Joseph Grenny

La mayoría de nosotros hemos sido “regañados” en algún momento de nuestra vida. En medio de una reunión, durante una inocente caminata por el pasillo o en una revisión de desempeño, alguien nos da una paliza verbal que sacude nuestros cimientos psicológicos. Analizamos 445 de dichos incidentes cuando realizamos una encuesta en línea preguntándole a las personas respecto a la retroalimentación más difícil que hayan recibido.

Algunos de los comentarios fueron directamente severos (“Piensa en irte –necesito guerreros, no debiluchos” y “tú solo quieres tener la razón. Eres manipulador. No te importan los demás”), y otros fueron menos intensos, aunque también directos (“Cuando pierdes los estribos, puedes hacer que otros se sientan menos respetados” y “necesitas mejorar tus correos electrónicos al solo plantear hechos y no suavizarlos o adornarlos”).

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Muchos encuestados seguían afligidos por un duro comentario que recibieron hace décadas. Sorpresivamente, las personas que recibieron comentarios menos severos reportaron estar igualmente abrumadas e incómodas.

Todos necesitamos mejorar para encontrar la verdad en la retroalimentación negativa, sin importar cómo la transmitan. He aquí cuatro pasos a probar la próxima vez que una retroalimentación brusca lo tome desprevenido:

1. Serénese: Respirar lenta y profundamente le recuerda que está a salvo. Notar qué es lo que siente también ayuda. ¿Está lastimado, asustado, avergonzado? Entre más se conecte a esos sentimientos primarios, menos lo consumirán efectos secundarios como la ira, el miedo o el ponerse a la defensiva.

2. Entienda: Sea curioso. Pregunte, pida ejemplos y luego simplemente escuche. Sepárese de lo que se dice, como si fuera acerca de una tercera persona. Esto lo ayudará a evitar la necesidad de evaluar lo que está escuchando.

3. Recupérese: En este punto lo mejor suele ser salir de la conversación. Explique que quiere algo de tiempo para reflexionar. Dese el permiso de sentir y de recuperarse de la experiencia antes de hacer cualquier evaluación de lo que escuchó. Puede terminar un episodio desafiante simplemente diciendo: “Es importante para mí entenderlo bien. Necesito algo de tiempo, y te buscaré para plantearte cómo veo el tema”.

4. Involúcrese: Examine lo que le dijeron. Si ha hecho un buen trabajo de recordar su seguridad y valor, en lugar de hallar defectos en la retroalimentación, buscará la verdad. Casi siempre hay al menos una pizca de verdad en lo que las personas le están diciendo. Analice el mensaje hasta que lo encuentre. Luego, de ser apropiado, hable con la persona que le hizo la retroalimentación y reconozca lo que escuchó, lo que acepta y lo que se compromete a hacer. Esto podría implicar compartir su visión de las cosas. Si lo hace sin alguna necesidad encubierta de la aprobación de su contraparte, no necesitará estar a la defensiva.

La miseria que sentimos cuando nos “regañan” es un síntoma de un problema mucho más profundo. Quienes reconocen y atienden esa situación más profunda no solo son mejores para manejar estos escasos, pero turbulentos momentos de trauma emocional, sino que están mejor equipados para todas las vicisitudes de la vida.

(Joseph Grenny es cofundador de VitalSmarts).

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