La memoria de José Enrique Sequera sobre la mansión familiar de los Netto, que cuenta con uno de los jardines más grandes del centro asunceno, es rescatada por Toni Roberto en estas páginas de domingo de “Cuadernos de barrio”. Restaurada recientemente, vuelve a recuperar su brillo de otros tiempos.

Es de noche y la nostal­gia me lleva a una de las esquinas más her­mosas de Asunción, uno de los patios más amplios del centro de la ciudad, enclavado en el medio del terreno en lo que era en su momento media man­zana. Ahí se encuentra escon­dida entre frondosos árboles y el ruido de la esquina de Para­pití y Tte. Fariña la mansión Netto, que hace más de 120 años se proyectó como una residencia neoclásica italia­nizante. Su primer propie­tario, un ciudadano francés del siglo XIX, pensó hasta el último detalle de sus interio­res de refinado “estilo pari­sino”, con muebles de firma de importantes diseñadores franceses.

JOSÉ ENRIQUE SEQUERA NETTO Y UNO DE SUS SOBRINOS. Mansión Netto. Asunción, 1990

Con el paso del tiempo, en las primeras décadas del siglo XX adquiere la propiedad el señor Da Rosa, quien nunca la habitó, alquilándole desde 1938 a 1942 a la Embajada de Bolivia. Su segundo propie­tario la vendió al empresario Oscar S. Netto, uno de los más prósperos de la época, quien la mandó acondicionar para vivir con su madre, su señora, su única hija y sus hermanos menores, que habitaron en la residencia hasta formar sus respectivas familias. Primero se casó Carlos, después Juan, uno de los más renombrados médicos de su época; luego Osvaldo, Gabriel y María Aurora, una de las más des­tacadas diseñadoras de moda paraguaya del siglo XX.

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RECEPCIÓN EN LA RESIDENCIA NETTO. Asunción, c.1980

EL MEMORIOSO JOSÉ ENRIQUE SEQUERA NETTO

Siempre digo que cuando existe un memorioso en una familia, se convierte en el narrador oral de las peque­ñas batallas urbano-fami­liares, que al escribirlas se perpetúan para siempre. Ese es el caso de José Enri­que Sequera Netto, penúl­timo hijo de María Aurora Netto de Sequera, conocida popularmente como Nena de Sequera, quien nos cuenta sus recuerdos de niño, corriendo por los jardines y corredores de la amplia residencia del barrio San Roque en la que vivieron cuatro generaciones en más de 50 años.

Una noche de 1942, cuando el legendario Oscar S. Netto le presenta la mansión a su madre, doña Aurora, y a su señora, María Ángela “Chi­chí” Fernández Gatti de Netto, en una solemne cere­monia con todas las luces encendidas, le dice: “Mamá, esta casa la compré para vos”. A partir de ahí la resi­dencia tuvo un brillo distinto, no cesaban las recepcio­nes, casamientos, aniver­sarios, bautismos, té canas­tas de beneficencia, que se realizaban en los salones hasta entrados los años 90. Tal vez fue una de las casas más concurridas de mediados del siglo pasado, que se puede constatar por la canti­dad de fotos acumuladas por la familia.

ENCUENTRO DE DAMAS SALESIANAS. Mansión Netto. Asunción, c.1970

Es que Chichí de Netto fue presidenta de varias institu­ciones de ayuda social, como la de las Damas Salesianas y la Escuela de Ciegos Santa Lucía. Además, en varias ocasiones María Aurora rea­lizaba encuentros con sus colegas, las más importan­tes diseñadoras de la época: Chichú Villamayor de Gon­zález Núñez, Semí Salerno, Esperanza de Portaluppi o Chafana Sienra. Todo en aquellos finos salones, con muebles directamente traí­dos de Francia.

Notablemente, Nori, la única hija del empresario Netto, se casó en el templo del Perpe­tuo Socorro. Sin embargo, María Aurora Netto lo hizo con el entonces joven Gui­llermo Sequera en los jardi­nes de la gran casa en 1947. Una larga alfombra roja pres­tada por la iglesia remarcó el escenario natural del gran patio al son del “Ave María” de Schubert. La ceremonia fue oficiada por el padre Rogelio Duarte, conocido sacerdote de aquellas décadas.

LA MATRONA DOÑA AURORA DE NETTO. Asunción, s.f.

A la boda asistieron, además de los parientes, grandes per­sonalidades de la época y sus amigas, las connotadas pia­nistas Neneca Montórfano, Lula y Chiní Terrenoire, y la destacada abogada Chingola Burró, todas alumnas de Juan Carlos Moreno González, a las que se las puede ver en varias instantáneas que hoy publica­mos en estas páginas.

Si bien el patio posterior per­dió parte de su encantado naranjal hacia la calle Ortiz Guerrero, queda en la memo­ria de Sequera Netto la dul­zura de aquellos árboles fru­tales plantados ya en la década de los años 20.

Dicen que todo pasado fue mejor. Hoy, la puesta en valor de esta importante residen­cia asuncena de fines del siglo XIX nos refresca la memoria de toda una época en que el paso del viejo tranvía de la calle Tte. Fariña engalanaba una arteria de la que solo que­dan los recuerdos de una anti­gua Asunción que tal vez ya no volverá, pero que se perpe­túa en la minuciosa restaura­ción de una mansión de otras épocas, testimonio del pasado opulento de una de las más acaudaladas familias asun­cenas del siglo XX.

CASAMIENTO DE MARÍA AURORA NETTO. Mansión Netto. Asunción, 1947
RECEPCIÓN EN LA RESIDENCIA NETTO. Asunción, c.1975

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