POR JINMMY MARÍA PERALTA

El cantautor paraguayo se encuentra grabando junto a Lito Vitale en Buenos Aires, luego de concluir una colaboración con Juan Carlos Baglietto.

“¿Cuánto puede transformar el mundo una canción?”, se preguntaban. La idea del canto comprometido en Latinoamérica parece haber sido devorada por el tiempo, o puesta en reposo bajo la sombra de los fracasos de los intentos de mundo nunca mejor, mientras, en el escenario, hoy casi todo es purpurina, estallidos y seducción. Hubo un tiempo en el que se creía que la canción era un arma, pero no solo lo creían aquellos que con guitarra en mano que se escondían de la policía, sino también el mismo poder lo creía, y se prohibían canciones y conciertos, se exiliaban voces, se secuestraban instrumentos, y se mataba a algún que otro trovador en estadios.

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Con las reconfiguraciones políticas, la canción de protesta fue juzgada como anacrónica, pero al parecer ella no solo resiste ante el sistema, también resiste al olvido y al estanco.

Hugo Ferreira, miembro del recordado movimiento cultural Canción Social Urbana, desde su hogar actual, Montevideo, bosqueja y ejecuta su plan de resistir con la canción, su herramienta de trabajo y de vida, varios discos después de sus inicios, la voz no se apaga y en su nuevo país logra abrirse puertas a fuerza de sueños y osadía.

“Con esto de la pandemia se retomó un poco eso de buscar la canción más pura, por decirlo así es. Volver a los referentes. A mí por lo menos me pasó ese proceso”, explica Hugo, desde Uruguay.

Él separa música de entretenimiento. La música es para él un arte que se vincula con lo real del ser humano, con sentimientos, por fuera la producción de un bien de consumo, a lo que llama en este caso entretenimiento.

Ferreira grabó en los últimos meses con Hugo Fattorusso un candombe, uno de los músicos más importantes de Uruguay. Recientemente arrancó un nuevo proyecto de tres canciones con el reconocido pianista y productor argentino Lito Vitale, una de ellas la canta con el talentoso Juan Carlos Baglietto.

“Juan y Lito son realmente tipos muy grandes, que ya están más allá del bien y del mal, ¿verdad? O sea, no sé cómo decirlo, Vitale ya tocó con absolutamente todos los músicos de la Argentina, Juan cantó con todos”, comenta Hugo.

Los temas para un disco nuevo de Hugo ya están compuestos, pero la producción de ellos se va haciendo en tanto se crea un plan y se lo ejecuta. Se van grabando por ahora entre Paraguay, Brasil, Argentina y Uruguay. El cantautor paraguayo se gestiona en solitario, y ha recurrido a la virtualidad con canal para contactar con estos referentes del arte del Río de la Plata.

“Le mandé primero una música, y le gustó mucho. Ahora ya son tres canciones las que voy a grabar con Lito, una de ellas la grabé con Juan Carlos”, agregó.

Ambos músicos argentinos formaron parte de la segunda generación de nuevos de artistas de la metrópoli porteña que emergió a comienzos de los ‘80. Baglietto perteneció a lo que se conoce como La trova rosarina, y que desembarcó en Buenos Aires con un disco producido por quien fuera por entonces su pianista, Fito Páez.

“La sombra del águila”, “Profundo”, “Claro y fuerte”, “Delitos y fantasmas” y “Vacíos” son los títulos de todos discos lanzados por Hugo. El nuevo proyecto se va forjando en tanto el cantautor aún no decide si recurrirá o no a la presentación de un material en formato físico, o si solo publicará las canciones de manera individual a través de las plataformas musicales. Pero ya tiene comprometida la grabación de un tema más con Fernando Cabrera y la colaboración de Alejandro Dolina en un texto.

La canción resiste en todos los formatos, también desde el candombe con Hugo Fattorusso. (foto: gentileza)

UN HOMENAJE A LA TROVA

A fines de los ‘90, Hugo, Aldo Meza y Víctor Riveros crearon Canción Social Urbana, buscando ser la renovación del Nuevo Cancionero, que en los ‘70 tuvo una incidencia política y cultural dentro de la sociedad paraguaya, con letras de Maneco Galeano y Carlos Noguera, se lucían como en un campo de batalla grupos como Vocal Dos, Ñamandu y Sembrador.

Aquel proyecto de cantautores que arrancaba a una década del surgimiento del Paraguay democrático, tuvo también como inspiración a creadores e intérpretes de la canción latinoamericana.

“Esta canción que grabamos con Baglietto también es un homenaje a la trova rosarina, que está cumpliendo ahora 40 años. Yo soy como un músico fuera de su tiempo que canta canciones de antes”, señala el paraguayo.

IDEALISMO Y LA CANCIÓN

“Ya no me interesa demasiado esa gran revolución, sino que esa pequeña revolución”, comenta Hugo, al hacer referencia respecto a la tensión de idealismo y pragmatismo ya casi inexistente por la supremacía de este último, tanto en la sociedad como en la creación artística.

Una mirada de añoranza tiñe la canción que finalmente reafirma su condición de resistencia en el arte mismo de crear e interpretar canciones.

“La canción habla eso, finalmente no es una queja. Aunque pareciera ser que hay algo de rabia por la derrota de ese idealismo de otros tiempos cuando dice, ‘¿a dónde fue, dónde quedó?’, pero, al final, termina diciendo otra vez, ‘no queda más que reincidir y delirar en este asunto de cantar’”, finalizó.

La guitarra es la eterna compañera del cantautor que tiene como balas precisas la palabra. (foto: gentileza)
Lito Vitale y Juan Carlos Baglietto compartieron estudio junto a Hugo Ferreira. (foto: gentileza)

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