Psiquiatra recomienda un mejor control parental sobre los videojuegos y juegos en línea
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Los últimos hechos de violencia extrema producidos en escuelas de Estados Unidos fueron atribuidos en un principio al uso indiscriminado de videojuegos o juegos en línea. Sin embargo, la doctora Viviana Riego, psiquiatra de la Facultad de Ciencias Médicas, afirmó que ese tipo de reacciones nada tienen que ver con el uso de videojuegos, sino más bien, por los antecedentes de violencia o maltrato y cómo es tratado ese niño, niña o adolescente en el seno familiar o escolar.
En este sentido, recomendó un mayor control parental sobre los videojuegos y que lo más importante es la promoción y prevención de la salud mental, tanto en el manejo de las emociones de los padres como de los hijos y acompañarlos en ese proceso.
“Dentro de lo que es maltrato, muchas veces puede ser negligencia por parte de la familia o del colegio, situaciones de bullying o, por ejemplo, que no tienen las habilidades suficientes como para relacionarse; entonces no hay una causa-efecto con respecto a los videojuegos”, dijo la doctoraiego.
Aseguró que los niños o adolescentes ven los juegos como un escape de su realidad, pero que lo que pasó en Estados Unidos tiene que ver con la facilidad de adquirir un arma, y que los adolescentes pasan por situaciones estresantes durante la infancia, de diferentes índoles, que en la mayoría de las veces no son diagnosticadas o monitorizadas, simplemente estos niños no son protegidos y van desarrollando estos pensamientos de ira.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla que a consecuencia del encierro de la pandemia, pueda existir cierta adicción hacia los videojuegos que hagan que los niños o adolescente tiendan a aislarse, pero de ninguna manera puede ser la causa de este tipo de sucesos luctuosos.
“Sí puede hacer que el chico se aísle o se junte con otros chicos que tengan las mismas características. O también si ponemos a jugar a un niño de cinco años y lo normalizamos siendo que todavía no conoce la crueldad de la violencia. Pero probablemente para que un niño ingrese a un juego tiene que haber una negligencia parental, y hay veces que hay que pensar cómo evitar que nuestros niños se formen de esa manera”, refirió la profesional.
Sugirió que los colegios deben implementar una educación emocional, no solamente una revisión física y mental, sino una educación de manejo de emociones, de empatía, de tolerancia y aceptar las diferencias. Atendiendo que, los niños o adolescentes que cometen este tipo de actos, generalmente fueron chicos que sufrieron bullying o no tenían habilidades sociales suficientes en un marco de indefensión.
“Debemos educarnos nosotros como padres y en los colegios, ver qué niños están ante esta situación de indefensión o sufriendo bullying y, por supuesto, ver quienes tienen conductas violentas previamente, pero como vemos, muchas veces estos niños no tienen conductas violentas antes de cometer estos actos”, dijo.
La siquiatra advierte que los videojuegos pueden inducir a una normalización de la violencia. Foto: Ilustrativa.
Factores de frustración
Agregó que muchas veces manifiestan emociones a través de las redes sociales, o se lo comentan a sus amigos o en un grupo y manifiestan su frustración actuando de esa manera, como una forma de reivindicación ante ellos. Afirmó que habría que trabajar en una orientación mental a niños y padres, es decir, educar sobre el manejo de las emociones y los signos de alarma.
“Por ejemplo, si hay amenaza o violencia, si hay chicos que no saben lidiar con las frustraciones, si vemos que hay incompetencia o maltrato. También tenemos que tener tolerancia cero ante el bullying y el maltrato hacia cualquier persona, para evitar todo tipo de situaciones lamentables”, afirmó.
Recomendó monitorizar todo lo que sea maltrato en la casa y dar aviso a las autoridades correspondientes, como la mejor manera de prevención. Ya en la adolescencia entran otros factores a tener en cuenta como el aislamiento que empeoró con la pandemia por COVID-19, la falta de oportunidades y de habilidades sociales, o el consumo de sustancias que cada vez va en aumento, son factores que hacen que se acrecientan los riesgos.
“Pero sí está claro que no se le puede dar a un niño pequeño un juego por ejemplo de GTA V. Evidentemente, normalizar la violencia virtual o violencia que ven en la casa no contribuye, pero los videojuegos son un factor más a toda la psicopatología que estos presentan, que muchas veces puede verse a una psicopatía paterna o materna, como dije mínimamente negligente, sumado a todo el resto”, señaló la Dra. Riego.
Asegura que muchas veces los victimarios alguna vez fueron víctimas, que eso no se puede omitir, hay casos aparentemente sin ningún motivo, pero algunas veces hacen en retrospectiva y generalmente hay estos antecedentes. Insistió en la importancia de la promoción y prevención de la salud mental tanto en el manejo de las emociones de los padres como de los hijos y acompañarlos.
“Ese es nuestro rol como padres, también hacerles más compasivos con el resto para evitar este tipos de situaciones, inculcarles la tolerancia desde pequeños y por ningún motivo aceptar situaciones de bullying en los colegios, el acompañamiento de las autoridades escolares es muy importante para evitarlos”, concluyó.
Cuando los competidores de Free Fire, el popular videojuego de disparos en línea, se enfrentan al avatar de la guerrera Mami Nena, pocos imaginarían que quien está detrás de la pantalla de la computadora es una anciana chilena de 81 años. María Elena Arévalo, una octogenaria que vive en un pueblo rural de Chile, adoptó la identidad virtual de Mami Nena, una guerrera de kimono corto, guantes negros y mascara de colmillos.
La mujer de pelo negro y lentes, que suele llevar delantal, se instala frente a las pantallas y afina su letal puntería para combatir en las islas virtuales. Su dulce voz y sus publicaciones en redes sociales, la hicieron popular como la “abuela gamer”. Hoy suma más de cuatro millones de seguidores. Arévalo llegó al mundo de los videojuegos en 2020, para enfrentar la soledad que la abrumó tras la muerte de su esposo luego de 56 años de casados.
Cerca de un 42 % de los mayores de 80 años en Chile se sienten solos, un riesgo para su salud mental, según un estudio de la Universidad Católica de Chile. Por sugerencia de su único nieto, Héctor Carrasco, hoy de 20 años, se sumergió en el mundo digital. “Yo no sabía ni qué era un mouse”, recuerda Arévalo.
Pero una vez que aprendió a jugar, especialmente Free Fire, se entusiasmó. Con su personaje de Mami Nena, como le dice su nieto, se hizo conocida como una feroz rival que persigue a sus oponentes escondidos detrás de árboles y casas. “No quería hacerle daño a nadie”, evoca. Pero con el tiempo le gustó “seguirlos y matarlos”, afirma con una sonrisa.
Arévalo practicó cerca de dos horas, tres veces por semana, durante un año, hasta que ganó los puntos necesarios para alcanzar la liga de rango “Heroico”, el segundo nivel más competitivo del videojuego. Pero no olvida a su marido y su recuerdo la acompaña en Free Fire, encarnado en un ave que sigue a Mami Nena llamado Benito, como ella le decía a su esposo.
Abuela y nieto
Tres años después de comenzar su aventura digital en su casa en Llay-Llay, un pueblo rural a 90 km de Santiago, la viudez ya no es un tema para ella. Llegó a tener cuatro millones de seguidores en TikTok, antes de que le robaran su cuenta, y 700.000 suscriptores en YouTube.
Con ellos interactúa, da consejos para mejorar en Free Fire y regala el codiciado “Pase Élite”, un beneficio dentro del juego que permite a los usuarios acceder a recompensas exclusivas como armas, trajes y medallas. En este renacer de María Elena Arévalo, su nieto fue crucial. “Él me enseñó todo lo que sé. Sin él, yo no estaría aquí”, dice con emoción.
“Siento que es como una mejor amiga”, agrega el joven, que la acompaña siempre en sus videos. Aunque es una gran jugadora de Free Fire, no entiende muy bien cómo funcionan los celulares o las computadoras. Pero para eso está su nieto. Él maneja sus redes sociales, transmite sus partidas en línea y gestionó su hasta ahora único viaje fuera de Chile.
Gracias a su éxito en el juego, Free Fire la reconoció como una de las figuras influyentes del videojuego y le pagó un viaje a Ciudad de México en 2022, para el aniversario de la marca. “Todos los niños (jugadores) me decían que les firmara autógrafos (...) Fue muy hermoso. El día que yo me vaya, me voy a ir con eso”, asegura Arévalo.
La “abuela gamer” hoy está menos activa en los juegos debido a una esclerodermia, una enfermedad que produce el endurecimiento de la piel. Pero no se ve retirada. “Me encanta hacer esto. Seguiré adelante hasta donde pueda”, afirma Arévalo.
Una pasión que comparte cada vez más gente mayor en el mundo. Entre ellos el equipo ucraniano Young Guard, del juego Counter Strike, cuyos integrantes tienen en promedio 75 años, o la japonesa Hamako Mori, de 93 años, la gamer de mayor edad en el mundo.
En Chile, Mami Nen’ sigue cosechando éxitos. El pasado 21 de diciembre fue reconocida por la Universidad Católica y el diario El Mercurio como una de los 100 Líderes Mayores del país por su rol en la reducción de los estereotipos generacionales. “Nunca me imaginé esto. Yo jugaba por jugar, por estar ahí, meneando el dedo”, festejó tras la ceremonia.
Lo que se busca es limitar las compras que un jugador puede hacer para mejorar su desempeño y está orientado a combatir los comportamientos compulsivos en un país que es el mayor mercado mundial de este sector. Foto: AFP
China anuncia restricciones a la industria de los videojuegos
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China anunció este viernes un plan para imponer nuevas restricciones a la industria de los juegos en línea para luchar contra la adicción, una noticia que sacudió al sector tecnológico y varios gigantes registraron caídas en bolsa con pérdidas millonarias.
Este borrador publicado en internet por el regulador chino busca limitar las compras que un jugador puede hacer para mejorar su desempeño y está orientado a combatir los comportamientos compulsivos en un país que es el mayor mercado mundial de este sector.
China impuso las primeras restricciones al sector de los videojuegos en 2021, estableciendo límites en el tiempo que los menores pueden pasar en un juego en línea, en el marco de una campaña más amplia para regular a los gigantes tecnológicos.
El plan anunciado este viernes impone límites a las recargas que un usuario puede hacer en la cartera de un juego, suprime funciones orientadas a aumentar el tiempo de uso de una aplicación y las recompensas a quienes se conectan a diario. Además, las autoridades quieren obligar a introducir ventanas emergentes que adviertan a los usuarios sobre los comportamientos “irracionales”.
Un golpe para el mercado
El anuncio generó nerviosismo entre los inversores y el índice Hang Seng, que mide las fluctuaciones de las mayores empresas que cotizan en la bolsa de Hong Kong, se desplomó más de 4% durante la sesión y moderó sus pérdidas a un 1,7% al cierre.
Este anuncio golpeó con fuerza la cotización de Tencent, líder mundial de este sector en términos de ingresos-- que cayó un 12,4% al cierre de la bolsa de Hong Kong. Los títulos de Tencent llegaron a desplomarse un 15% durante la sesión y este anuncio generó una pérdida de la capitalización bursátil de más de 54.000 millones de dólares, según la agencia Bloomberg News.
Por su parte la compañía NetEase cerró con una caída de 25% y las acciones de XD perdieron un 19% de su valor. “La señal clara apunta a que sigue la represión sobre sector de la tecnología y esta ofensiva puede estar volviéndose más agresiva”, afirmó a la AFP Michael Brown, un analista de mercado de Pepperstone.
Este borrador reitera además la prohibición de contenidos que pongan “en peligro la unidad nacional” y que sean una amenaza para “la seguridad nacional o que perjudiquen la reputación y los intereses nacionales”. Desde 2021, China impuso que durante el curso escolar los menores de 18 años sólo puedan jugar entra las 20H y las 21H los viernes, sábados y domingos.
Según Brown, esta nueva medida puede estar motivada a orientar el gasto de los consumidores hacia otros sectores, en un momento de desaceleración de la economía. Otro objetivo puede ser incentivar a los jóvenes en la búsqueda de trabajo, en un momento en que la tasa de desempleo en el tramo de entre 16 y 24 años llegó a un récord de 21,3%, según los últimos datos oficiales publicados en junio.
Franco Allende, joven que representará a nuestro país y buscará el título de campeón en la escena internacional de este videojuego, junto a su padre, Eduardo Allende. Foto: Gentileza
Franco Allende, el representante paraguayo en el Mundial de Pokémon en Japón
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El Campeonato Mundial Pokémon es la cita más importante para los jugadores de Pokémon y este año se desarrollará del 11 al 13 de agosto en Yokohama, Japón. Franco Allende de 15 años representará a nuestro país y buscará el título de campeón en la escena internacional de este videojuego.
Desde muy pequeño, Franco se sumergió en el mundo de los videojuegos junto a sus primos y amigos, y hace un año participa de torneos internacionales. En el campeonato regional en São Paulo, Brasil, logró quedar en el tercer lugar y en el de Chile se alzó con el segundo puesto, clasificando para representar a Paraguay en el mundial de Pokémon que se realizará por primera vez en Japón.
“Todo empezó como un hobby, algo que me gustaba, pero se fue tomando un lugar importante en mi vida porque me desafía y pone a prueba mis habilidades para armar estrategias. Hasta ahora no puedo creer que estoy a días de cumplir un sueño, y me siento muy agradecido con mi familia y amigos que me apoyan y acompañan”, expresó Allende en conversación con el diario La Nación/Nación Media.
En el campeonato regional en São Paulo, Brasil, logró quedar en el tercero lugar y en el de Chile se alzó con el segundo puesto. Foto: Gentileza
Campeonato Mundial Pokémon
Este campeonato es un evento anual que reúne a jugadores de todo el mundo durante tres días. Este año se realizará del 11 al 13 de agosto en Yokohama, Japón, donde además del Pokémon Unite, también se llevarán a cabo competencias de otros juegos de la franquicia, como el Trading Card Game, Pokémon GO y Pokkén Tournament.
La participación del joven paraguayo en el mundial de Pokémon es un reconocimiento a su dedicación y talento y, a su vez, refuerza la posición de nuestro país como un competidor destacado en la escena gaming mundial. “El juego se basa en estrategias, donde cada jugador debe armar su equipo de seis Pokémon. Esta es una oportunidad única para enfrentarme a los mejores del mundo y mostrar mi destreza”, manifestó emocionado.
Mencionó que este tipo de competencias requiere de un entrenamiento y serio compromiso, ya que la parte más difícil de la competencia es la preparación de equipos y posterior estrategia. Además, resaltó que a pesar de ser un videojuego que le genera diversión, también impacta en su vida personal, tanto al momento de enfrentarse a varios escenarios o posibilidades, y tener que tomar una decisión acertada, como un factor motivacional para perseguir sus sueños.
¿Quién es Franco Allende?
Nació el 2 de diciembre de 2007. Es hijo de Eduardo Allende y Mavi Ovejero, y tiene una hermana de nombre Luciana. Actualmente cursa el primer año de bachillerato en el Instituto Sagrada Familia y es parte de la Juventud Masculina del Movimiento Schoenstatt Paraguay, al finalizar el colegio le gustaría seguir la carrera de psicología.
Agustín Barúa Caffarena: “Todas las personas somos mezcla de cordura y locura”
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En esta edición de “Expresso”, emitido por GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe a Agustín Barúa Caffarena, psiquiatra placero y autor del libro “Ejedesencuadrá: del encierro hacia el vy’a. Transgresiones para una salud mental sin manicomios”, ganador del segundo lugar del Premio Ensayo Pensar Nuestra América con Categorías Propias 2023, realizado en Argentina. Barúa Caffarena objeta el régimen de encierro y de psicofármacos a los que son sometidos los “disidentes psíquicos” de parte de la medicina tradicional al tiempo de cuestionar la división tajante entre lucidez y locura.
Fotos: Nadia Monges
–ADS: ¿Por qué tienes un consultorio en la plaza y no en otro sitio como los doctores?
–ABC: Yo vengo de la salud comunitaria, no de la salud hospitalaria. Trabajé mucho en psiquiatría bañadense, pero como no me pude reinsertar en ese tipo de instituciones en un momento dado me intenté alquilar un consultorio y me reaburrí, me reangustié y ahí me pregunté ¿dónde me siento cómodo pensando con la gente? Me vinieron los bancos de plaza. Los bancos de plaza tienen una potencia que son espacios de intimidad pública como paradoja de libertad. Yo creo que nuestra sociedad asuncena necesita más habitar el espacio público, menos shopping y más encuentro con la diferencia. Yo intento que mi clínica aporte a eso, es una clínica que cuestiona todo esto de los manicomios, los encierros, llenarle de psicofármacos a la gente. Entonces me parece que es una forma también en la que el médico cede poder. No es mi consultorio, mi diagnóstico, no es tu banco, no es mi banco, es el espacio público.
–La medicina está históricamente encuadrada en la relación poder-paciente.
–Hay una relación entre el saber y el poder, un saber que construye asimetría, un saber monólogo, un saber que te dice quién sos, qué es tu cuerpo, qué es tu deseo, lo que podés, lo que no podés. Nos cuesta mucho como médicos escuchar lo que a nosotros no nos interesa. Siempre estamos dirigiendo, censurando y aquí no solamente yo escucho a la persona de una manera X, que es mi forma de trabajar, sino también escuchamos el mundo porque aquí viene un vendedor ambulante, viene un vendedor de marihuana, viene un policía, viene una marcha estudiantil secundaria, viene un movimiento italiano que prepara mesas de comida, o sea, es hacer clínica en la vida, desde la vida.
–¿Qué es el manicomio desde una perspectiva problemática?
–Nosotros decimos que más que el sustantivo manicomio hablamos del adjetivo manicomial. Cuando una relación se vuelve manicomial, hay un grupo que sabe qué son y qué hay que hacer con los sufrimientos psíquicos y otro grupo que supuestamente no sabe nada de eso. Entonces, decía Franco Basaglia, que es un maestro italiano nuestro: “Separaciones siempre hay, pero las separaciones manicomiales son tajantes, irreversibles, indiscutibles”. ¿Cómo es que la psiquiatría inventó y avala un dispositivo que barra la confiabilidad de una persona porque uno de los hospitales psiquiátricos no sale más porque la gente siempre va a darse un goce diciendo “ese estuvo dos veces en el neuro”. Entonces, ¿cómo es que consideramos que eso es terapéutico? El sufrimiento psíquico tiene un plus estigmatizante porque la normalidad no es una cuestión sanitaria, es una cuestión moral. La persona normal psíquicamente es una persona adecuada, buena, no solamente sana. Hay un plus, hay un extra. Hay manicomios eléctricos como el electroshock, manicomios químicos como llenarle de psicofármacos a la gente sin conocerle, así como manicomios simbólicos como pegar rótulos a las personas.
OTRO ABORDAJE
–¿Cómo desencuadras eso?, ¿cuál es el camino?
–Y tiene muchas patas Yo pienso, por ejemplo, que primero hay que poder repensar otro tipo de abordaje que no esté centrado en lo represivo. La salud mental o la psiquiatría hegemónica está pensada siempre primero desde el miedo. El manicomio es una cárcel psiquiátrica. Después es necesario repensar la relación cordura-locura. Necesitamos la cordura para cuidarnos porque la cordura es la que te hace mirar una avenida antes de cruzar, pero demasiada cordura ya te vuelve desconfiado y aterrorizado, te vuelve normópata. Y necesitamos la locura para tres cuestiones humanas muy sensibles que son cambiar, crear y arriesgar. Imaginate una humanidad sin eso. Pero si sos solo locura, te morís. Entonces es como otra forma de pensar cordura-locura. Que los sistemas de salud tengan más base territorial comunitaria y que no solamente sean hospitalocéntricos. O sea, tiene muchas patas que sería interesante darnos el tiempo para conversar esa complejidad.
–Con la cantidad de pacientes es imposible que la gente médica se ocupe de la gente paciente.
–Porque están muy naturalizados los formatos de maltrato institucional. La duración de la entrevista, la cantidad de pacientes, la carga horaria de las guardias. El modelo de educación médica mayoritaria en Asunción es un modelo de venganza. “Vos querés ser médico, yo soy médico. Si querés ser uno de nosotros, tenés que recibir maltrato, aprender a maltratar y podrás ser uno de nosotros y maltratar a los que vienen”. Entonces hay un código de embrutecimiento muy fuerte, muy insensibilizante.
–¿Por qué con los avances que hubo seguimos tan ceñidos a un modelo tan antiguo de reclusión de enfermos mentales?
–Yo creo que la psiquiatría es una producción de la sociedad. La sociedad asigna a la psiquiatría la misión de ser policía de la normalidad. Policía de la adecuación. Cada sociedad jerarquiza algunas cuestiones como más valoradas y desprecia a otras. Y eso tiene tres ordenadores discursivos: el discurso médico nombra enfermedad, el discurso jurídico nombra delito y el discurso religioso nombra pecado. Clasifica y segrega. Entonces yo creo que todavía la psiquiatría no ha podido generar una reflexión sobre ese mandato social tan fuerte de vigilancia y control. Siempre se dice que es lo mismo cuidar que custodiar. Todavía sigue siendo mucha custodia. Y hay que recordar también que esta psiquiatría se enmarca en un modelo de medicina en el cual se parte la mente y el cuerpo. Y el cuerpo es el que importa, la mente no importa.
–¿Hasta qué punto culturalmente se ha convertido en un estigma el tener un familiar con problemas mentales?
–Eso está muy impuesto. O sea, yo siempre veo, por ejemplo, cuando sigo la noticia política, que todo el espectro de izquierda y derecha se insulta tratándose de loco. O sea, ahí casi no hay discusión sobre este tema de la diversidad psíquica. Nosotros decimos diversidad psíquica en el sentido de que nuestra apuesta como corriente en salud mental es validar, acompañar y comprender la heterogeneidad humana más que disciplinar, más que normatizar.
–Estamos ante un problema de la escuela de psiquiatría también.
–Es la concepción, es la teoría, son las metodologías que no están problematizadas. Incluso se entiende que hacer salud comunitaria es como inferior y que el hospitalario es superior. Nosotros necesitamos complementariedad. Hay cosas que se pueden trabajar en el hospital y hay cosas que se pueden trabajar en comunidad y necesitamos articularnos.
–¿Quién es la policía de la normalidad?
–Ese es un punto central. En el libro comienzo hablando de que la normalidad psíquica es el primer triunfo de los manicomios. Es como una especie de servicio de normalidad obligatoria. Todo el tiempo estamos en vigilancia de cómo se viste, cómo se peina, si su tono de voz es bajo o alto, etc. Y es muy complicado porque es un magma represivo donde estamos inmersos como sociedad. En vez de partir de la idea de que yo te acepto como sos, yo te juzgo a ver si das el canon o no. Y eso es muy tensionante. Y ahí tiene un rol muy específico la psiquiatría.
–¿Qué descubriste como potencial respecto a tu método?
–Nosotros decimos que necesitamos que el espacio público esté más habitado, que sea el lugar donde nos encontramos en la diferencia. La clínica placera apunta a dialogar con el espacio público. Lo segundo es que necesitamos estar menos aislados, acompañando el proceso de padecimiento mental. Está la secuencia conflicto-preocupación-aislamiento. Conflictos siempre hay, preocupación tenemos más o menos sobre nuestros conflictos, pero el aislamiento podemos reducirlo. Si siempre estamos encerrados a través de ladrillos, a través de cemento, ¿por qué no hacerlo de manera más abierta? Promover una cultura del desaislamiento, del desocultamiento.
CORDURA-LOCURA
–¿Qué mirada tenés sobre cómo la comunidad convive con la “gente loca”?
–Cada quien convive con su propia locura. Yo creo que nuestras sociedades son muy normópatas. Todos queremos ser los normales. Tenemos mucho miedo. Este es el adicto, esta es la persona trans, esta es una puta, aquel es comunista, fácilmente se estigmatiza y se deja fuera. Ese es un problema grande porque yo creo que todas las personas somos mezcla de cordura y locura. Y todas las corduras tienen problemas, no son solamente ventajas. Y las locuras tienen ventajas, no son solo problemas.
–¿Por qué es importante que la gente perciba esos hemisferios?
–Y primero porque creo que vamos a vivir más tranquilos. Y la tranquilidad no es cosa menor porque la gente siempre dice lo que yo quiero es estar tranquilo. Esa tranquilidad tiene que ver con aceptarse y no tratar de encajar en un mandato, de que hay que ser siempre de una forma equilibrada. Yo siempre digo que el piso de los normópatas en Asunción es ser amable y trabajador. Si tenés menos que eso, ya te complicás. A mí me parece que primero es estar tranquilo, segundo es ser quien sos.
–¿La educación hace que se tenga mayor comprensión de la otredad?
–Yo creo que mayoritariamente nuestra educación es autoritaria. Cuando comenzaron a caerse los techos de las escuelas, yo dije “a ese nivel de literalidad llega el derrumbe del modelo educativo”. Los centros estudiantiles siguieron siendo reprimidos, los gremios docentes no son suficientemente atendidos, hay enfrentamientos entre familias y docentes que se descalifican unos a otros. Igual la educación es autoritaria y no está pensada para la realidad cotidiana. ¿Nos importan las infancias y la adolescencia? Si les estamos metiendo en lugares que se están derrumbando.
–¿Tiene algo que ver nuestra historia con ser tan represivo con el otro?
–Yo veo en los bañados de Asunción cierta socialidad. Veo en las comunidades campesinas. Yo estoy trabajando ahora en Edelira, Itapúa. Hay comunidades campesinas autoorganizadas agroecológicas sensibles. Veo por ejemplo cómo hasta muchas veces las comunidades indígenas que están en las veredas de las instituciones públicas en Asunción todavía se cuidan. Eso no está perdido. Hay una urgencia que aparece en clave de solidaridad y caridad. pero en general está muy lastimado en nuestro territorio social. A mí me gusta mucho una definición de comunidad que da un antropólogo simbólico: “El sentimiento de sentirnos nosotros”. Qué interesante ese sentimiento porque en realidad a veces estamos en colectivo, pero no somos comunitarios.
–¿Cuáles son los movimientos sociales más interesantes que ves en Asunción?
–En los últimos años, yo te digo el movimiento estudiantil secundario, el movimiento estudiantil universitario y el movimiento de mujeres feministas. Todos son jóvenes. Los sujetos colectivos en Asunción y Área Metropolitana más significativos para mí tienen como una discusión de sociedad que problematiza y que tiene una propuesta. Tiene una marca juvenil y yo creo que eso tiene que ver con la pulsión adultocéntrica. A mí me preocupa fundamentalmente la ausencia de debate. Es un problemazo. Yo creo que se da a nivel familia con los monólogos adultos. Yo trabajé una investigación en Humaitá a partir de una crisis suicida en un colegio. Trabajamos con el grupo de sobrevivientes y les preguntamos cuál era su demanda. Dijeron dos cosas. Queremos un trato igualitario porque también somos personas y, segundo, queremos una escucha sensible. Y escucha sensible era no que yo te cuente como adolescente que saqué diez, sino que escuches lo que yo te quiero contar y que te abras cuando vas a conversar conmigo. Esas son las demandas que creo que dramáticamente nos están diciendo con los suicidios, con el uso complicado de drogas, con los embarazos adolescentes, con la accidentalidad vial. Hay muchísimos emergentes. Y ahí es que me preocupa mucho que se quiera abordar eso poniendo cámaras o poniendo las mochilas transparentes, el guardia de seguridad, la reja, el pitbull.
MIEDO
–¿Cómo hacemos para no necesitar esos dispositivos?
–Yo creo que es un problema de miedo y un problema de falta de introspección. ¿Quién tiene miedo? El mundo adulto, esta adultez adultocéntrica. No solamente creo que somos muy miedosos, sino que no sabemos que somos miedosos. Operamos me parece de manera compensatoria como bravucones, como un envalentonado, como hiperafirmado. Y el miedo es un derecho humano y también pedir ayuda. Yo creo que en el mundo adulto asunceno no tenemos derecho a pedir ayuda. Todo es como competitivo, exitista y con un miedo a la fragilidad. Y eso tiene mucho que ver con nuestro machismo, sobre todo masculino, donde siempre estamos en competencia. Imaginate que los varones ni siquiera en Asunción podemos abrazarnos tranquilos entre nosotros. Todo es como sitiado, cómo hablo, cómo te miro. Si te miro mucho, ya te he dado demasiada pelota. Hablamos y nos reímos y jamás podemos llorar hasta que estemos en pedo. Yo por eso creo que la borrachera masculina tiene la potencialidad también de sanar. No es solamente un problema, sino que a veces los varones solo lloramos en pedo.
–¿Qué es la erótica social?
–Nosotros comenzamos a pensar la erótica a partir de una situación muy simpática. Trabajando en psiquiatría bañadense, una vez veo que una compañera de trabajo va llegando a la unidad con una vecina tomada del brazo que la saca de la casa. Cuando vuelve le digo ¿por qué le agarrés del brazo a la vecina? “Le estaba trayendo para nuestra actividad”, me dijo. Pero no le secuestres, que participen si quieren venir y generamos una discusión sobre qué es participar. Y en esa reunión otra compañera muy callada comenzó a hablar muchísimo y de Monchi Maestre, que era una novela colombiana de la que todo el Bañado era fanático. En ese contexto entramos a la reunión y todo el equipo dijo que la gente del Bañado no iba a nuestras actividades porque eran haraganes. Y nosotros nos preguntamos por qué la gente del Bañado se va a lo de Monchi y a nuestras actividades no vienen. Y dijimos que como equipo de salud tenemos que aprender a mover las caderas y ahí nació la idea de la erótica social, que es poner en valor las prácticas de la alegría de la gente, de los sectores populares, para promover la participación.
HUMOR Y JUEGO
–¿El enemigo es la inhibición?
–El enemigo es el aburrimiento. Debe haber más humor y juego. Yo creo que en general en Asunción tenemos fuertemente una marca hiperhumorística. Somos muy bromistas, pero creo que es un humor muy angustiado muchas veces. Porque es un humor primero compulsivo, hay que reírse. Alguien dice algo angustiante y se hace un chiste para silenciar. Entonces yo suelo decirle a la gente en las instituciones que abran las ventanas humorísticas, que de por sí son espacios donde hay demasiados chistes, todo el tiempo chistes. Se hizo un chiste y paramos a pensar por qué ese chiste. Porque si no se tapa mucho con el humor. Yo creo que también es una especie de compensación que tenemos por nuestra falta de derechos.
–Un humor que tapa un dolor no es tan humor, ¿no?
–Es un humor angustiado. Yo creo que es legítimo. Por eso hacemos chistes, por ejemplo, en los velorios ante la muerte. Chistes de la derrota de fútbol, el humor con víctima, todo el tiempo el humor cruel. A veces nos cuesta. Parece que el chiste tiene que ser cruel; si no, no es gracioso. De alguna manera el humor es un bálsamo para una situación.
–¿Qué nos dejó en la cabeza el covid?
–Un momento impensable. Se pensaba que ya se tenía la cura de todos los males. Nos paralizó dos años. Lo voy a pensar en clave Asunción. A mí me interesa mucho situarme en Paraguay, pero en el fondo estoy pensando en Asunción. Por un lado puso en valor la importancia del otro. O sea, si el otro se cuida, yo estoy cuidado. En nuestra idea de libertad tu libertad termina donde comienza la mía. Es como una libertad competitiva. Y entonces se marcó otra idea de libertad. Yo no soy libre si vos no sos libre. Si vos no estás cuidado, yo estoy en riesgo también. Puso de resalto la importancia de la solidaridad. Que le hayamos dado pelota es otra cosa, pero lo puso. Igual nos costó mucho. Que los paraguayos que estaban afuera que se queden encerrados en los refugios. Nos asustó muchísimo porque no estábamos tan entrenados para lo solidario colectivo. Puso en valor también lo que las mujeres lograron como logran todo casi todo el tiempo, gestionar la urgencia. Y cuando se decía “epyta nde rógape” se decía que como persona jornalera no importás. Y algunos grupos sociales fueron particularmente lastimados, la infancia fue lastimada, la ancianidad fue lastimada, porque son personas que ya viven luego muy encerradas. Lo que ya tenía deuda de cuidado se agudizó más. Y después emergieron algunas cosas para mí interesantes como, por ejemplo, este grupo Cambachivache, que puso en valor el intercambio, el trueque, en lugar del intercambio monetario. O sea, otra forma de economía. Y también se inventaron otras formas de cuidado que tienen mucho que ver con la salud mental comunitaria.
–¿Cómo estamos con nuestros viejos?, ¿cómo los está tratando la sociedad?
–Creo que primero no tenemos políticas públicas para la tercera o cuarta edad. O sea, ser anciano y caminar en Asunción es súper complicado. No hay rampas, no hay veredas. Hay enormes escaleras. También hay como una cosa muy terrible, que es como el endiosamiento de los cuerpos juveniles. Entonces hay como toda una estética antianciana. Es como el chiste que yo le hice a tu compañero cuando me dijeron “señor”. Es como que todos estamos asustados de envejecer. Creo que es un sector claramente desprotegido.