Con 13 años y una naturaleza “guerrera”, Lesly mantuvo a salvo a sus hermanos menores, dice la abuela de los cuatro niños indígenas que fueron hallados con vida este viernes luego de sobrevivir a un accidente de avión y a 40 días desamparados en la Amazonía colombiana.

Siempre ella los cuidaba cuando la mamá trabajaba. Les daba fariñita, casabito (harina y pan de yuca), cualquier frutica en el monte”, dice a la AFP Fátima Valencia, la madre de Magdalena Mucutuy, quien murió cuando la avioneta en la que viajaba junto a sus hijos se desplomó el 1 de mayo.

Las mujeres indígenas “somos muy guerreras”, enfatiza Valencia, quien aguarda en un hotel de la ciudad de Villavicencio (centro) el momento de ver a sus nietos. Los niños fueron ubicados esta tarde en medio de la selva y transportados en un helicóptero a San José del Guaviare, el municipio más cercano. Hacia la media noche un avión ambulancia de la Fuerza Aérea los llevaba hacia Bogotá.

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“Solamente quiero verlos, tocarlos”, agrega Fidencio Valencia, el abuelo de los menores, también en Villavicencio. Al igual que la pequeña Lesly, sus hermanos Soleiny (9) y Tien Noriel (4) “son muy verracos (hábiles) para andar” por la selva, había contado en otra entrevista a la AFP el indígena huitoto de 47 años.

También sobrevivió la pequeña Cristin, quien cumplió un año durante la asombrosa travesía de los menores por el bosque. Con perros rastreadores, helicópteros y aeronaves, un centenar de militares y decenas de indígenas encontraron los cadáveres de los tres adultos que viajaban en la aeronave. Los niños, en cambio, no fueron ubicados.

A partir de entonces se lanzó una espectacular operación de búsqueda por cielo y tierra en el que hallaron pistas que daban cuenta de que al menos uno de ellos seguía vivo: tijeras, un biberón, frutas mordidas, refugios improvisados con hojas. Indicios de que los niños podrían estar deambulando entre la tupida vegetación donde habitan jaguares, pumas y serpientes venenosas.

“No bajamos la guardia con el abuelo, con mi hermano, todas las noches oramos” relata Fátima. Encomendaron el destino de los menores a los “espíritus del tabaco y del mambe”, una preparación a base de hoja de coca que usan los originarios en sus rituales. Fieles a las creencias del pueblo huitoto, sospechaban que alguna fuerza sobrenatural impedía el rescate.

“Sí es verdad”

Tras el hallazgo, los abuelos agradecieron al centenar de militares e indígenas que trabajaron hombro a hombro en la búsqueda. “También a la madre tierra que los soltó”, agregó Fátima. En un principio la denominada “Operación Esperanza” siguió el rastro de los niños en un área de unos 323 kilómetros cuadrados, equivalentes a toda la provincia de Buenos Aires. La semana pasada el Ejército logró reducir la zona a 20 kilómetros cuadrados, pero fuertes lluvias que se prolongan hasta 16 horas al día dificultaban la tarea.

El país se ilusionó el 17 de mayo con el supuesto rescate de los niños, cuando el presidente Gustavo Petro lo anunció en falso. Al día siguiente se retractó y aseguró que había sido mal informado. En esta ocasión, el mandatario dio la noticia con imágenes de los menores en medio de la selva como prueba del rescate. “Hasta que yo miré las fotos de ellos (dije): sí es verdad”, cuenta Fátima aliviada.

En las imágenes se ven muy delgados y no tienen zapatos. Médicos aguardan su llegada a un aeropuerto militar de Bogotá para valorarlos. Sin embargo, Fátima y Fidencio piden ser los primeros en atenderlos: “Tenemos que soplar el cuerpo de ellos para que cojan fuerza y ahí los entregamos para que ya los mire la parte occidental”, dice la abuela.

En adelante espera tener la “custodia” de los menores, tras la muerte de su madre: “Yo puedo darles educación, puedo todavía (...) Ese va a ser mi orgullo. Mi hija está viendo y ella me va dar espiritualmente ánimo, fuerzas”, aseguró.

“Están contentos”

Aunque frágiles, los cuatro niños indígenas rescatados de la selva de Colombia tras una asombrosa hazaña de supervivencia se encuentran bien y “contentos” en un hospital de Bogotá, informó el abuelo de los menores este sábado. “Acabo de mirar a los nietos. Primero, tienen vida, están muy acabaditos, pero yo sé que están en buenas manos”, dijo a la prensa Fidencio Valencia, indígena huitoto de 47 años, a las afueras de un hospital militar de la capital.

Los menores viajaban junto a su madre, un líder de su comunidad originaria y el piloto en un avión monomotor que cayó a tierra el pasado 1 de mayo y quedó con el frente destrozado en medio de la espesa selva del departamento de Caquetá (sureste). Con perros rastreadores, helicópteros y aeronaves, un centenar de militares y decenas de indígenas encontraron los cadáveres de los tres adultos. Los niños, en cambio, solo fueron hallados 40 días después.

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Luego de buscarlos a lo largo de 2.656 kilómetros, una cuadrilla de militares e indígenas ubicó a los hermanos de 13, 9, 4 y un año en medio de la selva el viernes. En las primeras imágenes se les veía frágiles, delgados y sin zapatos. “Ellos están contentos al ver a la familia (...) tienen todos los sentidos completos”, añadió su abuelo con un poncho alrededor del cuello.

La operación de rescate se extendió hasta la madrugada de este sábado. Los niños fueron trasladados en helicóptero a la ciudad más cercana de San José del Guaviare y, luego la Fuerza Aérea los llevó a Bogotá donde están recibiendo atención médica. “Ellos son hijos del monte” y saben cómo sobrevivir en la selva, se regocijó Valencia.

“Milagro”

El presidente Gustavo Petro anunció el rescate y celebró la jornada como “un día mágico” en el que también se firmó una tregua de seis meses con guerrilleros del ELN que negocian la paz con el gobierno. “Estaban solos, ellos mismos lo lograron. Un ejemplo de sobrevivencia total que quedará en la historia”, añadió el mandatario.

El militar a cargo del rescate, general Pedro Sánchez, contó que fueron indígenas quienes dieron con el paradero de los menores. “Encontramos a los niños: ¡milagro, milagro, milagro!”, fue el mensaje que recibió, según contó a la prensa. Entre el 15 y el 16 de mayo, soldados encontraron la avioneta destruida con todos los adultos muertos.

A partir de entonces se lanzó una espectacular operación de búsqueda por cielo y tierra en el que hallaron pistas que daban cuenta de que al menos uno de los niños seguía vivo: tijeras, un biberón, frutas mordidas, refugios improvisados con hojas. Indicios de que los menores estaban deambulando entre la tupida vegetación donde habitan jaguares, pumas y serpientes venenosas entre los departamentos sureños de Guaviare y Caquetá. Según mapas del ejército los hermanos se encontraban a 5 km del lugar del accidente. Decenas de uniformados e indígenas tuvieron que ser relevados durante el operativo por la dureza del clima y el terreno.

Sin perder la “esperanza”

En entrevistas con la AFP, los abuelos de los menores aseguraron que la mayor de los hermanos “es muy inteligente”, “fuerte” y de naturaleza “guerrera”, cualidades que le permitieron mantener a salvo a los más pequeños. Aparte de animales salvajes y una vegetación hostil, la selva del Caquetá alberga a guerrilleros que se apartaron del pacto de paz firmado por las FARC en 2016.

“Fue una búsqueda bastante dura, ésta es una selva tropical, muy tupida (...) recorrimos con lluvia, con tempestad, con muchas situaciones difíciles, pero con toda la esperanza y la fe espiritual de poderlos encontrar”, contó a la AFP Luis Acosta, uno de los guardias indígenas que participó de los operativos de búsqueda.

En esa región de difícil acceso por río y sin carreteras, los pobladores suelen viajar en vuelos privados. Los menores abordaron la avioneta junto a su madre el 1 de mayo para huir de guerrilleros que reclutan y atemorizan a los habitantes de la zona, indicó el general Sánchez. “Hay que dejarlos quieticos” mientras se recuperan, pidió el abuelo junto al hospital.

Los 40 días de búsqueda

Durante 40 días cuatro niños indígenas deambularon perdidos por la selva amazónica colombiana, como únicos sobrevivientes de un accidente de avioneta el 1 de mayo. Un espectacular operativo de búsqueda, pistas y falsos anuncios hicieron parte de la cronología que terminó este viernes con el hallazgo de los menores con vida.

- El vuelo -

La mañana del 1 de mayo una avioneta Cessna 206 de servicio privado de la empresa Avianline Charters’s partió desde un zona selvática conocida como Araracuara con destino a San José del Guaviare (sur), una de las principales ciudades de la Amazonía colombiana. A bordo iban el piloto, un líder indígena de la comunidad huitoto, la aborigen Magdalena Mucutui Valencia y sus cuatro hijos de 13, 9 y 4 años y un bebé que en ese entonces tenía 11 meses.

Minutos después de empezar el recorrido de unos 350 kilómetros sobre la jungla, el capitán de la aeronave reportó problemas en el motor y la avioneta desapareció de los radares. Según información oficial, los menores abordaron la aeronave junto a su madre para huir de las amenazas de guerrilleros que se apartaron del pacto de paz firmado por las FARC.

- Los rastros -

Entre el 15 y el 16 de mayo, soldados encontraron en el sur del departamento de Caquetá al piloto muerto en la cabina. La avioneta quedó atrapada entre árboles y tenía la parte frontal destruida. Los otros dos adultos también fallecieron, aunque los uniformados no especificaron dónde estaban sus cuerpos. No había noticias de los niños.

Un perro entrenado encontró un biberón en un punto apartado del lugar del accidente. Más de cien militares se desplegaron en la zona y sospechaban que había por lo menos un sobreviviente. A la búsqueda se sumaron decenas de indígenas de pueblos cercanos acostumbrados a moverse en la Amazonía, una selva de tormentas eléctricas frecuentes donde viven jaguares, serpientes y otros animales salvajes.

En helicópteros la Fuerza Aérea sobrevolaba la selva emitiendo en parlantes un mensajes de la abuela de los menores en su propia lengua donde les pedía dejar de avanzar. Entre la espesa vegetación aparecieron zapatos, prendas y frutas recién mordidas. A unos 2,5 kilómetros del sitio donde cayó el avión, los militares hallaron un campamento abandonado por guerrilleros.

-Falso anuncio-

La denominada “Operación Esperanza” siguió el rastro de los niños en un área de unos 323 kilómetros cuadrados, equivalentes a toda la provincia de Buenos Aires. Tres semanas después del accidente, las tropas hallaron dos pañales y un par de zapatillas, y aseguraron que habían pasado a unos 100 metros de los menores. La búsqueda se redujo a un sector de 20 kilómetros cuadrados de selva.

El 17 de mayo los soldados se toparon con un campamento improvisado con ramas y palos. Un perro encontró unas tijeras y ligas de cabello. Ese mismo día y horas más tarde, Petro anunció que los hermanos habían sido hallados con vida. Pero el mandatario se retracto al día siguiente y lamentó la falsa información. El 26 de mayo las fuerzas militares organizaron una celebración simbólica para Cristín, la bebé del grupo, que ese día cumplió un año de vida y casi un mes perdida en la selva.

-Wilson-

El 8 de junio, cuándo la búsqueda de los menores había pasado a un segundo plano en medio de una crisis de gobierno provocada por un escándalo de escuchas ilegales, el ejército informó que Wilson, un perro rastreador que participaba en la búsqueda se había extraviado en al selva.

El pastor belga de seis años fue el perro que encontró en medio de la vegetación el biberón de Cristín. Según un boletín de Ejército, es posible que se haya “desorientado” por la “complejidad del terreno”. Los militares también encontraron huellas del perro cerca de las de los menores.

-Milagro-

La tarde del viernes 9 de junio, Petro anunció que los menores “aparecieron con vida” y divulgó una foto en la que se ven rodeados de militares e indígenas que participaron en la búsqueda. Todos lucen muy delgados y no tienen zapatos. “Estaban solos, ellos mismos lo lograron”, celebró el mandatario.

Los hermanos fueron encontrados a 5 kilómetros del punto donde cayó la aeronave y “estabilizados” por enfermeros de combate, según el ministerio de Defensa. Sobre las 21H00 la entidad informó que los niños estaban abordando un helicóptero para ser trasladados a San José de Guaviare, la ciudad más cercana y donde serán sometidos a una valoración médica. El perro Wilson, sin embargo, no estaba con ellos.

Fuente: AFP.

Etiquetas: #Colombia

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