Por Nicolas KIENAST

La prestigiosa avenida de los Campos Elíseos resplandece bajo las luces, las tiendas tienen sus escaparates engalanados y el mercadillo de Navidad de París está abarrotado pero, sin embargo, la “Ciudad de la Luz” no brilla como en otras ocasiones, debido a la pandemia de COVID-19.

“Estamos hartos. El año pasado pensábamos estar viendo el final de todo esto, pero ahora parece que pueden llegar un montón de variantes distintas”, explica Dominique, una parisina de 35 años, cerca de una farmacia de los Campos Elíseos donde la fila para hacerse un test por COVID-19 parece no tener fin.

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En Francia, la semana pasada se realizaron casi 6,2 millones de test de covid-19, un récord desde el inicio de la pandemia provocado por la preocupación que provoca la nueva variante ómicron, que llegó cuando muchos pensaban que las fiestas de final de año serían tranquilas.

Turistas y parisinos pasean por los Campos Elíseos y hacen las últimas compras de Navidad. Pero los fuegos de artificio y los conciertos previstos para Nochevieja fueron anulados.

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Dominique trabaja en el barrio pero va a pasar Navidad en Italia, por lo que vino a hacerse un test en plena quinta ola de la pandemia en Francia: en París, uno de cada 100 habitantes dio positivo en los últimos siete días.

Algo que les pasó a “muchos amigos” de Julie Godet, de 28 años, y Mathieu Alcaide, 30, que pasean por el mercado navideño. “Una amiga acaba de pillar el covid-19 así que no podrá pasar Navidad en familia. Estará confinada en su pequeño departamento parisino. Es angustioso”, cuenta Julie.

Otros de sus amigos, aunque dan negativo, “se están confinando antes de Navidad para no contagiar a la abuela”, afirma Mathieu.

“Revivir un poco la magia de Navidad”

Francia, que tiene a cerca del 90% de su población de más de 12 años vacunada, tuvo desde el inicio de la pandemia 122.000 fallecidos.

Gracias a un brasero, Julie y Mathieu se mantienen calientes en estas temperaturas gélidas cerca de la gran noria junto al Museo del Louvre.

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En el mercado navideño es obligatorio llevar mascarilla y se exige el pasaporte sanitario para poder comer dentro y acceder a las atracciones.

Gilles Rau, de 64 años, acaba de terminar su desayuno. Vino con su familia al mercadillo para “revivir un poco la magia de Navidad”, sobre todo a sus tres nietos. El ánimo va “bien, como siempre, de todas formas no podemos hacer nada”, responde.

Clement Changeur muestra el mismo sentimiento de cansancio, tras dos años de pandemia.

“No se ve el final del túnel. De vez en cuando piensas: ‘Venga, vamos a vivir como antes’ pero no, no podemos relajarnos mucho”, afirma este ingeniero de 28 años que, por miedo a los contagios, “no toma el metro” desde hace año y medio.

“Muy estresante”

“La verdad es que no tuve mucho cuidado el fin de semana pasado”, cuenta Clement, que estuvo en bares. Por eso se tendrá que hacer un test de antígenos antes de pasar las Navidades con los amigos, así como un test PCR al día siguiente para visitar a su familia.

Clement considera, sin embargo, que “tengo suerte de poder pasar las fiestas sin restricciones sanitarias”, cuando “ves (lo que pasa en) el extranjero”.

China impuso un estricto confinamiento a los 13 millones de habitantes de la ciudad de Xi’an. Países Bajos confinó todo el país. Y en Alemania y en Dinamarca se tomaron medidas restrictivas menos duras.

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Esther, de unos cuarenta años, está preocupada porque debe pasar las fiestas con su familia en Alemania: “Y no sé cómo estará la frontera. Es muy estresante”.

Por ahora, intenta que sus hijos no se mezclen mucho con la masas de gente que se aglutina en las tiendas de París.

El covid-19 supone un estrés por los contagios y a la hora de viajar pero será también un tema de discusión en la mesa de Navidad, ahora que se abre en Francia la vacunación de los menores de 5 a 11 años: “junto a la política y la educación de los menores”, dice Esther. “La excusa para una copa de champán más para relajar el ambiente...”

Fuente: AFP.

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