En el mes del Medio Ambiente, a nivel país se revelan datos alarmantes, como que la tasa de reciclaje en Paraguay es solo del 7%, pero todo puede mejorar con la conciencia de la ciudadanía, especialmente en el área urbana donde más residuos se producen. Desde el proyecto Mi Barrio sin Residuos buscan ayudar a las familias con el reciclaje para que las cifras puedan subir en los próximos años.
De acuerdo a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), en áreas urbanas de Paraguay menos del 1% de los hogares gestiona sus residuos mediante el reciclaje o compostaje, además el 25% de las familias a nivel país gestiona sus residuos a través de la quema, generando un impacto negativo para el medio ambiente.
“La tasa de reciclaje en el país es del 7%, pero la cantidad de hogares que separan en origen es menor al 1%, esto significa que más del 90% de los materiales recuperados proviene de hogares que no separan la basura de los reciclables, pero aún así fueron recuperadas”, explicaron en la EPH.
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Cabe destacar que a nivel país solo existen seis vertederos que se encuentran habilitados por el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) para atender a los 240 municipios del país. Lo que hace que 1.000.000 de kilos de residuos ingresen por día solo en el vertedero de Asunción.
“Estos datos indican que todos los días cinco bolsas de basuras grandes por segundo ingresan a nuestro vertedero, dando como resultado el ingreso de más de 80.000 kilogramos de basura por hora”, detalla el informe. Lo más resaltante es que de todos los residuos que se generan en cada casa el 75% tiene el potencial de ser compostado, reutilizado o reciclado.
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Vecinos denuncian que un prostíbulo arroja su basura en una plaza de Loma Pytã
Vecinos del barrio Loma Pytã de Asunción exteriorizaron su malestar por la instalación de un prostíbulo en la zona y porque toda la basura, incluso, es arrojada en una plaza ubicada en las inmediaciones del local.
Un equipo periodístico del canal GEN y Universo 970 AM/Nación Media acudió al sitio y logró conversar con la propietaria, quien alegó que ya cerró su negocio y que los vídeos arrimados por los denunciantes son “todos montados” y que buscan perjudicarla.
Aunque no dio la cara ante las cámaras, desde el interior del salón la mujer invitó al reportero a “pasar sin micrófono” para escuchar su versión sobre la denuncia de los vecinos.
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Según la denuncia arrimada al canal GEN se habían encontrado más de 350 preservativos en la plaza ubicada en las inmediaciones del lupanar.
“Es mentira, jamás tiramos afuera la basura. Ellos hicieron eso, ellos montaron. Otra cosa: dijeron que en mi otro local se acuchillaban gentes, pero el tema es que ellos montaron todo”, expresó.
En otro momento de la entrevista, la dueña del prostíbulo admitió que trabaja con chicas. “Amigo, yo hasta acá te puedo decir. Yo voy a aclarar, pero con mi abogado, ellos montaron todo”, respondía ante la insistencia del periodista.
“Yo acá quise comenzar una nueva vida con una bodega. Ellos no paran, hay testigos que dicen que no van a parar hasta fundirme”, se quejó.
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Vecino de Mburicaó denuncia regulada de camiones recolectores en Asunción
El servicio de recolección de basura está resentido en la ciudad de Asunción desde el inicio de la intervención en el área administrativa, denunció Amadeo Arnau, vecino del barrio Mburicaó, quien dijo que hay una posible regulada y que pese a los insistentes reclamos no hay respuesta para los contribuyentes.
“Seguimos igual, ya hace una semana que estamos con este problema. Nadie viene, hay basura allá afuera, mal olor en el barrio, no es nada agradable”, manifestó a la 1000 AM.
Dijo que había déficit en cuanto a la cobertura, pero la problemática se acentuó tras la salida del intendente Oscar “Nenecho” Rodríguez, que afronta una investigación.
“Ellos solían venir martes, jueves y sábados. De repente venían martes y jueves, y sábado no venían. Ya empezaron a hacer la famosa regulada, una copia a los colectivos”, expresó.
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El denunciante se quejó de que pese a los insistentes reclamos hechos a la comuna, no pasan a retirar la basura domiciliaria.
“Te dicen ya registramos su queja, no se preocupe, estamos con unos cuantos inconvenientes de los camiones. Y después ya no te quieren atender como varios entes públicos porque saben que te vas a quejar”, lamentó.
Incluso algunos vecinos sugirieron pagar para que alguien pueda tirar la basura, a lo que particularmente Amadeo expresó su disconformidad al considerar que “no justifica” porque probablemente arrojen “en cualquier arroyo”, generando otro problema para la comunidad.
“Nosotros los ciudadanos otra vez vamos a ser los perjudicados, porque el agua se tranca, se inunda todo. Nosotros mismos le queremos enseñar a nuestros hijos a no tirar ni un barquito de papel en el agua cuando llueve”, manifestó.
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“La Selva Escondida” de una anciana indígena en Lima
- Lima, Perú. AFP.
En la ladera de una colina, en uno de los barrios más áridos y pobres de Lima, se alza un frondoso bosque. Esther Rodríguez, una indígena migrante, ha cultivado por años este oasis en la capital peruana, considerada la más desértica del mundo después de El Cairo. Rodríguez llegó a este lugar en la década de los ochenta tras huir de su natal Ayacucho, en la sierra sur de Perú, entonces azotada por el conflicto armado con la extinta guerrilla de Sendero Luminoso.
Movida por la nostalgia, quiso recrear el verde de su tierra. Hoy, a sus 85 años, es el alma de este singular bosque urbano de 4.000 m² —casi la mitad de un campo profesional de fútbol- en el corazón del distrito de San Juan de Lurigancho. “Me gusta vivir rodeada de mis plantas”, se regodea Rodríguez, una anciana de amplia sonrisa, en entrevista con la AFP.
Este paisaje con más de cien especies, incluidos árboles frutales y plantas medicinales, creó un llamativo microclima en Lima, ciudad de 10 millones de habitantes y una de las más contaminadas de América Latina. San Juan de Lurigancho, con 1,2 millones de habitantes, es a su vez el distrito más poblado y poluído, principalmente por su parque automotor obsoleto, según un estudio del Instituto de la Naturaleza, Tierra y Energía de la Universidad Católica. Rodríguez recuerda que mientras sus hijos iban a la escuela comenzó a sembrar plantas en su terreno rocoso, un refugio que se popularizó como una “selva escondida”.
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“Cubos de agua”
En este oasis de flores, plátanos, mandarinas, aguacates y maracuyá zumban las abejas y revolotean las mariposas. Cerca, en un estanque lleno de peces, un colibrí se acicala. Antes “no había nada ni nadie en los cerros, así que poco a poco empecé a cargar cubos de agua”, para nutrir el naciente verde, sostiene Esther. Esther no se amilanó y pudo abrir tres pozos que hoy se conectan a la red de suministro de Lima. En la capital, el 6 % de la población no tiene aún acceso al agua potable, según estadísticas oficiales.
Cuatro de sus hijos ahora gestionan y mantienen la selva escondida, que desde 2020 recibe visitantes, especialmente escolares. “Queremos que este lugar sea una fuente de inspiración”, explica una de las hijas de la octogenaria, también llamada Esther. Abrirlo al público ha revitalizado la zona: se crearon senderos e instalaron bombas eléctricas para mejorar el riego, entre otras cosas. Cada visitante debe pagar seis soles (1,60 dólares). Más allá del aspecto turístico, la iniciativa también ofrece beneficios ecológicos.
Esta casi media “hectárea de bosque regula la temperatura y la humedad y mejora las condiciones sanitarias, especialmente en una zona donde las enfermedades respiratorias son comunes”, señala Fernando Regalo, ingeniero forestal de la ONG Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sustentable (FCDS). Y la familia que cuida este oasis todavía tiene una parcela por sembrar. “Se siente como si estuvieras en la selva, con los sonidos, los animalitos, los pájaros y los árboles”, se entusiasma Constantina Zevallos Mora, una de las visitantes del lugar.
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Escuelas verdes: cuando la educación ambiental cambia familias y ciudades
Por Lourdes Torres (lourdes.torres@nacionmedia.com)
Aplicar de manera trasversal la educación ambiental desde la primaria puede significar importantes cambios en la sociedad. Así lo confirman padres, docentes y alumnos de instituciones educativas que desde hace años están implementando un programa de estudio ambiental impulsado por el Equipo Inspectorial Medioambiental de la Sociedad Salesiana del Paraguay.
Son poco más de las 7 de la mañana, la densa neblina otoñal se va disipando con los primeros rayos del sol. En el aula del 8° grado se preparan con mucha ansiedad por salir al patio trasero de la Escuela Salesiana Pedro Ignacio Morínigo de la ciudad de Fernando de la Mora. Allí tienen una pequeña huerta escolar. Los acompaña el profesor Adolfo Ramírez, ingeniero agrónomo. La tarea del día es revisar cómo han quedado los pequeños plantines y el drenaje correcto del agua tras la intensa lluvia que se registró el día anterior.
El desarrollo de la huerta escolar forma parte del proyecto de formación y educación medioambiental impulsado por el Equipo Inspectorial Medioambiental de la Sociedad Salesiana del Paraguay gracias al apoyo de la Cooperación Alemana y el Engagement Global. Este programa es aplicado en 16 instituciones educativas salesianas y dos escuelas públicas del país.
La Nación/Nación Media conversó con la coordinadora del programa, ingeniera María José Llamosas, quien señaló que arrancaron en el 2021 con un plan piloto en 5 escuelas salesianas. Precisó que cerrar con éxito el primer año permitió asegurar el financiamiento para los siguientes periodos y agregó que a la fecha ya se está ejecutando en un total de 18 instituciones educativas, llegando a más de 11.000 estudiantes.
“Desarrollamos un documento que sirve a los docentes como base para poner en práctica la educación ambiental en los colegios. Y aparte de ese documento también se realizan ciertas medidas concretas en favor del cuidado del medio ambiente”, indicó.
Detalló que desde la red salesiana dan seguimiento al proceso de aplicación del programa educativo medioambiental, acompañando al docente en el aula, colaborando en las prácticas a fin de que el desarrollo ambiental sea sostenible en el tiempo. Además, involucra a padres y otros actores de la comunidad educativa.
Probar, experimentar y aprender
El programa se está aplicando en todos los niveles educativos de la escuela Pedro Ignacio Morínigo permitiendo el desarrollo de un importante número de competencias y disciplinas, además de probar, experimentar y aprender haciendo.
La directora de la institución, licenciada Rosa Marengo, destacó a La Nación/Nación Media que la huerta escolar les permite promover una conciencia de cuidado y respeto al medio ambiente. Sumado al aprendizaje sobre alimentación saludable, impulsando valores como la paciencia, responsabilidad, compañerismo, y compromiso.
Indicó que a la par del cultivo de hortalizas, también siembran plantas medicinales para que los alumnos las conozcan y aprendan sobre sus propiedades. Asimismo, continúan con el programa de reciclados que ya desarrollaron con mucho éxito el año pasado.
“Hace 4 años que trabajamos con este programa medioambiental y creo que ya es sostenible en el tiempo. Los chicos están muy entusiasmados, al igual que sus padres, que están muy pendientes del desarrollo de las actividades. Es muy interesante la forma en la que los chicos aprenden sobre el cultivo de hortalizas, porque ellos no tienen ese contacto agrícola, entonces, se sorprenden de donde provienen ciertas verduras u hortalizas”, indicó.
En tanto la profesora Fabiola Gómez, docente del 5° grado de los turnos mañana y tarde, destacó la importancia de trabajar con los alumnos la idea del cuidado del medio ambiente, enfatizando la importancia del reciclaje y el cultivo de la huerta para una alimentación saludable.
Mencionó que actualmente están con los plantines de lechuga, cebollitas, perejil, espinacas, acelgas; mientras que las plantas medicinales son boldo, menta, cedrón.
“Es importante porque ellos ven el proceso de crecimiento, de desarrollo de las plantas. Considero que es un programa muy enriquecedor para las escuelas, en general. Permite que los niños repliquen lo aprendido en sus hogares, es así que varios ya comenzaron a tener sus pequeñas huertas en las casas”, comentó la directora.
Educación trasversal
Llamosas, coordinadora del Equipo Inspectorial, señaló que para un mejor aprovechamiento del programa de estudio se volvió transversal al resto de la malla curricular.
Indicó que para su implementación en las escuelas se firmaron convenios de cooperación con las instituciones. Así también, cuenta con la revisión por parte del Ministerio de Educación y Ciencias a través de la Dirección de Desarrollo Educativo, que hace el control y la verificación del plan, certificando que es apto para el uso en escuelas en Paraguay.
“A la par de trabajar con el MEC, coordinan con el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) los contenidos ambientales acordes a la actualidad. Esto, tras notar una falencia en la educación ambiental en cuanto a trazabilidad, como bien lo establece el currículum de la educación paraguaya. Justamente, la red Salesiana ha colaborado para mejorar la trazabilidad”, precisó.
La profesora María Cristina Snead agregó, por su parte, que no hubo necesidad de alterar mucho los indicadores de cada una de las materias para lograr la trasversalidad del programa.
Cambio de hábitos
La ingeniera Llamosas mencionó que si bien al principio costó un poco que el programa se trasversal, con el paso del tiempo tanto alumnos como docentes fueron comprendiendo la temática y les resultó más fácil ponerla en ejecución.
“Es un proceso ambiental, generalmente a largo plazo; pero, a corto plazo también se ven cambios, sobretodo en los estilos de vida. Son pequeñas cosas o acciones, cambio de hábitos, de actitud y estilos de vida en las personas”, acotó.
La profesora María Cristina Snead, docente y referente del Equipo Inspectorial Medioambiental del Colegio Don Bosco de Ypacaraí, resaltó que desde que comenzaron a implementar el programa están observando cambios de hábito en los alumnos, que se han convertido en celosos agentes de cuidado del medio ambiente.
Es así que ya han experimentado varias acciones por iniciativas de sus propios alumnos, que luego de aprender la importancia de la clasificación de los residuos comenzaron a colocar tachos de basuras diferenciados frente a sus hogares.
Recordó que los alumnos, al ver que los recolectores de basura no respetaban la clasificación y al final los residuos terminaban todos de vuelta mezclados en los camiones, volvieron enojados a la escuela, pero no se quedaron con los brazos cruzados.
“Por iniciativa de ellos, llegaron a los intendentes municipales de Itauguá, Ypacaraí, Pirayú, Areguá y Caacupé -rango de influencia del colegio Don Bosco de Ypacaraí- para plantear y buscar soluciones con las autoridades locales”, comentó.
La docente contó otro caso, la queja de una alumna de la institución por la quema de basura por parte de su vecina y la generación de humo. Así fue que sus compañeros decidieron escribir cartas a la vecina. En total, se juntaron 30 misivas en las que se explicaban los efectos nocivos de la quema de basura.
Resiliencia al cambio climático
Dentro de este programa de estudio ambiental, la ingeniera Llamosas destacó que trabajan en un total de 10 ejes temáticos, de los cuales dos están directamente enfocados al cambio climático y la gestión de riesgos de recursos con enfoque en la resiliencia.
Explicó que el objetivo es que la comunidad educativa aprenda a identificar los factores de riesgos y luego sepa cómo sobrevivir al cambio climático.
“El primer factor es identificar cuáles son los riesgos y después ir viendo cómo mitigar, o cómo tener resiliencia al cambio climático. Por ejemplo, las escuelas del Chaco tienen problemas tangibles, como la sequía, las inundaciones y los incendios forestales, que les llegan prácticamente a las escuelas y a las casas. Buscamos que desarrollen el pensamiento crítico y de parte de ellos mismos salga esa identificación de factores de riesgo, que hagan su diagnóstico ambiental o su diagnóstico de riesgo, su mapa de riesgo”, ejemplificó.
Por último, precisó que se trata de una experiencia maravillosa trabajar con los chiquitos, porque están interesados en aprender lo que es educación ambiental. “Ellos asumen el compromiso y se vuelven celosos vigilantes del medio ambiente. Realmente, para nosotros, ha sido una experiencia maravillosa trabajar con los niños en educación ambiental. Creo que nos dará un futuro ecológico seguro y que está generando verdaderos cambios en los niños y en sus familias”, concluyó.