Ucrania. AFP.

Los habitantes de Mos­hchun, una aldea ucraniana al norte de Kiev, ya pueden regresar a sus casas. Pero la muerte sigue merodeando en el lugar, donde, antes de reti­rarse, las tropas rusas deja­ron un reguero de minas antipersonas y otros explo­sivos. Para que se les per­mita regresar a sus hogares, incendiados y bombardea­dos después de la invasión de las fuerzas rusas, los habi­tantes deben aceptar por escrito el riesgo de morir o resultar heridos, firmando una exención del ejército ucraniano, que vigila la entrada de la aldea.

“Aseguran haber ‘limpiado’ parcialmente, pero encontra­mos un artefacto explosivo en nuestro jardín. Parecía desactivado pero no lo sabe­mos con certeza”, explica a la AFP Olena Klymenko, cuya casa fue destruida. “Aún así tenemos que buscar nuestras cosas”, añade.

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A su regreso encontraron un paisaje de desolación, como en Moshchun, una pequeña aldea rodeada de pinos donde vivían menos de mil perso­nas antes de la guerra. Pero, el riesgo de encontrar arte­factos explosivos o trampas es real. Olena Klymenko des­cubrió un cohete sin detonar en su jardín, y un largo alam­bre tendido entre su casa y la de su vecino. Dijo que era una trampa.

Las fuerzas ucranianas que custodian la aldea asegu­ran que el riesgo de encon­trar trampas dejadas por las tropas rusas es particular­mente alto. “Cavan un agu­jero debajo de una joya colo­cada en el suelo y colocan un explosivo. Lo mismo con un juguete para niños y los cuer­pos de sus propios soldados”, cuenta un soldado de 39 años, que responde al nombre de guerra de “Chavlik”.

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