“Relaciones personas-trabajo: tendencias regionales” será el tema abordado en el marco del VIII Congreso Latinoamericano de Psicología, que se desarrollará del 3 al 5 de junio del 2021 en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional del Este (UNE) y que es organizado por la Sociedad Paraguaya de Psicología y la Unión Latinoamericana de Entidades de la Psicología (Ulapsi), núcleo que reúne a más de 60 entidades dedicadas a la psicología.
¿Cómo está cambiando el mundo del trabajo?, ¿qué impacto ha tenido la pandemia por COVID-19 sobre el empleo?, ¿qué capacidades o competencias son requeridas para cuidar la empleabilidad?, ¿cómo se relaciona el trabajo productivo con el trabajo reproductivo?; ciclos laborales: carrera inicial, carrera intermedia, carrera prejubilatoria y jubilación. Estos temas, entre otros más, serán analizados en el eje temático “Relaciones personas-trabajo: tendencias regionales”.
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“Invitamos a participar de nuestro octavo congreso de Ulapsi que se realizará del 3 al 5 de junio en Ciudad del Este, Paraguay, e incluso en la modalidad virtual. Vengan a conocer, a construir una psicología a partir de las demandas y potencialidades de América Latina. Venga a construir con nosotros una psicología latinoamericana”, fueron las palabras de invitación de Inea Arioli, secretaria general de Ulapsi.
Los profesionales interesados en ser parte del VIII Congreso Latinoamericano de Psicología-Ulapsi Paraguay 2021 y presentar sus investigaciones relacionadas a estos temas. Para más información, se puede ingresar al: http://ulapsi.org/web/congreso-inscripcion, o comunicarse al (021) 202-271 o al 0981 714-229, también puede consultar a través del correo: congresoulapsi2021@gmail.com.
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Museo Jesuita de Santa María permanecerá abierto hasta el Domingo de Pascua
En Santa María, Misiones, a unos 233 kilómetros de Asunción, se encuentra el Museo Diocesano de Arte Jesuítico, que preserva imágenes talladas en madera por indígenas instruidos por los jesuitas. En estos días santos, el sitio ya ha recibido a cientos de personas y abrirá con normalidad hasta el domingo a la espera de visitantes. Cada pieza que se encuentra en el lugar es única y digna de ser admirada.
Al ingresar por la puerta principal, uno se traslada a la época de los jesuitas; el olor a madera impregna el sitio, y las anchas paredes hacen que la frescura permanezca en el interior. En el lugar, uno es recibido por Irma Ramírez, quien brinda instrucciones para el ingreso, y luego son guiados por Lelis Martínez, historiadora, que va explicando cada pieza a los visitantes.
Una de las piezas más importantes del museo es el Cristo crucificado, que se encuentra junto a las tres Marías y San Juan. En este lugar se albergan casi 60 piezas, todas talladas en madera por manos indígenas. Además, se preservan algunos pedazos, muebles y atributos, llegando a 70 piezas en total.
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“Este año recibimos menor cantidad de personas; por ejemplo, el año pasado recibimos a grupos de entre 30 a 40 personas y este año se redujo entre 10 a 15. Tenemos disponible a tres guías que acompañan a los grupos. Creemos que la población ya no está interesada en visitar los museos como antes”, detalló Ramírez, en entrevista con La Nación/Nación Media.
Por su parte, Lelis explicó que todo el espacio data de mediados del siglo XVII y las esculturas son íntegramente de indígenas guaraníes. “Desde hoy comenzaron a venir personas, y la verdad es que no hay mucha participación comparando con años anteriores; es un número muy disminuido. La parte religiosa se va dejando de lado y se inclinan más por lo turístico”, puntualizó.
Entre las obras destacan la del fundador de la compañía, San Ignacio de Loyola; María Magdalena; San Sebastián; la Virgen de los Dolores; San Estanislao de Kostka; San Luis Gonzaga y San Pedro. Cada pieza tallada contiene, al pie, la descripción de la historia del santo. Para ingresar al museo se debe abonar G. 20.000.
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“No tengo una voz en mi cabeza”: un trastorno llamado anendofasia
- París, Francia. AFP.
¿Se puede vivir sin esa voz interior que nos ayuda a organizar las ideas? Algunas personas sufren anendofasia, un trastorno recientemente identificado por la ciencia que permite entender mejor cómo pensamos. “No tengo una voz en mi cabeza”, explica Mel May, una australiana de 30 años que vive en Nueva York y que descubrió que era una excepción después de leer un artículo sobre el tema.
Esta videasta tuvo que enfrentarse a la incredulidad de sus familiares hasta que los psicólogos confirmaron su trastorno. Es una de las pocas personas cuyo pensamiento no va acompañado por un monólogo interior. El fenómeno era conocido, pero no fue hasta el año pasado que un grupo de investigadores propusieron en la revista Psychological Science darle un nombre: anendofasia.
Este trastorno arroja luz sobre cómo formulamos nuestros pensamientos, algo particularmente difícil de estudiar porque no lo puede explicar un observador externo. “La gente no se da cuenta de las características de su experiencia interior”, dice a la AFP el profesor de psicología Russell Hurlburt de la Universidad de Nevada.
Hurlburt ha realizado varios estudios sobre los procesos del pensamiento, centrándose entre otros en el caso de Mel May. Uno de los experimentos consistía en pedir a los sujetos que leyeran “La Metamorfosis” de Franz Kafka. Luego les interrumpían de manera abrupta y aleatoria y les pedían describir lo que pasaba por su cabeza. En algunos casos, explicaban no tener las palabras del texto en sus cabezas sino solo imágenes, “su propio video” de la historia, según el profesor Hurlburt.
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“No estoy vacía”
Aunque el caso de Mel May es excepcional por su total ausencia de voz interior, los investigadores subrayan que el monólogo interior no siempre está presente. Hurlburt estima que solo entre el 20 y el 25 % de las veces pensamos en forma de monólogo interior, aunque admite que serían necesarios más estudios para confirmar esa cifra.
Cuando pensamos hay otros procesos en marcha, como las imágenes visuales, las emociones o el llamado pensamiento no simbólico. El estudio de la anendofasia ha puesto en entredicho algunas certezas. La investigadora francesa Hélène Loevenbruck, una especialista del monólogo interior, admite haber cambiado de opinión.
“Hasta hace poco, pensaba que todos teníamos una voz interior”, dice a la AFP. Las investigaciones de Loevenbruck apuntan a que este tipo de monólogo mental sirve de “simulación interna” y es esencial para poder luego traducir los pensamientos en palabras.
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Sin embargo, es difícil evaluar las consecuencias concretas de la ausencia de una voz interior o de otros fenómenos, como la afantasia, la ausencia de imágenes mentales. Según Daniel Gregory, un filósofo especializado en esta cuestión de la Universidad de Barcelona, la voz interior nos hace “vulnerables a los patrones de pensamiento negativos, a los pensamientos obsesivos”.
Pero también se puede utilizar “para animarse, para enviarse mensajes positivos a uno mismo”, apunta. Mel May sabe que no tener voz interior tiene “pros y contras” y reconoce que le cuesta evocar recuerdos del pasado. Pero sí está segura de una cosa: “No estoy vacía por dentro: sé y siento cosas”.
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Poner el foco hacia uno mismo en un mundo cada vez más desconectado
La desconexión es uno de los principales problemas de la población en un mundo cada vez más interconectado gracias a las nuevas tecnologías y, para ponerle remedio, la psicóloga Isabel Serrano-Rosa aboga por poner el foco en el interior para lograr ser la mejor versión de uno mismo y alcanzar el bienestar.
Así lo pone de manifiesto, en una entrevista a Europa Press, la psicóloga sanitaria, psicoterapeuta y coach a lo largo de las 189 páginas de su libro “Yo, mí, me, conmigo” (colección Kitaeru, Grupo Anaya) centrado en la búsqueda de la conexión en un mundo que se desconecta. Palabras como ‘narcisismo’, ‘autoestima’, ‘bienestar’, ‘felicidad’ o ‘persona vitamina’ cobran un significado propio bajo la óptica de Serrano-Rosa, que no duda en desmitificarlas y analizarlas para tratar de aportar su granito de arena a la fórmula de la felicidad.
En opinión de la especialista, el mundo actual está caracterizado por una “plaga narcisista” conformada por personas que consideran que el mundo gira en torno a ellas y “necesitan de otras personas que “validen ese sentido egocéntrico”. “No hay narcisista sin una persona a su lado que sea dependiente”, advierte la psicóloga, que alerta del aumento de la “empatía cognitiva”, aquella que “entiende muy bien al otro para que le suministre lo que necesita” y que conlleva una “utilización” de las personas y una “desconexión de las emociones”.
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“La tecnología favorece la empatía cognitiva”, indica Serrano-Rosa, que también alerta de que las redes sociales aportan información sin filtro y llevan a perder el espíritu crítico. Por ello, sin querer demonizarlas, sí aboga por regularlas para hallar un equilibrio. “Hay que encontrar el equilibrio en todo esto, sobre todo, porque eso nos ayudará a tener espacios de conexión y nos conectará para poder distinguir entre todo esto la verdad y crear relaciones reales”, sostiene para destacar que en este mundo “el yo social se convierte en un yo de confusión y no de consenso”.
En este punto, introduce el término de la autoestima que contrapone con el de ‘valor de ser o identidad’. Así, sostiene que mientras la autoestima, que tanto se cita en la actualidad, depende de factores externos y es susceptible de ser manipulada, la sociedad debe avanzar hacia el “valor de ser”, hacia “la identidad”, o lo que es igual, “la propia esencia”.
“La desconexión tiene mucho que ver con el hecho de que estamos demasiado conectados hacia afuera”, asegura la especialista, para quien es necesario generar una “propiocepción o inteligencia intrapsíquica” poniendo el “foco hacia uno mismo”. Para llevarlo a la práctica propone desarrollar el autoapego seguro o trabajar en el modelo SPA (seguridad, poder y autonomía), que permite “tener una conexión contigo mismo basada en el concepto de seguridad”.
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Lo mismo sucede con la felicidad y el bienestar. Según asevera, “el bienestar tiene mucho que ver con la relación con uno mismo” mientras que “la felicidad incluye un factor externo también”. Por ello, aboga por empezar por buscar el bienestar generando un espacio de seguridad desde el que generar confianza y una sensación de autonomía.
“Las personas con autoapego seguro, que serían las ‘personas vitamina’, manejan bien la inteligencia emocional, pero también la social y la intrasíquica”, asegura Serrano-Rosa, quien aboga por ser “una ‘persona vitamina ‘empezando por uno mismo, siendo el propio apego seguro” y sin dejarse ‘exprimir’ por los narcisistas. Junto al apego seguro, la psicóloga apunta a que la alegría es una emoción innata de “conexión con uno mismo” que ayuda a crecer.
Conectar durante la jornada
En un mundo marcado por “jornadas maratonianas” en las que muchas veces se funciona “en automático” guiados por la exigencia, Serrano-Rosa apuesta por alcanzar el equilibrio con métodos como el de las tres paradas y hacer uso de la respiración para conectar con uno mismo.
Respecto a la posibilidad de reducir la jornada laboral para tener más tiempo, considera que, si se pudieran modificar las jornadas, las personas ya lo habrían hecho; por lo que mientras tanto, aboga por empezar por uno mismo y dedicar tiempos a la desconexión mediante pausas de conexión. También apuesta por evitar la tecnología antes de dormir. “Estar en foco es la esencia del bienestar. Entonces, por la noche, antes de dormir, vuelve a ponerte a foco”, defiende.
La mejor versión
El objetivo de Serrano-Rosa es lograr la versión de uno mismo, y para ello, apuesta por desaprender para posteriormente, crecer entendiendo el crecimiento como la generación de mejores relaciones y emociones más positivas.
“Concentrarnos en tener relaciones positivas, que significa relaciones equilibradas entre dar y recibir, recíprocas. Luego, también la idea de ir un poco más allá, tener una sensación de que estamos en este mundo para algo más y que hay una sensación de misión, de algo que aportar”, sostiene la psicóloga, que asegura que “la mejor versión es una versión que trasciende”.
Fuente: Europa Press.