“No viví lo que he vivido para ver lo que vi ayer, que mi pueblo, mi tierra, esté dividida de esa forma. Es inadmisible, triste, estar aquí es estar en defensa de la democracia”, dijo a la AFP Edi Valladares, una profesora de 61 años. Al lado de esta manifestante, que estaba parada en una acera de la Avenida Paulista, se exhibían carteles con mensajes como “Estamos con Lula y por la democracia”, “Respeto al voto popular” o “Prisión para los golpistas”.

Jóvenes, familias enteras, sindicatos, hinchas de fútbol, colectivos antirracistas, antifascistas y LGBTI se dieron cita entrada la noche de este lunes en la icónica calle paulista, un día después de que miles de seguidores del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro asaltaran los edificios de la presidencia, el Congreso y la Corte Suprema en la capital.

Los bolsonaristas exigían una intervención militar contra el gobierno de Lula, quien asumió el poder el primero de enero por tercera vez, tras vencer en las presidenciales de octubre a Bolsonaro por estrecho margen.

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Los incidentes, que dejaron 1.500 detenidos hasta el momento y destrozos de consideración, fueron catalogados de “actos terroristas” por el mandatario y los titulares de los otros poderes del Estado en una inusual declaración conjunta. Además, provocaron un rechazo generalizado de la comunidad internacional.

“Tienen que responder por los actos que hicieron”, afirmó Rafael Maschio, un publicista de 40 años que se cubría del frío con una chaqueta del Santos FC, el equipo de Pelé, fallecido hace semana y media de un cáncer.

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A unos metros suyo, el abogado Celso Nakamura, de 55 años, reflexionaba sobre una duda que ha invadido a muchos brasileños, incluido el presidente: ¿Por qué las fuerzas del orden no estaban preparadas para impedir el avance de los bolsonaristas y reaccionaron tarde?

“Lo que sucedió en Brasilia es inaceptable. Como pueblo tenemos que ser demócratas, independientemente del partido, de su línea política”, afirmó, con una gorra militar verde olivo y una estrella roja en el frente.

Al lado suyo, Inalda Celina Madio participaba por primera vez a sus 68 años en una manifestación. “Las evitaba por temor a algún disturbio, pero perdí el miedo. Lo de Brasilia fue un horror, con la connivencia total de quienes deberían estarnos protegiendo”, sostuvo la pensionada.

Fuente: AFP.

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