El día de ayer jueves parecía uno más para la familia Fleitas, pero todo cambió en el transcurso de la tarde-noche cuando su vivienda empezó a incendiarse. Afortunadamente, nadie resultó herido, pero perdieron todas sus pertenencias en el siniestro.
Incluso la casa, o la parte que quedó en pie está inservible y con riesgo de derrumbe, por lo que no tienen dónde pasar el día ni la noche. Ante lo ocurrido, la familia fue socorrida por los vecinos, compañeros de trabajo de Ángel Fleitas e incluso extraños que se solidarizaron por la tragedia.
En comunicación con La Nación/Nación Media, Ángel agradeció el apoyo y las muestras de solidaridad que están recibiendo y reconoció que su familia atraviesa por un momento difícil y delicado. “Las horas que estamos viviendo son muy críticas. Estoy tratando de resolver lo más urgente”, dijo el padre de familia y agregó que agradece a Dios que están todos sanos y a salvo.
“Vamos a levantarnos de las cenizas”, dijo optimista, a pesar de la complicada situación que está viviendo y agregó que toda ayuda es bienvenida en este momento: desde ropas para adultos, ropas para niños de 4 a 15 años, alimentos no perecederos, artículos de higiene personal, artículos de mueblería y electrodomésticos.
Ahora, con la ayuda de vecinos y amigos, Ángel está previendo la construcción de una pieza para reubicar a su familia, de manera que tenga un lugar donde quedarse. “La estructura de mi casa está muy dañada, corre peligro y tengo miedo por mis hijos; quiero terminar una pieza, tengo gente que nos ayudará con mano de obra, pero necesitamos materiales para ponerle un lugar provisorio a los niños”, detalló.
La familia está necesitando media carga de arena, 3 bolsas de cemento, 1 murocal de 1 litro, 1 rollo de cable de 2mm, 1 rollo de caño corrugado 1/2 negro, caja rectangular y caja redonda 6 y 6, 150 ladrillos comunes. Para cualquier ayuda, comunicarse con Ángel Fleitas al número (0986) 150-711.
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Banco GNB se une a “La Pradera Pinta Sonrisas” para apoyar al Hospital Niños de Acosta Ñu
La solidaridad y el arte se fusionan esta semana en una iniciativa que busca marcar la diferencia en la vida de cientos de niños: La Pradera Pinta Sonrisas, una subasta benéfica organizada en apoyo al Hospital Pediátrico Niños de Acosta Ñu. La actividad se llevará a cabo del 1 al 5 de agosto en el Del Sol Shopping, con el Banco GNB como presentador oficial.
Con esta participación, el Banco GNB reafirma su compromiso con las causas de alto impacto social, sumándose a esta propuesta impulsada por La Pradera, que celebra tres décadas de trabajo constante con el hospital pediátrico. La edición 2025 de la subasta cuenta con la intervención artística de 36 esculturas de vacas, transformadas en piezas únicas por reconocidos artistas paraguayos.
La subasta principal se desarrollará el martes 5 de agosto, a las 19:30 horas, en el Hall de la Luz del Sol Shopping, y será transmitida en vivo por COPA TV. Como parte del programa, el lunes 4 de agosto se celebrará un evento exclusivo dirigido a clientes de la banca premier y coleccionistas de arte, con el fin de impulsar las ventas y canalizar más fondos hacia la causa solidaria.
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“En Banco GNB creemos en el poder del arte para generar impacto real. Por eso acompañamos iniciativas que combinan cultura, sensibilidad y acción social, como esta subasta que transforma la creatividad en esperanza”, manifestó Lilian Villalba, gerente de desarrollo de negocios e innovación del banco.
Además del apoyo institucional, Banco GNB ofrecerá financiación sin intereses para quienes adquieran las obras utilizando sus tarjetas de crédito, facilitando así el acceso a estas piezas de arte solidario y promoviendo una participación activa de la ciudadanía.
Esta acción se enmarca en la política de responsabilidad social del banco, que durante el año apoya diversas iniciativas vinculadas con la cultura, la salud y el desarrollo comunitario. Con presencia en Paraguay, Colombia y Perú, el Banco GNB es parte del Grupo Gilinski, uno de los conglomerados financieros privados más importantes de América Latina.
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El policía de la foto del Ycuá Bolaños: “Lo recuerdo como si hubiera sido ayer”
Ciudad del Este. Agencia Regional.
A 21 años de la tragedia del Ycua Bolaños, la imagen de un policía con un niño en brazos, a quien rescataba, trataba de auxiliar, sigue impactando como un eco de aquella dolorosa mañana. El uniformado, uno de los protagonistas de esta histórica foto, aún recuerda el hecho como si hubiera ocurrido ayer. Y es que en el incendio de ese supermercado fallecieron cerca de 400 personas.
La Nación/Nación Media habló con el comisario principal Juan Duarte Ferreira, quien es el policía que hizo una técnica de primeros auxilios para una ventilación artificial al niño que llevaba en sus brazos.
Hoy, el uniformado es padre de dos hijos, un hombre de 26 años y una niña de 7. Cumple funciones en la Comisaría 11 de Juan E. O´Leary como jefe policial y, en tal sentido, de nuevo se encuentra cuidando a niños en esta mañana del 1 de agosto, al hacer la cobertura de la Escuela Las Residentas, del citado municipio.
Periódicamente, desde su función en una aparente tranquila ciudad del interior del país, el comisario Duarte Ferreira lidia con víctimas de asaltos, robos, violencia familiar, desapariciones, homicidios, accidentados, en índices mucho menores que las zonas de gran movimiento, pero asegura que, especialmente, cada 1 de agosto, la memoria le hace volver a aquel primer domingo de agosto del 2004.
“Lo recuerdo como si hubiera ocurrido ayer, cada gesto, cada acto, cada situación que nos tocó aquella mañana y en siguientes jornadas; no se debe olvidar para que no vuelva a ocurrir”, expresó el comisario Duarte. Remarcó que fue “lamentable ver tantas muertes en época de paz”.
Asimismo, dijo que la imagen divulgada de su intervención en el hecho le valió que hasta un tiempo después, existieran personas que lo reconocían en el transporte público, y, por ejemplo, le agradecían por haber salvado a un familiar. Dijo que fue un policía en servicio, así como otros cientos de uniformados, bomberos voluntarios y un sin fin de personas que ayudaron.
Ayudar niños, parte de su oficio
El oficial recorrió varias unidades policiales a lo largo de estos 21 años hasta quedar en Alto Paraná. Después del siniestro, cumplió funciones en Accidentología Vial del Departamento de Criminología, donde le tocó intervenir en muchos accidentes.
“Estuve de nuevo en muchas situaciones terribles, especialmente cuando encontré a niños como víctimas de esas tragedias en rutas, pero sabemos que eso corresponde a nuestra función”, sostuvo el comisario Duarte.
El oficial de policía no fue solo el agente que ayudó en el incendio, sino familiar de una víctima y, en tal sentido, refiere que conoce muy bien la lucha encausada en busca de Justicia y reparación. Un sobrino de 20 años, Nelson Damián Duarte, trabajaba en el supermercado y fue una de las víctimas.
“Una larga lucha, juicios interminables, muchas familias sin asistencia, es lo que nos dejó también ese día tan triste; mucha fuerza a los que no fueron atendidos como corresponde”, dijo el policía.
¿A quién rescató?
Inicialmente, se creyó que el niño salvado por el policía y retratado en la emblemática foto del reportero Sebastián Cáceres, para el Diario Noticias (extinto), se trató de Enzo Bobadilla.
Sin embargo, cabe recordar que hasta hace unos años, Verónica Bécker, madre de una niña, aclaraba que fue su hija, Annete Nicole Gaus Bécker, de cuatro meses, la que está en la emblemática imagen y lamentó que se haya cometido ese error, tratándose de la identidad de una hija que perdió.
El policía Juan Duarte informó que mantuvo contactos con la familia del citado niño hasta que llegó a la edad de 7 u 8 años, aproximadamente. Luego, él se trasladó a otras zonas del país a cumplir funciones y dejó de tener vinculación con dicha familia, aunque había estado acompañando el crecimiento del niño.
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Ycuá Bolaños: una tragedia que se vive, se recuerda y se lucha por sanar
Cada 1 de agosto el pueblo paraguayo recuerda uno de los días más terribles y luctuosos de su historia: el incendio del supermercado Ycuá Bolaños. Aquel domingo soleado del 2004 se vio teñido por el fuego, las cenizas y las lágrimas de casi 400 paraguayos fallecidos. Han pasado 21 años, pero la herida sigue sangrando, sigue doliendo.
El sol quedó cubierto por el negro humo que cubrió la ciudad, que se volvió gris y doliente por el terrible suceso que marcó para siempre al barrio Trinidad, donde en cada cuadra había al menos una víctima.
Las llamas habrían iniciado cerca del mediodía en la cocina del patio de comidas del super, el cual, debido al día y el horario, estaba lleno de familias que estaban compartiendo en el lugar o iban a retirar el almuerzo para compartirlo en sus casas.
Los múltiples testimonios refieren que segundos después de escucharse una explosión, el sitio estaba rodeado de llamas, las cuales se extendieron de manera voraz, generando pánico, miedo y un descontrol entre todos los que estaban en el lugar y que, al intentar huir del sitio, se encontraron con los portones y las salidas de emergencias cerradas, quedando atrapados en el infierno que, tras 21 años, permanece en la memoria de todo un pueblo.
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La historia de cientos de sobrevivientes ha sido contada año tras año, con la esperanza de que aquella tragedia nunca sea olvidada. Rocío Melgarejo es una madre que casi pierde a su hija aquel domingo. Ese día la siguió por años, ya que su hija no solo sobrevivió milagrosamente, sino que debió luchar por recuperarse y sanar.
“Mi hija Luna tenía 4 añitos apenas, pero ella cada domingo iba a la iglesia con mi hermano Nelson y su novia María Luisa. Ese domingo no fue la excepción, pero al salir del encuentro fueron hasta el super para almorzar; ellos estaban en el estacionamiento cuando el fuego los atrapó”, relató Rocío a La Nación/Nación Media.
Continúo recordando que, en medio de la densa humareda y las llamas que tomaban el lugar, casi por un milagro un pastor amigo de la familia apareció para ayudar a su hermano a rescatar a la pequeña Luna y su cuñada María Luisa, quienes lograron salir de las llamas al igual que su hermano Nelson, pero con graves secuelas.
“Ese día yo no entendía lo que pasaba, porque a mi hermano lo derivaron a un hospital, a mi cuñada a otro y a Luna al IPS; ahí me dijeron que estaban y fui a buscarla, desesperada. Cuando llegó una de las doctoras, me mostró unos aritos, muy peculiares, cuadraditos; eran los de Luna”, comentó Rocío.
Destacó que en los minutos posteriores a la tragedia, y en medio de la búsqueda y el hallazgo de su hija, no podía dimensionar todo lo que había pasado, pero al llegar a ver a su hija, quedó completamente paralizada, ya que si bien no podía creer el estado en el que se encontraba, sabía que era su retoña.
“Yo entré a la habitación y vi a Luna, estaba en una camilla, y tenía toda la cara colorada, hinchada, con respiradores y soporte médico; no podía creer que era mi hija. Miré sus piecitos, me detuve a mirar sus pies y sabía que era ella, me convencí de que era ella. Ella sufrió un paro respiratorio, estaba muerta al momento en que la rescataron; después volvió a la vida, pero no se sabía cuánto tiempo estuvo sin respirar”, indicó Rocío.
Entre las explicaciones médicas sobre el estado de Luna, surgían posibilidades terribles, como el hecho de que su capacidad del habla y desarrollo se hayan visto comprometidas debido a la falta de oxígeno sufrida, eso sin contar las quemaduras que habían sufrido.
“Luna sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en un 20 % de su cuerpo, pero si bien esa cifra suena poco, ella era muy pequeña y esto hacía que la situación fuera muy grave según los médicos, y que la agravante era la zona de las quemaduras, ya que le afectaba la cara, parte de la cabeza, el cuello y las manos; además, pasamos por infecciones y otras dificultades”, explicó la madre de Luna.
Una vez fuera de terapia intensiva y con la capacidad de ser trasladada, la pequeña Luna inició su camino en una nueva vida, una vida donde debía aprender a lidiar con el dolor de las heridas, los tratamientos por quemaduras y los cuidados para la cicatrización.
La búsqueda de la recuperación total de Luna la llevó hasta Chile, hasta la Caoniquem, que es una corporación que se dedica a la rehabilitación de niños, niñas y adolescentes con quemaduras y otras cicatrices, donde por meses recibió atención médica especializada; debió quedar internada e inclusive permanecer en un albergue junto a su madre.
Rocío recuerda con resiliencia y fortaleza los procesos médicos a los que debió acompañar a Luna, incluyendo las cirugías de injerto y los procesos de confección de sus ropas compresivas que debía utilizar la pequeña para garantizar una rápida y buena recuperación.
“Ella usaba su máscara y ropas de compresión todo el tiempo, siempre; no se las sacaba porque se quería curar. Los primeros años de la escuela las usaba ahí y, si bien nunca me contó que haya pasado mal, sé como mamá y mujer que en algún momento se sentía incómoda por la forma en que nos miraban o hablaban, pero todo lo fuimos superando”, destacó Rocío.
Con una larga lucha, y algunas marcas tanto en la piel como en la memoria, hoy Luna tiene 25 años, trabaja, estudia y se destaca como una persona sumamente afín al arte, ya que baila, canta y pinta, logrando expresarse completamente a través de estas plataformas que la apasionan.
Hoy Rocío relata como un milagro que su hija y su hermano hayan sobrevivido, y recuerda con amor y cariño a su cuñada María Luisa, quien debido a la inhalación de humo y el paro que sufrió no logró sobrevivir. Hoy, a pesar de 21 años de perspectiva, Rocío nunca olvida aquel domingo que marcó la vida de su familia.
Esta madre es el fiel ejemplo de miles de familiares que perdieron a alguien aquel trágico 1 de agosto, pero que también lograron abrazar a un ser querido que fue arrebatado de las llamas aquella mañana, una madre que comprende que el milagro puede nacer en medio de una tragedia y que no existe nada que el tiempo, el amor y la dedicación no curen.
El 1 de agosto del 2004, el incendio del supermercado Ykua Bolaños se cobró la vida de 364 personas y resultaron con heridas graves más de 200, hombres y mujeres. Las familias de todos ellos nunca olvidarán la pérdida, el miedo y la injusticia vivida aquel día, en especial porque si las puertas no hubieran sido cerradas, quizá aún podrían abrazar a quienes aman.
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Arte con propósito: subastarán esculturas únicas para ayudar al Acosta Ñu
Cuanto el arte puede curar y los artistas se suman a noble causa por la salud infantil, salen cosas hermosas y la esperanza se multiplica, dando así paso a obras que nacen del alma. Es así que el próximo 5 de agosto se subastarán 36 obras únicas, de artistas que donan su talento para apoyar al hospital pediátrico Niños de Acosta Ñu. Cada trazo son pinceladas solidarias en las piezas únicas.
En el pasado mes de mayo, la empresa de lácteos La Pradera cumplió 30 años y, en medio de sus varios festejos por este gran logro, han decidido lanzar la campaña solidaria “La Pradera pinta sonrisas” para recaudar fondos que serán entregados al Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu.
En conversación con La Nación/Nación Media, Jazmín Torres, gerente general de Lácteos La Pradera, comentó que esta empresa lleva más de 20 años colaborando con el albergue del hospital y, por esa larga relación, querían aportar para que el trabajo que se realiza en el lugar pueda continuar.
“El Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu es un centro asistencial de enfermedades crónicas para niños y adolescentes que es espectacular y tiene un servicio integral. Tienen equipos y tecnología de punta y atienden a todos los niños, de donde vengan, de la condición y clase social que sean, tienen médicos excelentes. Es público y nosotros sabemos y conocemos sus necesidades y, pensando en eso, surge la idea de la subasta benéfica”, indicó Jazmín Torres.
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Destacó que con el objetivo de buscar un símbolo que represente a la empresa para esta subasta, surgieron las vaquitas, unas esculturas de aproximadamente 25 por 30 centímetros, las cuales, a su vez, están pintadas y decoradas por diferentes artistas paraguayos, quienes colaboraron con su trabajo en esta noble causa que logra fusionar así la solidaridad y el arte nacional.
“Lo bueno de estas vaquitas es que son obras de autores reconocidos, eso quiere decir que son piezas únicas; solo hay 36, cada una pintada por artistas que tuvieron diferentes inspiraciones que fueron representadas por su arte y realmente quedaron unas piezas espectaculares”, comentó Torres.
Como parte de la campaña solidaria, estas obras estarán expuestas al público en general del 1 al 4 de agosto en el Shopping del Sol y, posteriormente, el día 5, se organizará en el mismo lugar la subasta cerrada para que quienes quieran adquirir estas piezas puedan pujar por ellas. Todo lo recaudado en esta ocasión será entregado al Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu.
La alta ejecutiva destacó que la campaña solidaria abierta a favor del hospital trasciende la responsabilidad empresarial y se ha vuelto una consigna personal, no solo para los integrantes de la familia La Pradera, sino que muchas empresas han decidido también sumar su grano de arena, atendiendo la gran labor que los médicos y encargados de este nosocomio realizan día a día y el impacto que tiene en la vida de cientos de pacientes y sus familias.
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