Ricardo Rivas, periodista, X: @RtrivasRivas, Ilustración: @facundoverailustraciones

El futuro aparece como incierto. Va cabeza a cabeza con la estrepitosa caída de la economía, el indisimulable colapso financiero y que las devaluadas dirigencias de las otrora expresiones políticas hegemónicas que marchan cabizbajas tomadas de la mano con Tánatos e Hipnos.

Desde la madrugada del lunes pasado en la Argentina se multiplican los interrogantes. El triunfo del ultraliberal Javier Milei, líder del partido La Libertad Avanza, que capturó el 30,04 % de las voluntades electorales expresadas en las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO), es el gran tema.

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El futuro aparece como incierto. Va cabeza a cabeza con la estrepitosa caída de la economía, el indisimulable colapso financiero y que las devaluadas dirigencias de las otrora expresiones políticas hegemónicas que marchan cabizbajas tomadas de la mano con Tánatos e Hipnos.

PERSONAJE EMERGENTE

No hay espacio, sector, ecosistema ni persona que se mantenga alejada de este personaje emergente del que se sabe muy poco y que casi en la medianoche del último domingo con la voz en cuello lanzó su haka: “¡Viva la libertad, carajo!”. Lo repitió tres veces. Sonó bélico. Sus seguidores presenciales deliraban y exteriorizaban una alegría rayana con alguna forma de violencia. Alguno de ellos parecía repetir cada una de las palabras que expresaba ese nuevo líder que se autopercibe como un león.

Las redes estallan. “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer: Y en ese claroscuro surgen los monstruos”, posteó en Facebook el colega periodista Nino Ramella –que nunca lo supe gramsciano–, pero recurrió a un apotegma de Antonio Gramsci para dar cuenta de su perplejidad que, para nada, es exclusiva ni mucho menos injustificada.

Sociólogos, antropólogos, psicólogos, desde el amanecer del día después explican que Milei, entre otras expresiones de campaña, suele gritar “¡que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, dirigiéndose a “la casta”, como suele categorizar a quienes hacen de la actividad política su forma de vida.

“QUE SE VAYAN TODOS”

A partir de esa expresión es posible pensar que Javier Milei, 22 años más tarde, se propone reparar la crisis que, en 2001, en la Argentina se llevó puesto al presidente Fernando de la Rúa, a la dolarización de entonces, a varios presidentes designados por el Parlamento y se cobró la vida de más de una treintena de personas que con sus cacerolas en mano también exigían “que se vayan todos” sin que se fuera nadie.

Tal vez, Milei –al que no pocos analistas ven como “un nuevo Trump (Donald, 45.º presidente de los Estados Unidos)”, a quien la justicia norteamericana investiga por la presunta comisión de múltiples delitos. “¿Qué pasa con Milei?”. La gran pregunta. “¡Hybris!”, respondí escuetamente a un encumbrado académico europeo que me consultó en ese sentido con un MD (mensaje directo). No lo ident i f i c o porque carezco de su autorización para hacerlo.

Con aquella palabra, los griegos aludían a quienes en la polis se atrevían a desafiar a los dioses quejosos de las proporciones que la vida les asignaba de salud o enfermedad, de dicha o tristeza, de placer o sufrimiento.

¿Qué pasa con Milei? Desde varios países también llega esa pregunta. No son pocos quienes explican la emergencia, entre muchos factores, a la marcha de la economía. Sergio Fares, economista, desde más de tres décadas consultor para importantes empresas transnacionales, café por medio en el transcurso de una fría tarde invernal en el sur del sur, sostiene que “en las PASO el cisne negro tomó la forma de un león negro y, sorpresivamente, puso en duda la hegemonía de los partidos tradicionales en la Argentina. Encontró una manada a la deriva, con muchos jóvenes que ven en sus padres el rostro del fracaso y que, de cara al futuro, no quieren repetirlo”.

DESEQUILIBRIO

Fares deja atrás la sociología y destaca críticamente que “la Argentina arrastra un desequilibrio en precios relativos creciente e importante. Los parches aplicados en el último año para resolverlo no sirvieron más que para profundizar las diferencias. Las políticas de control de precios, el cepo cambiario y la administración de las importaciones son un rotundo fracaso”.

Acota que “con ellas procuraban mantener las reservas, pero no lo consiguieron y, si algo faltaba, los efectos de la sequía de la campaña 2022/2023 terminó por demoler el inconsistente programa económico”. ¿Entonces?, pregunto mientras pienso en la corrupción estructural.

“Así se llegó a las PASO. Con reservas negativas, un preacuerdo con el FMI (Fondo Monetario Internacional) que exige ‘ordenar las cuentas públicas’, con fuertes aumentos en los costos de los servicios de luz y gas, pero no se corrigió el desequilibrio en el mercado de los combustibles, por mencionar solo algunas variables, que hicieron que el ajuste se mantuviera por debajo de la inflación”.

DÉFICIT FISCAL

¿Mala praxis? Sin adherir a mi opinión, el analista continúa: “El tipo de cambio en el mes previo a las PASO aceleró en poco más de 10 % mensual (…) nuevamente se buscó un acuerdo con el Fondo para mantener el déficit fiscal en 1,9 % del PBI (producto bruto interno), se estableció un control de la emisión monetaria y de la meta de acumulación de reservas que, por el contrario, las redujo”.

¿Para el oficialismo es posible imaginar un éxito electoral con esos indicadores y con Sergio Massa, ministro de Economía, como candidato presidencial de Unión por la Patria (UP)? Fares cree que Massa “aspiraba llegar al final de su gestión sin sobresaltos y con la inflación a un ritmo de 6 o 7 % mensual”.

¿Y las otras variables? “A las elecciones primarias, además de lo que comenté, llegamos con un endeudamiento en títulos nominados en dólares que totaliza unos USD 403.000 millones y una deuda en pesos que al 30 de junio pasado calculada en dólares al cambio oficial sumaba USD 43.000 millones. Si añadimos a ese cuadro que las reservas son negativas, la posibilidad de pagar lo que se debe, los compromisos que se asuman, es y será muy complicada si no llegan dólares”.

RESERVAS

¿Cuál es el nivel de reservas? “Actualmente, según confiables analistas privados y la metodología de análisis que aplique para analizar ese indicador, serían negativas entre USD 7.500 y USD 10.000 millones. En diciembre de 2019, con datos oficiales, según la información pública, da cuenta de que las reservas brutas (total sin calcular las obligaciones que se deben honrar) eran de USD 43.000 millones. Ahora, alcanzan a los USD 23.000 millones. El cálculo es sencillo: se perdieron USD 20.000 millones y la Argentina se endeudó en poco más de USD 100.000 millones”.

¿Y ahora? “La situación está a la vista. El resultado de las PASO aceleró el proceso. Conocidos los datos, diez horas después, el Banco Central (BCRA) devaluó el tipo de cambio 22 %, aumentó la tasa de interés hasta el 118 % anual –la tasa efectiva es de poco más del 200 %– y fijó un límite de USD 40.000 para operar en el que se conoce como dólar Mep (en el mercado bursátil) y en el que se menciona como ‘dólar contado con liquidación’ (otra forma de operación bursátil con los billetes norteamericanos puestos en el exterior). En ese contexto, el blue, informal, ilegal, negro o como quieran llamarlo, creció, ese día, 15 %. Hoy, en el momento de esta conversación (verifica la cotización en el smartphone) se transa en $ 780 por unidad. El viernes 11 de agosto, cotizaba $ 605. En diciembre 2019, se comercializaba a $ 78,50. Si ese precio lo ajustamos por la inflación, hasta el 11 de agosto último da un aproximado de $ 570″.

INFLACIÓN

Y cómo se explica el precio actual, entonces? “Es un valor de corrida. Cualquier demanda lo hace subir. Y, lo más relevante, es que evidencia que el Banco Central no tiene recursos para contenerlo”. Así las cosas, ¿qué pasará con la inflación? El especialista –como lo adelantan varios trabajos de consultoría– estima que agosto se elevará hasta un 14 % por lo menos y que setiembre también será con dos dígitos.

El diálogo angustia. ¿Cuánto tiene que ver con la disparada de todos los indicadores económicos el resultado de las PASO? Sergio Fares considera que “ninguno de los tres principales candidatos –Milei, Patricia Bullrich y Massa– ha conseguido hasta ahora generar confianza con sus eventuales programas de gobierno que no se conocen. Equilibrio fiscal con una salida ordenada y rápida del cepo es lo posible porque la Argentina tiene lo necesario para superar la situación. Esta devaluación ya se quedó corta porque no hay programa atrás. ¡No hay confianza!”. La conversación con Sergio Fares concluyó. Con claridad economía y finanzas en este país se encuentran en terapia intensiva.

Desde un piso bien alto pongo mis ojos en la bellísima bahía de Asunción. La tele desde la Argentina una y otra vez trae imágenes de Javier Milei. Ahora, canta “Fuiste mía un verano” e imita a Leonardo Fabio. Pienso en silencio. Parafraseando a Bill Clinton me animo a decir que “es la política, estúpidos”. Economía y finanzas van detrás. Milei no para. “Cerraré el Banco Central”. “¡Terminaré con la casta!”, “avanzaré con la dolarización”, “¡viva la libertad, carajo!”.

DOLORIZAR

Dolarizar, como en la Argentina de los 90 o en el Ecuador de la actualidad, es sinónimo de dolorizar. ¿Volver al futuro? “Enseñar a pescar. No regalar el pescado”, sostiene La Libertad Avanza. “¡Voucher para educación para que la financiación llegue a quienes la necesitan y no a la casta!”, dice Milei. “¡Eliminaré impuestos!”, agrega.

El barón Lawson de Blaby (1932-2023), ministro de economía de la primera ministra británica Margaret Tatcher (1925-2013), lo dijo e hizo antes. Privatizó el sector público en Inglaterra, masivamente bajó los impuestos, desreguló los mercados financieros. Monetarismo al palo. Contener y controlar la inflación con la variable del desempleo. Thatcherismo sin anestesia. “!Ramal que para, ramal que cierra¡”, decía y hacía el peronismo liberal del presidente Carlos Menem (1989-1999) cuando aquí se aplicaron aquellas políticas. Roque Fernández y Diana Mondino, técnicos en economía y finanzas de la confianza de Milei, fueron parte de aquello. “¡Viva la libertad carajo!” ¿Volver al futuro incierto de la Argentina incierta?

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