aquellas y aquellos que por ser de clases inferiores o de castas poco respetables no debieran haberla mirado, trocaron interrogantes y angustia sociales.
DIMES Y DIRETES
Desde algunos anocheceres en las sacudidas calles de aquel país con 1.400 millones de habitantes, se sabía por trascendidos –que más tarde se confirmaron– que el cadáver de Raj fue encontrado y recuperado de las profundidades de un precipicio con abundante vegetación. Fue el momento de los dimes y diretes. Se conoció el escabroso detalle de que el cuerpo lo encontraron con el cráneo partido con dos golpes duros aplicados con algún objeto contundente y cortante.
¡Horror! Rescatistas e investigadores tuvieron la convicción de que fue asesinado. Así lo dejaron trascender. No murió como un príncipe. Pero las honras fúnebres sí lo fueron para despedir a su alteza real. Sonam, esposa por un breve tiempo –geolocalizada desde el momento en que se comunicó con uno de sus hermanos– supo por quienes la hallaron que era viuda.
Gritó. Se ahogó en llanto. Insistió con el deshilachado argumento de que fueron víctimas de secuestro. Pero no tenía una coartada que generara, por lo menos, una duda. También supo que Rai Kushwaha, un chófer a su servicio, estaba preso en otra celda. Fue apresado en su pueblo natal, Madhya Pradesh. Contrastaron sus respuestas. Eran amantes desde tiempo antes de que Sonam y Raj protagonizaran una boda principesca.
Como en el caso de Carlos y Diana –con Rai– también se constituyeron en multitud. El amante capturado también confesó. Señaló a los tres criminales que asesinaron al príncipe –sus cómplices– a los que convenció para que ejecutaran al joven esposo de la mujer que también amaba.
Los sicarios fueron apresados. Abrumados, admitieron. La exprincesa viuda dejó de ser víctima para ser victimaria. La justicia la acusa de ser quien incitó a su frustrado enamorado de la necesidad de asesinar a Raj. Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
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Accidente de tránsito en Lambaré: conductor esquivó a un perro, pero chocó contra una columna
Un grave accidente de tránsito se reportó en la mañana de este viernes en la intersección de las calles Concepción y De la Madre, de la ciudad de Lambaré, luego de que el conductor de un automóvil haya realizado una maniobra brusca para evitar chocar a un perro.
El automóvil de la marca Toyota, modelo Corolla, de color gris, quedó destrozado tras impactar contra una columna y parte de la reja de una vivienda. Según los datos preliminares, en el vehículo se encontraban tres personas que regresaban de llevar a un compañero hasta su residencia.
El impacto del vehículo se habría producido luego de que el conductor del automóvil realizara una maniobra brusca para evitar chocar a un perro que salió frente a ellos en la intersección mencionada. Debido a la velocidad y el poco tiempo de respuesta, el conductor perdió el control del rodado.
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“Cuando llegamos al sitio, los bomberos voluntarios rescataron a los tres ocupantes del automóvil; dos estaban en la parte delantera y uno atrás. Aparentemente sufrieron lesiones de consideración, pero estaban lúcidos y pudieron hablar un poco con nosotros”, comentó el oficial interviniente Edgar Báez en conversación con el canal de noticias NPY.
Explicó que las tres personas fueron derivadas hasta el Hospital de Trauma, donde se encuentran siendo atendidas, pero fuera de peligro. Atendiendo el fuerte impacto que recibió la parte delantera del rodado, se destaca que no hayan resultado con heridas de mayor gravedad.
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Tras una maniobra indebida, un joven habría sido arrollado por un camión
Un joven de 22 años perdió la vida esta madrugada después de ser arrollado por un camión Scania tras caer de la motocicleta en la que iba de acompañante. El hecho se registró sobre la Ruta PY 01 en la ciudad de J. Augusto Saldívar.
El fallecido fue identificado como Feliciano Fretes, quien viajaba como acompañante en una motocicleta conducida por su hermano. El mimo habría perdido la vida en el acto luego de caer debajo de un camión Scania que circulaba por el lugar. Por su parte, el hermano se salvó de milagro, ya que cayó en la cuneta.
Según la declaración del chofer del camión de gran porte, el conductor del biciclo habría realizado una maniobra y se adelantó por la derecha, momento en que se encontró con un montículo de arena que le hizo perder el equilibrio y terminaron cayendo del vehículo.
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“Nosotros acudimos primeramente a un llamado por accidente de tránsito; ya en el lugar confirmamos que fue con derivación fatal. El conductor de la motocicleta fue trasladado para ser atendido por lesiones menores, y el conductor del Scania prestó declaración. Aparentemente, el fallecido cayó debajo de las ruedas traseras del vehículo de gran porte”, comentó el comisario Enrique Fleitas en conversación con Canal Trece.
El mismo precisó que la zona donde ocurrió el accidente se vio bastante afectada por las últimas lluvias, quedando varios tramos cubiertos por una cantidad importante de arena, lo cual hace que la zona sea peligrosa si se circula a alta velocidad o se realizan maniobras bruscas.
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Air India: un vuelo regresa a Tailandia por amenaza de bomba
- Bangkok, Tailandia. AFP.
Un vuelo de la compañía Air India que viajaba desde Phuket con destino a Nueva Delhi tuvo que regresar a la turística isla tailandesa debido a una amenaza de bomba, indicó el viernes la empresa que gestiona los principales aeropuertos de Tailandia. El vuelo AI379 solicitó permiso para regresar a la pista después de que se descubriera a bordo un mensaje de amenaza, informó la empresa Aeropuertos de Tailandia (AOT) en la página de Facebook del aeropuerto de Phuket (sur).
El avión Airbus A320, que partió hacia las 9:30 (2:30 GMT), volvió a Phuket dos horas más tarde después de realizar numerosas vueltas sobre el mar de Andamán, según el sitio web de seguimiento FlightRadar24. Los 156 pasajeros del aparato fueron evacuados siguiendo el protocolo de emergencia, continuó AOT, sin dar más detalles. Este incidente ocurre un día después del accidente de un avión de la misma aerolínea india que se dirigía a Londres y se estrelló poco después de despegar de Ahmedabad, matando al menos a 265 personas.
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Rastrean lugar del accidente
Equipos de rescate con perros rastreadores peinaron el viernes el lugar donde se accidentó un avión de Air India con rumbo a Londres en la ciudad india de Ahmedabad, donde murieron 265 personas, incluyendo a víctimas en tierra. Un hombre a bordo del Boeing 787-8 Dreamliner, que llevaba 242 pasajeros, sobrevivió milagrosamente al accidente del jueves, en que la cola del avión quedó incrustada en el segundo piso de un albergue para personal médico de un hospital cercano.
Air India indicó en un comunicado que el “único sobreviviente está siendo tratado en un hospital” y que “es un ciudadano británico de origen indio”. Otra parte del aparato cayó sobre el edificio de una cafetería donde comían unos estudiantes, según testigos. El primer ministro indio, Narendra Modi, llegó el viernes al lugar de la tragedia.
El subcomisario de la policía local, Kanan Desai, declaró a la prensa que “265 cuerpos fueron llevados al hospital”, lo que significa que 24 personas murieron en tierra. “La cifra oficial de fallecidos será declarada después de completar las pruebas de ADN”, declaró el ministro del Interior, Amit Shah, en un comunicado.
Krishna, un médico que no dio su nombre completo, dijo haber visto “entre 15 y 20 cuerpos quemados” y él mismo, junto a otros colegas, rescataron a unos 15 estudiantes. La autoridad de aviación civil de India dijo que había 242 personas a bordo, incluidos dos pilotos y diez tripulantes de cabina. Por su parte Air India indicó que había 169 pasajeros indios, 53 británicos, siete portugueses y un canadiense. El vuelo se dirigía al aeropuerto londinense de Gatwick.
“La tragedia en Ahmedabad nos ha conmocionado y entristecido. Es desgarrador, más allá de las palabras”, dijo Modi después del siniestro. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, deploró el “terrible” accidente; el primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer, habló de escenas “devastadoras”, mientras el rey Carlos III dijo estar “conmocionado”.
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“Devastador”
El avión emitió una llamada de socorro y “se estrelló inmediatamente después del despegue”, dijo la dirección general de aviación civil. Ahmedabad, la principal ciudad del estado indio de Gujarat, tiene unos ocho millones de habitantes y el aeropuerto, muy concurrido, está rodeado de zonas residenciales densamente pobladas.
“Cuando llegamos al lugar había cadáveres tirados y los bomberos apagaban las llamas”, contó Poonam Patni, un residente. “Muchos de los cuerpos quedaron quemados”, aseguró. Periodistas de AFP vieron a médicos usando un carrito para cargar cuerpos en una ambulancia. El avión cayó en una zona situada entre un hospital y Ghoda Camp, un vecindario de la ciudad.
El aeropuerto quedó cerrado, con todos los vuelos “suspendidos hasta nuevo aviso”, dijo el operador. Las agencias de investigación de accidentes aéreos de Reino Unido y Estados Unidos anunciaron el envío de equipos para apoyar a los técnicos indios. El presidente de la aerolínea, Natarajan Chandrasekaran, dijo que se había establecido un centro de emergencia con un equipo de apoyo para las familias que buscaban información.
Tata Group, la compañía propietaria de Air India, ofreció una ayuda económica de diez millones de rupias (117.000 dólares) a “las familias de cada persona que ha perdido la vida en esta tragedia” y prometió cubrir los gastos médicos de los heridos. India ha sufrido varios accidentes aéreos, incluido el choque aéreo en 1996 de dos aviones en el cielo de Nueva Delhi que dejó casi 350 muertos.
En 2010, un avión de Air India Express se estrelló y explotó en el aeropuerto de Mangalore, en el suroeste de India, lo que causó la muerte de 158 de los 166 pasajeros y tripulantes a bordo. Los expertos creen que es demasiado pronto para especular sobre las causas del accidente del jueves.