Amelia Dejesús Leith Valleau de Fernández cumple 80 años en julio de este año. Vestida con un saco blanco, una falda y un elegante pañuelo, recibió a un equipo de La Nación-Nación Media con una enorme sonrisa en la vereda de su casa. Su calidez era un aspecto innegable de su personalidad. En el marco del Día del Maestro contó sus vivencias en la educación, su paso por la prensa y su historia como secretaria de la Constituyente.

Su trayectoria como docente se inició cuando se recibió de maestra normal en 1959 con 17 años y de profesora normal en 1962, a los 20 años. Es profesora de matemáticas, guaraní, castellano; se jubiló en 1981 a los 40 años, para luego enseñar en instituciones privadas.

Un amor que nació a los 12

“Yo comencé antes de recibirme, muy jovencita. La verdad que desde los 12 años yo empecé a enseñar a los chicos del barrio. Ya tenía esa vocación de docente. Como era buena alumna, yo les enseñaba a las criaturas más pequeñas. A los 16 años me pidieron reemplazar en la Escuela de Bolivia, que estaba sobre la calle Yegros; ya no está más esa escuela, reemplacé siendo todavía estudiante de profesora normal”, indicó.

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La docente de casi 80 años sigue enseñando en su casa a sus nietos. Foto: Eduardo Velázquez.

Con aquella experiencia en aula, la directora de la institución pidió a la supervisora pedagógica para que Amelia se quede como docente del centro educativo. Su primer sueldo fue de 43.000 guaraníes. Luego estuvo en distintas instituciones, como la escuela Dr. Roberto Luis Petit, Santa María de Nazareno, Fernando de la Mora, Nazareth y se jubiló en el centro educativo Luciano Cestac.

“Yo empecé con el preparatorio en la secundaria, cuando tenía 11 años al terminar la primaria. Eran cuatro años, después tres años más de profesorado normal. O sea yo soy maestra normal y profesora normal, que yo creo que ahora se tendría que volver a eso, porque ahora se reciben de bachilleres y en dos años ya son maestros, es poco; un buen maestro necesita mucho más”, manifestó.

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Amelia Leith recordó su preparación como docente, cuando estudió a todos los pedagogos, filósofos, tuvo los mejores profesores en matemáticas, latín, inglés, francés, entre otros, e indicó que la malla curricular era bastante extensa. Así también, expresó que ser maestra normal para aquella época era lo que sería ser una licenciatura hoy en día.

“Los alumnos de antes eran muy disciplinados, muy respetuosos por sobre todo. El maestro era realmente una autoridad. Con cariño enseñábamos porque teníamos vocación de docentes; realmente nos gustaba. Entonces, en mi caso, yo quería mucho a los alumnos, les enseñaba con mucho cariño y me consideraban su segunda mamá. Me querían mucho mis alumnos, hasta ahora me recuerdan, me escriben en el WhatsApp, son médicos, doctores, militares, ingenieros”, apuntó.

Luego de cumplir 40 años, Amelia se jubiló como profesora de primaria, pero empezó a enseñar contratada como docente de secundaria en el colegio Presidente Franco; se desempeñó como profesora Guía, profesora de Ciencias Naturales, de refuerzo, entre otras disciplinas.

En medios de comunicación

En 1985 empezó su carrera en un medio de comunicación; se empleó como editora del diario Hoy bajo la dirección de Humberto Domínguez Dibb. Según recuerda, la secretaria del jefe quería darle el puesto de ventas, pero ella pidió el puesto de correctora. La misma indicó que su paso por la prensa fue por falta de trabajo, en la época de los ‘80 quedó desempleada por un año y su sueldo de jubilada no abastecía, su marido la abandonó y ella debía hacerse cargo de su familia.

Amelia Dejesús Leith Valleau de Fernández en momentos de la entrevista se encontraba emocionada con ganas de llorar contando sus anécdotas. Foto: Eduardo Velázquez.

”El señor Humberto Domínguez Dibb era muy amigo de la familia, fue el comprometido de una prima mía, pero lastimosamente después rompieron. Nos conocíamos, él tomaba mate con mi mamá. Llegué al diario como amiga de él, ni bien supo que yo estaba ahí, me recibió y me dijo: tu sueldo corre desde el primero de setiembre”, recordó la docente para LN/NM.

“Tengo tan buenos recuerdos de los Domínguez, de todos. Reinaldo, Osvaldo, y con el último que trabaje que fue Alejandro Domínguez, quien se portó conmigo maravillosamente bien cuando yo tuve mi última operación. Me enfermé en el diario y me llevaron de urgencias y me operé del intestino, estuve 6 meses de reposo. Los 6 meses él me pagó adelantado mi sueldo, sin descontarme ni un solo guaraní”, relató.

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Además, Amelia recordó que daba clases particulares para los hijos de Alejandro Domínguez. Él mismo la buscaba del diario o mandaba a su chofer para trasladarla a su domicilio. Así también, indicó que él le tenía mucha confianza y dejaba su casa a su cargo. La docente reveló: “Me decía: Amelia, ahora yo salgo con mi señora, vos te quedás como la dueña de la casa”.

Su llegada a La Nación

Su paso como correctora en el diario Hoy fue durante 9 años, aproximadamente. Recordó que para ser parte del diario La Nación al principio únicamente reemplazaba a un editor, pero luego fue contratada, porque el antiguo corrector ya no pudo seguir con el trabajo.

“Tengo muy buenos recuerdos de ambos diarios, de los compañeros, de los dueños, de los medios de comunicación y de los jefes que tuve, muy buenos. Aprendí la profesión de correctora, saber el idioma no es lo mismo; eso no da para que uno sea correctora, el oficio de corrección tiene sus mañas, es algo que se aprende, me costó un poco, pero aprendí bien”, señaló.

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Estuvo como correctora en el diario La Nación hasta después de haber cumplido 70 años. Ella maneja las tecnologías. Sabe usar la computadora desde la década de 1990, usa teléfono celular y las aplicaciones de mensajería como WhatsApp. Como manifestó, es osada y no tiene miedo de intentar nuevas experiencias, pero así también aseguró que al principio le dificultó.

“Yo fui secretaria de actas y correctora en la Convención Nacional Constituyente. Puedo tener el orgullo de decir que Eusebio Ramón Ayala, Bernardino Cano Radil y Carlos Villagra Marsal, quien era el presidente de la comisión redactora, no pasaban un solo proyecto de ley sin que pase por mis manos. Tengo fotografías donde yo estoy trabajando al lado de Eusebio Ramón Ayala y Cano Radil”, indicó la docente.

Una anécdota con Villagra Marsal

Recordó que en una ocasión, en la secretaría de la Constituyente, ella hacía las correcciones y un chico escribía en la computadora. Carlos Villagra Marsal pidió al joven que borre todas las tildes de la palabra “prohíbe” de los textos, por lo que Amelia consultó el porqué de esa decisión. El doctor aseveró que prohíbe se escribe sin acento. Ella intentó educarlo, explicándole la regla del motivo del acento, pero la postura del presidente no cambió.

Al día siguiente, en la plenaria frente a un grupo de más de 200 de personas, el doctor preguntó dónde estaba la correctora para comentarle en público: “Señora, la felicito, pero le voy a decir una cosa, cuando usted está segura de algo, muy segura de algo, ni aunque venga el presidente de los Estados Unidos, ni el mismo señor Jesucristo, usted tiene que imponer de lo que usted está segura y lo que usted sabe”, recordó.

La educación actual

Con respecto a la educación actual y la formación docente, dijo que existen falencias, tanto en infraestructuras edilicias, ambientes adecuados de instrucción y la capacitación a los maestros. También dijo que se deben adecuar los programas al nivel del país y las necesidades de la comunidad educativa.

Con su rostro enrojecido y con lágrimas en los ojos aseguró que “enseñar es una cosa maravillosa, tenerle a los chicos es como tener muchísimos hijos, es hermoso. La primera escuela es el hogar, los padres son los primeros maestros. Si los padres no hacen una buena formación donde haya respeto, responsabilidad, compromiso, si no le enseñan eso a sus hijos, entonces no puede haber tampoco buenos maestros”, finalizó la distinguida educadora.



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