Al cumplirse su octavo aniversario como obispo de Roma, el papa Francisco sigue renovándonos con la esperanza de que este tiempo de incertidumbres espirituales, sociales, políticas y económicas que atraviesa el mundo globalizado bajo el covid-19 tiene un bálsamo, un antídoto, que es la fraternidad humana.
En su reciente e histórico viaje apostólico a la convulsionada Irak –tierra de Abrahán, padre de la fe de las tres religiones monoteístas, quien escuchó la llamada de Dios hace cuatro mil años y partió de su tierra bajo la promesa de Dios de una descendencia– Francisco pudo cumplir el frustrado sueño de san Juan Pablo II, que un papa pisara por primera vez el suelo del patriarca.
Allí, ante una minoría cristiana y acompañado de nuestros hermanos musulmanes, Francisco señaló una vez más que el desafío para todos los que habitamos esta casa común es justamente la fraternidad, de la que ya nos habló en el “Documento sobre la fraternidad humana, por la paz mundial y la convivencia común”, que firmó junto al gran imán Ahmad Al-Tayyeb en la ciudad árabe de Abu Dabi en 2019 y la “Carta encíclica Fratelli Tutti sobre la fraternidad y la amistad social” publicada el año pasado.
No son solo palabras sueltas en documentos teóricos escritos para entendidos. Son palabras que nos interpelan directamente al corazón y a la conciencia de cada uno de nosotros, seamos creyentes o no, porque en última instancia la pregunta trascendental que hace el papa Francisco y que nos tenemos que hacer interiormente es: ¿seremos capaces de hacer que haya fraternidad entre nosotros, de hacer una cultura de hermanos? ¿O seguiremos con la lógica iniciada por Caín, la guerra?
Es esa cultura de hermanos la que nos lleva a la cultura del encuentro y esta la que construye una cultura de hermanos. Hemos visto en estos ocho años de pontificado, como la Iglesia ha encarnado de un nuevo modo, renovado y fresco el desafío de salir al encuentro de todos aquellos hermanos que se encontraban en las periferias geográficas y existenciales, alejados del afecto y cercanía que brinda la hermandad. No son ocho años de declamaciones vacías de contenido y gestos efímeros, sino todo lo contrario.
Para quienes lo hemos acompañado en su paso como arzobispo de Buenos Aires y lo seguimos acompañando con nuestra cercanía, hemos sido testigos de ocho años de coherencia evangélica entre el decir y el hacer, en los que Francisco demuestra que es posible seguir siendo el mismo, a pesar del lugar que se ocupe; él sigue siendo el mismo padre Jorge (como me dirijo a él) solo que ahora vestido de blanco. El que insiste a mi esposa –que es de nacionalidad paraguaya– seguir hablando en guaraní a nuestros hijos para no perder las raíces de la cultura guaraní.
Ciertamente estamos viviendo tiempos difíciles. Es un momento en que nuestros acostumbramientos, rutinas, prioridades y estilo de vida son cuestionados por esta crisis que nos golpea cada día, sin que la pudiéramos evitar. Ahora, la pregunta es ¿cómo vamos a salir de ella? ¿Cómo queremos salir de la crisis? Y sea cual fuere la respuesta, lo que sí sabemos es que no saldremos iguales. Por eso es bueno detenerse y mirar alrededor: no estamos solos. En esta casa común, nuestro planeta Tierra, nuestra barca, no estamos solos. Nadie se salva solo. Y eso debe interpelarnos en cómo somos con el prójimo, el próximo a nosotros cada día.
Este es el mensaje que nos deja un nuevo aniversario de la elección del papa Francisco: así como los siglos anteriores fueron los de la libertad e igualdad, la marca distintiva de nuestro siglo XXI es la fraternidad humana entre todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que soñamos con un futuro mejor, confiando en que, como dice el refrán, “Dios proveerá” para que eso suceda. Pero nosotros tenemos que hacer nuestra parte para concretar el llamado del Santo Padre, VIVIR EN FRATERNIDAD.
A casi 100 días de la inauguración de los Juegos de París, el relevo de la llama olímpica comenzó ayer martes luego de su encendido en el sitio arqueológico griego de Olimpia, durante una ceremonia marcada por los mensajes de esperanza en un contexto internacional de tensión.
En Olimpia, delante de las ruinas de 2.600 años de antigüedad del templo de Hera, la llama de los Juegos que tendrán lugar en la capital francesa del 26 de julio al 11 de agosto cobró vida hacia las 12:15 locales.
Debido al cielo nublado sobre el enclave que albergó los primeros Juegos Olímpicos de la Antigüedad, el encendido no pudo realizarse con los rayos del sol como marca la tradición clásica, sino mediante una llama de reserva conservada desde el ensayo general del lunes, gracias a la intervención de las “sacerdotisas” vestidas con largas faldas inspiradas en la Grecia clásica.
El presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el alemán Thomas Bach, insistió en el mensaje de “esperanza” que transmite la llama olímpica.
Las palabras del popular magnate sudafricano-estadounidense fueron aún más severas al opinar que los ucranianos son “enviados a morir en trincheras por nada”. Foto: AFP/Archivo
Así como el papa Francisco, Elon Musk cree que Ucrania perderá la guerra
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Son pocas las áreas en las que Elon Musk no haya mostrado interés, puesto que sus campos de acción abarcan desde la inteligencia artificial, comunicación, hasta la aerodinámica, incluso poblar planetas con sus propias naves espaciales.
Esta vez, el director general de Tesla y Space X volvió a opinar sobre geopolítica y más específicamente sobre la guerra que desde hace años mantiene desgastando a los ejércitos de Rusia y de Ucrania y que absorbe grandes cantidades de material bélico y financiero de Europa y Estados Unidos.
“Ucrania corre el riesgo de perder más ciudadanos y más territorio si sigue negándose a entablar conversaciones de paz”, advirtió el mutimillonario dueño de la red social X, antes conocida como Twitter. Esta misma visión había expresado semanas antes el propio papa Francisco, opinión que le valió el enfado del presidente Ucraniano Volodímir Zelenski, quien aseguró que Ucrania nunca alzaría la bandera blanca ante Rusia.
“Cuanto más tiempo no haya paz, peor para el pueblo de Ucrania: morirán más personas y se perderán más tierras”, escribió el propietario de X en su cuenta de la red social.
En otro momento, las palabras del popular magnate sudafricano-estadounidense fueron aún más severas al opinar que los ucranianos son “enviados a morir en trincheras por nada”.
Según fuentes recogidas por el medio RT en español, Musk expresa periódicamente sus opiniones sobre el conflicto ucraniano, lanzando críticas a Occidente por seguir apoyando militarmente a Kiev, en lugar de optar por vías diplomáticas de resolución del conflicto.
En esta misma línea, hace una semana condenó los métodos de reclutamiento forzoso empleados por el Gobierno de Ucrania.
Sabotaje en Alemania
Según la Agencia France-Presse, el director de Tesla, visitó el martes a los empleados de la planta de la marca de vehículos eléctricos cerca de Berlín para darles apoyo, una semana después de un sabotaje que obligó a detener la producción.
El multimillonario estadounidense, que llegó a bordo de su jet privado, subió al escenario de una carpa donde se congregaban entre mil y dos mil personas, y fue recibido con fuertes aplausos, indicó un periodista de la AFP en el lugar.
“Estoy aquí para apoyaros”, dijo a los empleados de esta gran planta situada en el municipio de Grünheide.
La semana pasada el incendio de una torre eléctrica reivindicado por un grupo de extrema izquierda paralizó la fábrica durante varios días, el único centro de producción de Tesla en Europa.
Robert Oppenheimer y Albert Einstein. ¿Padres de la bomba o descubridores de la energía? Genios arrepentidos que se admiran, discrepan. Sus propias vidas en la gama de los grises y en el color de la ficción que la Academia de Ciencias premió con siete Óscar.
De Oppenheimer, Einstein, Francisco, Putin, Stoltenberg, la bomba, la guerra y la paz
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¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la paz un líder religioso, aunque sea también un jefe de Estado? ¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la guerra un funcionario político y administrativo de una alianza militar?
Por Ricardo Rivas
Periodista X: @RtrivasRivas
Fotos: Gentileza / AFP
En 1991 llegué a Berlín. Dieciocho meses antes había caído la medianera que partía en dos aquella ciudad. Los debates aturdían. ¿Para qué lado cayeron los escombros? ¿Desde qué lugar llegó el impulso final? Los relatos conspiranoicos se multiplicaban. El canciller Helmut Köll rápidamente decidió la reunificación de Alemania sin atender a quienes lo objetaban por razones económicas y financieras. La capital alemana todavía estaba en Bonn.
En el lugar donde desde agosto de 1961 estuvo emplazado “checkpoint charlie” entre 1945 y 1990, quienes parecían ser exsoldados del otrora poderosísimo Ejército Rojo, allí mismo vendían completas o en parte la indumentaria con la que se constituían sus uniformes. Capotes, botones, jinetas de grado. Todo estaba en venta.
Caminar por los pocos espacios libres en medio de cientos de visitantes que andaban por allí obligaba a la lentitud. La mayor demanda en aquel lejano mes de abril eran los ushanka (sombrero de piel con orejeras) grises con la estrella roja incrustada al frente de los que se despojaban quienes aseguraban ser militares desmovilizados y no tener para comer.
Algunos, unos pocos –muy pocos– también ofrecían uniformes norteamericanos, británicos y hasta algunos cascos franceses. Todo para mirar. Todo para ofrecer. Todo para comprar. Todo para llevar como recuerdos de una época que se significaba como el inicio del pacifismo real.
Parado exactamente debajo de las majestuosas Puertas de Brandeburgo los contrastes visuales eran intensos. A un lado las construcciones modélicas de una sociedad capitalista renana –sin exagerados lujos consumistas– pujante, en movimiento intenso y con colores vivos en todas partes. Al otro lado, enormes bloques con apartamentos pintados en la gama de los grises, con las calles casi vacías y las plazas públicas desiertas. El movimiento era escaso. Escenarios bien distintos, por cierto.
Estuve allí solo un par de días. Con un nutrido grupo de compañeros becarios con los que estudiábamos y nos formábamos sobre el proceso de reunificación viajamos unos 610 kilómetros hacia el sudeste para instalarnos en Koblenz (Coblenza), cortada al medio por el Rin en el punto exacto en que confluye con el Mosela, rodeada de viñedos.
BIPOLARIDAD EXTREMA
Corazón del estado federado de Renania-Palatinato, nos explicaron que esa belleza natural en tiempos de bipolaridad extrema era el espacio en donde –según las hipótesis de conflicto políticas y militares– podrían haber llegado cargados de muerte los misiles de corto alcance de las tropas del Pacto de Varsovia que nunca fueron (afortunadamente) disparados.
Allí supimos que miles de soldados alemanes en algunos casos subordinados a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), con motivo de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), fueron desmovilizados. No eran profesionales de ninguna otra especialidad que la de hacer la guerra.
En Koblenz se vivía en paz “después de casi 40 años de preocuparnos por ser el campo de batalla inmediato de una posible guerra nuclear”, nos dijeron grupos de residentes. En los hoteles en donde nos alojábamos también lo hacían militares que se formaban en la protección del medioambiente. El Estado alemán intentaba reciclarlos para reinsertarlos en la sociedad civil pacificada.
Regresar a Berlín fue diferente. Sabíamos mucho más sobre los efectos políticos y sociales del fin de la Segunda Guerra Mundial, sobre el devenir de la Guerra Fría y pensábamos en las posibilidades reales de la paz, que no imaginábamos ni veíamos con claridad.
Recuerdo que por esos días llegué hasta el punto medio del puente Glienicke, con el que se cruza el río Havel, para viajar desde Berlín hacia Postdam y allí detuve mi andar. En silencio miré hacia ambos lados de esa construcción a la que Steven Spielberg, cuando finalizaba 2015, llamó el Puente de los Espías. No había puestos de vigilancia ni reflectores. Tampoco alambres con púas, soldados soviéticos ni de la NATO armados hasta los dientes. Se circulaba sin limitaciones. Sin peligros.
Durante casi una hora caminé de regreso al punto de encuentro muy cercano al que fuera el búnker donde Adolf Hitler y su estado mayor se convencieron de la derrota y entraron en pánico por la llegada del Ejército ruso hasta el escondite del dictador genocida.
Francisco destaca por su fortaleza “a quien tiene el valor de la bandera blanca y negociar (que) es una palabra valiente”
“DISUASIÓN”
En aquella caminata silenciosa creí comprender (e imaginé, como los habitantes de Koblenz) que los líderes de entonces planificaban y construían por y para la paz. Pensé que el modelo geopolítico de posguerra para disuadir y persuadir a partir de la exhibición obscena de los arsenales nucleares que las partes poseían para convencer al adversario de la inviabilidad de una guerra atómica que destruiría a la humanidad se había derrumbado para siempre. ¿Soñé demás cuando tenía 40 años? Tal vez, sí. ¿Se iniciaban los tiempos de la multipolaridad? Quizás.
Alguna vez Albert Einstein sostuvo que “el tiempo no puede definirse en términos absolutos” porque “es relativo” y, en consecuencia, “se estira y se encoge”. Mucho de lo que tiene que ver con Einstein llega desde la historia. Nació el 14 de marzo de 1879 en Alemania, desde donde partió cuando vislumbró que comenzaba la persecución de los judíos que devendría en exterminio. Pero, como él mismo lo probó y explicó, esos larguísimos 145 años que corren desde su nacimiento son poco relevantes.
“En nuestro lenguaje terrestre, una hora nuestra puede ser un siglo en otro planeta y viceversa (porque) no hay un tictac audible en todo el mundo”. Es palabra de Albert Einstein. Sin vueltas, el padre de la teoría de la relatividad general (1915) enseñó a quien quisiera aprenderlo que “el pasado, el presente y el futuro son solo una ilusión”.
Pero en el tránsito de esa ilusión con frecuencia está agazapada la tragedia. Categorizar así la temporalidad y hasta la propia ilusión es ilusorio. Para nada sorprendente que así se exprese un físico, si se quiere. La física –ciencia categorizada como “dura”– desde alguna perspectiva también puede presentarse ante la persona lega como sutil. Y hasta poética como para algunas personas lo es pensar en la infinitud, en el universo, en los misteriosos agujeros negros o en el big bang, por mencionar solo algunos ejemplos caprichosos.
“Rusia está dispuesta a utilizar armas nucleares si existe una amenaza”, advierte Vladimir Putin
ESPÍRITU POÉTICO
Al parecer, Einstein pensaba así. De hecho, en el fin de una tarde cualquiera cuando se iniciaban los años 70 en el siglo pasado, sentados en torno de una mesa de mármol del inmortal Café Tortoni en el 825 de la avenida Mayo de Buenos Aires, al parecer inaugurado no muy lejos de allí en el 1858, un viejo colega periodista cuyo nombre prefiero preservar –también escritor, guionista cinematográfico, dramaturgo– y viajero incorregible con el que supe compartir algunos años de vida y aprendizajes antes de llegar a mi treintena, sostuvo que “la física y las matemáticas se constituyen además con el espíritu poético que siempre encierran las investigaciones científicas”.
Recuerdo que su palabra –aunque en tono bajo– asemejaba una homilía. Sin que nadie pudiera comprobarlo fehacientemente, sostenía que aquella percepción, cuando estaba cerca de finalizar el mes de marzo en 1925, la había escuchado del mismísimo Albert Einstein. Desde su muy buena memoria, aquel viejo amigo y sabio colega dejó caer en el seno mismo de su acotado auditorio el detalle preciso de que el ingeniero Jorge Duclout, un académico francés radicado en la Argentina poco antes de que finalizara el siglo XIX, “fue quien invitó a Einstein para que visitara este país y quien lo recibió en el puerto junto con una multitud”.
Con un lento trago de coñac desató nuestra ansiedad por saber más. “Le encantaba al alemán (así categorizó al científico visitante) venir al Tortoni y sostener tertulias con otros académicos, siempre acompañado de Duclot”, agregó. Detalló luego con algo de nostalgia que él “era un pibe de apenas 18 años cuando el genio estuvo aquí”. Precisó que cuando el uruguayo Máximo Sáenz entrevistó al físico para (el diario) Crítica en una casona de Belgrano –mi pueblo natal en Buenos Aires, unos 1.160 kilómetros al sur de mi querida Asunción– “lo escuché sorprendido cuando reflexivamente vinculó la física con la poesía”.
Ninguno de los presentes se atrevió a responder ni confrontar aquellos recuerdos puestos en común. Esta noche de viernes emerge como diferente de muchas otras. De hecho, este encuentro parece haber trocado en una cofradía de devotos de la paz con el deseo –y la esperanza profunda– de impulsar y alcanzar el fin de todas las violencias.
Sentado en la vieja mecedora descorché un Pinot Noir Romanée-St-Vivant Marey - Monge del 1995. ¡Fiesta en los copones! Alguna vez, muchos años atrás, mientras recorría la campiña de la región de Côte de Nuits en Borgoña, cerca de Lyon y de la frontera con Suiza, me hice de tres botellas que celosamente mantuve en guarda hasta hoy. Brindamos por la vida. Un breve silencio nos envuelve después de hacerlo.
PERSONAJE
“¡Arrasó ‘Oppenheimer’!”, dijo DG con indisimulado orgullo. La veterana profesora con un Whatsapp aventuró que sería la producción más reconocida. “Enorme ganadora con siete Óscar”, añadió. “¡Qué personaje Oppenheimer. Inventar la bomba que destruyó Hiroshima y Nagasaki y pretender después exhortar al Gobierno norteamericano para que no la use o la use poco... ingenuo o inocente!”, expresó AF en tono de crítica.
Tanto Oppenheimer como Einstein, las dos producciones en las que convergen biografías y creaciones en algunos casos bien fundadas, dan cuenta además de climas epocales. De profundos debates sociales. De pugnas ideológicas. De batallas políticas y personales. De sospechas, sospechados y sospechosos. De amor y desamor. De la libertad y la falta de ella. De pobreza y riquezas. De autoritarios, autoritarismos, desempleos, derrumbes económicos, hambrunas, armamentismo, racismo. Nada queda afuera si a esas atrocidades les añadimos rearmes, expansionismos y los desafortunados resurgimientos de múltiples voluntades supremacistas y fundamentalismos cuyos líderes sustentan sobre falsos discursos religiosos.
El norte europeo sangra. El presidente Vlamidir Putin advierte amenazante a Europa y a la NATO. “Tienen que entender que nosotros también tenemos armas que pueden atacar objetivos en su territorio”; que disponemos de armamento “para golpear a los países occidentales” y hace referencia clara a la eventual utilización del arsenal nuclear ruso que dispone de sistemas “capaces de destruir a la civilización”. El miércoles último fue más allá sin metáforas ni eufemismos: “Rusia está dispuesta a utilizar armas nucleares si existe una amenaza”.
El papa Francisco semanas atrás hizo suyas las palabras de la encíclica Pacem in Terris (1963), en la que Juan XXIII, el pontífice de entonces, consignó que “la posesión de armas atómicas es inmoral” porque “no se excluye que un acontecimiento imprevisible ponga en marcha el aparato de la guerra”. ¿Qué es lo que no se entiende? ¿De esto mismo hablaba Oppenheimer cuando procuraba concienciar a los líderes norteamericanos sobre el peligro que supone disponer de la bomba que él mismo creó? Tal vez. Pero nada lo detuvo en el desarrollo de ese sistema de armas que incineró a quienes habitaban Hiroshima y Nagasaki “para terminar con la guerra”.
La utilización bélica de la Bomba H (como se la llamó popularmente por algunos años) que inventó le pesó por el resto de sus días. “Ahora me he convertido en muerte, el destructor de mundos”, pronunció alguna vez después de las masacres en Japón. La ganadora de siete Óscar relata que Robert Oppenheimer se opuso a un mayor desarrollo nuclear y, por esa intención fue acusado de comunista e investigado por ello. Genio y sospechoso de traición.
En 1963, pese a aquellas acusaciones más cercanas a los códigos de la vanidad de sus Salieris que a su ideología, Oppenheimer fue rehabilitado políticamente por el presidente Lyndon Johnson, quien en 1963 lo galardonó con el premio Enrico Fermi.
Por su parte, Einstein, según cuenta la producción de Netflix, al parecer también se arrepintió de haber enviado una carta al presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt el 2 de agosto de 1939 instándolo a prestar atención a los desarrollos nucleares de los científicos nazis para enriquecer el uranio. Tenía la convicción de haber acelerado el proceso de investigación y desarrollo que la historia conoce como Proyecto Manhattan. Einstein sentía culpa por “la bomba”.
“Ucrania necesita armas, no banderas blancas”, responde Jen Stoltenberg, secretario general de la OTAN, al papa Francisco
LA GUERRA Y LA PAZ
Tal vez por ello el papa Francisco destaca por su fortaleza a quien en la guerra “tiene el valor de la bandera blanca y negociar” porque “negociar es una palabra valiente” y sostiene que “no (hay) que avergonzarse de negociar antes de que las cosas empeoren”. ¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la paz un líder religioso, aunque sea también un jefe de Estado?
“Ucrania necesita armas, no banderas blancas”, respondió casi de inmediato Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, quien agregó que “si queremos una solución pacífica duradera negociada, la forma de llegar a ella es proporcionar apoyo militar a Ucrania”. ¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la guerra un funcionario político y administrativo designado por un conjunto de 29 países convergentes en una alianza militar?
La madrugada del sábado comienza a clarear. Los silencios son varios y superpuestos. JT, historiador y académico, escuchó más de lo que habló. “Ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba, en la guerra son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba. Es palabra del griego Heródoto de Halicarnaso, al que muchos consideran como el padre de la historia occidental”, dijo con estudiado tono doctoral y su nariz casi apoyada sobre la pantalla del smartphone.
La presbicia no perdona después de los 50. “Cómo construir la paz es complejo, por cierto. Pero, si de arsenales nucleares se trata, me quedo con la respuesta de Einstein a Oppenheimer: ‘Ahora es tu turno de lidiar con las consecuencias de tu logro’”, dijo DG.
El papa Francisco recibió en Roma a Santiago Peña y a la primera dama
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El mandatario Santiago Peña y la primera dama Leticia Ocampos se reunieron ayer lunes en el Vaticano con el papa Francisco, en el marco de una visita oficial a Roma (Italia), a donde arribaron este último domingo y que se extenderá hasta mañana 28 de noviembre. Durante el encuentro se destacaron las buenas relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Paraguay, las expectativas del Gobierno en la lucha contra la pobreza y el compromiso por la paz entre las naciones.
Otros temas abordados fueron la protección del medioambiente y la situación de los países de la región. Desde la oficina de prensa del Vaticano informaron que el encuentro abarcó un total de 25 minutos y se realizó en la Casa Santa Marta y no en el Palacio Apostólico, teniendo en cuenta que el papa se encuentra afectado por una inflamación pulmonar.
Peña expresó su agradecimiento al sumo pontífice por recibirlo entregándole varios presentes.FOTO: AFP
Asimismo, el mandatario expresó su agradecimiento al sumo pontífice por recibirlo obsequiándole varios regalos, como, por ejemplo, un pesebre realizado por artesanos indígenas paraguayos, después un poncho confeccionado por artesanos locales, una cesta con productos alimenticios típicos y una estatua de madera de la Virgen y un rosario de plata.
“Visité al papa en el Vaticano. Su guía espiritual y compromiso con la humanidad nos inspira a construir con toda la sociedad un Paraguay más solidario y sensible a las necesidades de las personas. Gracias, su santidad, por la cálida recepción”, manifestó Peña a través de sus redes sociales oficiales.
OBSEQUIO DEL PAPA
Mientras que el papa entregó al economista una fundición de bronce que representa dos manos entrelazadas, con el telón de fondo de la columnata de San Pedro; una mujer con un niño y un barco de emigrantes y la inscripción “Llenemos nuestras manos con otras manos”. El obsequio incluía también documentos de su Magisterio y el Mensaje por la Paz para la Jornada Mundial del presente año.
El estado de salud del papa Francisco, que presentó un cuadro gripal este fin de semana, es ahora mismo “bueno y estable”, indicó el Vaticano, precisando que el pontífice mantiene agendado su encuentro con el presidente de Paraguay. “El estado de salud del papa es bueno y estable, no tiene fiebre y su condición respiratoria ha mejorado claramente”, indicó el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, en un comunicado.
“La radiografía descartó una neumonía, pero mostró una inflamación pulmonar que estaba causando dificultades respiratorias. Para aumentar la eficacia de la terapia, el tratamiento con antibióticos está siendo administrado por vía intravenosa”, precisó el portavoz. El pontífice argentino, de 86 años, tiene previsto tomar el avión el viernes para viajar a Dubái, con motivo de la cumbre anual del clima, la COP28.
“Gracias, su santidad, por la cálida recepción”, publicó el mandatario paraguayo en sus redes sociales.FOTO: AFP
SALUD DEL PONTÍFICE
El “leve estado gripal” del papa obligó a cancelar sus audiencias previstas el sábado por la mañana. El domingo pronunció el rezo del ángelus desde su residencia, y no desde la ventana del palacio apostólico que da a la plaza de San Pedro del Vaticano. El sumo pontífice ha hecho de la defensa del medioambiente una de las causas de su papado, y tiene agendado un discurso ante la COP28 en Dubái el 2 de diciembre.
En él se espera que anime a los países a recortar drásticamente sus emisiones de gases de efecto invernadero. A la espera de ese viaje, “varios compromisos importantes previstos los próximos días fueron postergados (...) a fin de facilitar la convalecencia del papa”, mientras que “otros, de carácter institucional o más llevaderos en su actual estado de salud, se mantuvieron”, explicó Matteo Bruni.
El estado de salud de Francisco se deterioró en los últimos meses, lo que lo obliga a desplazarse en silla de ruedas, al tiempo que continúa la especulación sobre una renuncia al cargo, como ya hiciera su predecesor Benedicto XVI. El jefe de la Iglesia católica fue sometido a una operación de colon en 2021 y fue hospitalizado en dos ocasiones este año, una de ellas para una operación en el abdomen.