La principal formación política en el Parlamento de Túnez propuso este martes celebrar elecciones anticipadas tras las contundentes acciones del presidente Kais Saied, que suspendió la asamblea y destituyó al primer ministro, generando preocupación en la comunidad internacional.

En dos días, el presidente tunecino suspendió la actividad parlamentaria durante un mes, destituyó al jefe de gobierno Hichem Mechichi y dos ministros y se autoadjudicó el poder ejecutivo en este país norafricano golpeado por una crisis económica y social acentuada por la pandemia.

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Después de denunciar “un golpe de Estado contra la revolución y la Constitución”, el partido del primer ministro Hichem Mechichi, Ennahdha, se mostró dispuesto este martes a “la celebración de elecciones legislativas y presidenciales anticipadas de forma simultánea”. Según esta formación de inspiración islamista, principal fuerza parlamentaria, esto serviría para “garantizar la protección del proceso democrático y evitar que cualquier retraso sirva de pretexto para mantener un régimen autocrático”.

“Hemos decidido militar pacíficamente para hacer fracasar este proyecto (del presidente Saied) y le pedimos al presidente que revoque esta decisión”, declaró a la AFP Noureddine B’Hiri, un dirigente del partido. “El país necesita solidaridad nacional”, añadió. Las arriesgadas decisiones de Saied generaron preocupación en la comunidad internacional, especialmente en Estados Unidos, Francia y la Unión Europea.

“Pedimos el restablecimiento institucional lo antes posible y, en particular, la reanudación de la actividad parlamentaria, el respeto de los derechos fundamentales y la abstención de toda forma de violencia” en Túnez, dijo el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, en un comunicado. También el Ministerio de Exteriores ruso apuntó que “las divergencias internas deben resolverse únicamente en el marco del derecho”.

Rabia, desempleo

Las contundentes medidas del presidente Saied cuentan con el respaldo de numerosos tunecinos, enfadados contra el gobierno por su gestión de la COVID-19 al ser uno de los países con la tasa de mortalidad más elevada del mundo.

Pero otros temen un retorno a la dictadura en esta joven democracia surgida tras la revolución que tumbó a Zine el Abidine Ben Ali en enero de 2011, habitualmente presentada como la única exitosa de la Primavera Árabe. Los problemas endémicos del paro y la degradación de las infraestructuras públicas que estaban en el origen de ese levantamiento no han sido resueltos.

El órgano rector del Parlamento tunecino, presidido por Rached Ghannouchi también de Ennahdha, “expresó con unanimidad su rechazo absoluto y su firme condena a lo que fue anunciado por el jefe del Estado Kais Saied” en un comunicado en la noche del lunes al martes.

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“¿Hay que temer por la revolución?”

“¿Hay que temer por la revolución?”, se preguntaba el periódico La Presse en un editorial, donde subrayaba que “el espectro de la incertidumbre política y la bancarrota conjugado a los efectos de una crisis sanitaria mal gestionada” han “provocado un terremoto el domingo”.

El lunes, el primer ministro tunecino Hichem Mechichi se mostró dispuesto a ceder el poder a un futuro primer ministro designado por Saied. “Aseguraré el traspaso de poder a la persona que sea designada por el presidente”, declaró. Los acontecimientos en Túnez provocaron muchas reacciones en el extranjero.

Francia se mostró deseosa de un “retorno, en el mejor de los plazos, a un funcionamiento normal de las instituciones”, mientras que los Estados Unidos se dijeron “preocupados” y pidieron “respeto a los principios democráticos”. “El presidente Saied está ante un gran desafío para mostrar a los tunecinos y al mundo que ha tomado buenas decisiones”, dijo a la AFP el politólogo Slaheddine Jourchi.

Fuente: AFP.

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