Vestida con traje típico de encaje y ñanduti, la infaltable trenza y un ramo de rosas rojas en sus manos, acompañados de una sonrisa que reflejaba en su rostro su inmensa felicidad, así caminaba Fabiola Núñez tomada de la mano de su novio, rumbo a la basílica de Caacupé.

Llegando en inmediaciones del Kurusu Peregrino un grupo de periodistas interrumpió su trayecto, atraídos por la peculiaridad de su vestimenta que sin lugar a dudas gritaba que había una gran historia guardada en ella. Fue allí que Fabiola develó “el gran misterio”, al menos para las personas que la observaban expectantes en ese momento.

Ella se acaba de recibir de profesora de danza luego de doce años de estudio, y por supuesto, gran parte de sus logros se lo debe a la Virgencita de Caacupé, que según sus propias expresiones siempre la tomó de la mano para acompañarla en todo este proceso para finalmente convertirse en una profesional de la danza.

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Foto: Pánfilo Leguizamón.

“Vengo caminando desde el centro de Ypacaraí para cumplir mi promesa, por haberme ayudado a terminar mi carrera. Esto para mí representa mucho, porque desde pequeña quise ser profesora de danza y hoy estoy cumpliendo mi deseo”, manifestó Fabiola en conversación con La Nación.

Dijo además que no fue nada fácil todo este proceso para llegar al anhelado título. Sus padres debieron sacrificarse bastante, porque como toda carrera representa una inmensa inversión, sin embargo cuando la recompensa en grande todo sacrificio vale la pena.

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Foto: Pánfilo Leguizamón.

“Todo esto implicó un gran sacrificio. Mi mamá muchas veces no podía pero de igual manera me acompañaba en todo, lo mismo mi papá. Gracias al esfuerzo de ambos, que trabajaron muy duro para que yo pueda tener todo en la danza”, dijo.

Comentó que a partir de ahora lo que anhela es conseguir un buen trabajo, hacer lo que le gusta que es bailar y enseñar. Fabiola tiene una nueva promesa con la Virgen de Caacupé que la guarda para ella sola, ante esa promesa se comprometió a llegar a la basílica año tras año hasta que Dios y su santa madre lo permitan

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