Entre los pabellones más visitados en la Exposición Universal Dubái 2020, en Emiratos Ára­bes Unidos (EAU), se encuen­tra el de la potencia asiática del sol naciente, Japón, que junto con India y EEUU comparten el podio de contar con las más largas filas de visitantes, quie­nes aguardan horas de manera paciente el turno para iniciar el recorrido por el atractivo sitio dedicado a la historia y a la cul­tura nipona.

La primera vez que intenté rea­lizar el recorrido, los miembros del staff japonés advertían a los visitantes que se podría perma­necer en la fila por al menos 2 horas, lo que me llevó a tomar la decisión de regresar al día siguiente. Para mi desgra­cia, la fila había aumentado de forma considerable y la espera se extendía a más de 3 horas. Ya cerca del final de la cobertura, el día 5 de enero pasado, algu­nos integrantes del pabellón de Japón contrajeron covid-19 y los encargados decidieron cerrar parte del mismo para habilitar exclusivamente a visitantes con reservas o medios de prensa, pero solo dos salas de las cuatro con que contaba la edificación. Similar situación vivieron paí­ses como Rusia, Corea del Sur o Uruguay, que afectados por bro­tes de coronavirus cerraron por algunos días parcial o comple­tamente sus pabellones.

El pabellón de Japón es uno de los más concurridos de la feria internacional.FOTO:JCDS

El exterior del pabellón de Japón, combinación de diseños de la cultura árabe del Medio Oriente con el tradicional ori­gami japonés, arte milenario que consiste en el plegado de papel sin usar tijeras ni pega­mento para obtener figuras de formas variadas, es uno de los más llamativos del evento más grande e importante del mundo, el primero de este tipo que se realiza en el Medio Oriente y para el cual el emi­rato de Dubái invirtió cerca de US$ 7 mil millones, con la firme intención de convertirlo en el de mayor trascendencia de la historia. A pesar del recortado recorrido por razones com­prensibles, los japoneses fue­ron capaces de lograr que los visitantes se sientan inmersos en la atractiva, milenaria y mis­teriosa cultura y costumbres orientales, con un recorrido narrado que va ubicando en las diferentes etapas de la histo­ria japonesa, desde sus albores hasta un presente que los man­tiene en la cúspide de la tecno­logía y el desarrollo humano y político.

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NACIÓN FLORECIENTE

Una gran sala en penumbras rodeada de niebla permite a los casi 30 visitantes observar a tra­vés de una pantalla con imáge­nes intencionalmente difusas y una narración inquietante las diversas etapas del desarrollo de una nación floreciente, actor fundamental en la geopolítica de la región Asia-Pacífico y gran muro a las ambiciones expan­sionistas de la actual China con­tinental. Las cuatro estaciones del año bien definidas se mues­tran en una enorme pantalla, que más tarde invita al visitante a ingresar a cada una de ellas para continuar el recorrido, siempre acompañado por la narración en inglés, pero ya en el contexto de la estación ele­gida, aunque luego se va rotando hasta completar las cuatro. Un recorrido que lleva a la era de los samuráis, sus costumbres y forma de vida, hasta las técnicas de creación y diseño de persona­jes animados tan famosos y que marcaron la niñez y juventud de varias generaciones man­tienen en un estado de sopor a los visitantes, que solo atinan a cambiar la mirada cuando en las otras salas contiguas la pantalla reproduce algo que les resulta más llamativo. Así se puede pasar de observar un baile de geishas o luchadores de sumo en plena faena de com­bate a descubrir los trazos que, desde el papel, dieron vida a per­sonajes de series animadas de la televisión como Mazinger Z, el Gato Cósmico, Astroboy o Dra­gon Ball.

TRABAJO ARTÍSTICO

Tras el alucinante como hip­notizante recorrido por las “cuatro estaciones”, el reco­rrido pasa a la segunda y última sala habilitada, lasti­mosamente. En ella se mues­tra el increíble trabajo artís­tico que enseña de forma sencilla, pero espectacular, lo que es Japón, pero hecho con materiales absoluta­mente corrientes y que for­man parte de nuestro día a día en casi todas las culturas de la humanidad. Un planeta Tierra orbitado por pequeños satéli­tes, hechos con un material que asemeja a un helado en cucuru­cho, o viajes espaciales diseña­dos sobre pedazos de quesos llaman la atención de los visi­tantes que descubren los mate­riales con que los artistas nipo­nes crearon estas maravillosas obras de arte. Todas están pro­tegidas dentro de pequeños domos de cristal y colocadas en una sala con techo y pare­des que representan a la noche, repletas de pequeños reflejos de luces de colores y paisajes urbanos modernos, ponién­dose a tono con toda la Exposi­ción Universal en Dubái, que es una explosión de luces y colores por todas partes.

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