En la noche del jueves, en el barrio San Gerardo de la ciudad de Pedro Juan Caballero, se dio un hecho de sicariato en una bodega. La víctima fue identificada como Rubén Darío Morel Santacruz, de 40 años, quien en ese momento se encontraba con un niño en brazos, que afortunadamente salió ileso.
La víctima se encontraba en el sitio jugando al tragamonedas cuando un hombre descendió de un vehículo blanco y empezó a efectuar disparos a quemarropa en contra de su humanidad. Según datos preliminares, en total habría recibido 15 impactos de bala entre el abdomen, la espalda y cabeza.
“Primero recibió un impacto en el rostro, se desvaneció y cayó al suelo con el bebé. Luego, una mujer retiró rápidamente a la criatura”, confirmó el comisario Sergio Insfrán, jefe de Investigaciones de Amambay, en comunicación con la 780 AM.
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Morel Santacruz contaba con orden de captura por homicidio doloso (2021), motivo por el cual se investiga si el mismo no se habría dedicado también en algún momento al sicariato, ya que el actuar de su homicida y las condiciones de su muerte encajan con un ajuste de cuentas.
Hasta el momento, los investigadores se encuentran indagando el círculo más cercano de la víctima, puesto que el mismo no contaba con muchos amigos en la zona, pero vivía cerca del local donde lo mataron y que frecuentaba bastante.
Así también se están buscando más imágenes de circuito cerrado que puedan arrojar otros datos respecto al vehículo en el cual se movilizaba el autor de los disparos, ya que los testigos no pudieron divisar mayores características porque sucedió rápido y prefirieron resguardarse.
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Vida, muerte, fantasía, ilusión, deseo… pulsiones y condición humana
- Ricardo Rivas
- Periodista
- X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza
Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
“¿Fantasear o desear...?”. Ese era el dilema que, en frecuentes charlas de café, proponía un tan veterano como anónimo polemista que habitaba, cuando la tarde agonizaba, algunas de las selectas mesas en el mítico café La Paz, en la esquina de la avenida Corrientes 1593, cuando esa arteria cordial se cruza con la calle Rodríguez Peña, muy cerca del Obelisco, en Buenos Aires, unos 1.300 kilómetros al sur de mi querida Asunción.
Era los años 70, en el siglo pasado. Enfrente –justo en diagonal– intentaba competir el bar Ramos. En concurrentes habituales estaban cabeza a cabeza. Inolvidables, por cierto. Pero el caso es que, luego de encender la polémica con aquel interrogante, con impostado tono académico, intentaba, aquel sanatero, zamarrearnos.
¡Me parece verlo! Acomodaba prolijamente los dos o tres libros de Sigmund Freud o de Foucault que siempre llevaba con él y lentamente –como buscando las palabras más adecuadas– iba al punto. Fumaba tabaco inglés en una pipa muy gastada y sobre su prominente nariz montaba espejuelos redondos tonalizados verde oscuro.
“El tío Segismundo –ironizaba mientras revoleaba sus manos refiriéndose a Freud– cuando compartíamos algunos puros con amigos en el Café Frauenhuber, en la inolvidable Viena, nos explicaba con claridad, jóvenes amigos, palabra más, palabra menos, que solo fantasean las personas insatisfechas”.
PULSIÓN
Lo seguíamos en silencio. Algunas veces –como la ignorancia nos impedía responder y/o, mucho menos, poner alguno de sus dichos en duda, hacía una pausa que disfrutaba y, si la memoria no me falla, en aquel caso puntual remató: “Cada fantasía surge de una pulsión para cumplir con un deseo insatisfecho, muy deseado, que corrija la realidad”.
Nunca recuerdo su nombre. En verdad, no tengo claro si alguna vez lo supe. Pero sí, sus anécdotas con pretensiones académicas y que se definía como “un libre pensador, diletante”. ¡Nos maravillaba! Aunque –debo admitirlo– teníamos dudas que no confesábamos sobre su presunta sabiduría por aquello de que entre los ciegos un tuerto es rey.
“¡Déjese de joder, farfullante…!”, recuerdo que le dijo –indisimuladamente molesto y a voz en cuello– un reconocido profesional y estudioso freudiano, de quien exclusivamente consignaré sus letras iniciales (G.G.), que incontenible por lo que también escuchó abandonó su café en una mesa cercana y lo increpó sin miramientos.
Un pesado silencio cubrió todas y cada una de las mesas. El increpado no atinó a responder. Se retiró cabizbajo –con sus tres libros bajo el brazo– enmudecido y sin plantarle cara. El increpante nos miró, se disculpó “por interrumpir la conversación sin que nadie me llame” y fue al punto: “Simple y sencillo, muchachos. La fantasía tiene que ver con el imaginario. Con lo que creemos o sabemos que muy difícilmente suceda. Con aquello que suponemos imposible y que, de alcanzarlo, imaginamos sería placentero, pero sabemos que no podrá ser. Desear es converger la fantasía con la realidad más deseada en algún momento de tu vida. ¡No entender esa diferencia es grave… y, pretender explicar desde la ignorancia y la confusión, no lo puedo dejar pasar!”.
Renovó su disculpa y volvió a su mesa. “Como una escuela de todas las cosas...”, como nos enseñó Discépolo cuando escribió aquel tangazo que llamó “Cafetín de Buenos Aires”, así era el bar La Paz. Fantasías. Deseos. Ilusiones. Me atrevo a añadir que, como entonces, en estos tiempos de imágenes exacerbadas y exacerbantes que circulan y atropellan en los avasallantes ecosistemas digitales que facilitan las comunicaciones reticulares contemporáneas, aquellas –junto con la vida y la muerte– emergen como inevitables pulsiones incrustadas en el día a día de nuestros días.
OXÍMORON
Claramente, forman parte de la condición humana. Pese a que, con el correr de los tiempos y a la democratización de las monarquías (¿oxímoron?), con mucho menos frecuencia que algún tiempo atrás y, en aquel contexto, escuchar decir “vida de príncipes”, sorprende porque pareciera ser una expresión que cae en desuso.
Aun así, hay quienes insisten con ella cuando se procura producir sentido respecto de alguna persona que –a juicio de quien así se expresa– tiene allanado el acceso a poderosos y poderosas o cuando dispone de bienes materiales en abundancia o cuando no debe preocuparse por necesidades que –como tales– sí lo son para la mayoría de la humanidad.
En ese contexto, tampoco el futuro debiera ser preocupante para quienes tienen –siempre a la vista de las otredades– tránsitos principescos o, acaso, propios de las realezas. Hambre, desocupación, falta de salud, de educación. En aquel contexto, se suponen alejados de aquellos y aquellas minorías vistosas. Sentires y decires. Pareciera, incluso, que nada ni nadie está exento, alguna vez, de emitir esos juicios o ser depositario de ese tipo de expresiones.
Hasta la muerte –en ciertas ocasiones, por la forma en que se produce y a quien afecta– hace que no sean escasas las voces que se atreven a afirmar que Mengana o Fulano “murió como un príncipe”. En el siglo XIX y buena parte del XX era frecuente que así se significara la partida de este mundo cuando las y los finados eran considerados socialmente como “patricios” o “ricos”.
Curioso, por cierto. Y tanto lo era (y es) que vaya a saber a quién y en qué situación tuvo la lucidez para destacar que “al final de la partida, reyes y peones vuelven a la misma caja”. ¿Sabiduría popular? Tal vez.
LA BODA DEL SIGLO
Aún recuerdo cuando el 29 de julio de 1981 –la tele satelital cuando el mundo era mundial y para nada global– puso “en el aire” (vieja expresión de uso común en la radiotelefonía de entonces, hoy casi olvidada), desde la catedral de San Pablo, en Londres, la que fue llamada como la “boda real o del siglo” porque, aquel día, el príncipe Carlos (32) –hijo primogénito de Isabel Alejandra María Windsor (1926-2022), la reina Isabel II del Reino Unido y de la Commonwealth desde 1952 hasta su muerte– contrajo matrimonio con la joven aristócrata llamada Diana Spencer (20).
Cerca de 800 millones de televidentes lo vimos. “¡Parece un cuento de hadas...!”, escuché decir a dos mujeres que – como otros muchos, frente a una vidriera colmada de televisores– vimos pasar a Carlos, por entonces príncipe de Gales, y Diana recién casados, a bordo del 1902 State Landau, como se conoce al carruaje que, en aquel año, el rey Eduardo VII –tío del contrayente– ordenó construir para ceremonias relevantes.
En la Argentina, desde poco menos de tres años, teníamos tele en colores. La novia, tanto en el ingreso a San Pablo –luego de descender junto con John, su padre, VIII conde de Spencer, de un carruaje vidriado– como en el momento en que salió de esa catedral con su esposo convertida en “alteza real”, tuvo que detenerse varios minutos para que las “damas de honor” acomodaran la cola de su vestido “de casi ocho metros de largo”, relataba la transmisión oficial.
¡Hermoso para ver! Un año y 22 días después –el 21 de julio de 1982– se anunció el nacimiento del príncipe Guillermo, heredero de la corona británica. El 15 de setiembre de 1984 –setecientos ochenta y siete días después que su hermano mayor– nació el príncipe Enrique.
Sin embargo, y como sostiene el dicho popular, “no todo lo que reluce es oro”. El 28 de agosto de 1996 –cinco mil quinientos nueve días después de aquella boda principesca– Diana y Carlos se divorciaron. Con el paso del tiempo la fantasía pública trocó en públicos desatinos vinculares. La princesa descubrió y confirmó que el príncipe tenía como amante a Camilla Parker-Bowles, una amiga de la Casa Real. ¡Crisis!
MULTITUD
Carlos pasó –para muchas y muchos– a ser el “realmente odiado”. Diana, en el transcurso de 1995, decidió no ocultar la situación. Habló con la BBC, la tele pública en el Reino Unido. “¿Cree que Camilla Parker-Bowles fue el factor que desencadenó el fracaso de su matrimonio?”, preguntó el periodista Martín Bashir a “su alteza real”. La respuesta fue simple, breve y clara: “Bueno, éramos tres en mi matrimonio. Y eso es una multitud”. El 31 de agosto de 1997, Diana, Dodi Al-Fayed (1955-1997), multimillonario egipcio, y el chófer, Henri Paul, murieron en un accidente de tránsito ocurrido en el interior del túnel del Pont de l’Alma, en París.
Aquel príncipe, Charles Philip Arthur George (77), desde el 8 de setiembre de 2022, es Carlos III, rey del Reino Unido y de los otros reinos de la Mancomunidad de Naciones. Camilla Rosemary Shand, luego Parker-Bowles (78) –la tercera de aquel matrimonio principesco que “era multitud”, como lo sentenció Diana, “la princesa del pueblo”, como la categorizó para siempre el ex primer ministro Tony Blair, el 31 de agosto de 1997– es reina consorte.
Fantasías. Deseos. Ilusiones. Condición humana. Fantasías. Deseos. Ilusiones. “Cambia, todo cambia”, canta como nadie Mercedes Sosa. Los khasi –una minoría étnica originaria que habita en el estado de Meghalaya, noreste de la India desde antes de las invasiones dravídicas pobladoras del sur en ese mismo país– desconocen quiénes de sus antecesores y cuándo comenzaron a orientar las raíces de los árboles para construir con ellas “puentes vivientes”.
Lejos de aquellas selvas inigualables, recién se supo algo de los que se conocieron entonces también como “los puentes de raíces vivas de Sohra (Cherrapunji)”, cuando era avanzado el siglo XIX. Los exploradores occidentales se asombraron con aquel descubrimiento. En La Sociedad Asiática, un histórico periódico que se publicaba en Calcuta en 1844, se consignó la información. Desde aquellos tiempos, es polo de atracción hasta nuestros días.
“AMOR RECÍPROCO”
Hacia allí, unas tres semanas atrás, partieron en luna de miel el príncipe Raj Raghuvanshi (21) y la princesa Sonam Raghuvanshi (24). Eran marido y mujer porque sus madres –en esa sociedad matrilineal– así lo acordaron. Ambos pertenecían a la misma clase social y casta. Aquel enclave natural que, además, con unos 12.000 milímetros de lluvias anuales es, según Guinness, el lugar más lluvioso de cada año, era perfecto para manifestarse amor recíproco sin interferencias. La actuación crucial de la mehndi, la celebración musical previa, la ceremonia principal, la fiesta posterior quedaron atrás.
Me explican –por Whatsapp, desde Nueva Delhi, tres diplomáticos chimenteros que me pidieron anonimato– que los fastos nupciales se extendieron por cuatro días. Las dos familias en estado de tranquilidad. Espiritual, social y económico. No faltó nada. Se observaron todos los rituales. Homa (la ofrenda al fuego) se concretó. El Panigrahena, los unió como nunca antes. Las siete vueltas al fuego –el Satapadi– hizo celebrar a muchas y muchos, sonreír a las y los más refinados y desear, ilusionarse... soñar, a otros y otras.
Samskara se instaló en la flamante pareja. Luego, silencio. Los días pasaban y... más silencio. Pero irrumpió la angustia. Primero en el que fue el pueblo de ambos, luego en la provincia, la región y, finalmente, en todo el país. “¿Dónde están?” “¿Qué se sabe?”. La falta de novedades fue parte de las informaciones de la agencia de noticias nacional. Se iniciaron las búsquedas. Los supuestos ganaron el espacio público. Las ideas conspiranoides de poderosos y poderosas ingresaron en los circuitos informativos.
Nadie respondía a las incesantes llamadas a los móviles de Raj y Sonam. La policía y los servicios de inteligencia de la India los monitoreaban inútilmente. También el de uno de los hermanos de la princesa. ¡Nada! Pero, cuando nadie lo esperaba, todo cambió. El domingo pasado aquella novia obediente de los acuerdos y mandatos familiares que se mostró alegre, ilusionada, ante los unos y los otros; que fue objeto de los comentarios de sus vecinos e incluso blanco preferente a la vista de aquellas y aquellos que por ser de clases inferiores o de castas poco respetables no debieran haberla mirado, trocaron interrogantes y angustia sociales.
DIMES Y DIRETES
Desde algunos anocheceres en las sacudidas calles de aquel país con 1.400 millones de habitantes, se sabía por trascendidos –que más tarde se confirmaron– que el cadáver de Raj fue encontrado y recuperado de las profundidades de un precipicio con abundante vegetación. Fue el momento de los dimes y diretes. Se conoció el escabroso detalle de que el cuerpo lo encontraron con el cráneo partido con dos golpes duros aplicados con algún objeto contundente y cortante.
¡Horror! Rescatistas e investigadores tuvieron la convicción de que fue asesinado. Así lo dejaron trascender. No murió como un príncipe. Pero las honras fúnebres sí lo fueron para despedir a su alteza real. Sonam, esposa por un breve tiempo –geolocalizada desde el momento en que se comunicó con uno de sus hermanos– supo por quienes la hallaron que era viuda.
Gritó. Se ahogó en llanto. Insistió con el deshilachado argumento de que fueron víctimas de secuestro. Pero no tenía una coartada que generara, por lo menos, una duda. También supo que Rai Kushwaha, un chófer a su servicio, estaba preso en otra celda. Fue apresado en su pueblo natal, Madhya Pradesh. Contrastaron sus respuestas. Eran amantes desde tiempo antes de que Sonam y Raj protagonizaran una boda principesca.
Como en el caso de Carlos y Diana –con Rai– también se constituyeron en multitud. El amante capturado también confesó. Señaló a los tres criminales que asesinaron al príncipe –sus cómplices– a los que convenció para que ejecutaran al joven esposo de la mujer que también amaba.
Los sicarios fueron apresados. Abrumados, admitieron. La exprincesa viuda dejó de ser víctima para ser victimaria. La justicia la acusa de ser quien incitó a su frustrado enamorado de la necesidad de asesinar a Raj. Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
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Quiindy: piden ayuda para recién nacida abandonada y ya iniciaron investigación
Una bebé de apenas horas de nacida fue abandonada en un pastizal en Quiindy, departamento de Paraguarí. Desde el centro asistencial donde está internada confirmaron que está bien de salud, pero que necesita ropas, pañales y leche. La pequeña permanecerá en el hospital por siete días, porque está recibiendo tratamiento.
Según el reporte policial, el hallazgo de la menor se registró ayer miércoles, por una odontóloga que iba a su lugar de trabajo. La pequeña, a pesar de estar envuelta en una manta blanca al costado de un camino vecinal, estaba al borde de la hipotermia cuando fue encontrada por esta persona.
La mujer la llevó hasta la Unidad de Salud Familia (USF), donde fue asistida por una pediatra, que luego ordenó su traslado hasta el Hospital Regional de Paraguarí. Los profesionales indicaron que la recién nacida llevaba horas de nacida y que goza de buena salud, pero deberá permanecer internada por unos días para estabilizarla.
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Actualmente la beba requiere de ayuda de la ciudadanía que puedan acercar leche, pañales, ropas, medias, entre otros, para que pueda sobrellevar sus primeros días sola. Las personas interesas en coordinar entrega pueden llamar al (0994) 204-919 , con el oficial Enciso de la comisaría local.
El caso fue comunicado a la Defensoría de la Niñez y la Policía Nacional, que ya iniciaron la investigaciones para dar con el paradero de la madre. Se presume que fue abandonada por personas ajenas a la localidad, pero en la zona no se cuenta con cámaras de circuitos cerrados para determinar quienes la dejaron.
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Capiatá: hallaron presunta marihuana en sándwich de una niña de 4 años
Efectivos policiales acudieron en la tarde de ayer martes hasta una escuela de la ciudad de Capiatá tras ser alertados por las autoridades de la institución educativa sobre un sándwich de una niña de 4 años que contenía aparentemente marihuana.
La comisario Rosana López, jefa del Departamento de Seguridad de Centros Educativos, manifestó que la profesora se percató de que el alimento contenía algo raro al momento en que la niña iba a empezar a consumirlo, por lo que dio aviso a las autoridades del centro educativo.
Señaló que los padres fueron convocados, pero no supieron explicar la presencia de presuntamente hojas de marihuana en la merienda de la niña. El caso “está en etapa investigativa, muchos datos no se pueden dar porque se trata de una menor, pero está siendo investigado”, expresó a la 1080 AM.
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Explicó que lo hallado fue derivado a un laboratorio para su análisis y así determinar si se trata de la droga o no. La jefa policial añadió que la niña no presentó molestias, ya que prácticamente no llegó a consumir el sándwich que llevó para la merienda.
Así también, la comisario habló del trabajo que realizan junto a otras instituciones en el marco de la lucha contra el microtráfico. Indicó que se sigue el protocolo para investigar casos de venta de estupefacientes en inmediaciones de centros educativos.
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Redes sociales alimentan problemas de salud mental en adolescentes
- Ámsterdam, Países Bajos. AFP.
La crisis de salud mental en niños y adolescentes en todo el mundo ha alcanzado un punto crítico a causa de la “expansión descontrolada” de las redes sociales, según un informe del grupo defensor de los derechos de los niños KidsRight, publicado este miércoles. Las investigaciones de esta organización con sede en Ámsterdam y de la universidad Erasmus de Rotterdam arrojan que uno de cada siete en la franja comprendida entre los 10 y los 19 años padece algún tipo de problema de salud mental.
“El informe de este año es una señal de alarma que no podemos ignorar más”, declaró en un comunicado Marc Dullaert, fundador y presidente de KidsRights. “La crisis de salud mental entre nuestros niños ha alcanzado un momento crítico, exacerbado por la expansión descontrolada de las redes sociales, que favorecen el uso por encima de la seguridad”, expuso.
El KidsRight Index es un informe anual efectuado por esta fundación, que evalúa el nivel de adhesión de 194 países a los derechos de los niños y en qué medida se esfuerzan en mejorarlos. En su informe 2025, KidsRights identifica una “correlación inquietante” entre el deterioro de la salud mental de los menores y lo que califica de uso “problemático” de las redes sociales, es decir un consumo adictivo de las mismas que llega a perturbar el día a día del usuario.
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Igualmente observó una correlación entre un consumo excesivo de contenidos en internet y tentativas de suicidio. La tasa global de suicidio se sitúa en 6 por cada 100.000 entre los adolescentes de 15 a 19 años, recuerda el documento, citando cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, observó el informe, las restricciones tajantes -como la decisión de Australia de prohibir a los menores de 16 años el acceso a redes sociales- tampoco son la mejor solución.
“Ese tipo de prohibiciones estrictas pueden infringir los derechos civiles y políticos de los niños”, entre ellos el acceso a la información, indicó el KidsRight Index.
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El texto urgió por ello a un enfoque más global y sutil, que tenga en cuenta el acceso de los menores a contenidos educativos y evite por otro lado su aislamiento.
El informe señala que “los avances tecnológicos de los últimos años han abierto una caja de pandora de desafíos y oportunidades”. Entre las últimas, destacó el acceso a la información, pero en la lista de desafíos enumeró la exposición de los niños al acoso, la violencia psicológica, la explotación sexual, la violencia de género y la desinformación.