Por Gloria Ocampos Prieto, gloria.ocampos@nacionmedia.com - Fotos: Nadia Monges

Cuna de héroes, músicos, artesanos, intelectuales y otros valores que engrandecen la ciudad y la patria, esta tierra de habitantes gentiles abraza siempre la ocasión de ser visitada y apreciada, entre mágicas calles de casonas coloniales y una identidad que atesora vestigios de honor y gloria.

Cinco años atrás la conocí de paso, cruzando la ciudad, camino a Caacupé. Amante del estilo colonial, quedé extasiada con las filas de elegantes casonas de más de 100 años de historia. Durante el trayecto, imaginaba a las damas de época reunidas en esos corredores. Era un viaje relámpago, una tarde de verano, hacia la capital espiritual. Prometí volver y, con más tiempo, recorrer todos los rincones de este paraje de rica historia, ubicado a 50 kilómetros de Asunción.

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Mañana fría de miércoles. Eran las 8:20, con el termómetro marcando menos de 10 grados, arribamos con el móvil de La Nación del Finde a Pirayú. ¡Por fin, Pirayú! Cuánta emoción llegar a la ciudad y volver a disfrutar del paisaje donde lo antiguo y lo moderno conviven en perfecta armonía. “Quiero vivir en este lugar”, digo para mis adentros al hacer un rápido recorrido por el casco urbano, reecontrándome con esas casonas que años atrás me enamoraron; algunas remozadas, sirviendo de viviendas o locales comerciales.

A siete kilómetros del cono urbano, en Cerro Verá, el solar del general José Eduvigis Díaz, hijo de Pirayú y héroe de Curupayty.

Tras una breve visita en nuestra primera parada, la histórica Estación del Ferrocarril de Pirayú, cuya obra de restauración fue inaugurada en marzo pasado, nos dirigimos a Eduvigis Bar-Restó, el local gastronómico emblema de la ciudad. Allí nos encontramos con la dueña del lugar, Diana Benítez, y la intendenta de la ciudad, Cynthia Godoy, quienes tenían mucho para informarnos sobre el movimiento turístico y de la próxima edición del Festival del Chipá Pirayú, acaso la mayor celebración de la localidad, que todos los años atrae a miles de turistas nacionales y extranjeros.

La jefa comunal señala que la dinámica turística se vio fortalecida de importante manera en los últimos años, reconociendo que el famoso restaurante que rinde tributo al general José Eduvigis Díaz, hijo de Pirayú y vencedor de la batalla Curupayty, tiene mucho que ver con ese despertar e interés de la gente por conocer esta ciudad, cuna de héroes, intelectuales, músicos, artesanos y otros notables que son motivo de orgullo local y grandes valores de la patria.

“En Pirayú tenemos tantas cosas para mostrar y compartir, y el restaurante Eduvigis vino a colaborar con ese impulso que necesitábamos teniendo en cuenta que a este local vienen personas de todas partes del país atraídas por su temática y su excelente gastronomía. En Semana Santa tuvimos la visita de más de 7.000 personas; muchas se instalaron en las seis posadas y en el establecimiento rural que tenemos actualmente”, destaca.

Y prosigue: “Nos sentimos bendecidos al tener una historia riquísima, con sitios que son testimonios invaluables como el Campamento Cerro León, que es un lugar emblemático de la Guerra Grande. Se encuentra a siete kilómetros del cono urbano y, un poco más allá, el solar del general Díaz, en Cerro Verá, donde estamos queriendo realizar también trabajos de restauración total”.

También en las afueras de la ciudad, un gran atractivo natural espera ser visitado; se trata del cerro Ita Angu’a, una aventura emocionante a varios metros de altura promocionada por el equipo de Turismo Joven Pirayú.

El Campamento Cerro León ofrece cada sábado un tour nocturno temático. El de hoy será un homenaje a la Madre y la Patria.

EDIFICACIONES SÍMBOLO

El circuito histórico urbano también invita a visitar una de las edificaciones más antiguas de la ciudad como la iglesia Virgen del Rosario, que atesora maravillosos tallados y un retablo imponente realizados por talentosos artesanos de pueblos nativos en el siglo XVIII. “También está la que fuera casa del monseñor Basilio López, uno de los hombres más ilustres de Pirayú, quien fuera hermano de don Carlos Antonio López. En el casco urbano, igualmente, están las señoriales casonas coloniales, la estación del ferrocarril que es otro de nuestros mayores orgullos, y al que se llega cruzando el tramo que corresponde al empedrado Bolí, hecho por soldados bolivianos durante la Guerra del Chaco”, menciona la intendenta.

Pirayú tiene mucha historia que contar, es un circuito educativo muy rico; de hecho, está en vigencia un programa pedagógico de entre semana para las instituciones educativas con guías turísticos capacitados para ofrecer toda la información necesaria a los estudiantes.

Doña Antonia de Medina, también todo un ícono de Pirayú; es una de la últimas chiperas de la época floreciente de la estación de ferrocarril.

EL FESTIVAL, EN JUNIO

Con gran entusiasmo, Cynthia Godoy comenta que están ultimando los detalles para la séptima edición del Festival del Chipá Pirayú que se desarrollará el primer fin de semana de junio, en la estación ferroviaria como una manera de honrar a las chiperas pirayuenses que formaron parte de la estampa de aquella época floreciente del ferrocarril.

“El viernes 3 será la inauguración con artistas locales, con fogatas y peñas; el sábado 4 vamos a hacer un tour nocturno por el Campamento Cerro León y un concierto en el Club Social, y el domingo 5 arranca a las 8:00 el festival propiamente, con 12 o 13 horas de actuación de artistas locales y nacionales, feria de comidas, artesanía y productos varios, y la organización prepara asado, caldo de gallina y tallarín”, detalla. Se estima que este tradicional evento reunirá este año más de 15.000 personas.

LA ESTACIÓN DEL FERROCARRIL

El profesor Evert Aliente cuenta que la estación de tren de Pirayú es la única que tiene dos torres porque no solamente se construyó con fines ferroviarios, sino a la vez era un puesto de vigía militar. Los militares utilizaban las dos torres para divisar todo lo que ocurría en los alrededores de la ciudad y sobre todo lo que acontecía en el Campamento Cerro León, que era el lugar donde se le adiestraba a los soldados para la guerra. El Museo del Ferrocarril, cuyas obras de restauración fueron inauguradas en marzo pasado, está abierto de miércoles a jueves de 8:00 a 12:00, y de viernes a domingo en horario continuado de 8:00 a 17:00.

En el sitio se hallan vestigios de la antigua estación como los boletos y el mueble ticketero donde también se depositaban encomiendas y cartas; la antigua báscula para pesar productos y, cuando ya funcionó como tren de pasajeros, para pesar las maletas. También algunos enseres utilizados en la época de la Guerra Grande y artesanía de los mbya guaraní que ocuparon este territorio.

La estación del ferrocarril, cuyas obras de restauración fueron inauguradas hace unos meses, es uno de los pilares de la oferta turística de Pirayú.

TEJIENDO EL ÑANDU RAPE

El circuito artesanal del Ñandu Rape es un lugar de visita obligada para el turista. A metros de la ruta principal que une Pirayú con Ypacaraí, un barrio se destaca por laboriosas manos como las de Marcela Delvalle (47), Teodosia Ríos e Irene Sosa (59), renombradas artesanas de la localidad. Ellas junto a otras 15 tejedoras integran una comisión formada hace tres años, que promueve orgullosa su arte a través de piezas de ñandutí de mágicos entramados y maravillosos colores. Pirayú también es la única ciudad donde se teje todavía a nivel artesanal la hamaca; el bastidor tiene aproximadamente dos metros de largo y las artesanas se valen de sus manos y pies para realizar los entramados del tejido.

EL ORIGEN

Según cuenta el historiador David Velázquez Seiferheld, la capilla de Nuestra Señora del Rosario fue construida en 1759 por la familia Gayoso; fue donada a los franciscanos diez años después, en 1769. “Ese año fue elevada a la categoría de parroquia por el gobernador Carlos Murphi, el 7 de octubre. Nació así el pueblo de Pirayú”.

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