El gobierno argentino protestó formalmente hoy ante las autoridades paraguayas tras el enfrentamiento armando entre militares de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) y la agrupación criminal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), ocurrido el miércoles en una estancia de la zona de Yby Yaú, departamento de Concepción, y que dejó como saldo dos menores fallecidas y un militar herido. Las autoridades del vecino país exigen el esclarecimiento del hecho.
La imposibilidad de conocer la identidad de las mujeres que perdieron la vida llevó a las autoridades nacionales a solicitar ayuda al sistema de identificación del vecino país, donde confirmaron que ambas son de nacionalidad argentina y que sus documentaciones indican que son menores de 11 años de edad.
Esto fue negado por el comandante de la FTC, el general Héctor Grau, quien indicó que la fisonomía de las menores abatidas no concuerda con la edad registrada en el sistema argentino.
Por su parte, el comunicado de prensa publicado por la Cancillería de la República Argentina en su portal web dice cuanto sigue: “El Gobierno de Paraguay ha emitido un comunicado indicando que en un enfrentamiento de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) el pasado 2 de setiembre habría constatado que fueron abatidas dos menores de edad de sexo femenino, involucrándolas en un operativo contra una organización criminal. Por su parte, en conferencia de prensa, la Fiscalía Antisecuestro paraguaya atribuye edades de adolescentes a estas. No es posible aceptar que no hayan advertido, quienes fueron testigos de los hechos acontecidos, la escasa edad de las niñas”.
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El comunicado continúa: “Al respecto, se deja constancia que las autoridades paraguayas solicitaron la cooperación argentina ante la imposibilidad de identificar a las víctimas y que, con base en información dactiloscópica recibida desde ese país, cuerpos forenses argentinos pudieron verificar que no existían antecedentes en el Sistema Automático de Huellas Dactilares argentino, pero que, al consultarse el Registro Nacional de las Personas (Renaper), fue posible determinar que las fallecidas son dos menores de nacionalidad argentina, nacidas el 29 de octubre del 2008 y el 5 de febrero del 2009, por tanto, ambas de once de años de edad”.
Agrega que: “Se mantienen contactos con las autoridades paraguayas a efectos de esclarecer las circunstancias en que se produjeron los decesos y se han iniciado los trámites consulares pertinentes. Hasta tanto se aclaren las circunstancias de estos lamentables fallecimientos, sobre la base de evidencias, se considera incorrecto hacer apreciaciones prematuras. Por tanto, rechazamos de la manera más enérgica las expresiones injustificadas del general Héctor Grau como comandante de la FTC, adjudicando a la Argentina haberse convertido en una ’guardería de soldados del Ejército del Pueblo Paraguayo’”.
Finaliza diciendo que: “El gobierno argentino ya ha protestado formalmente ante las autoridades paraguayas por esta absurda acusación y confiamos contar con la colaboración del Gobierno paraguayo para esclarecer los hechos e identificar responsabilidades”.
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Sobre la no muerte de dos barcos gloriosos
- Ricardo Rivas
- Periodista
- X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza
Quienes saben de mitología –no es mi caso– sostienen que los barcos “no mueren”. Aunque inmediatamente precisan que no morir, para las embarcaciones, aplica porque devienen en leyenda o, acaso, son parte de la historia misma.
Alguna noche tormentosa pude ver cómo un viejo barco pesquero soltó amarras desde el puerto de Mar del Plata –unos 1.662 kilómetros al sur de mi querida Asunción– para navegar en medio de la borrasca hasta encallar para siempre a unos cientos de metros del cruce de dos de las más importantes avenidas de la ciudad –Constitución y Félix Ubaldo Camet–, donde quedó para siempre.
Era el 20 de junio de 1991. Inolvidable. El “buque fantasma”, como inmediatamente la imaginación popular comenzó a llamarlo, posibilitó la circulación de innumerables historias que, con increíble frecuencia, vuelven a ser parte de las conversaciones cotidianas.
Especialmente, en los inviernos cuando ese tipo de historias resultan tan atractivas en aquellas zonas de climas inclementes que estimulan los encuentros con amigos y amigas para poner límite concreto a los malos tiempos con el calor de la amistad y algunos buenos vinos.
Algunos y algunas –exóticamente, por cierto– llaman desde aquella noche a la embarcación aludida como “el holandés errante”, que –según una muy antigua leyenda marina– da cuenta de un barco que –sin sus tripulantes– (nunca me explicaron por qué) fue condenado a navegar eternamente sin poder descansar en puerto alguno.
“EL BARCO FANTASMA”
Otros, con simpleza, lo mencionan solo y simplemente como “el barco fantasma” y aseguran que el Marcelina de Ciriza –así se llama aquel pesquero español malogrado por razones que aún hoy no son tan claras– piloteado por ánimas exhaustas zarparon cuando el vendaval arreciaba.
Navegaron unos 15 kilómetros con algunas de sus luces de navegación e internas encendidas y, luego cuando no pudieron superar el desafío de olas de más de tres metros de altura, lo dejaron ir hasta que, escorado a babor, quedó allí para siempre. “Las almas del Marcelina decidieron el lugar en el que querían descansar eternamente”.
Solo Duke, un perro callejero que descansaba en su interior cuando se inició aquel último viaje, consiguió escapar a nado hasta llegar exhausto a la playa cercana. Durante algunos años los mástiles del Marcelina de Ciriza fueron atracción para lugareños y visitantes. Ya no. Sus restos están allí –algunos de los que aquí residimos lo sabemos–, pero nada de ellos emerge ni es visible.
Sin embargo, el Marcelina de Ciriza no cayó en el olvido. En una veintena de días, se trepará nuevamente a los contenidos tanto de los medios tradicionales como de los que forman parte de los ecosistemas digitales. Misterios marinos.
¿MUEREN LOS BARCOS?
¿Cómo mueren los barcos? ¿Mueren? Quienes saben de mitología –no es mi caso– sostienen que “no mueren”. Aunque inmediatamente precisan que no morir, para las embarcaciones, aplica porque devienen en leyenda o, acaso, son parte de la historia misma.
Carlos Papageorgiou –seguramente fallecido y que descanse en paz– que en el Bajo Belgrano, mi pueblo natal en Buenos Aires, comercializaba pieles y evitaba magistralmente las aduanas, decía ser marino mercante y amigo “desde la niñez” de Aristóteles Onassis.
El nombre del archimillonario propietario de la isla de Skorpios se mencionaba con frecuencia en el barrio. Sus parientes más cercanos residían justo en un chalé ubicado en la esquina de las calles Daniel de Solier y Pablo Ricchieri, a menos de tres cuadras del estadio Más Monumental de River Plate.
El caso es que el escurridizo comerciante y contador de historias muy antiguas ya mencionado relataba incansablemente que el mítico barco Caronte era el transporte de las almas de quienes morían hasta la presencia de Hades, el dios del inframundo.
Con presuntuoso tono académico (¡hasta impostaba su voz!), don Papageorgiou, a quienes con frecuencia nos sentábamos a su mesa en el desaparecido café Timi (ahora Lidoro), nos explicaba que “los nórdicos, los vikingos, también tenían un barco –el Naglfar, que llevaba a quienes morían en el Ragnarök”.
Al parecer, siempre según aquel relato atrapante para adolescentes que queríamos dejar de serlo, eso significaba conducirlos hasta su lugar, hasta los dioses, hasta alcanzar sus destinos. Por esa razón –bastante poco razonable, como casi toda cuestión en la que se involucran algunas incomprobables creencias populares– es que el viejo Carlos enfáticamente aseguraba que “los barcos nunca mueren porque son parte de la travesía hasta la batalla final”.
Apresurado, siempre, dejaba la mesa sin pagar sus varios cafés ni despejar nuestras dudas que “quedarán aclaradas totalmente otro día cuando les contaré más en detalle”.
¿Cómo mueren los barcos? ¿Mueren? ¿Dónde mueren? Tal vez porque ese interrogante no me abandona es que, asiduamente, miro hacia el mar en busca de esa respuesta que –sin dejar de lado mi curiosidad incansable– se repite una y otra vez tanto despierto como en situación de vigilia.
PRETENSIÓN
“No fue aquel un día como el de hoy. No. Ni parecido. No. Son bien diferentes. El de hoy –presiento, aunque me duela y lastime– es de recuerdos... de repasos... de búsquedas... Como desde hace algún tiempo, en procura de respuestas y de imaginar estrategias para comprender, en poco tiempo, lo que no puedo discernir en 81 años ¡Vaya pretensión de sobreviviente...!”.
Ese fue el decir susurrante que escuché. Me sorprendió. Creí que estaba solo. Miré fijamente a ese viejo –posible amante del mar o navegante entristecido– con el deseo de descubrir sus misterios y secretos.
Parecía no verme. Sentado en el punto más extremo de la “escollera sur”, a los pies de un san Salvador (patrono de los pescadores) gigantesco, en Mar del Plata –uno de mis lugares en el mundo– con sus ojos vidriosos clavados en un horizonte siempre lejano, murmuraba y, de a ratos, buscaba entre las páginas de lo que imagino como una especie de bitácora de su vida.
Leía, la guardaba celosamente en el bolsillo interno de su parca arenosa y volvía a murmurar. Me alejé unos pocos pasos. Procuré ser respetuoso de su soledad que imaginé solo habitada por fantasmas. Volví a verlo. Porteño y tanguero, al fin, creí descubrir allí sentado, de cara al mar, al “ciego inconsolable del verso de Carriego que fuma, fuma y fuma sentado en el umbral” que magistralmente pintara y describiera en 1949 Homero (Manzi) en “El último organito”.
Los relojes marcaban las 7:48 del 19 de mayo de 2025. El sol asomaba imponente sobre el horizonte. El cielo regalaba algunas pinceladas tímidamente rosas. Algunas nubes pequeñas anuncian, sin embargo, que su reinado en el firmamento le será disputado rápidamente. Nada es para siempre. Gaviotas cocineras, australes y de Orlog nos sobrevuelan en busca de alimento. Algunas vuelan detrás de los barcos.
IMPRECISIÓN
Sé que no mucho tiempo atrás estas aguas tan frías como tranquilas en esta mañana fueron surcadas por algunos buques de guerra que, tal vez, hayan navegado hacia el sur. Ningún dato es preciso. “Todos mienten”, sentenció con precisión el espinoso Doctor House desde la tele. Sé qué es cierto en la era de la mentira.
Pese a ello, un par de días más tarde de aquel hoy, varios pescadores de cercanía –por llamarlos y describirlos de alguna manera comprensible para todos y todas a quienes se ocupan de la pesca costera algunas veces con barcas amarillas– me dicen que muy temprano ese lunes 19 vieron zarpar a varios buques de la Flota de Mar.
“Desde mi lancha los miramos pasar en silencio”, dijo un pescador claramente conmovido. “Dejaron la base (naval Mar del Plata) los avisos ARA Bahía Agradable y ARA Puerto Argentino y, junto con ellos, también zarparon la patrullera ARA Contralmirante Cordero y la corbeta ARA Espora. No iban hacia el mar con alegría”.
Por unos minutos enmudeció. “Remolcados iban el aviso ARA Alférez Sobral y la corbeta Drummond. Heridas gravemente por los años y agotadas por cientos de misiones”, agregó.
INEQUIDAD
El veterano pescador y sus tripulantes exudaban tristeza mientras hablaban –algunos en voz muy baja– y manipulaban las redes con las que luego irán por la corvina, la pescadilla y el gatuzo para ganarse la vida con la ‘pesca del día’”.
La inequidad también está en el mar. Volví a mirar al misterioso viejo. Por largos minutos no me atreví a hablarle. No recuerdo siquiera si lo intenté sin éxito o, finalmente, lo hice. Solo lo interrogaba observándolo. A nuestro alrededor solo viento rugiente, frío y olas que tienen el color oscuro del Atlántico Sur y golpean con fuerza contra las rocas.
“Tenemos la misma edad con el Sobral, 81. Los dos nacimos en 1944. Yo, en algún lado donde mi madre en situación de pobreza y sin mi padre a su lado encontró para parir cerca del mar y él, el 29 de setiembre en Orange, Texas. Siempre que pude lo visité y cada vez que zarpó, desde este mismo lugar, lo despedí.
Como hoy, aunque con el dolor de saber que no volverá, pero con algo de tranquilidad porque supe lo que sufría cuando lo dejaban amarrado, en algún puerto con el agua salada mojándole el casco y la quilla mientras que sus mástiles se secaban y corroían hasta ser carcomidos y mostrarse herrumbrosos”.
Silencio. Una pequeña voluta de humo blanco que la ventisca impiadosa fagocitó inmediatamente, junto con la incomparable percepción olfativa de ese aroma tan clásico como inconfundible, seductor y placentero que emerge de una mezcla aromática de tabacos madurados –seguramente Golden Cavendish– quemándose en la cazoleta de una pequeña pipa Author, me permitió imaginar que ese “viejo marino” –así lo llamaré– bien sabía de qué hablaba.
Me senté a su lado para escucharlo y percibirlo con más claridad. Curtidos pómulos rosáceos, descuidada barba entrecana. Ojos muy oscuros clavados en algún lugar y, hasta quizás, en sus recuerdos, imaginé por su impronta y sus pocas pero profundas palabras que expresara y que pude escuchar. Vivir también puede ser un ejercicio permanente de memoria.
RECUERDOS
Cubría su cabeza con una vieja gorra de capitán prisionero en el campo de concentración de algunos recuerdos recordables que, incluso, podrían remitir a tiempos fugazmente gloriosos. Nada es para siempre. Tampoco la gloria.
Durante un largo rato permanecí mirándolo. Solo mirándolo. Creo que ni siquiera registraba mi presencia. No me atreví a interrumpir la que doy por cierto era su retrospección. Me pareció sacrílego hacerlo.
“La memoria no es solo nostalgia”, sostiene el papa León XIV, quien enfáticamente asegura que también “es la raíz del propósito y el mapa del significado” que cada quien, y cada cual, procura y, tal vez, consigue para darle o encontrarle sentido a la vida… o a la muerte. Memoria y recuerdo. Dos situaciones bien diferentes que marcan con precisión la enorme distancia que existe y separa anatómicamente al cerebro del corazón.
Si el cuerpo fuera del impreciso tamaño del universo, me animo a pensar y decir que cuarenta centímetros pueden ser miles de kilómetros de años luz en otros escenarios, en otras situaciones. Inhalé profundo. Un vaho salitroso rayano en la hiperoxia saturó mis pulmones.
Unos seis mil seiscientos sesenta y pocos kilómetros hacia el este está Sudáfrica. El anchísimo Atlántico Sur se interpone entre los dos continentes. Y allí también se guardan –voluntaria o involuntariamente– millones de secretos.
Lo tengo claro. Se dice –desde hace algunos días, aunque a fuerza de ser precisos no queda claro– que los buques de guerra que partieron desde la Base Naval Mar del Plata arrastraron al ARA Drummond y al ARA Sobral hasta un lugar no precisado distante entre 90 y 100 millas náuticas de la ciudad de Necochea, unos 135 kilómetros al sur de aquí.
Según la explicación de varios marinos de guerra –casi todos veteranos de Malvinas cuyas identidades preservaré– una vez allí, “en esa posición, por la tarde del 21 de mayo, en el transcurso de un ejercicio de artillería, los dos buques fueron hundidos. Quedarán en el mar Argentino para siempre”.
Muy probablemente, los mismos sensores hidroacústicos que triangularon con total precisión dónde terminó sus días el submarino ARA San Juan el 15 de noviembre de 2017 también “escucharon” el fin de las dos embarcaciones respetuosamente cañoneadas. El alférez José María Sobral –héroe naval, en cuya memoria uno de esos buques que combatió en Malvinas fue bautizado y permanecerá para siempre en el fondo del mar– también murió cuando cumplió 81 años, el 14 de abril de 1961.
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Dos militares quedaron detenidos por presuntamente pedir coima
Dos agentes militares de la Armada Paraguaya quedaron aprehendidos luego ser filmados, presuntamente, solicitando coima a una embarcación mientras realizaban patrullaje en aguas del río Paraguay. Los uniformados están privados de su libertad en la cárcel militar de Viñas Cué.
De acuerdo a la denuncia, el suboficial ayudante Arturo Mariano Martínez Pérez y el suboficial tercero Santiago Lezcano Estigarribia fueron detenidos por un supuesto pedido de coima en aguas del río Paraguay.
La detención se materializó luego de la publicación de un video donde se puede observar a ambos militares conversando con una persona que estaba en una embarcación. Las imágenes revelan que uno de los agentes recibe presumiblemente billetes de dinero. Tras un intercambio de palabras, ambos militares se retiraron del lugar.
Los hechos sucedieron en las inmediaciones del destacamento naval y la Prefectura en Zanja Hū.
El ministro de Defensa, Óscar González, aseguró que no van a apañar este tipo de acciones y se están realizando las diligencias para el esclarecimiento. Los aprehendidos están a disposición del juez de Instrucción Militar, capitán Cipriano Moral Torres, quien ordenó que ambos permanezcan en libre comunicación en la mencionada cárcel militar.
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Caso Maradona: anulan juicio tras dos meses de debates y 40 testimonios
- San Isidro, Argentina. AFP.
La justicia argentina anuló este jueves pasado el juicio contra siete acusados de homicidio por la muerte del astro del fútbol Diego Maradona, que deberá reiniciarse con un nuevo tribunal tras la recusación de una de las magistradas porque protagonizaba un documental no autorizado sobre el proceso. La decisión anula el contenido de las 20 audiencias celebradas desde el 11 de marzo, en las que declararon más de 40 testigos, se presentaron pruebas y testificaron las tres hijas de Maradona.
El nuevo juicio por la muerte del “10” en noviembre de 2020 no tiene aún fecha de inicio, ya que depende de que se designe un nuevo tribunal por sorteo. “Habiendo sido oídas todas las partes, se da a conocer la resolución del tribunal, que es la nulidad del juicio”, dijo el magistrado Maximiliano Savarino en el tribunal de San Isidro, cerca de Buenos Aires, donde tenía lugar el proceso.
“El juicio debe radicarse en otro tribunal en lo criminal”, resolvieron los jueces. La anulación había sido pedida por la fiscalía, los denunciantes y la mayoría de los abogados defensores después de que saliera a la luz que la jueza Julieta Makintach, una de los tres magistrados que componían el tribunal, estaba participando en la filmación de una serie documental sobre el caso, sin autorización de las partes.
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Para Vadim Mischanchuk, defensor de la psiquiatra Agustina Cosachov, imputada en la causa, “no quedaba otra (opción) que la nulidad del juicio”, según dijo a la AFP al término de la audiencia.
“No hay plazos establecidos” para reiniciar el proceso, explicó a la AFP Félix Linfante, abogado de una de las hijas del ídolo. “Antes del fin de año podríamos estar empezando el juicio y es mi deseo”, añadió.
Su cliente, Jana Maradona, dijo a periodistas frente al tribunal: “No estoy tranquila. Tengo bronca, los odio”.
Por su parte, Fernando Burlando, representante de las otras dos hijas de Maradona, Dalma y Gianinna, dijo a los medios que este viernes debería sortearse el nuevo tribunal y, si no hay retrasos, el juicio podría recomenzar “a partir de agosto”.
“Agosto, septiembre, octubre, noviembre está terminado, vamos a estar con sentencia”, planteó el abogado.
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Documental “Justicia divina”
La jueza Makintach se apartó del caso el martes tras el escándalo desatado por su participación en el documental, que contenía escenas desde la sala de audiencias, donde no estaba permitido a los periodistas registrar los hechos con cámaras.
Imágenes y guiones de la serie obtenidos tras una serie de allanamientos fueron exhibidos en una audiencia el martes y la jueza, que antes negaba su participación, renunció inmediatamente.
Incluso se filtró el trailer de la serie, que se titularía “Justicia divina” y que la mostraba llegando a la sala del tribunal.
Hasta que estalló el escándalo, el juicio se desarrollaba a razón de dos audiencias semanales y se preveía que se extendería hasta julio.
“La única persona responsable de todo esto es la jueza recusada”, remarcó Savarino.
“Hubo una persona que se equivocó y pagó, pero no es la justicia, la justicia no se mancha”, dijo de su lado la jueza Verónica Di Tomasso, otra integrante del tribunal, parafraseando la célebre frase de Maradona “la pelota no se mancha”.
Las hijas del astro estaban presentes en la sala. La exesposa, Verónica Ojeda, declaró a periodistas: “Si lo tengo que hacer mil veces más (declarar), lo voy a hacer”.
La Corte Suprema de la provincia de Buenos Aires suspendió a la jueza tras el escándalo y el caso fue derivado a una comisión de Disciplina del Poder Judicial.
Cuidados domiciliarios
Considerado uno de los mejores futbolistas de la historia, Maradona falleció el 25 de noviembre de 2020 en su residencia en Tigre, en la provincia de Buenos Aires.
El exfutbolista, de 60 años, murió por un edema pulmonar durante una internación domiciliaria luego de una operación en la cabeza a la que había sido sometido semanas antes por un hematoma.
Siete profesionales de la salud están acusados de homicidio con dolo eventual por su muerte y enfrentan de 8 a 25 años de prisión.
A lo largo del juicio, los testigos afirmaron que la casa adonde Maradona llevaba su convalecencia no tenía las condiciones adecuadas para atenderlo y que los cuidados que recibía del equipo médico a cargo habían sido cuestionados por la familia. Una octava enfermera será procesada en un juicio aparte.
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Violento asalto en la ruta
Un violento asalto se registró sobre la ruta PY22, en el distrito de San Lázaro, en el departamento de Concepción, resultando víctimas tres empleados de la distribuidora Ypané, quienes se encontraban entregando mercaderías en comercios y despensas en este municipio. Comerciantes de la zona están preocupados por la inseguridad imperante en esta región del país.
Los trabajadores fueron interceptados por sujetos que usaban cascos para no ser reconocidos y se llevaron G. 50 millones que era fruto de la recaudación.