Rocío Gómez (@Ro_wachugi).

El gran abuelo indígena aché José Kuategi falleció este último domingo de agosto llevándose consigo conocimiento, historias y muchísima experiencia, significando una tremenda pérdida para el país. Kuategi falleció por un cuadro respiratorio grave, que no está relacionado al COVID-19.

La comunidad aché de Puerto Barra, ubicada en Alto Paraná, lo enterró como fue su pedido, atado de la manera tradicional para estar con Ãpa Wachu (Dios) en su Endagatupe (Cielo).

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Kuategi sufrió y enfrentó el genocidio aché durante los duros años de la dictadura, que dio caza indiscriminada a dicho pueblo. Incluso, el hecho se conoció a nivel internacional a través del diario estadounidense The New York Times tras ser descubierto y denunciado por la ONU.

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Portada del diario estadounidense The New York Times. Foto: Gentileza.

El historiador Reidar Fostervold, que actualmente vive en la comunidad aché de Puerto Barra, relata la historia del apreciado anciano Kuategi, señalando que fue uno de los miembros fundadores de la comunidad asentada en el Este.

Nacido antes de que el monte antiguo de la Mata Atlántica fuera destruido, Kuategi creció como cazador y recolector con su banda nomadica aché en la cuenca del río Ñacunday. Desde temprano padeció la presión de parte de cazadores paraguayos que entraban para matar animales o raptarlos a ellos. En una de esas emboscadas, según Fostervold, su hermana menor fue secuestrada y desaparecida.

En los años 60, la presión creció aún más con la expansión de la frontera agrícola, que comenzó a desmontar todo el bosque para la agricultura. A partir de allí, y del terror del berú (el hombre blanco), los aché del Sur comenzaron a sufrir desnutrición.

En su juventud, Kuategi contrajo leishmaniosis, una enfermedad que amenazó su vida cuando las úlceras llegaron hasta su garganta.

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Confianza con familia misionera

Entre 1971 y 76, la banda de Kuategi comienza a tomar confianza con la familia misionera de Rolf Fostervold. En octubre de 1976, 29 personas deciden aceptar la invitación de los mismos y se establecen en la confluencia de los ríos Yñaro y Ñacunday, fundando la comunidad de Puerto Barra.

La primera acción de los misioneros fue darles atención médica y vacunación, pudiéndose salvar la vida de todo el clan, además de Kuategi. En 1990, sobrevivió a la epidemia de varicela, que llevó a la comunidad al borde de la muerte si no fuera por la ayuda de los Fostervold.

A partir de 1977, Kuategi acompaña a su comunidad a medida que aprenden habilidades nuevas, como agricultura, finanzas y alfabetización, habilidades necesarias para sobrevivir en el mundo moderno. Paralelamente, él continúa cazando y recolectando en forma tradicional hasta su muerte, siempre manteniendo su cultura y valores aché para las nuevas generaciones.

Deja a su esposa María Tatugi, y a sus hijos Juan Krygi, Francisco Kandegi, Rosa Brevigi y José Anegi, este último, también muy reconocido a nivel nacional. Foto: Gentileza.

Destacado internacionalmente

Kuategi fue destacado internacionalmente por su canto tradicional y artesanía, y especialmente por su risa y abrazo fuerte. Participó de varias exposiciones de arte aché en la Galería de Arte Samu’u, el Museo Guido Boggiani, el Museo del Barro y el Museo del Lago, además del Primer Encuentro Continental de la Pluralidad en Ciudad de México de 1992.

En el 2020 sufre un cuadro respiratorio que le deja muy débil. Falleció en la mañana del 30 de agosto del 2020, aproximadamente a los 80 u 85 años de edad. Deja a su esposa María Tatugi y a sus hijos Juan Krygi, Francisco Kandegi, Rosa Brevigi y José Anegi, este último también muy reconocido a nivel nacional.

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