El 2 de enero comenzó en los tribunales de Dolores, de la provincia de Buenos Aires, el juicio a los ocho rugbiers acusados de matar a golpes a Fernando Báez Sosa, hijo de paraguayos, a la salida de un boliche, hace tres años. El proceso tiene 177 testigos, cuyos relatos resultan desgarradores; entre ellos se encuentra el de un taxista que presenció el crimen.

El trabajador del volante Marcos Damián Acevedo se presentó el jueves pasado ante el tribunal y acudió con una carta dirigida a los acusados con una reflexión; sin embargo, los jueces no le permitieron leerla debido a que en su declaración testifical no podía tomar la palabra para esa intención. De igual forma, el conmovedor manuscrito trascendió en la prensa argentina.

“Están a tiempo de mostrar valentía y aliviar su alma”, expresa Marcos en su carta, dirigida a Máximo Thomsen (23), Enzo Comelli (22), Matías Benicelli (23), Blas Cinalli (21), Ayrton Viollaz (23), y Luciano (21), Ciro (22) y Lucas Pertossi (23), acusados de la muerte de Fernando Báez Sosa, de 18 años, la madrugada del 18 de enero de 2020 en la puerta del boliche “Le Brique” de Villa Gesell.

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Aunque no pudo leerles su escrito de cuatro páginas durante la audiencia, fue el único testigo que miró a la cara a los imputados cuando quedó de pie frente a ellos, a unos tres metros, mientras se exhibían unos videos. La agencia Télam, que reprodujo su carta, tomó sus palabras tras el gesto: “Quería que sintieran la mirada de la sociedad”, aunque ellos “no miraron”.

Fernando José Báez Sosa nació el 2 de marzo de 2001. Era el único hijo de Silvino Báez (49), trabajador de la construcción, y de María Graciela Sosa Osorio (56), cuidadora de adultos mayores, ambos paraguayos oriundos de Carapeguá que llegaron a Argentina en 1995, se conocieron y se casaron en Buenos Aires. Antes del fatídico verano, su hijo Fernando se preparaba para una beca estudiantil, y colaboraba en dos proyectos solidarios de su comunidad.

Imagen de la manifestación del 23 de enero de 2019, en Buenos Aires, para exigir justicia por el asesinato de Fernando Báez. Foto: AFP.

“Fue una salvajada”

La carta completa de Marcos Acevedo expresa: Buenos días, hoy estoy acá por una causalidad y no una casualidad. Y digo causalidad porque hay una causa, la causa de Fernando Báez Sosa. Él no está y por eso estamos nosotros, los testigos, los que hoy sí podemos estar. Lamento haber presenciado este acto inhumano, pero a la vez le agradezco a Dios ponerme en el lugar y darme la valentía de testificar.

Lo que todos esperan seguramente es lo morboso del relato, lo cruel, lo dañino... Pero antes quiero decirles a los padres que hoy estoy acá, pero me hubiese gustado no estar, me hubiese gustado por el contrario que Fernando cuente su verdad. Como no lo dejaron entonces no queda otra opción que contárselos, a ustedes, a los jueces, a los presentes y recordarles a los acusados las acciones que los han traído a estas sillas. ¡¡Hoy es tarde para pedir perdón, sí!! Pero todavía están a tiempo de mostrar valentía y aliviar su alma, porque su cuerpo y mente deben estar consumidos.

El día de esta salvajada estaba estacionado con mi taxi en la puerta del boliche. A Fernando lo sacan del mismo, pero sin mayores problemas, de hecho, quiere reingresar y trata de justificar sus acciones con un patovica. Al no cumplir su cometido cruza la calle mientras sacan a otros individuos del baile. En ese momento me llama la atención la forma en que sacaban a un chico alterado de camisa oscura y bermudas. ¡Muy sacado! ¡Fuera de sí!

Los acusados durante la audiencia de inicio del juicio, el pasado 2 de enero. Foto: Captura de video.

Junto a él sacaron a otro más, unos 4 o 5. Y lo que escuchaba era: “Hay que ir a cagarlos a palos”... Me doy vuelta por el griterío. En ese momento, por alguna razón, no sé si eran los mismos o eran otros que se sumaron, pero el griterío crece y cruzan corriendo la calle.

Se dirigen derecho a Fernando (que hasta el momento no sabía que se llamaba así) y comienzan a agredirlo sin mediar palabra. A golpes de puño, patadas y agresiones verbales de todo tipo como “negro de mierda”, “te vamos a matar”, “ahora estamos afuera”... Fue una salvajada, aún tomados o alcoholizados. Todos sabemos que una patada en la cabeza puede costar la vida... Fernando no recibió una, sino varias, y eso lo vi.

Lo que recuerdo son las 3 o 4 trompadas de un chico de camisa blanca en la cara de Fernando, él ya desvanecido, y a un chico de remera oscura y bermuda que le dio una patada en la cara. Lamento que esto lo escuchen los padres, pero fue así... En ese momento hay dos chicos que cruzan la calle para intervenir, no sé si eran amigos o gente que quería separar.

Lo que sé es que también recibieron golpes varios, uno en la parte posterior del auto blanco estacionado frente a “Le Brique”. Ante esta situación logran salir para no recibir más golpes, pero no pudieron llegar a Fernando. Mientras trascurre esto ya Fernando está tirado, inmóvil y ensangrentado.

Fernando era el hijo único de los paraguayos Silvino Báez y Graciela Sosa, oriundos de Carapeguá. Foto: AFP.

Llega una chica a socorrerlo y a los gritos piden que llamen a una ambulancia y si no recuerdo mal pide ayuda a los patovicas de “Le Brique” Los agresores salen caminando sentido a avenida Buenos Aires como si nunca hubiese pasado nada y gritando insultos de todo tipo. Esto es lo que puedo contar, luego se sube gente al taxi y debo continuar con mi trabajo. Al día siguiente me entero del deceso del joven y recién al segundo o tercer día declaro en la Fiscalía por voluntad propia.

Esta es mi verdad, este es mi relato y no lo hago solamente por Fernando Báez Sosa, lo hago también por sus padres, sus amigos y sobre todo por mi hijo porque nunca podría seguir viviendo si él me cuestionara el haber estado y no contribuir con esta causa dolorosa, no solo para todos los presentes, sino que también para mi ciudad donde vivo y defiendo por su hospitalidad y su gente de bien.

Mi deber como ciudadano era contar lo que vi, y lo que vi es mi relato. Ahora queda en ustedes, jueces y fiscales, sentar precedente para una Argentina en justicia, con seriedad y con valor de cumplir con el deber, esto depende de todos. ¡Justicia para Fer, por favor!

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