El mandatario centrista Emmanuel Macron, reelegido el domingo frente a una ultraderecha en ascenso, deberá enfrentar una serie de desafíos, desde la unión de una Francia dividida hasta la emergencia climática, pasando por el impacto de la guerra en Ucrania.

“Los años venideros seguro que no serán tranquilos”, reconoció el presidente, de 44 años, que obtuvo la confianza de un 58,5% de franceses para dirigir el país hasta 2027, frente a su rival ultraderechista Marine Le Pen, de 53 años.

Cuando los efectos catastróficos del cambio climático se sienten en todo el mundo, esta cuestión se anuncia como uno de los retos más urgentes y delicados. El tiempo apremia. Los expertos del clima de la ONU (IPCC) advirtieron en abril que el mundo tiene tres años para reformar totalmente su economía y limitar las emisiones de gases de efecto invernadero para que el futuro de la humanidad sea “viable”.

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La principal tarea de Macron será situar a Francia en una trayectoria de cara a cumplir el objetivo de reducir las emisiones en un 40% para 2030 respecto a 1990, en línea con el Acuerdo de París, el tratado internacional sobre clima adoptado en 2015.

Durante la campaña de la segunda vuelta, en un guiño a los electores ecologistas, prometió ir “dos veces más rápido” para reducir las emisiones y aseguró que su próximo primer ministro “se encargaría directamente de la planificación ecológica”. Pero sus promesas no logran convencer por el momento a los ecologistas y a los defensores del medio ambiente, que señalan el tibio balance de su primer mandato y advierten que juzgarán en base a hechos y no palabras.

Ucrania

El jefe de Estado, que multiplicó sus esfuerzos de mediación entre Kiev y Moscú para intentar detener la ofensiva rusa en Ucrania, debería continuar, sobre todo hasta el 30 de junio, cuando acaba la presidencia protémpore francesa del Consejo de la Unión Europea.

Su principal reto aquí es mantener la unidad de los 27 ante Moscú, máxime cuando los diferentes países del bloque tienen visiones diferentes sobre aplicar un embargo al gas ruso. Alemania es uno de los principales opositores a esta medida. Las consecuencias diplomáticas de la guerra en Ucrania, que mostró las dificultades de Occidente para sumar al resto de la comunidad internacional a su estrategia de aislamiento de Rusia, podrían también redibujar el mapa de alianzas.

Francia fracturada

El quinquenio que termina y el resultado de la presidencial esbozan una Francia dividida. Más allá de la protesta social de los “chalecos amarillos” en 2018 y 2019, los dos últimos años estuvieron marcados por los “antivax”, contrarios a la política sanitaria para enfrentar la pandemia.

Las frases polémicas y salidas de tono de Emmanuel Macron, que parte de los franceses y de la oposición consideran despectivas y arrogantes, avivaron las crispaciones a lo largo de su primer mandato. El mandatario centrista prometió el domingo que no dejaría a nadie atrás y lanzó un llamado a la buena voluntad y al respeto en un país “plagado de tantas dudas, de tantas divisiones”.

Incluso si logra la mayoría parlamentaria durante las elecciones legislativas de junio, esto no quiere decir que el horizonte se despeje. Las manifestaciones registradas en París y Rennes (oeste), justo después de su reelección, hacen presagiar una fuerte resistencia en las calles, sobre todo contra su controvertida reforma de las pensiones.

Poder adquisitivo

La principal preocupación de los franceses durante la elección fue el poder adquisitivo, por lo que las primeras medidas del nuevo mandato se seguirán de cerca. La política del “cueste lo que cueste”, desplegada durante la pandemia del COVID-19 para apoyar los sectores más castigados por la crisis sanitaria y económica, permitió salvar, al menos de forma temporal, empresas y empleos.

Pero la creciente inflación, impulsada especialmente por el costo de la energía, sigue lastrando el poder adquisitivo. En marzo, se situó en el 4,5% interanual, un nivel inédito desde los años 80. Además de los 26.000 millones de euros (unos 27.900 millones de dólares) ya comprometidos para ayudar a empresas y hogares, el mandatario prometió medidas adicionales, con la esperanza de contener la cólera social y evitar otro escenario de protestas como los “chalecos amarillos”.

Pero el margen de maniobra del presidente reelegido es menor que hace cinco años. Macron prometió reducir el déficit público por debajo del 3% para 2027 (6,5% en 2021) y empezar a reducir el peso de la deuda, que se disparó con la crisis de COVID-19 (112,9% en 2021).

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Un Francia dividida

El mandatario Emmanuel Macron logró su reelección el domingo ante una extrema derecha en auge, en un balotaje que sacó a relucir las fracturas de una Francia que el centrista deberá ahora coser. A continuación, las principales lecciones de una presidencial, en la que Macron se convirtió, con un 58,5% de votos, en el primer presidente en ser reelegido desde 2002 y Le Pen, con un 40,5%, logró el mejor desempeño de la ultraderecha.

Los comicios dejaron un país fracturado: una Francia de jubilados y clase media-alta que votó por el caballo ganador Emmanuel Macron, de 44 años, y otra más popular y que se siente excluida, que apoyó a su rival, de 53 años. La primera vive en las grandes ciudades y en el oeste. La otra, que apostó por Le Pen se encuentra en el antiguo bastión industrial del norte, en el este, a orillas del Mediterráneo y en sus territorios de América Latina y el Caribe.

Según los sondeos, Macron obtuvo sus mejores resultados entre los mayores de 60 años y, sobre todo, entre los más de 70. El centrista seduce especialmente a ejecutivos, jubilados y votantes con al menos tres años de estudios superiores. La ultraderechista atrae a un electorado popular constituido de obreros y asalariados, especialmente sensible a una campaña basada en defender su poder adquisitivo sin renegar la radicalidad de su programa sobre migración.

Los territorios de ultramar

Marine Le Pen se impuso en la mayoría de territorios de ultramar: en los americanos de Guadalupe (69,6%), Martinica (60,87%) y Guyana (60,70%), así como en la Réunion (59,57%) y Mayotte (59,10%), en el océano Índico. Salvo en Mayotte, donde ya ganó Le Pen, en el resto se impuso en la primera vuelta el izquierdista Jean-Luc Mélenchon. El resultado del balotaje refleja así un voto de protesta con una crisis social como telón de fondo.

“Si Le Pen es mayoritaria en estos territorios (...) es por un voto por descarte, no un voto de adhesión a su programa”, indicó Martial Foucault, experto de Sciences Po en los territorios de ultramar. El mandatario centrista se impuso por su parte en los territorios del Pacífico Sur: Nueva Caledonia (61,04%), Polinesia Francesa (51,80%) y Wallis y Futuna (67,44%), según los resultados del ministerio del Interior.

Desencanto juvenil

Un 28% de los casi 49 millones de franceses llamados a las urnas se abstuvieron, 2,5 puntos más que en 2017, cuando ya hubo un duelo entre Macron y Le Pen, y un récord desde el balotaje de la presidencial de 1969 (31%).

Otros tres millones de electores votaron por su parte en blanco o nulo. Si se suman a los abstencionistas, “más de un tercio del electorado decidió no elegir”, resumió Mathieu Gallard, de Ipsos, en la radio France Info. Por edades, un 41% de los electores entre 18 y 24 años se abstuvo, así como el 38% de los 25-34 años, según un sondeo de Ipsos. Este porcentaje se desploma al 20% entre los 60 a 69 años y al 15% entre los mayores de 70.

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El desencanto con la primera vuelta llevó a estudiantes a ocupar temporalmente la universidad de la Sorbona. Muchos denunciaban el balance social y ecológico de los cinco años de Macron, pero también temían que la extrema derecha llegara al poder.

“Estoy contento de que la extrema derecha no haya llegado al poder, pero no pienso que Emmanuel Macron represente realmente a una gran mayoría de franceses”, aseguró este lunes a la AFP Baptiste Dengremont, un estudiante de 20 en Lille (norte).

Tablero político en recomposición

La primera lección llegó la noche de la primera vuelta. Los partidos tradicionales --socialistas y Los Republicanos (derecha)--, tocados ya en 2017, acabaron de hundirse, frente a un tablero ocupado por Macron (centro), Le Pen (extrema derecha) y Mélenchon (izquierda radical).

Los dos últimos buscan ahora construir bloques en sus respectivos espacios políticos para arrebatar la mayoría parlamentaria al centrista en las elecciones legislativas del 12 y 19 de junio y obligarlo a gobernar conjuntamente. Según los sondeos, más de la mitad de franceses quiere que Macron pierda su mayoría. La última “cohabitación” remonta al período de 1997 a 2002, cuando el conservador Jacques Chirac, nombró primer ministro al socialista Lionel Jospin.

“Método renovado” de gobierno

Consciente de la situación política y social, Emmanuel Macron prometió la noche de su elección gobernar “para todos los franceses”, dar respuesta a la “rabia” de quienes votaron por Le Pen y se comprometió a adoptar un “método renovado” de gobierno.

Percibido como “presidente de los ricos” y “arrogante”, su primer mandato estuvo marcado por las protestas contra su política hacia las clases populares, como la de los “chalecos amarillos”, y contra sus reformas, como su promesa estrella de atrasar la edad de jubilación de 62 a 65 años.

La batalla de las legislativas

El reelegido presidente francés, el centrista Emmanuel Macron, enfrenta desde este lunes un doble reto: unir a un país dividido tras la elección presidencial y preparar la batalla de las legislativas, que la ultraderecha y la izquierda plantean como una “tercera vuelta”. Nada más conocerse la victoria de Macron el domingo, cuando se convirtió en el primer presidente en lograr la reelección desde el conservador Jacques Chirac en 2002, sus rivales derrotados salieron en tromba para advertir que buscarán la revancha en junio.

“Lanzamos esta noche la gran batalla electoral de las legislativas”, aseguró Le Pen, tras perder el balotaje con un 41,5% de votos frente al centrista (58,5%). “La tercera vuelta comienza esta noche”, dijo el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, tercero en la primera vuelta con casi un 22% de votos.

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Los comicios parlamentarios del 12 y el 19 de junio son claves para que el mandatario liberal pueda llevar a cabo su programa para una “Francia más independiente”, su proyecto “social y ecológico”, “basado en el trabajo”, como prometió el domingo por la noche.

Su equipo pasó a la ofensiva el lunes por la mañana. El jefe de los diputados de su partido La República en Marcha (LREM), Christophe Castaner, aseguró que los franceses le darán “la ambición y los medios” para poder aplicar el programa con el que fue elegido. Entre sus promesas para transformar Francia figura el “renacimiento” de la energía nuclear y alcanzar la neutralidad de carbono para 2050, pero también la impopular medida de atrasar la edad de jubilación de los 62 a los 65 años.

El “rey desnudo”

Una mayoría de franceses, según dos sondeos publicados justo después de su reelección, no quiere que el mandatario centrista disponga de una mayoría parlamentaria, como la que goza desde 2017 en la cámara baja, lo que abriría la puerta a la “cohabitación”. Sin mayoría, “no puede hacer nada. El rey está desnudo”, explicó a la AFP Dominique Rousseau, profesor de derecha constitucional en la universidad Panthéon-Sorbonne. Una vez escogido por el presidente, el primer ministro fija el rumbo del gobierno.

Francia ya conoció este modelo en el pasado. En 1997, Chirac nombró como primer ministro al socialista Lionel Jospin. El presidente conservador había sido previamente el primer ministro entre 1986 y 1988 de su predecesor socialista, François Mitterrand.

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En un sistema de elección uninominal a dos vueltas, el partido de Mélenchon, ecologistas y comunistas negocian ya hacer un frente común para obtener la mayoría de circunscripciones. En una extrema derecha dividida, también se alzaron voces para presentar un bloque unido.

La nueva ofensiva llega en un contexto de descontento y de abstención, que fue la más alta, en torno al 28%, para un balotaje presidencial desde 1969. “Un 35% del cuerpo electoral no votó, o votó blanco y nulo”, resumió en la cadena LCI el politólogo Jérôme Jaffré.

Las razones son múltiples. Los jóvenes, que ya bloquearon liceos en las dos últimas semanas y ocuparon la simbólica universidad de la Sorbona, reprochan al presidente saliente su balance ecológico y social. Los votantes de izquierda cargan contra la reforma de las pensiones.

“Apaciguar”

Su primer mandato estuvo marcado por las crisis: protestas sociales contra su política hacia las clases populares, como los “chalecos amarillos”, una pandemia mundial que confinó Francia y una guerra en Ucrania que alimentó la preocupación de los franceses sobre su poder adquisitivo.

La pandemia y su intento de mediar entre Moscú y Kiev reforzaron su imagen de líder competente en tiempos de crisis. La Unión Europea (UE) acogió con alivio su elección e incluso el presidente ruso, Vladimir Putin, le deseó “éxito” en su nuevo mandato pese a las tensiones sobre Ucrania.

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Pero, sus polémicas frases forjaron su reputación de “presidente de ricos” y “arrogante” que todavía le persigue. “Macron es consciente de que tiene que apaciguar”, aseguró a la radio RTL la ministra de Trabajo, Elisabeth Borne, cuyo nombre circula para sustituir al actual primer ministro, Jean Castex.

El resultado de la elección fue una Francia más dividida. Consciente de la situación, en su breve discurso de la victoria, Macron, de 44 años, prometió que sería el presidente “de todas y todos los franceses” y prometió un “método renovado” para dirigir el país. “Ha dicho que iba a cambiar, que iba a haber una renovación en su política y es lo que esperamos”, aseguró a la AFP el lunes por la mañana Salim Boutalen, un educador social de 33 años de Burdeos (suroeste).

Fuente: AFP.

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