Con el objetivo de difundir el valor cultural y el atractivo de la artesanía paraguaya a la sociedad japonesa, así como apoyar el mejoramiento de la calidad de vida de las artesanas en Paraguay desde Japón, crean la Asociación del Ñandutí de Japón. La misma tiene sede en la ciudad de Tokio, inscrita oficialmente en el registro nacional japonés desde el pasado 26 de marzo del 2021.
La Embajada de Japón informó que la Asociación está compuesta por Mie Elena Kanazawa de Iwatani, quien es presidenta y socia fundadora. Ella también fundó la Primera Academia de Ñandutí del Japón. La Junta Directiva de la Asociación cuenta con ocho directoras, todas ellas de nacionalidad japonesa, quienes en su mayoría fueron alumnas de la señora de Iwatani y hoy enseñan esta artesanía paraguaya tan apreciada en Japón.
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La organización también busca realizar intercambios con las artesanas paraguayas, organizando diversas actividades que reditúen en beneficios económicos y de contribución social a través de ñandutí. Igualmente, busca garantizar estándares de calidad a fin de proteger esta artesanía como un valor cultural paraguayo a través de certificaciones en coordinación con el Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA).
La nucleación japonesa desarrollará también proyectos, a fin de alcanzar sus objetivos. Los mismos tienen que ver con la recopilación y difusión de información sobre ñandutí. Igualmente, organizarán seminarios, conferencias, aulas e intercambios culturales en relación a este tejido. También harán una revisión de la certificación de diseño y calidad.
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Entre los objetivos de la Asociación del Ñandutí en Japón está también el de promocionar a Paraguay como destino turístico, a través de presentaciones del ñandutí. Es importante mencionar que la Embajada del Paraguay en Japón participará como miembro honorario de esta nueva Asociación, ya que es deseo de esta representación diplomática trabajar conjuntamente en la promoción de la cultura paraguaya a través del ñandutí.
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Trump decidió imponer aranceles adicionales de 25 % a Japón y Corea
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, envió este lunes las primeras cartas anunciando nuevos aranceles a los países con los que no avanzan en acuerdos comerciales, entre ellos sus socios Japón y Corea del Sur, a los que impondrá tasas adicionales del 25 %.
El republicano dijo en su red Social Truth que envió misivas a 14 países, entre ellos Sudáfrica, Malasia, Birmania, Laos, Kazajstán, Tailandia y Túnez, además de Japón y Corea del Sur, en las que advierte de la imposición de impuestos aduaneros de entre el 25 % y el 40 % si no alcanzan un pacto con Washington.
La Casa Blanca no ha informado de los otros cinco países destinatarios de las cartas.
Trump señaló que toma esta medida porque las relaciones comerciales con Japón y Corea están, “desafortunadamente, lejos de ser recíprocas”, aunque se mostró abierto a reconsiderar estos aranceles si los países afectados cambian sus políticas fiscales con los productos estadounidenses.
El primer ministro de Japón, Shigeru Ishib, había dicho el domingo que no “cedería fácilmente” en las conversaciones comerciales con Washington.
Los aranceles establecidos en las últimas cartas del presidente entrarán en vigor el 1 de agosto y la Casa Blanca advirtió de más subidas si los países afectados toman represalias contra los productos estadounidenses.
Trump escribió el lunes una orden para retrasar del 9 de julio al 1 de agosto la fecha límite para alcanzar un acuerdo con cada país para evitar la entrada en vigor de tasas más altas.
El republicano anunció el 2 de abril una batería de aranceles que bautizó como recíprocos. Poco después, el presidente reculó ante el terremoto causado en la economía: retrasó su entrada en vigor al 9 de julio e impuso un gravamen universal del 10 %, mucho menor a los llamados recíprocos.
Aunque el gobierno de Trump había manifestado su esperanza de cerrar decenas de acuerdos antes de julio -en un momento dado presumió de “90 acuerdos en 90 días”-, hasta ahora los resultados han sido limitados.
Washington solo ha revelado pactos con Reino Unido y Vietnam, mientras que Estados Unidos y China acordaron reducir temporalmente los aranceles sobre los productos de la otra parte, que en plena escalada comercial llegaron a alcanzar los tres dígitos.
La Bolsa de Nueva York cerró a la baja tras los anuncios de este lunes, aunque no se desplomó.
Los aranceles parecen ahora “más tangibles” para el mercado, pero “todavía hay oportunidades para negociar (...) y mientras existen, los inversores no van a reaccionar de forma radical”, señaló a la AFP Steve Sosnick, analista de Interactive Brokers.
Fuente: AFP
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El ñandutí: una tradición que lleva el pan a los hogares
- Jimmi Peralta
- Fotos: Matías Amarilla
El ñandutí, tejido tradicional del Paraguay, presenta en sí misma una sutil metáfora de su naturaleza dentro de la ciudad que sin dudas es su hogar, Itauguá. Situado a 30 kilómetros de Asunción, el distrito es conocido como el centro de producción de vestidos, cuadros, blusas y manteles confeccionados a base de este tejido artesanal, que representa al suelo guaraní en todo el mundo en diversas instancias y certámenes. Las artesanas redoblan la apuesta y ahora van por el Récord Guinness.
El ñandutí es realizado generalmente de manera individual por manos de mujeres. En su desarrollo, tejen más allá del bastidor una trama de producción en comunidad que traza formas, líneas rectas y curvas interconectadas en la diversidad de colores y direcciones.
Como artesanía, el ñandutí se aprende en la casa, con la magia de la formación no sistemática, que da vuelo y vida a su esencia. Al mismo tiempo, pone el sentido de la transmisión de conocimiento de madres a hijas y de hijas a madres, entretanto se cimenta parte del sustento familiar. Este tejido primero pone pie en la función más elemental: llevar el plato de comida a los hogares de los itaugüeños para después barnizar el vínculo colectivo de una ciudad que cuenta con varios centenares de tejedores y tejedoras.
“Mi abuela no sé si tejía, pero yo aprendí de mi mamá, de muy chiquita, y ni bien cuando yo empecé a hacer los bordados, me daba la plata mi mamá. ‘Este es tu trabajo. Te va a servir para comprar otra vez tus materiales’, me solía decir mi mamá. Y así nunca dejé de hacer. Este trabajo también ayudó para criar a mis tres hijas”, comenta Antonia Morínigo, tejedora itaugüeña que esta semana se sumó a la Red Tejiendo Cultura, una plataforma que nuclea a más de 500 artesanas del ñandutí del Paraguay y de países como Australia, Puerto Rico, Chile, Reino Unido, España y Argentina.
Más de 150 de estas artesanas son de Itauguá, algunas jóvenes y otras de más de 90 años. Ahora forman parte de este proyecto que busca sumar el trabajo individual para armar el tejido de ñandutí más grande el mundo, que será de 120 metros de largo por 5 metros de ancho, buscando el récord mundial.
TEMPRANA INICIACIÓN
Como la mayoría de las tejedoras, Antonia empezó de niña. Ahora es abuela y ya no puede producir en bastidores grandes como antes. Ella tiene a su cargo las labores del hogar y todos los días, después del almuerzo, se sienta en su dormitorio a dibujar con el hilo y la aguja sobre su tela. “Este bastidor armado yo termino en un día, porque yo soy ama de casa, tengo que cocinar todo, yo soy la mamá de la casa. A la tarde, puede comer la comida, me suelo sentar acá en mi pieza y hago mi ñandutí, a la noche ya quiero descansar”, comenta. El proceso de producción arranca con el dibujo sobre el papel “y regla”, recuerdan las tejedoras. Luego se estira la tela en el bastidor, se dibuja en la tela y se comienza a tejer. Terminado el trabajo, se separa el tejido de la tela, se lo lava y finalmente se le pone el almidón para que se endurezca.
“Hay gente que tuvo que migrar a otros países, pero se llevaron parte de sus culturas y otras que se dedicaron a enseñar y así esparcir por todo el mundo. La ciudad de Itauguá es conocida como la capital del ñandutí y cuna de la misma. En cada compañía de Itauguá te encontrarás con un o una artesana elaborando su trabajo porque la técnica fue otorgada de generación a generación y se ha vuelto una tradición para las familias. Es por ello que hay más cantidad de artesanos en la localidad de Itauguá”, comenta Guillermo Acosta, coordinador de la Red, itaugüeño y profesor de ñandutí, quien en su propio perfil vital narra la historia del tejido y las familias de su ciudad.
“Todo se inició desde la tristeza de mi querida Maximina Quiñónez. En una tarde se puso triste y observaba su ñandutí y me dice ‘qué pena que ninguna de mis hijas va a legar esto que yo hago, ninguna de ellas dos sabe hacer’. Sentí tanta pena al oírla decir eso que entonces le pregunté cuál era el dechado más difícil y complicado de hacer. A lo que ella me respondió el arasape y la filigrana, que coincidentemente estaba haciendo. Entonces me fijo en sus idas y vueltas que realizaba sin decirle nada en absoluto. Como ella trabajaba cama adentro y venía a casa los fines de semana, la sorprendí con un trabajo que estaba realizando sin decirle nada. Era una imagen de san Blas, pero en ñandutí. Me pregunta quién hizo y le digo que yo.
Me mira y dice que no me cree. Para que me pudiera creer, me siento y le muestro que sí lo podía hacer y desde entonces le tomé como hobby”, narra Acosta sobre cómo en el ñandutí se reafirma el tejido social y el empoderamiento económico de las mujeres de una ciudad.
TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL
Juliana Centurión (88) y Esmérita Antonia Centurión (91) son dos hermanas tejedoras que viven junto a la hija de la segunda en una humilde casa en el centro de Itauguá, donde las tres comparten además el amor al ñandutí y su creación.
Las hermanas aprendieron el oficio desde pequeñas. Su madre transmitía el conocimiento a su descendencia femenina, “porque los varones buscaban otras formas de aportar, como trabajando en la carpintería y otras cosas”.
“Cuando teníamos entre 7 u 8 años nosotros mirábamos a escondidas cómo trabajaba nuestra mamá y hacíamos que practicábamos en papel. No podías hacerlo bien porque ella no quería que nosotras trabajemos. Pero cuando se dio cuenta de que ya lo hacíamos, finalmente decidió mostrarnos cómo hacerlo bien”, comenta Esmérita.
“Cuando me siento puedo producir rápido, pero ahora ya no puedo sentarme por mucho tiempo, ya estoy grande”, explica Juliana.
“Antes valía más nuestro trabajo, se pagaba mejor por el ñandutí. Nosotras ya no salimos a vender ahora, no nos vamos a ninguna parte. Vienen a hacernos el pedido y hacemos. Antes salíamos, ahora tenemos una patrona. Antes producíamos muchísimo más”, explica Esmérita.
El oficio que le legó su madre le sirvió para sostenerse durante una larga vida y para la crianza de su hija, que también teje. Las hermanas se sumaron esta semana al proyecto que busca batir el récord mundial con un tejido de producción colectiva.
ENSAMBLE
Actualmente la producción de las tejedoras se realiza de diversas maneras, pero la preferida es la realización individual de piezas que después son acopiadas e integradas a vestidos, manteles y otras piezas.
Los precios pueden variar y los productos se realizan en algunos casos bajo pedido y en otros es un proceso a la espera de clientes. Las pequeñas piezas se suman entre sí y de esta manera diversas tejedoras pueden finalmente articular sus trabajos en un producto final, que provee a sus hogares de sustento y de prendas a las principales tiendas especializadas de la ciudad o, como varias de ellas dicen, “a mi patrona”.
Entre tanto, para el proyecto del tejido más grande del mundo se les proveerá a todas las artesanas de insumos (bastidores, lienzos, hilos, agujas) y ellas decidirán cuántos módulos realizarán de acuerdo a sus capacidades y habilidades. Las piezas serán posteriormente certificadas para el ensamble. Como es dable esperar, la producción del tejido significará un ingreso económico.
Se estima que se juntarán unas 2.200 piezas a través de la red. Esta será de los diez dechados (dibujos) seleccionados para la ocasión: jazmín poty, mbokaja poty, buey pypore, machete punta, arasape, arapaho un lado, estrella de cuatro puntas con kurusu’i, takuru con karê’i doble, margarita y pensamiento. A los costados la pieza contará con randas con cadenilla doble y en las esquinas estrellas de cuatro puntas con filete. La puesta en valor del ñandutí a través de este proyecto genera un aporte inmediato mediante la generación de pedidos para las tejedoras. A mediano plazo centralizará una red de trabajadoras, lo que podría facilitar a futuro la producción, la adquisición de insumos y la comercialización. A largo plazo se busca la valoración cultural y pecuniaria a nivel nacional e internacional de este tejido que data del XVI, y que surgió en estas tierras de la unión de una técnica europea y la creatividad de la mujer paraguaya.
“CADA VEZ QUE TE TENGO PEDIDO VENDO TODO MI ÑANDUTÍ”
Porfiria González (61), de Itauguá Guasu Costa Dulce, teje desde los 13 años. Ella valora la iniciativa del proyecto y celebra que significará más trabajo para ella.
“Aprendí a hacer ñandutí viendo a mi tía y mi prima. Al darle el primer trabajo que hice, mi tía ya lo llevó, vendió y me trajo ya directamente materiales para hacer más”, comenta Porfiria, quien trabaja mechando su artesanía con las labores domésticas con la ayuda de su hija.
“Yo me levanto a la mañanita y en medio de mi mate hago mi ñandutí. Después me levanto a hacer para el almuerzo, hago todo eso y ya me siento otra vez a trabajar. Si no hay pedido, igual nomás hago yo. En algún momento va a venir el pedido. Cada vez que tengo pedido vendo todo mi ñandutí; si no hago mi ñandutí, hago chipa”, comenta.
Relata que para ella la parte más difícil es el dibujo. “Eso se hace primero, el dibujo, con la regla se hace, se hace bien eso en el papel, después tenés que estirar con el bastidor la tela y dibujar. Ahí se trabaja”, narra sobre el proceso de producción.
“DESDE MUY CHIQUITA ME PAGABAN POR MI TRABAJO”
Felipa López (63) desde los 7 años se sumó a su mamá, su abuela y sus hermanas, todas de la ciudad del ñandutí, en el oficio de tejedora.
“Hago diferentes dibujos, con hilo fino y con hilo grueso, de ambas formas. Eso también me enseñó mi mamá. A ella le enseñó mi abuela. Desde muy chiquita me pagaban por mi trabajo. La plata me servía para mi escuela, para mis útiles. Tengo siete hijos, ahora conmigo ya solo vive uno. A tejer le enseñé solo a dos hijas mías”, comenta Felipa, quien desde sus manos y el arte dio de comer a su familia junto con su marido, quien es constructor.
“JAGANA´I, PERO JAGANA, UPÉA LA HE´ISÉVA”
Filemona Figueredo (68) arrancó como tejedora a los 12 años con su madre y sus seis hermanas. Ella también se sienta con su bastidor entre las actividades de cuidado y de la labor doméstica en su hogar itaugüeño.
“Recuerdo que cuando era chiquita cada 15 días nos tocaba a cada una ir a vender. De esa plata comprábamos para nuestra ropa para farrear”, comenta entre risas.
“Nunca trabajamos para otra persona”, refiere acentuando que nunca tuvo un trabajo en situación de dependencia.
“Siempre jagana’i, pero jagana, upéa la he’iséva. Igusto remba’apo, revende ha rejúma nde platamíre” (siempre ganamos poco, pero ganamos, eso es lo que importa. Da gusto trabajar, vender y venir con tu platita), explica Filemona, quien es madre de tres hijos.
SOBRE EL PROYECTO
Tejiendo Cultura – El Ñandutí Más Extenso del Mundo es una iniciativa impulsada por Innovaciones Comerciales y la Asociación de Ñandutí en Japón, con el acompañamiento de la Municipalidad de Itauguá y la alianza estratégica de la EBA.
Su objetivo no solo es confeccionar de forma colaborativa la pieza de ñandutí más grande del mundo, sino también visibilizar el trabajo artesanal, fortalecer el turismo cultural y abrir nuevas oportunidades económicas para las tejedoras del país a través del arte textil.
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Este finde, abrígate con artesanía
Una oportunidad perfecta para apoyar el talento nacional y llevarse piezas con historia, ideales para regalar o disfrutar.
Este sábado 05 y domingo 06 de julio, el Centro Cultural del Puerto se convertirá en el punto de encuentro ideal para quienes buscan abrigo con identidad propia. Se trata de la feria de Invierno “Artesanías que abrigan” en el Centro Cultural del Puerto.
Artesanas de diferentes puntos del país se reúnen este fin de semana para celebrar el talento y el abrigo hecho a mano, en una nueva edición de la Feria de Invierno, con propuestas únicas para esta temporada.
El evento invita a disfrutar de una experiencia que combina arte, tradición y diseño. Se podrá encontrar tejidos, cueros, lanas, cerámica, indumentaria, objetos decorativos y mucho más, todo creado de manera artesanal, pero con el valor agregado del trabajo hecho a mano.
La feria reunirá a artesanos de las ciudades de San Miguel, Santiago, Carapeguá, Caacupé, Itacurubí de la Cordillera, Atyrá, Capiatá, Areguá, Tobatí e Itá.
Además de la variada oferta de productos, la feria contará con un espacio gastronómico para compartir sabores invernales y actividades para toda la familia.
Habrá talleres para los más pequeños, con enfoque en la cultura y artesanía, así como demostraciones de las técnicas de artesanía, que sumarán como atractivos en esta gran fiesta de invierno.
De esta manera, la actividad se convierte en una oportunidad perfecta para apoyar el talento nacional, a más de llevarse piezas con historia, ideales para regalar o disfrutar. No te pierdas la cita con el talento en artesanía local, este sábado y domingo de 09:00 a 20:00, en el Centro Cultural del Puerto, con acceso libre y gratuito.
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Casi 1.000 terremotos en dos semanas ponen en alerta a japoneses, que temen posible gran catástrofe
Estar ubicado en el Cinturón de Fuego del Pacífico hace de Japón una zona que con frecuencia experimente actividad sísmica y eventos volcánicos.
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Sin embargo, desde hace dos semanas los terremotos son diarios y suman más de 911 los que sacudieron las islas Tokara , casi tres veces más de los registrados en eventos similares anteriores. Esta situación hace que tanto la población como las autoridades teman que algo grande está por ocurrir.
“Aún no sabemos por qué está sucediendo ni qué pasará en el futuro”, comentó Isamu Sakamoto, jefe de la comunidad local de la isla Akuseki, según informa RT.
El medio también indica que “de acuerdo con la Agencia Meteorológica de Japón (AMJ), los temblores se han producido desde el pasado 21 de junio. Comenzaron con sismos débiles de grado uno —según la escala sísmica nacional—, que apenas se sintieron en la superficie, y al cabo de unas horas se intensificaron y fueron percibidos por los residentes".
Los temblores son constantes, de día o de noche, y de los más de 900 registrados el de mayor intensidad fue el del miércoles que alcanzó una magnitud de 5,5; otros tres fueron de intensidad 5; otros 18 tuvieron grado 4 y los demás fueron de 3, 2 y 1.
Más grave de lo esperado
“No esperaba que fuera tan grave. El temblor no es horizontal, sino vertical. Primero se oye un fuerte golpe seco y luego el suelo empieza a tambalearse. Es muy impactante”, declaró Sakamoto, de la isla Akuseki, cuya población es de 668 personas.
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Para finalizar, el medio digital expresa que el Gobierno de Japón se prepara para un eventual megaterremoto que podría golpear la fosa de Nankai, una de las zonas más sísmicamente activas del país, y ha actualizado su plan de prevención en un intento por reducir en un 80 % la cantidad de posibles víctimas mortales, de ocurrir un desastre.