RON CARUCCI

La sabiduría convencional en el ámbito directivo sugiere que poner una alta expectativa para los empleados es algo bueno. Sin embargo, cuando los empleados nunca pueden alcanzarla, esos elevados estándares se convierten en amenazas, dejando a su paso amargura y potencial no realizado.

Un estudio con más de 300 ejecutivos en 10 países muestra que aproximadamente el 35% de los ejecutivos fracasan debido a su perfeccionismo. Eso se debe a que los líderes orientados a los logros tienden a estar crónicamente insatisfechos. Dé un paso atrás y reconsidere si es que su constante empuje podría tener indeseados efectos colaterales. He aquí algunos que podría observar:

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-Decepción respecto a sí mismo:

Es común que la insatisfacción del líder se refleje hacia adentro. Los líderes que son incapaces de sentirse plenamente satisfechos u orgullosos suelen carecer de alegría y satisfacción profesional. Ponga atención a las historias que se cuenta a usted mismo sobre su desempeño. Si la narrativa es de insuficiencia, podría ser una señal de que sus altos estándares han deformado su autopercepción.

-Pérdida de confianza propia por parte de los demás:

Si sus altos estándares están ocasionando que sus empleados se sientan deficientes, ellos eventualmente dejarán de esforzarse. Podrían comenzar a dudar de sí mismos, mientras en privado tienen resentimiento contra usted. Lo peor de todo, ya que no pueden definir en dónde terminan los injustos estándares de usted y donde comienzan los defectos reales de ellos, no podrán mejorar.

Poca resiliencia organizacional:

Cuando un equipo está sintiéndose constantemente cuestionado o criticado, es más difícil recuperarse después de un contratiempo. Las personas se paralizan en lugar de ser creativas. La perpetua insatisfacción del líder puede agotar el ingenio del equipo.

Si ha visto alguna de estas consecuencias en su organización, he aquí algunas cosas que puede hacer:

-Aproveche su descontento:

En situaciones donde sus empleados necesitan mejorar, empujarlos a desafiarse puede ayudar a cerrar la brecha. Sin embargo, debido al poder que usted tiene, su inconformidad conlleva mayor impacto: Las personas quieren agradarle a su líder, y cuando piensan que no pueden hacerlo, es desmoralizante. Sea prudente acerca de cuándo y qué tan a menudo expresa insatisfacción.

-Nunca haga que otros cuestionen su propio valor:

Si quiere que aquellos a quienes dirige les hagan caso a sus señalamientos, es imperativo que sepan qué es lo que usted considera especial acerca de ellos y de sus contribuciones. No importa qué tanto nivel tenga un ejecutivo. Todos los empleados necesitan saber que ellos –y su trabajo– son importantes para usted.

-Examine cómo y cuándo define sus estándares:

Cuando observe una brecha entre lo que obtuvo y lo que quería, haga una pausa antes de reaccionar. Pregúntese si la persona que se quedó corta entendió lo que usted esperaba. Después, pregúntese si lo que esperaba era realista. Ser honesto acerca de en qué basa sus expectativas, y transmitírselas claramente a los demás en forma oportuna, asegura que sus estándares no solo sean altos, sino también razonables.

-Abrace lo bueno de usted:

Será más indulgente con los demás si libera sus expectativas de sí mismo. Analice en dónde su autopercepción carece de objetividad y qué condiciones detonan su autodesprecio. Si siente una fuerte resistencia o emoción al pensar respecto a las áreas en las que brilla, los orígenes de su severa inconformidad podrían ser más profundos de lo que piensa.

Como líder, tiene la oportunidad de liberar las mayores contribuciones de los demás. Elevar apropiadamente el estándar le permite crecer a sus empleados. Sin embargo, si sus estándares son demasiado severos, puede inadvertidamente dañar a otros. Averigüe por qué, y aprenda a usar su insatisfacción para bien de aquellos a quienes dirige.

(Ron Carucci es cofundador y socio directivo en Navalent y coautor de “Rising to Power”).

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