Las evacuaciones de extranjeros y afganos que quieren huir del nuevo régimen talibán se reanudaron el viernes en el aeropuerto de Kabul, un día después del sangriento atentado perpetrado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), que dejó al menos 85 muertos, entre ellos 13 soldados estadounidenses.

El atentado, que causó además más de 160 heridos, fue condenado por los talibanes, por Estados Unidos y sus aliados y también por Rusia y China. Los ataques aumentaron la enorme tensión reinante, en el final de la cuenta atrás hacia el 31 de agosto, cuando todos los soldados estadounidenses habrán abandonado el país tras 20 años de presencia militar, lo cual significa también el fin de las evacuaciones masivas.

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Hasta ahora, más de 100.000 personas fueron evacuadas del país desde mediados de agosto. El doble atentado suicida del jueves tuvo por blanco a los soldados que organizan estas evacuaciones y a los afganos que se agolpan en el aeropuerto con la esperanza de poder montarse en uno de los vuelos de los países occidentales.

Las explosiones sembraron el pánico y la desolación. Las imágenes de decenas de personas muertas o heridas, tendidas en las aguas sucias de un canal de desagüe cercano al aeropuerto, y los videos de hombres, mujeres y niños huyendo despavoridos del lugar dejaban sin palabras.

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“Hay muchas mujeres y niños entre las víctimas. La mayoría de la gente está conmocionada, traumatizada”, dijo el viernes a la AFP un responsable del gobierno depuesto a mediados de agosto por los talibanes, confirmando a la AFP que entre los civiles que estaban en el lugar de los atentados hubo al menos 72 fallecidos y más de 150 heridos, según informaciones recogidas en los hospitales locales.

Pero este balance podría aumentar en las próximas horas ya que hay personas gravemente heridas y también desaparecidos. A los afganos muertos se suman los 13 militares estadounidenses fallecidos y otros 18 heridos, la mayor pérdida del ejército estadounidense en Afganistán desde 2011.

“Seguimos comprometidos”

En el peor momento desde el inicio de su mandato, un conmovido presidente Joe Biden prometió “perseguir” a los autores del ataque y hacerles “pagar” sus consecuencias. “Estados Unidos no se dejará intimidar”, dijo el mandatario.

Los talibanes, a través de su portavoz Zabihullah Mujahid, condenaron “firmemente” el ataque, pero señalaron que “tuvo lugar en una zona donde las fuerzas estadounidenses son responsables de la seguridad”. Bajo el nombre de EI-K (Estado Islámico Khorasan), el grupo yihadista ha reivindicado algunos de los ataques más sangrientos perpetrados en Afganistán en los últimos años, que dejaron decenas de muertos, especialmente entre los musulmanes chiitas.

Aunque ambos son sunitas radicales, el EI y los talibanes son enemigos entre ellos y muestran un odio visceral mutuo. El viernes por la mañana, una extraña calma reinaba en Kabul, sobre todo alrededor del aeropuerto, donde los talibanes habían reforzado sus controles y la multitud había desaparecido en algunos puntos.

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Con la fecha límite del 31 de agosto acercándose, varios países ya decidieron el fin de sus vuelos de repatriación. España y Suecia anunciaron el viernes que habían puesto punto final a estas operaciones, al igual que Alemania, Holanda, Canadá y Australia.

“Seguimos comprometidos con la defensa de los derechos humanos y la libertad en dicho país buscando en consecuencia vías de ayuda para seguir evacuando al mayor número de personas”, afirmó el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez. El gobierno del Reino Unido explicó que sus evacuaciones seguirán durante “algunas horas”.

“Quería irse, como todo el mundo”

Francia sugirió que podría seguir sacando personas de Afganistán “más allá del viernes” y una delegación francesa se reunió en Doha con representantes de los talibanes por primera vez desde que tomaron el poder en Afganistán el 15 de agosto, anunció un portavoz del movimiento islamista radical, Suhail Shaheen, en Twitter.

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan también dijo que su país había mantenido sus primeros encuentros con los talibanes y que valoraba una propuesta del movimiento para gestionar el aeropuerto de la capital tras la retirada estadounidense.

El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, aseguró esta semana que los talibanes se habían comprometido a dejar que estadounidenses y afganos bajo su protección sigan saliendo del país más allá del 31 de agosto. Pero se teme que muchos afganos que han trabajado para gobiernos y empresas extranjeras o para el gobierno depuesto no puedan salir.

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Los talibanes prometieron que no habrá represalias contra sus detractores y aseguraron que su gobierno no será tal y como se recuerdan sus precedentes años en el poder (1996-2001) cuando impusieron una interpretación extremadamente rigurosa y radical de la ley islámica que penalizaba especialmente a las mujeres y a las minorías.

La ONU informó el viernes que espera hasta medio millón de refugiados afganos adicionales en 2021, aunque de momento no se ha constatado ningún éxodo. Mientras tanto, en Kabul, hay familias que aún siguen buscando a sus familiares en los hospitales.

“Quería irse al extranjero. No sé si pudo entrar finalmente al aeropuerto o no porque los estadounidenses bloquean el acceso”, dice Abdul Majid, refiriéndose a su hermano, del que no tiene noticias desde el jueves. “Era un estudiante, tenía talento, pero debido a la situación del país quería irse, como todo el mundo”, explica.

Fuente: AFP.

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