En su tradicional espacio “Expresso”, que se transmite por GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe al mundialista y campeón de América con el Olimpia Miguel Ángel “Peque” Benítez, quien repasa los diversos momentos de su carrera y analiza el presente de la selección paraguaya. Para el Peque, hay abundante insumo futbolístico, pero falta mentalidad ganadora, patriotismo y pensar más en la gente.
Fotos: Nadia Monges
–ADS: ¿Cómo fue que contactaste con Carlos “Lobo” Diarte, algo que marcó el inicio de tu carreta?
–Y la verdad que él me conoció por referencias, por las estadísticas. Yo empecé muy joven a jugar en la Primera División. Empecé en el Club Atlético Juventud de Loma Pytã, integré la selección Sub-19. Era goleador en Juventud con 16 años. Después, integré la selección, fui goleador, aunque no viajé.
–¿Fuiste de un club que no era de la Primera División a la selección?
–Debuté con 16 años en la Primera, era goleador. De ahí me compró un señor, un empresario, que estaba de presidente en el Club Atlético Villa Elisa. Un alemán compró mi pase. Él tenía contacto con Lobo Diarte. Vino Lobo al Paraguay, me vio, me dijo ¿queréis ir a España? Le dije que sí.
–¿Cuántos años tenías?
– Yo tenía 17 años. En el 89 yo viajé a España.
–¿En el 89 el Lobo era muy conocido todavía en España?
Sí, era muy conocido y muy querido. Fue el fichaje más caro de Valencia, por encima de Kempes. Donde iba en todas partes “Lobo, Lobo, una foto, autógrafo”.
MENTALIDAD
–No habrá sido fácil la adaptación a una edad tan temprana.
–Realmente todo depende del carácter del jugador, de la mentalidad. Yo cuando tenía 14 años, cuando me dijeron que me iban a llevar a España, mi mentalidad solamente ya estaba en España. Y trabajé para eso y me entrené para eso y me sacrifiqué para eso. La motivación que yo tenía siempre era Dios y mi madre. Quería llegar como sea.
–¿Hay algo del Paraguay reko que hace que muchos jugadores no se adapten?
–Lo que pasa es que el paraguayo es conformista. Para mí que hay mucho con formismo, por eso es que no tenemos una regularidad para poder llegar más arriba. El paraguayo cuando llega en Primera y gana una platita ya está a gusto y no aspira a más. No se sacrifica para hacer más goles y para pensar en irse fuera. Yo creo que la mentalidad es muy poderosa.
–Hablanos de tus primeros cinco años en España. ¿Habrá sido una etapa muy compleja?
–Sí, realmente. Cuando me fui a España tenía un objetivo muy claro, que era ser jugador profesional. Con Lobo Diarte estuvimos entrenando en un parque y a los 15 días él nos iba a hacer la prueba para ver qué tal, si teníamos características para jugar ahí en Europa. Y nos invitaron a un partido amistoso con la Sub-23. Y yo jugué con él y tocaba impresionante. Entonces jugamos contra unos cuantos jugadores de la Sub-23 y con exjugadores del Valencia. Y ahí él me vio la primera vez. Y yo era muy rápido, muy agresivo. Y quedó maravillado. Nunca había visto un jugador tan potente, agresivo y con gol.
VERSATILIDAD
–¿Siempre jugaste en la misma posición?
–Y realmente yo era punta. Después empecé a intercambiar. Punta los dos lados. Después jugué por adelante y después de enganche. O sea que en todos los sitios de arriba jugué. Porque me enseñó él también que el delantero tiene que jugar en cualquier sitio. El delantero tiene que ser delantero. Tiene que manejar los cuatro sitios de la delantera. Y como te comenté me vio Lobo y se le caía la baba. Y me dijo “¿cuál es tu intención?”. Y le dije “yo vine acá a jugar, vine acá a triunfar”. Me consiguió como ocho equipos de primera y en los ocho pasé la prueba. Pero mi problema era la documentación. Lobo contactó con otro representante y nos llevó a un club de Calpe, en la zona de Alicante. Y me fichó ahí sin documentación.
–¿Y legalmente empezaste ahí tu carrera futbolística?
–Ahí empecé mi carrera futbolística. Ellos me hicieron un contrato de trabajo. Yo tuve que salir otra vez del país. Ellos me tenían que aceptar la visa. Y volví. Ahí empecé a jugar en el Calpe. Estuve tres años y medio. Los tres años que jugué en el Calpe salí goleador. El último salí goleador del campeonato. Y eso me valió venir a probar en el Olimpia en el 92. Si pasaba la prueba, siete millones mensuales. Ese era el acuerdo que había. Yo vine, a los tres días pasé. Y me decían “Peque, firmá nomás ya el contrato y después te vamos a pagar”. Y yo le decía que no, que primero, como dicen los españoles, primero la pasta y después la firma. Entonces, como ellos no cumplieron, yo le llamé al Lobo y le dije “yo me voy a ir”. Entonces me dice el Lobo “pues vente”. Y me fui.
PERCANCE
–En el destino estaba firmado que tu venida a Olimpia iba a ser más adelante y para un destino glorioso realmente.
–Cuando llegué a Madrid, Diarte me dice que va a pasar un periodista de Marca y te va a llevar a jugar en una presentación de un club de tercera con una filial del Atlético de Madrid. Entonces yo me fui a jugar un domingo, 5.000 personas, lleno. Y yo cuando entré en el vestuario vi jugadores sub-17 y yo ya tenía 21 años ya. Y dije “¿qué voy a hacer con los chicos?”. Y la verdad que físicamente y cómo la tocaban era impresionante. 5 a 1 ganamos, 4 goles metí. Y ahí le llama el representante a Diarte y le dice “Lobo, el chico ya no se mueve de acá, el chico se queda”. Y ahí empezó mi carrera futbolística. Yo me quedé en el Atlético de Madrid un año, conocí una compra y fijate cómo es el fútbol. En ese un año yo me accidenté mal. Mi mujer, con quien estaba casado, estuve casi 6, 7 meses sin verla.
–¿Cómo fue eso?
–Y fue un homenaje que me iban a hacer en Calpe porque fue algo histórico lo que yo hice. De un equipo de la última categoría del fútbol español un jugador que llega a Primera no existe. Entonces ellos me invitaron y a la ida tuve un accidente en Albacete, un accidente que podía haber sido fatal, 170 kilómetros por hora chocamos.
–¿Eso te paró mucho tiempo o no?
–No me paró a mí nada porque realmente yo no tuve nada. No tuve golpes, rasguños. El impacto fue hacia donde estaba mi mujer.
–Después vino la historia quizás más grande en ese proceso que fue en el Deportivo Espanyol, ¿no?
–Sí. Yo me fui cedido al Espanyol. Estuve en el Atlético de Madrid y no jugaba, jugaba 10, 15 minutos. Y después le digo al Lobo “yo me voy a mi país de vacaciones”. Y me dice “no, ahora mismo te vas a ir a pedirle al presidente que te haga jugar porque todos tus compañeros están lesionados”. Me fui y ya me había despedido todo, me fui a pedirle al presidente que por favor me dé la oportunidad para que me muestre, porque hubo una hexagonal al terminar el campeonato. Entonces le dijo al técnico “que Benítez juegue todos los partidos”. Y jugué todos los partidos, ocho goles metí en seis partidos. Salí goleador del campeonato. Yo lo que necesitaba era oportunidad, nada más que no tuve. Y ahí me dieron y ahí estallé. Y ahí compraron mi pase. El Atlético de Madrid me fichó, en el segundo año compró mi pase y me quedé ahí. Después me cedió al Mérida.
CARÁCTER
–¿Cuánto tiene que ver que haya simpatía o que haya antipatía del técnico para que formes parte de las plantillas?
–Yo creo que el roce suele haber con los entrenadores. Yo creo que para ser jugador tienes que tener carácter. Y para ser entrenador también tienes que tener carácter. Pero tienes que saber manejar las situaciones. Porque yo mismo me peleé con Camacho. Me peleé y me peleé muy mal.
–¿Cómo fue eso?
–Y en un partido que yo jugué, entré por (Juan Eduardo) Esnáider. Él fue mi compañero y estaba lesionado. Marqué dos goles. ¿Y qué pasó? En vez de darme continuidad, el técnico me sacó y le puso a Esnáider, que aún no estaba al 100 %. Entonces yo me fui y le encaré. Y ahí nos dijimos de todo. Vos le tenés que demostrar al entrenador que tienes carácter. Porque si no, pues dice “este es conformista”. Yo no soy conformista. Yo quiero ganar. Yo quiero jugar.
–¿Pero tu antipatía con Esnáider no vino precisamente por eso?
–Realmente yo soy un chico muy tranquilo. Siempre fui tranquilo. Pero muchas veces cuando alguien se sobrepasa, no me atajás más. Y fue un partido que jugamos Espanyol-Atlético de Madrid en Madrid. Y empezó a putear a todos los compañeros. Y claro, nosotros no estamos acostumbrados a las puteadas. Entonces yo le dije a él, le dije de buena forma, “oye, nosotros no estamos acostumbrados acá a putear. Acá somos un grupo y corremos todos”. Entonces ahí me mandó a la mierda. Y me dijo “te voy a reventar”. Y le dije “conocés mi habitación”. Yo pensé que no iba a ir, porque nunca se escuchó que en España hubo peleas entre compañeros.
–Tenía unos centímetros más que vos.
–Era grande. Tremendo era. Se fue a mi habitación y pasó lo que pasó. Él no pensó, porque al ser muy bajo yo y él muy grande, pensó que por ser grande yo iba a retroceder.
–Cometió un error boxístico.
–Y la verdad que yo me crié mucho en las calles y la vivencia que tengo es mucho de peleas callejeras.
–Hay que sobrevivir.
–Claro. Y pasó lo que pasó entre nosotros, pero después quedamos bien. Son anécdotas que han pasado y, bueno, ahí quedamos después como amigos.
LESIÓN
–Casi seis años estuviste en el Espanyol.
–Sí, estuve casi seis años. Me lesioné en mi mejor momento.
–A pesar de ese momento tan triste que viviste con la lesión, ¿fue una etapa muy consagratoria para vos?
–Sí, yo creo que estaba en un muy buen momento. Después de la eliminación de la Copa América, que jugamos acá, el presidente ya había hablado conmigo que ese año seguramente me iba a marchar, que había equipos que me querían llevar. Yo apreté al máximo y estaba bien. Estaba llevando una línea muy regular, 6 partidos, 8 goles, hasta que me lesioné.
–En ese mismo quinquenio te tocó la selección y de la mejor manera yendo a un Mundial.
–Sí, eso fue lo mejor para mi carrera. Yo creo que es un premio al trabajo que hice desde que me fui a España. Y la verdad que me ayudó muchísimo y le dio prestigio a mi club y a mí también.
–¿Formaste parte ya del proceso de la eliminatoria?
–Yo me enganché para la segunda vuelta. Yo jugué los últimos 8 partidos. Gané 7 y 1 perdimos allá en Perú el último partido, si no quedamos primeros. Yo jugué porque salió el caso de la ley Bosman, que podías jugar por tu selección sin ocupar plaza extranjera. Ustedes saben bien que yo tengo doble documentación, tengo la paraguaya y tengo la española también. Yo siempre dije que iba a jugar por mi país, no por España.
–¿Qué tuvo la selección del 98 que para vos es lo más especial?
–Yo creo que los jugadores tenían mucho carácter. Teníamos un líder, que era (José Luis) Chilavert. Acá no vamos a negar que manejaba toda la selección. Tenía mucho temperamento y mucho carácter. Y él le empujó a muchos compañeros para la garra en la cancha. Porque viste que eso contagia. Y realmente teníamos un muy buen equipo. Y la gente eso es lo que se acuerda, de la garra, el temperamento que tenían los jugadores.
–¿Qué se espera de un compañero líder?
–Yo creo que el líder tiene que tener mucho carácter, pero a la vez tiene que saber manejar a sus compañeros. Porque no es porque yo sea líder voy a empezar a putearle a todo el mundo o maltratarle o decir “hacé lo que yo quiero”. El capitán es el portavoz del equipo y desde luego es la imagen del equipo. Entonces tiene que saber sobrellevar a él y saber sobrellevar también a los compañeros.
ENCONTRONAZOS
–¿Quiénes fueron los defensores que más te complicaron la vida en España?
–Realmente ninguno. En mi último periodo, en el 2004, cuando volví a España en segunda en el Almería, ahí sí tuve un encontronazo con Téllez, que era el jugador de Alavés. Y me rompió los dos dedos gordos, la uña me rompió. El encontronazo así que tuvimos.
–¿Un jugador veloz como vos tiene más posibilidades de salir indemne de los roces?
–Y si tenés movilidad, sí. Pero depende del jugador que te marque también. A mí Roberto Carlos me marcó y porque le vi en el retrovisor no me mata.
–¿Ese momento tan ingrato que te robó mucho tiempo de fútbol en qué circunstancia fue?
–Y fue partido de liga que jugamos con el Atlético de Madrid, un encontronazo que tuvimos casi en el mediocampo con (Celso) Ayala. Un rebote que queda en el medio, yo me voy de contragolpe y justo cuando punteo realmente no le veo. Me entra de costado y pasa lo que pasó. Se quedó trancado mi pie y me fui de costado y ahí me rompí todo. Realmente el dolor fue impresionante, pero cuando me sacaron al costado de la cancha se me fue y yo quería entrar otra vez. El doctor me agarra, me acuesta y me hace la prueba de la rodilla. Y ahí cuando me hace la prueba de la rodilla yo levanto la cabeza y me estira y mi rodilla salió y ahí me desmoroné. Ahí dije “me fui a la mierda”. Me rompí todo.
–Te escuché diciendo en algún momento que estando tan lejos del arco era una violencia innecesaria.
–La entrada fue innecesaria, está clarísimo. Todo el mundo lo dice, todo el mundo lo ha visto, pero ya pasó.
–¿Es cierto que consideraron una salida médica extrema que podía ser mucho más grave?
–Sí. Al día siguiente cuando me vio el doctor me dijo “internado”. Y casi me cortaron la pierna. Estuve 45 días acostado, pierna arriba. El doctor cuando vio la lesión que yo tenía, me dijo que no iba a volver a jugar más.
RECUPERACIÓN
–¿Y cuánto duró la recuperación?
–Un año y medio de tortura. Tienes que estar preparado mentalmente para soportar. Yo creo que tenés que ser muy fuerte psicológicamente para poder llegar a tu objetivo.
–¿Te dijiste “de esta no vuelvo”?
–No, nunca. Pensaba que iba a volver, pero sabía bien que no iba a ser rápido. Yo me desconectaba porque yo siempre cuando terminaba la rehabilitación me dolía todo.
–¿Hablaste con Chito en algún momento sobre esto?
–Sí, cuando me lesionó sí. Hablamos, creo que me llamó dos o tres veces más y después le dije “no me llames más”.
–¿Por qué?
–Cuando él estuvo ahí nunca me llamó. Yo le llamaba a él, le llamaba a (Carlos Gamarra) Colorado, le llamaba a Roque (Santa Cruz). El único que me devolvía la llamada era Roque. Y él más preguntaba cómo estaba, más para relacionarse como compañero. Entonces yo le dije “lo que pasó, lo que hiciste, ya pasó. Accidente y punto”.
–¿Qué mensaje le das a un chico que está empezando y de pronto sufre una lesión y piensa que todo se desmorona?
–Mucha fuerza y que la mentalidad es la que te hace llegar a donde uno quiere. Mucha disciplina para llegar.
–¿Cómo quedó esa rodilla cuando volviste al fútbol profesional?
–Quedé bien. Hasta ahora juego en la categoría sénior. La gente piensa que quedé mal. Realmente me curé.
PREMIO AL ESFUERZO
–La vida te tenía reservada todavía una Copa Libertadores.
–Fue el premio más grande en mi carrera futbolística después de ganar la Copa del Rey con el Espanyol. Yo creo que fue un premio al trabajo que yo hice durante ese un año y seis meses antes de volver al fútbol.
–Estamos hablando del Olimpia de 2002.
–Después de un año y seis meses ellos me abrieron la puerta al final. Y nada, puse mi granito de arena. Jugué partidos muy importantes, hice goles muy importantes. Y el grupo que tuvimos fue excelente, el equipo técnico, los jugadores también. Quedamos en la historia, justamente en ese centenario ganamos.
–Finalmente, Peque, ¿por qué esta sequía de mundiales que tenemos ya desde más de una década?
–Yo creo que es la mentalidad. Yo creo que para el jugador profesional jugar por su país tiene que ser lo máximo, porque es lo máximo de jugar por tu país, por la selección. Y más es jugar un Mundial. Yo creo que los jugadores hoy en día no dimensionan. El Mundial es lo mejor que puede haber para un futbolista. Yo creo que es la consagración de un futbolista jugar un Mundial.
–Cuando decís mentalidad, decís que sí tenemos jugadores para ir a un Mundial, pero falta ajustar el chip.
–Y falta que seamos más patriotas, que pensemos más en nuestra gente, en la gente que nos va a ver, en nuestra familia. Porque lo primero que pensamos es la joda. Yo estuve en la selección y sé cómo piensa el jugador.
–¿Hay diferencia entre la mentalidad latinoamericana y la europea?
–Muchísima. Estamos muy lejos. Por eso ellos rinden, juegan miércoles y domingo. Porque son súper profesionales. Cuidado personal. Eso es fundamental. Disciplina, cuidado personal y hacer todo a su debido tiempo. Por ejemplo, yo tengo que llevar una disciplina en mi vida. Primero, entrenamiento, comida, descanso. Hacé lo que quieras en tu día libre, pero tampoco debilites tu cuerpo. En lo sexual tienes que hacer lo justo. Yo les digo a mis jugadores: “Dos polvitos por semana nomás”. Ese es el nivel profesional. Los lunes tienes el día libre y los viernes ya no aprietas más. Jueves normalmente hacés fútbol, viernes es baño y masaje recreativo. Sábado recreativo para que puedas llegar a un alto nivel el domingo.
–¿Cómo ves la dirección técnica que está llevando la selección? ¿Te gusta?
–Es lo mismo que la anterior. Yo no he visto ningún cambio. ¿Qué cambio le harías? Los mismos jugadores. No sé en qué están fallando. Pero no vemos mejoras. Tenemos muy buenos jugadores. Por eso te digo que puede ser que la mentalidad sea el problema. ¿Por qué? Porque yo, por ejemplo, cuando me convocaban, lo primero que pensaba era mi selección. Después pensaba en la gente que me iba a ver. Después mi familia. Yo no puedo jugar mal. ¿Cómo yo voy a jugar mal? Si entreno, no falto al entrenamiento, entreno bien, descanso, duermo bien. ¿Cómo yo como profesional no voy a rendir?