Según nuevos informes realizados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pese a la recuperación observada en los mercados laborales en el primer semestre del 2022, se estima que por la desaceleración registrada en el segundo semestre la capacidad para generar empleos de calidad se ralentizará en el 2023.

Ambos organismos indican que la pandemia del COVID-19 provocó en las economías y los mercados laborales de América Latina y el Caribe una crisis sin precedentes y que la reapertura financiera fue lenta, incompleta y asimétrica.

Pero destacan que en el primer semestre del año la tasa de ocupación alcanzó el nivel previo a la crisis y la tasa de desocupación se redujo 2,8 puntos porcentuales respecto al mismo período del año anterior, hasta ubicarse en un 7,3%, cifra inferior a la de la prepandemia.

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Desocupación

Por otro lado, mencionan que hubo mejoras en la tasa de participación, aunque aún se encuentra por debajo del nivel anterior a la crisis sanitaria. Dentro del grupo que sufrió desempleo se encuentran las mujeres, cuya recuperación laboral fue más lenta que la de los hombres en el 2021.

“La disminución fue mucho más acentuada entre estas últimas, lo que produjo una reducción de la brecha de desocupación, que pasó de una relación de 1,5 a 1,4 entre los primeros semestres de 2021 y 2022″, detalla el informe.

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Por otra parte, también refieren que América Latina enfrenta retos muy complicados ya que las economías de la región tienen ante sí el desafío de revertir el bajo crecimiento de la productividad y de la inversión que se observó desde la crisis de la deuda.

Parte de las políticas que se deben aplicar, la CEPAL y OIT explican que para revertir esta situación es necesario elevar el nivel de ambición de las políticas de desarrollo productivo, tomando en cuenta nuevos enfoques de política sobre la manera de lograrlo y nuevas realidades asociadas con la revolución tecnológica y los nuevos paradigmas productivos que esta genera.

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