“Son 30.000” reza un cartel descubierto este lunes pasado para darle un nuevo nombre a una calle dentro de un memorial a los desaparecidos durante la última dictadura argentina (1976-1983).
En el día internacional de las víctimas de desapariciones forzadas y tras 18 meses sin público por la pandemia, el acto simbolizó el regreso de activistas al predio de la otrora Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), convertido desde 2004 en sitio de memoria y sede de organismos de derechos humanos.
Lea más: La gasolina con plomo oficialmente erradicada en el mundo
Ese predio de 17 hectáreas albergó a uno de los más emblemáticos centros clandestinos de detención y tortura de la dictadura de donde despegaban los llamados ‘vuelos de la muerte’ y que vio pasar a unos 5.000 prisioneros, de los que solo sobrevivieron un centenar.
“Esto no es un acto, es un reencuentro, con personas queridas, personas que tienen memoria”, dijo Taty Almeida, Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, el organismo que impulsó el cambio de nombre a la calle antes tuvo el nombre de un militar.
Los organizadores dijeron que bautizar una calle “Son 30.000” es un mensaje “contra los negacionistas” que ponen en duda ese número de víctimas de la dictadura que fue estimado por los organismos de derechos humanos y reconocido por el estado argentino.
Lea más: China limitará a tres horas semanales los videojuegos en línea para menores
En 1984, apenas recuperada la democracia, una comisión instalada por el gobierno de entonces registró denuncias de unas 9.000 desapariciones, pero esta cifra se considera limitada por el gran temor que aún imperaba en la sociedad argentina y las dificultades para muchos de acercarse a declarar. En 1978, cuando aún faltaban casi cinco años de régimen, un informe de la Dirección de inteligencia nacional de Chile (DINA) ya cifraba en 22.000 las víctimas de la dictadura argentina.
“Los 30.000 compañeros y compañeras son vida abierta. Porque son 30.000 (los desaparecidos) y habrá que repetirlo cuantas veces sea necesario, cada vez que algún miserable se le ocurra decir otra cosa”, advirtió Eduardo Tavani, de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH).
Surgidas como organización en 1977, tanto en la búsqueda de hijos secuestrados como de nietos nacidos en cautiverio, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo son mujeres de más de 90 años de edad.
Lea más: Los hazaras de Afganistán, una minoría perseguida que teme a los talibanes
“A pesar de los bastones y las sillas de ruedas, las locas seguimos de pie”, lanzó Almeida, con su pañuelo blanco en la cabeza símbolo de la entidad humanitaria, aludiendo a la forma despectiva en que las nombraban en la dictadura.
Centenares de exmilitares han sido condenados por la justicia argentina por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura y Abuelas de Plaza de Mayo ha logrado encontrar a 130 nietos de los 400 que estima fueron robados.
Fuente: AFP.
Dejanos tu comentario
El acto de homenajear
- Marcelo Pedroza
- Psicólogo y Magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
La finitud aceptada y asumida alimenta constantemente el homenaje existencial. Entonces se rinde honores a cada segundo, es que desde la plena conciencia de estar vivo comienza a maravillarse el sistema perceptivo que le da importancia a lo que se está presenciando.
La pluralidad de fuentes sensoriales está preparada para disfrutar la impronta propuesta para esos segundos pasajeros que acontecen en el transcurso de la vida. En ese lapso, con cronómetro limitado terrenalmente, las posibilidades de homenajear el tiempo de vivir son infinitas, lo que habilita el panorama hacia las ceremonias que cada cual quiera realizar.
La aceptación de lo valioso del ser es la que determina la apertura de la cosmovisión que yace en el interior y que está convocada a darse hacia todo lo que la rodea. Es la fundadora de las razones que con el devenir del tiempo irán encausando los motivos que darán a luz las obras que deberán ser materializadas.
En cada ser vivo hay constantes manifestaciones que reflejan su vocación de vitorear la vida. Siempre existirá una causa que impulse su entusiasmo, más allá de los avatares y de las situaciones complejas que enseñan a recuperarse y levantarse.
Las flores abundan, están en todos los continentes, sus aromas son especiales, únicos, profundos, exquisitos; sus colores brillan y lucen su siembra alimentada, han crecido para ponerle un toque de hermosura a lo que está a su lado. Ellas homenajean a quienes las ven. Sí, quien se detiene a observar su natural pintura puede sentirse homenajeado.
Aunque se produce una devolución de consideración y se retroalimenta la estima sentida. Con sus particularidades ambos se están homenajeando. Es el instante donde se nutre la intensidad de los vínculos, es ese roce de esencias que se encuentran durante su estadía en este mundo.
Cuando hay homenajes, hay esfuerzos realizados. Se han inhalado sacrificios, han fluido emociones constructivas, se ha aprendido a valorar, se está dispuesto a escuchar y a realizar aquello que ayude a seguir avanzando, dado que el acto de convivir respetuosamente se constituye en un notable ejemplo de honrar a la sociedad.
En todos los momentos está latente la posibilidad de enaltecer el acontecimiento presente del vivir. Son las garras del afecto las que se afirman como un bebé al pecho de su madre. Es el ser humano la máxima expresión de superación, en sus fortalezas se cultivan sus sueños de laurear el acontecimiento de vivir.
Dejanos tu comentario
Es preciso detener la marcha del Reloj del Apocalipsis
- Ricardo Rivas
- Periodista
- X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza
Las guerras –tantas veces repudiadas en el devenir de la historia universal– una vez más parece estar a la vuelta de la esquina. No es una sorpresa ni mucho menos algo inesperado.
La aldea global cambia. La tertulia invernal en esta tan fría noche en Mar del Plata –unos 1.450 kilómetros al sur de mi querida Asunción– posibilita que emerjan dudas, interrogantes, convicciones y, por qué no decirlo, preocupaciones. Amigos, amigas y debates cruzados. Mi vieja mecedora junto a los leños crepitantes y los copones cargados con un Gran Enemigo, cabernet franc de 2020, añaden calidez a ese “cónclave para pocos… y pocas”, como propuso alguien en tono de broma en “la previa”.
Las guerras ganan preponderancia en el espacio dialógico. El destrato violatorio de los derechos humanos de más de 125 millones de personas desplazadas, según los reportes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR), agrega angustia.
“El propósito globalizador amplio que algunos estadistas a izquierda, derecha y centro impulsaron en décadas recientes parece decaer o, por lo menos, perder impulso”, lanza JJT, académico y catedrático. Lector con voluntad inquebrantable de conocimiento, agrega a ello su sorprendente memoria. Alguien coincide y asegura tener la misma percepción.
“Es así a partir del acceso al poder de nuevos líderes y lideresas que en algunos casos –por sus decires, sentires y acciones concretas– parecen dar señales de tener bajos coeficientes intelectuales para lo que se supone y demanda –justamente– a líderes y lideresas”, sentencia DEG, con años de formación en universidades asiáticas, europeas y en Oriente cercano.
Aquí, allá y acullá, conflictos en desarrollo. Terrorismos amenazantes y novedosas prácticas horrorosas. Armados con letales armas de diseño –incluso on demand– algunos gobiernos y corporaciones por debajo de la mesa privatizan las guerras e intervienen en ellas con mercenarios que asesinan a pedido del mejor postor.
SICARIATO A GRAN ESCALA
“¡El estadio superior del sicariato a gran escala!”, enfatiza AS, analista transnacional amateur. Con el pensamiento puesto en todos aquellos fuegos y nuestro propio fuego, entrecierro los ojos. Percibo que nuestros teléfonos inteligentes vibran.
“A los refugios. Suenan las alarmas”, reporta @bettapique –colega periodista galardonada y con larga trayectoria profesional en conflictos y guerras– desde su cuenta en X. “Israel e Irán intercambiaron disparos nuevamente (…) en su enfrentamiento más intenso de la historia, alimentando los temores de un conflicto prolongado que podría abarcar a Medio Oriente”, agrega la agencia francesa de noticias AFP.
Enmudecimos. Las y los integrantes de este grupo tenemos afectos y recuerdos valiosos en ese lugar del planeta. Tal vez, en silencio, propusimos un brindis por la paz que, también sin expresarlo en alta voz, lo aceptamos. Alguien levantó su copón. “¡Por la paz!”.
El ruego colectivo, sin embargo, no alcanza para dejar atrás los pensamientos. “El mejor camino para olvidar es no pensar”, le hizo decir alguna vez el viejo Ray Collins (92)
–tal vez el más grande escritor de historietas vivo en nuestra región después de la partida del admirado Robin Wood el 17 de octubre de 2021, en Encarnación– al teniente Zero Galván, del imaginario precinto 56 en NYC. “Pero, también, es el más largo”, remató aquel duro héroe latino (migrante) de ficción, aunque no tanto.
Ucrania arde. Gaza agoniza. Israel, aterrorizada. Irán, atormentada. República Democrática del Congo, ensangrentada. Sudán, Yemen, Nigeria, Afganistán, Siria, horrorizadas. Profesionalmente trashumé esos paisajes que millones –a través de milenios– llamamos Tierra Santa y algunos creemos que lo es.
Los grupos de poder que con el correr de los tiempos y la emergencia de conflictos múltiples se crearon para que líderes y lideresas resuelvan entre ellos y ellas los conflictos que se desploman sobre millones de inocentes devienen en púlpitos inadecuados, inútiles, para que los unos y las otras –tal vez– se escuchen entre ellos y ellas.
ALARIDOS
¿Quieren oírse? Los tremendos alaridos desgarradores de las y los desesperanzados no parecen conmoverlos. Millones huyen. Atrás quedan niñas y niños arrancados de sus familias para convertirlos en soldados. Los preparan para que sepan cómo ser eficientes para asesinar en masa.
Las y los adultos despojados de esos afectos entrañables, amenazados por lo que creen peor, se lanzan en busca de refugios incansablemente hasta que intuyen, perciben, sienten que –en verdad– van hacia lo peor. Miles sucumben cuando lo intentan.
Ningún lugar queda lejos para las y los desplazados forzados que, en cientos de casos, comprenden que escapar no siempre es llegar al lugar deseado. Al que creen más adecuado o al que, después de la huida, podría ser el nuevo y fértil campo de arraigo para sembrarlo de sueños. ¡Corramos, las balas pican cerca!
Sin embargo, algunas veces es tan aciago llegar que hasta aquel atrás peligroso que indujo la fuga parece perder sentido cuando –en cada playa a la que se arriba, luego de cada frontera que se cruza o muro que se sortea– se hace el recuento de quienes lo consiguieron entre las y los que partieron unidos en la desesperanzada esperanza.
Nunca fueron pocos ni pocas. Ni cuando las llamadas “invasiones bárbaras”, desde el siglo III de nuestra era, ni cuando finalizaba el siglo XIX y comenzaba el XX, en el “período de migraciones”. Sin embargo, por estos tiempos, los desplazados son muchos más. Quienes mueren en los intentos, también.
DESAPARECIDOS
En 2023, la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) reportó que, desde 2014, “más de 28 mil personas han desparecido” cuando intentaban llegar desde África a Europa. Lampedusa, esa muy pequeña isla italiana, es uno de los tantos puntos de llegada. Se multiplican allí los campamentos solo asistidos por voluntarios de múltiples organizaciones no gubernamentales (ONG) y programas de organismos multilaterales cada día menos dotados de fondos asistenciales.
El Mediterráneo es la ruta inevitable y, a la vez, un riesgoso desafío. A tal punto que a ese bellísimo mar al que los mapas del Imperio romano señalaban y mencionaban como Mare Nostrum, el papa Francisco unos pocos meses atrás lo describió como “un enorme cementerio”. El simbólico averno también pueden ser las olas gigantescas.
¿Y cuando llegan? “Solo la idea, la sensación y la convicción de ser sobrevivientes nos hace sentir bien, afortunados… pero dura poco.
El recuerdo de las y los ausentes pesa, lastima, hiere. Nos persiguen sin descanso”, me dijo mientras miraba fijamente aquel piso arenoso un desplazado con el que pude conversar periodísticamente.
Por breves momentos, sus ojos se perdían en el estrecho de Gibraltar. Miedos. Fantasmas, pensé y la certeza de estar siempre bajo sospecha. Muy cerca está la tan lujosa como deslumbrante Tanger tachonada de residencias ostentosas de ricos y famosos. El jet set no se fija en gastos.
“Solo, voy con mi pena / Sola va mi condena / Correr es mi destino / Para burlar la ley…”. Manu Chao (francés, español, vasco y gallego), como en aquel tiempo, vuelve a sonar en mis oídos. Ayer, hoy y mañana. Espero que no. “Perdido en el corazón / De la grande Babylon / Me dicen El Clandestino / Por no llevar papel (…) Mi vida va prohibida / Dice la autoridad”.
ARRAIGO Y DESARRAIGO
Algunas y algunos lo consiguen. Pero… arraigo y desarraigo suelen ser asignaturas pendientes, para siempre. “No soy de aquí, ni soy de allá, / no tengo edad, ni porvenir / y ser feliz, es mi color de identidad…”, canta desde 1970 el querido Facundo Cabral (1937-2011), siempre en mi corazón, que un frío sábado 9 de julio se fue desde Guatemala luego de cantar junto con miles en, de, desde, por y para la paz.
Una tormenta de violencia se abatió sobre él a las 5:20 de aquel día. El 8 de abril de 2016 la Justicia condenó a medio siglo de cárcel a quienes lo asesinaron. El narco Alejandro Jiménez, el Palidejo, y sus cómplices lo hicieron. Nunca nadie explicó, sin embargo, qué pasó. Mucho menos… por qué sucedió. ¿Por qué a él?, pregunté alguna vez en Guatemala a un magistrado. “¿Por qué no a él?”, fue su respuesta.
Ucrania arde. Gaza agoniza. Israel, aterrorizada. Irán, atormentada. República Democrática del Congo, ensangrentada. Sudán, Yemen, Nigeria, Afganistán, Siria, horrorizadas. La construcción de muros supera ampliamente al tendido de puentes. Asilamientos. Nacionalismos. Terrorismos. Crimen organizado transnacional de alta complejidad.
Algunas expresiones se repiten una y otra vez. Datos, hechos y supuestos se cruzan y entrecruzan. Incertidumbre y dolor. Las guerras –tantas veces repudiadas en el devenir de la historia universal– una vez más parece estar a la vuelta de la esquina. No es una sorpresa ni mucho menos algo inesperado.
EL RELOJ DEL APOCALIPSIS
Cuando finalizaba enero, el Reloj del Apocalipsis –así llamada esa herramienta científica creada por los más relevantes expertos nucleares en 1947– marcó que, en el año que recién se iniciaba, este 2025, faltan 89 segundos para la medianoche nuclear. Horroriza –más que nunca por estos días– ingresar en https://thebulletin.org/ doomsday-clock/. JJT lo hizo desde su celu. “Adelantamos el Reloj del Juicio Final (así también llamado) de 90 (en el inicio de 2024) a 89 segundos para la medianoche”.
¿Es posible? Los sucesores de Albert Einstein y Roberto Oppenheimer nucleados dos años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial –cuando Hiroshima y Nagasaki ya estaban incineradas– en el ámbito de la Universidad de Chicago son claros en el uso de la palabra. Son concientes de la gravedad del anuncio que realizan. Eligen puntillosamente cada vocablo para consignar que las agujas del Reloj del Apocalipsis precisan que – este 2025– es “lo más cerca que jamás hemos estado de la catástrofe” nuclear.
“El mundo ya está peligrosamente cerca del precipicio, un movimiento de incluso un solo segundo debe tomarse como una indicación de peligro extremo y una advertencia inequívoca de que cada segundo de retraso en revertir el curso aumenta la probabilidad de un desastre global”, puntualizan después.
Como una suerte de crónica del futuro que –como toda proyección histórica hacia atrás o hacia adelante se formula desde el presente, con lo que se sabe y se tiene hoy para medir y analizar– los analistas sostienen que “en cuanto al riesgo nuclear, la guerra en Ucrania, que ya lleva tres años, se cierne sobre el mundo”.
Agrega el breve texto que “el conflicto podría descontrolarse en cualquier momento debido a una decisión precipitada, un accidente o un error de cálculo”. Pero no se queda allí. “El conflicto en Oriente Medio amenaza con descontrolarse y convertirse en una guerra más amplia sin previo aviso”.
ARSENALES
Escalofriante. Revela luego que “los países poseedores de armas nucleares están aumentando el tamaño y la importancia de sus arsenales, invirtiendo cientos de miles de millones de dólares en armas que pueden destruir la civilización”.
Lamentan y hacen público aquel día que “el proceso de control de armas nucleares se está desmoronando, y los contactos de alto nivel entre las potencias nucleares son totalmente insuficientes dado el peligro inminente”.
Con amargo asombro – tal vez tentados por la desazón– aseguran que “resulta alarmante que ya no sea inusual que países sin armas nucleares consideren desarrollar sus propios arsenales” y, aunque no señalan a país alguno en esa condición, aseguran que esos desarrollos “socavarían los esfuerzos de no proliferación (de armas de destrucción masiva) de larga data y aumentarían las posibilidades de que estalle una guerra nuclear”.
EL FIN DE LA CIVILIZACIÓN
El párrafo final –que JJT lee en alta voz– suena (y resuena) aún en mis oídos. “Continuar ciegamente por el camino actual es una forma de locura. Estados Unidos, China y Rusia tienen el poder colectivo de destruir la civilización. Estos tres países tienen la responsabilidad primordial de salvar al mundo del abismo, y pueden hacerlo si sus líderes inician conversaciones serias y de buena fe sobre las amenazas globales aquí descritas. A pesar de sus profundos desacuerdos, deberían dar ese primer paso sin demora. El mundo depende de una acción inmediata”.
Siento que las agujas de ese Reloj del Juicio Final no se aceleran ni acelerarán por quienes ejercen el derecho humano “a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado”; o “a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país”, como lo consignan los artículos 13 y 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1945.
No y solo no. El abismo está delante de un puñado de poderosas y poderosos. Solo ellas y ellos tienen la potestad de dar o no dar ese último paso al frente para detener el reloj o acelerarlo para siempre. ¿Qué es lo que no se entiende?
Dejanos tu comentario
Rendirán homenaje a Luis Alberto del Paraná en Asunción
Para este sábado, 21 de junio, en la ciudad de Asunción, está previsto el homenaje y recordación del 99 aniversario del nacimiento de Luis Alberto del Paraná, quien con su guitarra y voz recorrió el mundo para dar a conocer a su amado Paraguay.
La actividad se desarrollará en el Cementerio de La Recoleta, en el panteón de la familia Meza, a las 9:30, donde se depositarán una corona de laureles, en memoria de uno de los más grandes cantautores del Paraguay, junto a otros reconocimientos. Se tendrá como invitados especiales a sus hijos Manuel y Fabiola Meza.
También estarán presentes para la entrega de los reconocimientos los creadores de los Premios Paraná, María del Carmen y Juan Carlos Amoroso, premiación se realiza en forma continuada desde hace 27 años. La actividad reconoce a artistas paraguayos en memoria del querido Luis Alberto.
Lea también: Reclusos de nuevas penitenciarías deberán usar uniformes
Sobre el cantautor
Luis Osmer Meza, más conocido como Luis Alberto del Paraná, nació el 21 de junio de 1926 en Altos, departamento de Cordillera. Hijo de Jacinta Meza y José Domingo Encina, desde niño demostró su talento artístico. Los estudiosos de su vida y obra estiman que pisó escenarios en al menos 76 países.
El 16 de setiembre de 1974, cuando contaba con apenas 48 años de edad, los medios informaban sobre la muerte de Paraná, que había ocurrido el día anterior a las 11 de la mañana en el Pembridge Court Hotel de Londres, Inglaterra.
Lea más: En Concepción implementan sistema HIS para controlar entrega de medicamentos
Dejanos tu comentario
Stefano Pavetti rindió homenaje a la guarania en Roma
En el marco del centenario de la guarania y de los 150 años de relaciones diplomáticas entre Paraguay e Italia, Roma fue escenario de un emotivo homenaje a este género musical creado por José Asunción Flores, a través del evento denominado “Concierto y Conferencia sobre la guarania”, que estuvo a cargo del maestro ítalo-paraguayo Stefano Pavetti Serratti.
El encuentro se celebró en la histórica Rectoría de San Silvestro al Quirinale, una pequeña y escondida iglesia en el corazón de la capital italiana, conocida también como el templo donde trabajó el gran artista Miguel Ángel Buonarroti. En este recinto cargado de arte e historia -donde frescos, esculturas y columnas centenarias dialogan con la espiritualidad- los acordes suaves y melancólicos de la guarania encontraron un eco particularmente conmovedor.
Clavecinista, pianista, organista y director de orquesta, Pavetti Serratti presentó una disertación sobre el origen, evolución y riqueza simbólica de este género musical, acompañada de una interpretación lúcida y sentida. Con sus palabras y ejecución, Pavetti invitó al público a “abrir el corazón” y dejarse elevar por una música que “acaricia los sentidos y refleja algo del divino”.
Lea más: Gobierno declara Patrimonio Nacional al ovecha rague
Creada en 1925 por José Asunción Flores, la guarania fue celebrada no solo como una expresión artística, sino como un patrimonio cultural vivo del Paraguay. “Es dulzura y poesía, es añoranza y melancolía, es historia y pasión… es paraguaya”, se destacó en el concierto coorganizado por la Embajada del Paraguay en Italia y la Asociación Paraguay-Italia.
Se interpretaron obras emblemáticas como “India”, “Panambí vera” y “Mburicaó” de José Asunción Flores, “Regalo de amor” de Mauricio Cardozo Ocampo, “Así canta mi patria” de Florentín Giménez, de quien también se conmemora el centenario de su nacimiento en 2025; y los clásicos “Mis noches sin ti” y “Recuerdo de Ypacaraí” de Demetrio Ortiz, entre otras piezas que conmovieron al público, conformado por miembros del cuerpo diplomático, artistas, académicos y paraguayos residentes en Roma.
Lea también: Tom Cruise recibirá un Óscar honorífico por sus “imposibles” acrobacias