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Theodora “Theo” Lau

Conforme la tecnología continúa su rápido desarrollo, podemos imaginar un futuro donde las máquinas aumentarán nuestras habilidades como humanos y nos ayudarán a tomar mejores decisiones de vida. En lugar de darle simples comandos a un dispositivo sobre la mesa de la cocina, podremos conversar naturalmente con un asistente virtual que esté plenamente integrado en nuestro entorno físico. A través de nuestro diálogo y huellas digitales, este entenderá nuestras metas y aspiraciones de vida, nuestras obligaciones y limitaciones. Natural y automáticamente nos ayudará a presupuestar y ahorrar, de forma que podamos pasar más tiempo disfrutando la vida.

La tecnología en sí no carece de desafíos, al menos por ahora. La habilidad de la inteligencia artificial para entender las complejidades y matices de la conversación humana es un obstáculo. Actualmente hay más de 7.000 lenguajes vivos en el mundo. Para añadirse a esa complejidad están las diversas formas en que se utilizan las palabras en distintas culturas, lo que se relaciona tanto con la gramática como con el estilo y nivel educativo de los hablantes. Google Duplex, la tecnología que respalda al Google Assistant, que enlaza llamadas telefónicas usando una voz de sonido natural en lugar de una voz robótica, es un intento inicial de enfrentar dichos desafíos en las comunicaciones humanas. Sin embargo, esos son apenas los primeros pasos en el largo viaje de la IA de voz.

Piense en la banca. Si las instituciones financieras quieren aprovechar la tecnología de voz para evolucionar la experiencia móvil y mejorar sus actividades financieras cotidianas, deben tomar el libro de estrategias del ecosistema digital y no solo replicar las transacciones móviles y de sucursal con guiones para diálogos verbales. Después de todo, hay mucho más en los asistentes virtuales que una simplificada voz robótica. Imagine que un día la IA nos conozca tan bien que pueda actuar como nuestro jefe de finanzas. ¿Confiaremos tanto en ella como para que tome decisiones por nosotros en forma automática?

El cómo respondamos esa pregunta, por supuesto, depende de nuestra percepción y aceptación hacia las máquinas. En Japón, donde la cultura es más abierta a los humanoides, los robots están desplegados en hospitales y casas de retiro para ayudar a los adultos mayores a sentirse menos solitarios, y robots educativos son empleados para ayudar a los niños a mejorar sus habilidades con el inglés. Algunas personas incluso han llegado al extremo de encontrar amor y compañía con robots.

La IA nos permite reimaginar no solo la experiencia de usuario, sino el intercambio de valor. Al reunir una abundancia de fuentes de datos, la IA puede establecer una visión de 360 grados de las vidas cotidianas de los consumidores, basándose en sus hábitos y comportamientos previos. La habilidad de aprender, procesar y aumentar crea una relación simbiótica entre humanos y máquinas. Amazon.com, por ejemplo, está trabajando hacia un futuro donde los humanos puedan realizar conversaciones naturales con bocinas inteligentes y otros dispositivos conectados.

Tenemos el poder para diseñar un mundo donde nuestras voces colectivas ayuden a crear mejores versiones de la humanidad, donde el propósito se vuelva central para nuestras innovaciones e impulse nuestras acciones cotidianas. Quizá lo que nos limita no es nuestra tecnología, sino nuestras imaginaciones y nuestra disposición a confiar en las máquinas.

(Theodora “Theo” Lau es fundadora de Unconventional Ventures).

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