Más de 2.000 personas se encuentran desplazadas de sus viviendas en Uruguay por inundaciones en el litoral norte del país debido al desborde de ríos tras fuertes lluvias, informó el lunes la agencia uruguaya de atención de crisis.
Uruguay, un pequeño país de 3,5 millones de habitantes ubicado entre Brasil y Argentina, registra importantes precipitaciones atribuidas al fenómeno climático El Niño, tras sufrir meses atrás problemas de abastecimiento de agua potable en la región suroeste causados por la peor sequía en siete décadas.
Al 30 de octubre, las crecientes de los ríos Uruguay, limítrofe con Argentina, y su afluente Cuareim, fronterizo con Brasil, dejan un total de 2.101 desplazados en tres departamentos norteños, según el último balance oficial. De estos damnificados, 202 están evacuados en centros de acogida estatales, y 1.899 son autoevacuados en casas de familiares o amigos.
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“La situación en el litoral norte del país sigue estable y bajo control”, indicó el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) en un comunicado. “El nivel del río Uruguay continúa descendiendo en los departamentos de Artigas y Salto y aumentó mínimamente en Paysandú”, agregó, sin detallar el estado del río Cuareim.
El Sinae señaló que no se han reportado cortes en rutas nacionales. Por otra parte, apuntó que la empresa estatal de suministro de energía eléctrica UTE debió efectuar hasta ahora 290 interrupciones del servicio por razones de seguridad en Paysandú (134), Salto (96) y Artigas (60). Paysandú es el departamento con más desplazados (1.326), casi todos autoevacuados (1.306). Salto es el que tiene más evacuados: 163 personas de 56 familias han sido realojadas en refugios transitorios.
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Fuente: AFP
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Ríos aumentan su caudal en el sur de Brasil arrasados por las inundaciones
Las lluvias torrenciales que golpean el sur de Brasil aumentaron los caudales de los ríos y crearon escenas de “caos” en los suburbios de Porto Alegre, en una región ya arrasada por inundaciones que dejan más de 140 muertos y centenas de miles de desalojados de sus casas.
“Prácticamente todos los grandes ríos del estado presentan tendencia de elevación”, informó la Defensa Civil del estado Rio Grande do Sul, que atraviesa la peor catástrofe climática de su historia. El Guaíba, afluente que desde la semana pasada cubre grandes partes de la capital estatal Porto Alegre, se había reducido el sábado a su nivel más bajo desde el 3 de mayo.
Pero con las fuertes lluvias que caen sobre la región desde el viernes, se elevó de nuevo y debe superar los cinco metros, “conforme fluya el caudal de los ríos tributarios y la actuación de los vientos”, según el informe.
Las inundaciones históricas en Rio Grande do Sul, provocadas por fuertes precipitaciones desde los últimos días de abril, afectaron a más de dos millones de personas, con un saldo de 143 muertos, 806 heridos y 131 desaparecidos.
Según el último balance de Defensa Civil, más de 619.000 personas debieron abandonar sus casas debido a la catástrofe, que expertos de la ONU y el gobierno brasileño vinculan al cambio climático y al fenómeno de El Niño.
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Otros ríos seguían desbordados y en ascenso
Las crecidas del Taquari pusieron de nuevo en alerta a la pequeña ciudad de Muçum, que aún se recuperaba del paso de un devastador ciclón en septiembre cuando fue golpeada por las inundaciones. Según las autoridades, la Laguna de los Patos, con salida al Atlántico, está en “niveles muy elevados” con tendencia a subir aun más en las zonas costeras.
La ribereña ciudad de Pelotas “enfrenta un agravamiento de la situación” que “amplía las probabilidades de inundaciones”, alertó en Instagram su alcaldesa, Paula Mascarenhas, que hizo un “llamado urgente” a desalojar las casas en zonas de riesgo.
“Es un caos”
En el centro, en la Región Metropolitana y la sierra “gaúcha” cayeron “volúmenes significativos de precipitaciones” en las últimas 24 horas, con hasta 120 mm en los valles. En el centro histórico de Porto Alegre, todavía inundado, personas caminaban sobre barreras hechas de bolsas con rocas y arena; sofás y otros enseres flotaban. Algunas zonas del suburbio de Sao Leopoldo eran cementerios de autos sumergidos en las aguas enlodadas.
“Fui a revisar, mi casa se quebró. En la casa de mi cuñado, al lado, el agua llegó a la mitad del segundo piso”, dijo a la AFP Claudio da Silva, mientras navegaba con su bote por las calles inundadas en Sao Leopoldo. “Ahora bajó un poco y se puede entrar al segundo piso, pero es un caos. Muchos animales muertos. Es muy, muy triste”, explicó el electricista, de 36 años.
El metalúrgico Antonio Vanzan, de 50 años, describió una “situación crítica”. “El agua dejó de bajar (...). Si la lluvia no para de caer, ¿qué va a suceder? Puede aumentar el nivel del río y el agua regresará para adentro de los barrios”, advirtió.
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“No están solas”
Según el Instituto Nacional de Meteorología, todo el estado espera que las “lluvias intensas” continúen en las próximas horas, con más de 100 mm por día en algunas partes. En el noreste hay “gran riesgo de grandes inundaciones y desbordamientos de ríos, y grandes deslizamientos de tierra”, añadió.
La probabilidad de nuevas inundaciones es “muy alta” en casi todo Rio Grande do Sul, indicó, por su parte, el Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden). En un video publicado en la red social X por el día de las madres en Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva envió su “solidaridad” para aquellas afectadas por la tragedia.
“Ustedes no están solas”, dijo el mandatario, cuyo gobierno anunció que desbloqueará unos 10.000 millones de dólares para la reconstrucción de este estado agrícola y ganadero. En Sao Leopoldo, mientras tanto, la fatiga se instala ante la persistencia de la emergencia.
“Como está la cosa esto va a continuar hasta el viernes próximo, después una semana más de las aguas bajando, limpiando, una semana más fuera de casa (...). Vamos a pasar 30 días fuera de casa”, aseguró Claudio da Silva, el electricista.
Fuente: AFP
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El Niño y el cambio climático causan un récord de desastres en Latinoamérica
El fenómeno natural El Niño y el calentamiento global debido a la actividad humana provocaron un récord de desastres climáticos en Latinoamérica y el Caribe en 2023, indicó el miércoles pasado la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que expresó su solidaridad por la actual “catástrofe” en Brasil.
- Alina Dieste AFP
- Fotos: AFP
En su último informe sobre el estado del clima en la región, esta agencia de la ONU resaltó que el año pasado fue el más cálido del que se tiene registro. Además, señaló que se ha acelerado la subida del nivel del mar y el retroceso de los glaciares, y que se produjo “un gran cambio” en la distribución de las precipitaciones que causó sequías e incendios forestales y también inundaciones y deslaves.
“En todos los tipos de variables climáticas y ambientales se han batido récords durante 2023″, dijo la secretaria general de la OMM, Celeste Saulo, al presentar el reporte. “América Latina y el Caribe se han visto gravemente afectadas por los efectos de El Niño que se suman, por supuesto, a los de cambio climático inducidos por la presencia humana”, agregó.
La OMM describe a El Niño como un patrón climático natural asociado al calentamiento de la superficie oceánica en el Pacífico tropical, que suele producirse cada dos o siete años y durar entre nueve y doce meses, pero remarca que actualmente ocurre en el contexto de un clima alterado por las actividades humanas.
“CATÁSTROFE” EN BRASIL
En la presentación del informe hubo múltiples mensajes de solidaridad para Brasil por las históricas inundaciones en el sur del país, que han provocado más de un centenar de muertos, cientos de heridos y desaparecidos, y decenas de miles de desplazados. “Esta catástrofe es un trágico recordatorio de cómo los peligros climáticos cada vez más intensos y frecuentes socavan el desarrollo socioeconómico”, destacó Saulo.
Paola Albrito, directora de la Oficina de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), dijo que unos 11 millones de personas en Latinoamérica y el Caribe se vieron afectadas por desastres en 2023, la mayoría relacionados con el clima, “lo que resultó en pérdidas económicas de más de 20.000 millones de dólares”. “Lamentablemente, estamos viendo cómo esto ocurre ahora en Brasil”, apuntó, y felicitó al Gobierno brasileño por la operación de socorro.
Entre los desastres climáticos de 2023, la OMM destacó el huracán Otis, que devastó el balneario mexicano Acapulco en octubre. También mencionó la falta y el exceso de agua. Por un lado, dijo, una intensa sequía redujo a un mínimo histórico el nivel del río Negro en la Amazonía brasileña; perturbó “gravemente” el tráfico por el canal de Panamá; y golpeó el norte de Argentina, el sur de Brasil y Uruguay, que vivió su verano más seco en 42 años y sufrió un déficit hídrico crítico.
Por otro lado, la OMM recordó que copiosas lluvias dejaron decenas de muertos por deslizamientos de tierra e inundaciones en febrero en el sudeste de Brasil, y en noviembre en Jamaica, Haití y República Dominicana.
EL AÑO MÁS CÁLIDO
En 2023, la temperatura media fue la más alta registrada hasta ahora en Latinoamérica y el Caribe, indicó la OMM. Estuvo 0,82 °C por encima de la media del período 1991-2020, y 1,39 °C por encima del valor de referencia del período 1961-1990. En México, el verano boreal fue excepcionalmente tórrido, con una máxima de 51,4 ºC en agosto.
En tanto, de agosto a diciembre la región central de Sudamérica experimentó un calor abrasador. En algunas zonas de Brasil el termómetro marcó 41 ºC en agosto, en pleno invierno austral.
Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Perú registraron sus temperaturas más altas para un mes de setiembre y hubo grandes incendios forestales.
La OMM advirtió también que el ritmo de incremento del nivel medio del mar en el Atlántico sur y en las zonas subtropical y tropical del Atlántico norte supera la media mundial. Y apuntó que en Chile, el glaciar Echaurren Norte, de referencia para el servicio de vigilancia de glaciares WGMS, perdió unos 31 metros de equivalente en agua entre 1975 y 2023.
La OMM subrayó los “progresos para aumentar la resiliencia del sector de la salud al cambio climático”, y apuntó que 12 de los 35 países americanos están elaborando planes de adaptación.
Pero consideró “insuficientes” los servicios meteorológicos y climáticos prestados en la región. Albrito recordó que solo cerca del 1 % de la asistencia oficial para el desarrollo en Latinoamérica y el Caribe se destina a la prevención de desastres. “Este bajo nivel de inversión aumenta las vulnerabilidades y deja a muchos de los países menos desarrollados de la región en un estado constante de recuperación de desastres”, dijo.
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Teorías conspirativas proliferan en medio del desastre en Brasil
La catástrofe climática que golpea el sur de Brasil incrementó la difusión de teorías conspirativas, como en videos de antenas y rastros de aviones viralizados en redes sociales. “Lo que sucede en Rio Grande do Sul definitivamente no es natural. ¡Abramos los ojos!”, dice una usuaria de X.
Según ella, las inundaciones que mataron a al menos 126 personas y afectaron a casi dos millones son consecuencia de un ataque del “HAARP”, un proyecto que estudia las capas de la ionosfera mediante antenas ubicadas en Alaska, Estados Unidos. Otros usuarios de redes publican imágenes de aviones cruzando el cielo de Rio Grande do Sul (sur), cuyos rastros consideran como la verdadera razón de las lluvias devastadoras.
Los contenidos convergen en una teoría conspirativa que niega el cambio climático y, al mismo tiempo, culpa a gobiernos e instituciones científicas de supuestamente orquestar “tragedias planificadas”. Las publicaciones, que suman cientos de miles de interacciones en las redes sociales, ignoran el consenso científico sobre las causas de la catástrofe y su fuerte conexión con el calentamiento global.
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Causas definidas
Carlos Nobre, coordinador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para el Cambio Climático (INCT), enumera causas científicas específicas: un sistema de baja presión que, al ser bloqueado por otro, de alta presión, en el centro-oeste y sudeste del país, provocó que frentes fríos se mantuvieran en la región y provocaran lluvias históricas alimentadas por un flujo de vapor de agua proveniente del Amazonas.
El calentamiento agravó la situación: “La atmósfera más cálida almacena mucho más vapor de agua, lo que alimenta episodios de lluvia más frecuentes e intensos que generan desastres como este”, señala. El gobierno coincide: el presidente Luiz Inácio Lula da Silva declaró que la tragedia es una “alerta” del planeta. Su postura contradice la de su predecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro, cuyo gobierno relegó las cuestiones climáticas. Una encuesta del instituto Quaest mostró que un 99 % entre 2.045 encuestados cree que el cambio climático se relaciona al menos un poco con los eventos en Rio Grande do Sul.
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“Sin sentido físico”
Pese a ello, las narrativas conspirativas que anteriormente no encontraron resonancia en el entorno digital brasileño tomaron fuerza. Los usuarios repiten conspiraciones compartidas -y desacreditadas– durante años en Estados Unidos, como la teoría de los “chemtrails” y descontextualizaciones sobre el proyecto “HAARP”. Esas corrientes argumentan que el gobierno utiliza aviones para esparcir sustancias químicas a la atmósfera que, a su vez, serían activadas por poderosas antenas en Alaska, alterando el clima y provocando desastres naturales.
Las afirmaciones sobre los “chemtrails” (en inglés, ‘estelas químicas’) de los aviones ignoran procesos ya explicados: los motores de las aeronaves dejan rastros de condensación del vapor de agua presente en la atmósfera, además de liberar partículas como hollín y contaminantes. Las antenas en Alaska son parte del Programa de Investigación de Auroras Activas de Alta Frecuencia (HAARP) de la Universidad de Alaska Fairbanks, que estudia la ionosfera mediante la transmisión de frecuencias y, según la institución, sin capacidad de controlar o manipular el clima.
Como innumerables meteorólogos y climatólogos contactados por la AFP a lo largo de años, Nobre dice que la teoría sobre HAARP “carece absolutamente de sentido físico”. “No hay manera de que un instrumento en la ionosfera pueda hacer que los eventos meteorológicos sean más extremos”, del mismo modo que esto “no podría cambiar el clima en Alaska”.
Explicar lo que asusta
Raquel Recuero, coordinadora del Laboratorio de Investigación de Medios, Discurso y Análisis de Redes Sociales de la Universidad Federal de Pelotas, en Rio Grande do Sul, explica que el contenido conspirativo es importado y traducido por grupos organizados, “probablemente en busca de una audiencia, monetización e influencia”.
Esas teorías proliferan al ofrecer explicaciones para un fenómeno que asusta y preocupa, señala. Las ideas logran arraigarse, “porque mezclan su discurso con otros elementos que ya importan a la gente”, como el “discurso político y religioso”. Pese a que las teorías refuerzan creencias conservadoras y extremistas, Recuero afirma que no es posible relacionarlas con un movimiento político singular.
Según ella, está en juego la confianza en los pilares democráticos, socavada por ataques a las instituciones, autoridades gubernamentales, científicas y a la prensa, tachadas de opuestas a la verdad. Por tanto, el principal reto sería “sensibilizar a la población sobre lo que está pasando, y una educación mediática para que pueda entender qué es verdad y qué es falso”.
Fuente: AFP.
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Uruguay: inundaciones dejan más de 2.100 desplazados
Las inundaciones por copiosas y persistentes lluvias dejan ya más de 2.000 desplazados en Uruguay, buena parte en departamentos limítrofes con Brasil, informó la agencia uruguaya de gestión de crisis. El Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) dijo que 2.184 personas se encuentran desplazadas de sus hogares en el norte, noreste y centro de Uruguay, de las cuales 534 fueron evacuadas a centros de acogida y 1.650 se refugiaron en casas de familiares o amigos.
El departamento más afectado es Treinta y Tres, donde 1.130 personas debieron abandonar sus viviendas por las crecidas. “En Treinta y Tres dicen que va a ser el desplazamiento de gente más grande de los últimos 30 años”, dijo el presidente Luis Lacalle Pou, que sigue de cerca la situación, durante una recorrida por el norte del país.
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En ese departamento, donde entre el 1 y el 8 de mayo llovió un acumulado de más de 300 mm, el desborde de los ríos Cebollatí y Olimar dejó el jueves temporalmente aislada a una localidad. Diez carreteras nacionales permanecían cortadas en todo el territorio nacional y 2.800 servicios de energía eléctrica seguían interrumpidos, según el último balance del Sinae a las 19:30 (22:30 GMT).
En Treinta y Tres, el río Olimar empezó a bajar el jueves tras alcanzar un pico de 9,60 m, ubicándose en los 9,20 m, aún más de dos metros por encima de la cota de seguridad establecida en 7 m. En los departamentos de Salto y Paysandú, el río Uruguay, que nace en la Sierra Geral en Brasil y separa Uruguay de Argentina, superó también la cota de seguridad.
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El director del Sinae, Santiago Caramés, dijo que esperan que la cifra de desplazados siga aumentando en los próximos días, en particular en el litoral norte sobre el río Uruguay. Se cumplieron los pronósticos del Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet), con un acumulado de lluvias equivalente al total de dos a tres meses en las últimas 72 horas, señaló.
El gobierno declaró la emergencia vial en todo el país. El director nacional de Vialidad, Hernan Ciganda, indicó el jueves que ya se comenzó la reparación de los caminos rurales afectados ante la urgencia de sacar cosecha de soja.
Fuente: AFP