El hoy diputado brasileño Kim Kataguiri contribuyó a la caída de Dilma Rousseff en 2016 y a la victoria de Jair Bolsonaro en 2018. Pero ahora asegura que el mandatario ultraderechista “no dejará ningún legado” positivo y pidió su destitución junto a dirigentes de la izquierda. “No, no hay ninguna contradicción en eso”, aseguró Kataguiri en una entrevista con la AFP en la Cámara de Diputados de Brasilia.

El joven legislador, de 25 años, se presenta en Twitter como “aquel japonés del Movimiento Brasil Libre (MBL)”, el grupo de derecha liberal que fundó y lo catapultó como uno de los principales líderes de las protestas que pusieron fin a trece años de poder del Partido de los Trabajadores (PT), de Rousseff y su predecesor Luiz Inácio Lula da Silva.

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“De la misma manera que el PT vulneraba nuestros valores de defensa de la libertad, de la democracia y del combate a la corrupción, ahora con el gobierno de Bolsonaro hay escándalos de corrupción y un presidente que actúa con negligencia ante la pandemia”, agrega el también estudiante de derecho y escritor.

La visibilidad en aquellas manifestaciones le granjeó un puesto en el partido DEM (centroderecha), con el que hizo campaña por Bolsonaro y fue electo a la Cámara. Pero la alianza del MBL con Bolsonaro duró poco y Kataguiri se convirtió en uno de los diputados más críticos con el mandatario, desgastado por su caótica gestión de la pandemia, que ya dejó más de 540.000 muertos, y por denuncias de corrupción en la compra de vacunas, reveladas por las investigaciones de una comisión parlamentaria.

El pasado 30 de junio, Kataguiri y otros dos diputados exaliados de Bolsonaro se sumaron al “superpedido de impeachment”, firmado por la oposición izquierdista.

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¿Ese ‘superpedido’ va a tener recorrido?

Depende del avance de las investigaciones (...). A medida que los escándalos se aproximan al presidente, más gente rechaza al gobierno. Pero [para un impeachment], los ánimos de la población deben caldearse a tal punto que la gente esté dispuesta a salir a la calle para pedir su salida.

Por ahora, Bolsonaro parece tener un buen apoyo en el Congreso para impedir el impeachment.

El Congreso nunca derroca a nadie, es la calle. [La movilización] nunca sale de dentro para fuera, siempre de fuera para dentro. Creo además que todavía no tiene suficiente desgaste. El número mágico de aprobación en la cabeza de los parlamentarios es de 15%, y [Bolsonaro] tiene ahora un 23% [de opiniones favorables].

“Preparar un golpe”

¿Qué busca Bolsonaro con su compaña contra el voto electrónico?

Deslegitimar el proceso democrático, preparar el terreno para un golpe, para que cuando pierda las elecciones o sufra un impeachment alegue que el sistema democrático no tiene legitimidad, porque no fue como él quería.

¿Se está formando una tercera vía entre Bolsonaro y Lula?

Creo que hay una demanda para eso entre la población. Pero falta un nombre que consolide ese apoyo. Y por ahora no hay nadie. Yo, gane Lula o Bolsonaro, seré oposición.

¿Qué le ha defraudado más de Bolsonaro?

No imaginaba que se fuera a alejar así de los dos principales pilares que lo llevaron a la presidencia, el combate a la corrupción y la agenda económica liberal, para aproximarse a una agenda que no tiene ningún propósito, ningún sentido histórico. Bolsonaro no va a dejar ningún legado a Brasil.

¿Cuándo comenzó su desencanto?

El inicio de la ruptura fue el 26 de mayo de 2019, cuando el presidente y sus seguidores convocaron una manifestación para pedir el cierre de la corte suprema y del Congreso. Pero todo empeoró cuando el exministro de Justicia, Sergio Moro, denunció que Bolsonaro quería nombrar a un aliado al frente de la Policía Federal para blindar [de investigaciones judiciales] a su hijo, el senador Flávio Bolsonaro, y con su negligencia ante la pandemia.

Fue un proceso. Creo que este gobierno tiene una capacidad gigantesca de generar desgaste. La izquierda se desgastó tras trece años de gobierno del PT. El bolsonarismo lo consiguió en un año y medio.

Fuente: AFP.

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