A Todo Pulmón Paraguay Respira busca premiar no solo a los “Colosos de la Tierra”, sino que también a aquellos observadores de la naturaleza y que aman plasmar fotografía a los árboles. Es así que lanzaron la categoría “Mejor fotografía de naturaleza” que premiará la pasión por la biodiversidad.
Se trata de un concurso de fotografía que premiará a aquellas imágenes que incluyan a un árbol en el entorno. “En cada edición las personas que postulaban a sus árboles nos preguntan cuándo se compartirán esas fotos. Muchas de esas personas ni siquiera pensaban en ganar el concurso solo ver a sus colosos en las redes sociales”, detalló Osvaldo Turlan, director ejecutivo de A Todo Pulmón, en entrevista con La Nación/Nación Media.
Explicó que para premiar las ganas que tienen la gente de que las fotos de sus árboles sean compartidas, decidieron lanzar este concurso. “Es para que las personas puedan ver al árbol que están cuidando. Además, buscamos incentivar que salgan a sus patios o las calles a mirar hacia arriba y conectarse con la naturaleza”, manifestó.
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Apuntó que la idea es que colosos de la tierra sea una excusa más para que la ciudadanía se conecte con la naturaleza que le rodea, mostrar los árboles de su comunidad o su casa. “Para mostrar lo bello que es nuestro país en materia de medio ambiente, naturaleza, boques, es por eso que se crea esta categoría de mejor foto de la naturaleza”, señaló.
Turlan indicó que podrán participar todas las fotografías que contengan un árbol o cualquier otro elemento del mismo, ya sea su tronco, ramas, hojas, frutos, flores. Además, se ha establecido como requisito principal que las fotos sean tomadas por un teléfono móvil. “Recomiendo que traten de observar toda la naturaleza que les rodea y que lo capturen con sus móviles para poder participar. Es una manera más de ser parte de colosos de la tierra”, refirió.
Las fotografías deberán ser cargadas a la página: atodopulmon.org hasta el 11 de julio, fecha cierre del concurso. Luego, un jurado técnico conformado por Oscar Rivet y Carlos Espínola, expertos en fotografía ambiental, se encargarán de seleccionar a los finalistas que serán votados a través del perfil de Instagram de A Todo Pulmón Paraguay Respira.
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Javier Medina y su libro “Yaca’a, fotos de un Chaco frágil y potente”
- Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos: Gentileza
En blanco y negro, los hombres y mujeres, el paisaje de la región Occidental toman una dimensión diferente, ya no la del color, ni la del calor, que suele ser omnipresente. Se trata de una de profundidad solo posible en una mirada que busca más allá. De eso se trata este muy buen tomo de este fotógrafo revelador que se abre paso en territorio por conocer.
Un algarrobo centenario retuerce sus ramas, domina el tiempo, abriga un carro sin ruedas y un nido de loros que sigue su arquitectura ancestral. La imagen transporta al Chaco profundo, la virtud primera de Yaca’a, el libro de fotografías de Javier Medina de reciente lanzamiento.
Cuenta que “nace de un proyecto filmográfico del director de cine Ramiro Gómez. Él me asigna como fotógrafo de la película que va a tener el mismo nombre, que todavía no salió. Es una película donde, básicamente, un líder nivaclé le cuenta a Ramiro sobre la situación de vida de su pueblo”.
“Entonces él redacta un guion, una ficción, una historia mucho más abierta, con base en esas charlas que tuvo con el líder Graciano, buscando hacer una historia sobre el Chaco y sobre esta comunidad en particular. La película se filmó en dos lugares, Toro Pampa, que queda cerca del Bermejo y de alguna forma del Pantanal, y la comunidad Nivaclé de Casuarina”, sigue comentando.
Recuerda el crítico Fernando Moure en el texto de presentación de la obra que Casuarina fue fundada en el año 1984 con el asentamiento de 44 familias Nivaclé, “pertenecientes a la segunda generación de aquellas familias que a partir de los años 40 transmigraron del sur chaqueño a las colonias menonitas del Chaco Central en búsqueda de trabajo. Constituida por gente joven de entre 25 y 50 años de edad, cuyos padres y abuelos viven en otras colonias”. Tiene una superficie de 8 mil hectáreas y su población, según un censo de 2017, es de 600 personas.
Medina expone entonces que “realmente el libro es una cuestión totalmente diferente, es decir, no es un backstage de la película, sino que son fotos de lo que iba pasando en la comunidad o donde estábamos filmando, es allí cuando a la par comienzo a fotografiar lo que ocurre durante más o menos 2 meses”, revela. Aquí su diálogo con Nación Media:
–¿Por qué en blanco y negro? ¿Qué ayuda a comprender esta elección?
–Porque tiene un cierto dramatismo en las expresiones y justamente el blanco y negro potencializa esa atemporalidad. La vuelve más abstracta y de códigos propios. Es como un road movie cuyo guiño es espontáneo y van apareciendo cosas que con la edición final hecha por Walter Astrada toman el sentido de relato con esa estructura de viaje a lo desconocido y maravilloso.
–¿Cómo es tu relación con el arte indígena?
–El arte indígena es muy amplio y variado y casi siempre habla de su entorno. Incluso llegando a lo político de contar sus frustraciones y necesidades. Mi experiencia fue conocer algo más de su forma de pensar que está basada en otros principios más altruistas y colaborativos. De total integración con el paisaje y las duras necesidades a la que están sometidos. Es una vida difícil pero más presente. Se vive más cerca de lo natural y más lejos de la contaminación cultural contemporánea.
–Como conocedor del territorio, ¿cómo ves la actualidad del Chaco, el avance del agronegocio, el acorralamiento de las comunidades indígenas?
–Es sabido el hecho de que ese sistema de vida en la naturaleza siempre está amenazado por la colonización contemporánea. Que pretende mercantilizar todo y eso asfixia su forma de vida
El concepto de Yaca’a es justamente el azul del cielo que va oscureciéndose amenazando una tormenta, como un sentimiento humano de que las cosas se pueden poner cada vez peor, realmente como una alegoría a ese término y se le puso ese título, justamente porque la película trata un poco de esa cuestión psicológica de pérdida, de que las cosas pueden ser cada vez más terribles.
–¿Cómo sigue tu tarea, qué fotos estás encarando ahora o pensás encarar a futuro?
–Bueno, después de esa experiencia del libro, de la película, etcétera, he ido un par de veces más al Chaco en el contexto del Arete Guasu, recorriendo tanto Santa Teresita como San Agustín, que son dos comunidades donde se celebra el Arete en marzo generalmente. Y bueno, me dediqué un poco a también ser testigo de ese tipo de festividades tan personales, tan de ellos, tan auténtico y tan ancestral. Con todos los condimentos de lo contemporáneo también, en el sentido de que hay teléfonos, motos, etcétera. Pero traté de hacer durante todos esos 4 o 5 años lo que me parecía así llamativo o interesante del Arete.
Entonces mi próximo proyecto se basa en eso, en seguir un poco más trabajando con el tema del carnaval que en realidad es un encuentro más espiritual o de la comunidad donde se juntan con sus parientes, viene gente de distintos lugares, pero por suerte siempre reducido bastante a su comunidad, es decir, no hay tanta gente, no es un lugar turístico ni que la gente vaya a un festival como de rock, sino que es una cuestión más espiritual entre comidas. Estoy juntando ese material para condensarlo para contar desde mi mirada de extranjero como lo veo y de hecho podría terminar en formato libro o exposición.
–¿Cómo ves la foto en el país? ¿Qué trabajos te gustan?
–La fotografía se ha popularizado como nunca antes, transformándose en un nuevo lenguaje. Se ha vuelto accesible y natural para todos, entonces la producción local se ha potencializado y se produce tanto que es difícil tener un panorama completo. Hay muchas variantes que van de lo documental a lo netamente comercial, también hay mucha gente joven que está intentando alzar su voz y eso es maravilloso.
–¿Cómo ves a la inteligencia artificial, cómo impactará en la fotografía?
–Creo que este proceso de cambio va a arrojar varias propuestas que tengan mucho que contar.
La fotografía que ahora choca conceptualmente con la inteligencia artificial en el sentido de cómo vemos lo real, cómo creemos en lo que vemos, ponen a prueba el medio fotográfico en su manera tradicional. La fotografía con IA siempre tiene que entenderse como una ficción artificial que pretende hacernos creer que es real, el problema es que podemos ser fácilmente engañados. Lo que está en crisis es la credibilidad. Pero la IA puede ser una herramienta para contar ficciones y seguramente eso siempre deberá estar guiado por la mente humana. En el caso de Yaca’a, la ficción es más sutil porque se mezcla fuertemente con el documental. Las fotos surgen de la vida, pero el armado de la historia es ficcional. Es contar la historia con un sesgo de fábula.
SOBRE EL AUTOR
•Javier Medina Verdolini nació en 1967 en Bell Ville, Córdoba, Argentina, y llegó a Asunción en 1993. Su carrera fotográfica se inició en 1986 en su ciudad natal. Abogado de profesión, se dedica a la fotografía profesional desde el 2000. Realizó sus estudios fotográficos en la Escuela Lino Spilembergo en Córdoba, en 1991, y en talleres como Artecom.
•Ha incursionado en lenguajes fotográficos que van del estricto documental a experimentaciones plásticas en retratos ficcionados. Su trabajo se ha desarrollado en medios de prensa de Paraguay como TVEO, La Nación, WILD y VOS. Entre sus reconocimientos destacan el segundo y primer premio del concurso Henri Mattise en 2006 y 2007 respectivamente. De allí surgió su libro “Solo (en) París”.
•Obtuvo el Premio Nacional de Bellas Artes otorgado por el Museo Nacional de Bellas Artes y el Centro Cultural de España Juan de Salazar en ocasión del Bicentenario, en 2011.
•Ha realizado exposiciones en espacios referenciales en el Paraguay y en el exterior. Sus obras integran colecciones privadas y públicas en diferentes lugares del mundo.
EXPERIENCIA COLECTIVA
Javier Medina se muestra agradecido con el resultado de su libro: “Es importante destacar también el proceso del libro como tal. Fue una experiencia muy enriquecedora y colectiva donde además de participar Walter Astrada en seleccionar que fotos relataban ese universo de Yaca’a”, comenta.
Explica que también participaron Cecilia Rojas en diseño, Alejandro Wood en la edición digital de los negativos scaneados y “el hermoso texto de Fernando Moure que pone en palabras las imágenes con traducción al inglés de Romina Planas. También señalar el inmenso apoyo del Fondec, Fundación Itaú, la empresa Paraguay Stays y el Centro de Fotografía Contemporánea de Argentina”.
A propósito de la obra, expone Moure: “Yaca’a es un fotolibro que apunta a la inscripción de un paisaje imaginario que es tanto físico como humano de partes del Chaco Central y Boreal. Los binomios verdad e ilusión, o realidad y ficción se funden al servicio de un relato sostenido en la pauta lenta a la hora de hojear esta edición. La puesta en página de las fotografías de Yaca’a sigue una estructura de asociaciones gráficas y recursos morfológicos que se sirven de la forma, el tono, la escala, el contraste, el encuadre o la distribución de los pesos visuales. El diseño ayuda a conectar una foto con la siguiente al generar historias que se superponen como capas de conocimiento en un continente de tiempo y espacio…
…Destaca cierta idiosincrasia masculina, denotando conductas inflamadas de autoridad y arrogancia. Muchas son biografías de hombres solos, a menudo condenados al anonimato y al silencio. El rostro y el lenguaje corporal son relevantes para esta producción, ya que revelan la profundidad de situaciones existenciales no dichas.
La figura humana aparece inscrita en un marco paisajístico consecuente, que a un nivel hiperbólico, se funde con la soledad y desolación de sus vidas. Las locaciones subrayan estos estados mentales, en escenarios boscosos, páramos, palmares o caseríos en ruinas…
…Con imágenes que nos sugieren contingencia y un duro contexto: rostros marcados por la experiencia del exilio, la pérdida y la pobreza, advertible no solo en los nativos Nivaclé, sino en el resto de los personajes, Yaca’a logra pulverizar las fronteras entre el documental y la ficción”.
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Colosos de la Tierra: postulá tu árbol favorito
- hoy.com.py
La campaña ambiental más grande del país y la región ya está en marcha de la mano de la organización A Todo Pulmón Paraguay Respira y vos podés ser parte postulando al árbol de tu barrio o escuela.
Colosos de la Tierra es una campaña que año tras año premia a los árboles más grandes e importantes del país. Esta edición trae una inédita premiación pues el árbol ganador de la categoría “Árbol de mi comunidad” recibirá el título de Patrimonio Cultural del Paraguay, otorgado por la Secretaría Nacional de Cultura, además de los múltiples premios para los ganadores de todas las categorías. Las bases y condiciones e inscripciones están disponibles hasta el 13 de agosto en atodopulmon.org.
Categorías del concurso Colosos de la Tierra 2025:
“Árbol más grande del Paraguay”: compiten árboles de especies nativas con al menos 20 metros de altura o 3 metros de circunferencia del tronco. Se seleccionarán dos ganadores, uno de la región Oriental y otro de la región Occidental.
“Árbol más grande de las áreas silvestres protegidas”: compiten por tamaño todos los árboles de especies nativas que se encuentren dentro de las áreas silvestres protegidas registradas en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Paraguay (Sinasip).
“Árbol de mi comunidad”: compiten todos los árboles sin importar especie o tamaño, que tengan una historia que contar o un valor para la comunidad.
“Árbol de mi escuela”: compiten todas las escuelas y colegios, públicos, privados o subvencionados registrados ante el MEC con sus árboles, sin importar el tamaño o la especie. Deben estar ubicados en sus predios o a un máximo de 50 metros alrededor. El registro será a nombre de la institución.
“Mejor fotografía de naturaleza”: compiten todas las fotos que tienen como protagonista un árbol, o una parte de él, sea rama, flores, tronco, etc. Pueden ser capturadas con celulares y con cámaras, pero sin uso de filtros, ni rostro de menores.
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Finlandia ofrece programa para ser pastor por una semana
Ovejas blancas y negras se acercan balando a Petri Stenberg en un prado salpicado de flores estivales en el centro de Finlandia, a la espera de que el joven veraneante les de avena para comer. Stenberg participa con su esposa Oona y sus hijos Fia y Hugo, de 2 y 4 años, en la “semana del pastor”, un programa de vacaciones muy popular en Finlandia que combina el descanso con la conservación de la naturaleza.
Una antigua granja situada en una idílica isla del Parque Nacional de Isojarvi, a la que solo se puede acceder en barco o a pie, atravesando el bosque y un puente, es uno de la decena de lugares remotos donde los finlandeses pueden solicitar pasar una semana cuidando ovejas, por su cuenta y sin la ayuda de pastores profesionales.
Históricamente, las ovejas y otros animales de pastoreo han desempeñado un papel esencial en el mantenimiento de la biodiversidad y los entornos para la flora y la fauna. Pero los cambios en las prácticas forestales y agrícolas, así como la “drástica” disminución del número de pequeñas granjas en Finlandia, fragilizan estos ecosistemas tradicionales, explica Leena Hiltunen, experta de Metsahallitus, empresa propiedad del Estado finlandés.
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Como parte de su misión de gestionar y proteger tierras, bosques y lagos, Metsahallitus organiza las estancias en praderas seminaturales y pastos arbolados en lugares delicados. “El principal objetivo de las semanas del pastor es sensibilizar a la gente sobre estos biotopos tradicionales”, subraya.
En el pasado, la vegetación de la isla de Isojarvi se mantenía de forma natural gracias al pastoreo de ovejas, que impedía la proliferación de matorrales, permitiendo así la supervivencia de especies vegetales e insectos que ahora están amenazados. En comparación con los años 50, hoy en día queda menos del 1% de los paisajes tradicionales de Finlandia, según Metsahallitus, la mayoría de los cuales se encuentran en zonas protegidas.
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Vacaciones que atraen a los finlandeses
Para la temporada de verano, Metsahallitus recibió 12.764 solicitudes de 2.236 personas, muchas de ellas para varios lugares. En total, se asignaron 158 semanas de pastoreo por sorteo. La familia Stenberg, que vive en Vantaa, al norte de Helsinki, probó suerte varias veces antes de ser seleccionada este año, cuenta Oona Stenberg.
Una semana suele costar entre 400 y 670 euros, según el lugar. El alojamiento es rudimentario y sencillo, en cabañas o chalets de madera en medio de la nada, a menudo sin agua corriente y a veces incluso sin electricidad. “Algunos nos preguntan por qué queremos pagar para cuidar de las ovejas y la tierra”, ríe Oona Stenberg. “Pero para nosotros es toda una experiencia, y a los niños les encanta”, añade sorbiendo su café frente a la casa amarilla que alquilaron, rodeada de viejos edificios de madera y una sauna junto al lago.
En Finlandia, mucha gente pasa los veranos en cabañas o chalets rústicos de madera en el campo. Hiltunen explica que solo los finlandeses pueden solicitar las semanas del pastor, porque hay que saber “gestionar este modesto estilo de vida” de forma autónoma en la naturaleza. “No tenemos recursos suficientes para hacer publicidad en el extranjero, ni para tener a alguien in situ que explique cómo funciona todo”, dice.
“Un descanso”
En esta isla se respira un ambiente de serenidad, bajo un cielo gris que presagia lluvia. La familia tiene orden de contar la decena de ovejas todos los días, “y asegurarse de que gozan de buena salud, de que comen lo suficiente y de que las vallas están en buen estado”, explica Petri Stenberg, normalmente conductor de excavadora.
“Aquí vivimos realmente cerca de la naturaleza. Damos de comer a las ovejas dos veces al día, hemos ido a la sauna, nos hemos bañado y hemos pescado”, cuenta Oona Stenberg, fisioterapeuta.
“Aquí no he visto las noticias ni una sola vez. No hay televisión ni teléfonos. En cierto modo, mi mente se ha calmado y estoy viviendo el momento”, confiesa. La pequeña granja estuvo en funcionamiento hasta 1989, antes de ser comprada por Metsahallitus en la década de 1990.
Hojeando las páginas de un cuaderno que estaba en la casa, Petri Stenberg muestra escritos y algunos dibujos de ovejas hechos por anteriores visitantes, en los que documentaban su vida cotidiana y sus observaciones. “Es un verdadero descanso de la vida cotidiana”, concluye Petri Stenberg.
Fuente: AFP