En la medida que se acerca la festividad de la Inmaculada Concepción, más conocida como la Virgen de Caacupé, muchos fieles acuden los fines de semana hasta la Villa Serrana para cumplir su promesa y visitar a la Virgen, más aún luego de conocerse la decisión de suspender la festividad presencial.

Aunque el templo no estuvo repleto, pues para la celebración mañanera se respetó el número de fieles establecido en el protocolo, mucha gente participó de la misa que estuvo presidida por el obispo de la diócesis, Ricardo Valenzuela.

Durante su prédica, el prelado habló de la necesidad de estar preparados para lo que se viene, tomando como base una parábola bíblica que habla de la necesidad de estar vigilantes, de no dormir para estar preparados para la segunda venida del Señor. “Debemos estar con la lámpara de la caridad encendida, llena de caridad y de buenas obras”, comentó.

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Invitó a los fieles dar una mirada hacia las últimas cosas que se han hecho, especialmente en los últimos tiempos. Agregó que es de sabios meditar las cosas que vendrán y estar preparados, no olvidarse del más allá. “¿Tendremos la hora de la muerte la lámpara de la fe encendida?”, preguntó.

Indicó que no debemos ser necios ni desprevenidos y evitar las cizañas. “Pareciera que estamos jugando a la calesita de la suerte y a los dados del placer", aseguró.

Agregó que cada día se tiene que hacer el camino, prepararse, ayudar a los demás también para la llegada del Señor y así “pueda encontrarnos con la lámpara encendida”, con la fe, la caridad, con paz en el alma y con la conciencia de haber hecho bien las cosas.

Indicó que siempre debemos estar despiertos, expectantes, preparados, pues en cualquier momento podemos ser llamados. “Hay que leer la Biblia, hay que confesarse, participar de la misa. Hay que ser caritativos y amorosos. Con la posibilidad de la salvación eterna, también está en la condenación”, comentó.

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El religioso recordó que “de Dios nadie se burla, lo que el hombre siempre eso cosechará” y comentó que no se improvisa para esperar a la muerte, pues hay que prepararse, vivir para que la muerte “no nos sorprenda sin estar preparados”. En su prédica dijo que el árbol, del lado que está inclinado caerá. “Hay que alimentar con fe y con oración y con buenas obras, para escuchar la invitación de Jesús. Para eso no debemos dormirnos, estar vigilantes”, comentó.



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