En la edición del 7 de febrero de 1930, entre las interesantes notas publicadas por El Diario, encontramos una que, sin duda alguna, habrá tocado hondo el corazón de sus lectores. También se publica el reclamo a la municipalidad por la falta de balnearios públicos, algo que en todo el país hasta el día de hoy sigue siendo una necesidad en tiempos de mucho calor.

  • Por Juan Carlos dos Santos
  • Twitter: @Juancads

UN LLAMADO A LA SOCIEDAD

Siete hermanitos quedaron huérfanos de padre y madre

Cinco de los siete huerfanitos que llegaron con un familiar, hasta la redacción de El Diario, para dar a conocer una triste historia de vida. ¿Qué habrá sido de estos niños posteriormente?

Acompañados por un pariente lejano, estuvieron en nues­tra casa ayer los cinco niñitos que aparecen en la fotogra­fía. Tiernos capullitos de vida que por un azar del destino adverso quedaron huérfanos de padre y madre y en el más desesperante desamparo.

La madre de las criaturas llamada Petrona Segovia falleció en Formosa el 11 de setiembre de 1929, dejando siete hijos huérfanos, el mayor de los cuales tiene 15 años de edad.

Su esposo Miguel Ramírez, que era un honrado trabaja­dor, resolvió volver al terruño en busca de sustento para su numerosa prole y no hace muchos días se embarcó en Alberdi a bordo del vaporcito “Marisa”, en compañía de sus siete hijitos. El buen padre de familia traía consigo el pro­ducto de sus ahorros y sudores que, a fuerza de privaciones, había logrado acumular centavo sobre centavo.

Era todo su capital y toda la esperanza de la familia. Y viene lo doloroso y a la vez inexplicable de este oscuro drama:

El padre de los niños desapareció con todo el dinero poco antes de llegar a Dalmacia. Se dice que cayó al agua y que no pudo ser salvado. Los siete niñitos quedaron así solos y sin recursos de ninguna laya frente a la vida.

Personas caritativas adoptaron a los dos mayorcitos, que­dando los cinco restantes a cargo de un pariente lejano que, a pesar de su buen corazón, no puede soportar ese fardo demasiado pesado para su pobreza.

Y estas criaturas de Dios, privadas de la caricia materna, que es el pan amasado en ternuras del espíritu y sin el sustento paterno, que es la caricia del cuerpo, quedan así doblemente huérfanos en los umbrales de la vida donde todo debiera ser lumbre de ánfora y aleteos de alegría, en la tiniebla y miseri­cordia de su tragedia.

Hacemos un llamado de amor y de misericordia a favor de estos niños tristes en cuyos ojos asombrados de congoja hay una lágrima de infinita pena. Un poco de ternura que haga florecer en sus labios marchitados por el sufrimiento injusto, la flor milagrosa de una sonrisa; un poco de amor –inefable amor– para con estos niños inocentes, cuyo can­dor acunan la tristeza y el dolor y cuya pureza coronó con un nimbo eterno la mano traumaturga y plena de gracia del dulce rabí de Galilea.

TEMPORADA VERANIEGA

La gran necesidad de balnearios y agua corriente

En las playas del club Mbiguá, un grupo de bañistas disfrutando de las aguas de la bahía de Asunción

Es una verdad de perogrullo que, la falta de balnearios populares, constituye una de las necesidades más sentidas y reclamadas por la población, máxime en la bochornosa época de los grandes calores y teniendo en cuenta las posi­bilidades existentes para su habilitación sin mayores gas­tos ni sacrificios.

La falta de aguas corrientes y nuestro clima tórrido, hacen subir de punto esa necesidad que podía llenarse fácilmente limpiando convenientemente las amplias playas de nuestra bahía, tendiendo redes de protección contra las pirañas y construyendo casillas en la costa.

Así también se evitaría el vergonzoso espectáculo que ofre­cen algunos bañistas con la espectacular exhibición de sus más o menos estéticas desnudeses.

Como nuestro propósito al bordar estos comentarios no es el de pedir a la autoridad municipal que, de un solo golpe y porrazo resuelva todo el cúmulo de obras necesarias que las anteriores administraciones han venido encarpetando en los archivos.

Existiendo por otro lado en la intendencia un proyecto de construcción de una piscina de natación en el Parque Caba­llero, solo queremos poner de resalto la fecunda y encomia­ble acción de la iniciativa privada que ha venido supliendo la orfandad de la acción oficial en beneficio de la vida colectiva.

Y nos referimos a los clubs El Mbiguá y Deportivo Sajo­nia que, a más de numerosas atracciones de diversa índole ofrecen al solaz de sus socios, playas y canastas de nata­ción, dotadas de todas las comodidades requeridas. Estos dos balnearios vienen llenando así en parte esa necesidad general de nuestra población. Centenares de bañistas acu­den a sus playas en las tardes calurosas del verano, espe­cialmente los domingos, dando lugar a animadas y amenas reuniones sociales.

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