Ciudad del Este. Agencia Regional.

“Una vez me tocó quedar a dormir en un taller y me di cuenta que en ese lugar trabajaban 16 paraguayos. Empezaban a las 6:00 y terminaban a las 21:00, con espacios para el café, el almuerzo y la cena. Trabajan mucho, entre 12 a 14 horas”, dijo Wilfrido Legal, un paraguayo residente en San Pablo, quien aceptó conversar con La Nación sobre la situación de los compatriotas en dicho estado de Brasil, lugar de donde provienen los miles de compatriotas que regresaron al país a raíz de esta emergencia sanitaria mundial. Wilfrido reside hace 13 años en dicho país y desde hace un año se dedica a tramitar documentaciones legales para los migrantes paraguayos.

El relato es similar a otras historias de ciudadanos que volvieron al quedarse desamparados en el exterior y fueron destinados a diferentes albergues de cuarentena sanitaria en Paraguay.

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La pandemia del COVID-19 generó el regreso de miles de compatriotas desde diferentes países del mundo. Sin embargo, la llegada masiva de paraguayos procedentes de Brasil, específicamente de San Pablo, rápidamente empezó a notarse.

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La aglomeración en el Puente de la Amistad por días a raíz del cierre de frontera para algunos sectores y el posterior destino en los albergues, siendo copados estos por los connacionales, pasó a ser notorio. Caaguazú es el departamento de donde más compatriotas migraron a Brasil, con números muy superiores a las demás regiones que le siguen como San Pedro y Alto Paraná. Hasta el 26 de mayo, según Migraciones, ingresaron por el Puente de la Amistad 2.634 paraguayos.

De las conversaciones con varios de ellos quedó claro que la mayoría estuvo trabajando en el área de confecciones. En los talleres, los paraguayos tienen como patrones a otros paraguayos solos o asociados a brasileños y estos a su vez trabajan como intermediarios de quienes compran la producción. “El ayudante gana menos porque no entiende todavía de máquina; los que son costureros ganan más, por producción sacan unos dos mil reales por mes. Trabajan mucho, entre 12 a 14 horas”, contó Wilfrido.

Consultado sobre por qué cree que aún en esas condiciones de explotación son muchos los que fueron a trabajar a San Pablo, Wilfrido Legal dijo que son de zonas rurales de Paraguay donde no tienen ninguna opción y lo que encuentran en Brasil, a fuerza de mucho trabajo, les permite ayudar a sus familias. “Muchos vienen, se quedan en la costura, no hay incentivos del patrón para que se hagan sus documentos legales, hablé con ellos, dicen que están satisfechos, la mayoría dice que viene de zonas rurales y no tiene otra opción. Muchos se quedan cuatro a cinco meses, van de nuevo y por eso no se hacen su documento”, describió Legal.

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Por esa misma situación, reconoce que es difícil un censo exacto de paraguayos en San Pablo, pero estima que el 70% está en el rubro de la confección y venta de ropas en las llamadas “feirinhas” (pequeñas ferias). La cantidad mayor no está en las fábricas donde la legalización es controlada y la cobertura laboral es alta. Otros paraguayos están en restaurantes, churrasquerías, comercios pequeños o empleados de comercio.

Claudia A., una joven madre de 21 años, quien en abril pasado ya completó su cuarentena en un albergue de Ciudad del Este, también contó que trabajaba en un taller de confección con un patrón paraguayo.

Wildo Legal con uno de los paraguayos que hizo trámite de legalización de su residencia en Brasil. Foto: Gentileza

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Volvió después de seis años

Marcelo Sánchez, uno de los pocos que ya llevaba seis años viviendo en San Pablo, también volvió ante la pérdida del trabajo y la incertidumbre sobre el futuro inmediato. Dejó una hija de tres años y una residencia legal porque nada era seguro. Cuenta que vivía en alquiler y trabajaba en un local de venta de electrónicos, propiedad de un chino, sobre la avenida 25 de Marzo. “Los ingresos son un poco mejor, la vida es un poco mejor, se cumple con las necesidades básicas, pero tienes que trabajar mucho, no es tampoco como pintan muchos. No es fácil allá”, manifestó. También refirió que la mayor cantidad de compatriotas que fueron a San Pablo en los últimos tiempos trabaja en los talleres de confecciones con el objetivo de juntar algo y ayudar a la familia.

Para Marcelo es claro que para los legales existen varios beneficios como el seguro al desempleo que en Paraguay no existe. No obstante, mencionó que otra diferencia que suma para los paraguayos en Brasil es el servicio de salud. “Una vez que tengas la tarjeta SUS (Servicio Único de Salud), no te niegan atención. Lo que en Paraguay no te dan, allá sí”, dijo.

Marcelo Sánchez tiene 25 años, fue a San Pablo con tan solo 19 años y hacía apenas unos tres meses que recibió a su hermano Lucas, de 18 años, quien también fue a buscar trabajo, cuando debieron decidir volver por la crisis. “Pensaba que en algún momento volvería, pero no tenía planeado en poco tiempo hasta que llegó esta pandemia y volvimos con mi hermano que acababa de llegar”, dijo Marcelo, quien junto a Lucas sobrevivieron a las condiciones precarias en un albergue de Ciudad del Este. Lucas ya completó el fin de semana 52 días de confinamiento.

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Cónsul dijo que condición de ilegal colaboró

“Constatamos que hay grupos de paraguayos que están establecidos, que tienen vínculos serios de querer quedarse ya en esta ciudad; los que volvieron, según la descripción que ellos mismos dieron, son gente que trabajaba en fábricas de costura, sumado a eso, la precariedad en que vivían, hicieron a que no tengan muchas opciones”, explicó Luis Fernando Ávalos, cónsul general en San Pablo, Brasil, ante la consulta sobre el tipo de trabajo de los paraguayos que volvieron en esta cuarentena sanitaria.

Citó como otro elemento que colaboró para el regreso masivo, el hecho de ser “gente que no estaba documentada, por lo tanto, no podían ejercer alguna suerte de requerimiento de albergue o alimentación que sí otorgan las autoridades locales a los extranjeros legalizados que tienen el mismo derecho que los brasileños”.

“El que queda es nuestra preocupación, tratamos de llegar a ellos con la asistencia alimenticia. Constatamos que hay gente con arraigo, con casa propia o alquilada, todos están sufriendo la consecuencia económica de esta pandemia”, refirió el cónsul, además de referir que disminuyó la lista de gente que quiere regresar porque se van retomando las actividades.

Asistencia alimenticia del Consulado a paraguayos residentes en San Paulo. Foto: Gentileza.

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Zonas de más paraguayos

Para el cónsul Luis Fernando Ávalos, existen algunas zonas clásicas de los compatriotas como la ciudad de Guarulhos, y en la ciudad de San Pablo, barrios como Bom Retiro, Brás y en ellas algunas calles específicas. Tanto Bom Retiro como Brás conforman uno de los enclaves paulistas en cuanto a comercio de ropas y confección. La mayor parte es controlada por inmigrantes orientales que somete a un trabajo de cuasi esclavitud a inmigrantes latinos, entre ellos bolivianos y paraguayos.

“Hay un lugar donde yo viví que se llama Cantareira, una avenida de unos 3 a 4 kilómetros, de ambos lados absolutamente todos paraguayos, un domingo vas a comprar algo a un kiosko y es como si estuvieses en Paraguay, escuchas una cachaca, más allá un pipuuuu…”, refiere Marcelo, contando sobre las zonas caracterizadas por la presencia paraguaya. La avenida Nova Cantareira tiene una extensión de 8 kilómetros y pasa por barrios del norte de la ciudad de San Pablo.

La avenida 25 de Marzo, de la ciudad de San Pablo, es conocida como la urbe similar al centro comercial de Ciudad del Este donde los artículos al por mayor son más ventajosos que otros sectores y cuentan también con los electrónicos a precios más bajos. Esto ha generado redadas policiales y de funcionarios de tributación, según cuentan algunos de los que llegaron a trabajar en dicha zona. Wilfrido Legal, el gestor de documentación para inmigrantes, dijo que existen muchos paraguayos que trabajaron en Ciudad del Este y fueron hasta ese lugar a trabajar como técnicos en arreglos de celulares y les va bien.

Paraguayos tras un trámite legal en la Policía Federal de San Paulo. Foto: Gentileza.

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