Por Jorge Coronel, contacto@jorgecoronel.com - Fotos: gentileza

A meses de su aniversario número 15, Kchiporros vuelve al ruedo con un álbum bailable al que definen como “de duelo” y –aun en tiempos de virus– con aires de “pospandemia”. En un íntimo encuentro para La Nación, nos presentan los sonidos de “Hasta Arriba”, hablan del compromiso social que se plantean y explican por qué no volverían a interpretar en vivo su ya lejano éxito de “La bandida”.

“Me gusta pensar que aprendo todavía de las caídas, de las heridas, de esta ironía que le llaman vida”. La frase forma parte de los primeros versos de “La cima”, canción que da apertura a la nueva producción de Kchiporros. Desde entonces, los versos toman fuerza existencialista, con una mirada ciento por ciento optimista. Como cuando se plantean que todo “es cuestión de tiempo y fe” y que “cada mañana se nace de nuevo”, como repite el potentísimo coro del segundo track, “Bebo de la vida”.

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Los arreglos electrónicos, sin dudas, le dan el condimento novedoso al lanzamiento, lo cual se destaca principalmente en “Nunca estuve tan vivo” y la nostálgica “Lo que guardamos”. La provocación y sensualidad, indispensables en su música y en la misma vida, encuentran su tempo en melodías como en el muy potable hit “Los símbolos” –grabado junto a Milk Shake y también remixado por Audioiko–, “Ni santo ni hechicero” y “Cuando salga el sol”.

En una larga y distendida charla con el vocalista y compositor de la banda, Roberto “Chirola” Ruiz Díaz y el guitarrista Julio Troche, nos embarcamos en descubrir el presente de la banda, no sin antes revisitar las huellas de sus primeros días.

–¿Qué queda del Kchiporros del primer disco?

–CH: Siento que sigue en esencia el desprejuicio, el enfocarnos en las canciones; creo que queda el ADN bailable. Queda la mirada interna de qué somos, desde dónde estamos cantando, de sentirnos cada vez más seguros de nuestra propia identidad, que todavía –y a pesar del paso de los años– sigue en construcción.

–JT: Las ganas de seguir sumando y creo que queda también un poco de esa linda inconsciencia y ese riesgo de romper los miedos a hacer algo. Por suerte queda eso, porque sin eso no íbamos a estar acá hoy.

–A primera escucha, “Hasta arriba” responde al sonido trazado por la trayectoria de la banda, pero incorpora nuevos y diversos arreglos posiblemente planteados desde la misma producción…

–CH: La idea también fue salir de la zona de confort, tomar nuevos riesgos, buscar nuevos horizontes sonoros en una situación muy particular. Mucho del trabajo hubo que hacerlo a distancia. Este fue un disco que tuvimos que trabajarlo con lo que podíamos, con lo que teníamos y con la conciencia de que eso iba a generar algo nuevo.

–JT: Yo creo que fue una hermosa experiencia, un desafío o un experimento de hacer un disco con muchos productores y tratar que todo suene equilibrado; pero tener la visión de mucha gente en un mismo álbum seguro que te aporta algo loco.

–La apuesta por el riesgo demuestra que quedarse en la comodidad no está en los planes…

–CH: Este disco creo que recorre todo lo que veníamos haciendo en canciones y, en el sonido, se acerca al 2021 para adelante, donde los sonidos digitales son parte de la búsqueda conceptual de la banda. Para mí, es como dar una vuelta completa y volver a casa con todos los elementos que tuvimos. Sabemos que el disco “baila” pero también dice cosas.

–JT: A mí me encanta que tengamos la libertad de hacer lo que se nos cante. Ahora me doy cuenta lo que pasa con muchos músicos: el que es muy virtuoso o tuvo escuela de chico, se va apegando demasiado a sus influencias porque le sale tocar así. Nosotros, por cómo se nos dio todo en la vida, no teníamos la habilidad de apegarnos a nada.

–En “Los símbolos”, invitaron a Milk Shake, con quienes comparten el sello discográfico…

–CH: Me parece superpoderosa la canción y no hubiera sido lo mismo sin la participación de ellas. Aportan el lado femenino que necesita la canción, que habla de la dualidad, de las relaciones, de las diferentes facetas que hay dentro del descubrimiento de uno y de la pareja. Me parece que es una canción que puede funcionar muchísimo.

–JT: El video fue dirigido por Xime Barba, y se dio de una forma muy loca, y lo hizo en tiempo récord, después de un “pitching” entre directores jóvenes del medio…

–A través de las redes sociales, en los últimos meses se mostraron abiertamente en contra de ciertas medidas del Gobierno actual. ¿Les interesa sentar postura desde el lugar que ocupan?

–CH: Depende. Tenemos una manera de decir las cosas que, a veces, es metafórica. Por ejemplo, “Señor Pombero” es una canción sumamente picante en su letra. “Los ojos rojos” también y me parece que nuestras canciones, cada tanto, tiran reflexiones que tienen ver con los tiempos.

–JT: Hay una campaña que estamos por hacer, que a mí me emociona mucho, que tiene que ver con la Fundación Guyra Paraguay, donde no solamente vamos a tocar el tema socioambiental, sino temas de corrupción o sobre cómo se le trata al paraguayo que trabaja la tierra.

–En tiempos de reivindicación de los derechos de la mujer, una letra como “La bandida” resulta inadmisible. ¿La volverían a interpretar en vivo?

–CH: Hubo muchísimo que aprender, que construir y que deconstruir; y la lección que nos queda es esa responsabilidad que nosotros sentimos si estamos vibrando (o no) con lo que estamos cantando y eso también le llega a la gente. Decidimos interpretar repertorio nuevo y ya no canciones que cumplieron su ciclo y con las que ya no vibramos. Y no la volveríamos a tocar.

–En el mes de noviembre cumplen los primeros 15 años como banda… ¿qué es lo primero que les viene a la cabeza al pensar en eso?

–JT: ¡Qué viejos estamos! (Risas). Para mí, cualquier proyecto que dure 15 años es porque se le puso mucho huevo y mucho amor. Hoy podemos decir que sobrevivimos una pandemia, no solo por el lado comercial sino por el lado emocional. Siento que la parte emocional de la salida de la pandemia está siendo más loca para muchos, y me incluyo.

–¿Qué están preparando para los festejos?

–JT: Un vestido hermoso de 15. ¡El 15 de julio! (Risas).

–CH: Estamos empezando a palpitar la idea de una gira. Si todo se alinea, queremos hacer un espectáculo que sea actual, que visite algunas épocas de la carrera pero, sobre todo, hacer algo que nunca hicimos, que es pensar en un espectáculo pensado de punta a punta, pero a lo grande. Más que salir a tocar y defender las canciones, darle a la gente una experiencia.

–JT: Yo creo que los 15 años van a durar un año y vamos a tratar de extenderle para imprimirle el potencial a la fiesta, pero seguro que algo vamos a hacer.

–CH: Promesa.

KCHIPORROS, LA HISTORIA

BROMA DE AMIGOS

Un verano de juventud fue el que les dejó las huellas del destino. Unidos por una intención musical mínima, se juntaban a hacer catarsis. De aquella broma salió un chiste que jamás olvidarán: “La bandida”. El tema se volvió viral tras sonar en el boliche del momento. Pasó por los viejos “ringtones” y “backtones”, y terminó sonando en los medios. Hoy, en un nuevo contexto, decidieron no interpretarla más.

PRIMEROS SONIDOS

Los primeros discos de la banda (2007-2010) tuvieron a dos Auténticos Decadentes como cabezas de producción: Mariano “Negro” Franceschelli y Martín “Mosca” Lorenzo. La banda nacía, crecía y se desarrollaba como una agrupación de música “fiestera”; sin embargo, para la escena rockera ortodoxa y la prensa más elitista no pasaban de ser una moda. El destino se encargaría de contradecirlos.

CONEXIÓN MEXICANA

Bajo el padrinazgo de los Decadentes, Kchiporros se hermanó con la banda cordobesa Los Caligaris, la cual colabora en la divertida “Noche de soltero” y terminan teloneando a la banda argentina en México. Ese sería el primer contacto con el público mexicano, el cual adopta a los paraguayos. Años después, comparten escenario con gigantes como Morrissey, Blur y Molotov en el festival Vive Latino.

EL SUBIDÓN

Tras la desvinculación de Mario Halley –autor de los primeros hits–, la responsabilidad compositiva empieza a recaer en su frontman. Los resultados no pudieron ser mejores: ese puñado de canciones hicieron de “Señor Pombero” (2012) un álbum que le dio un vuelo sonoro y lírico a la banda. Los lazos musicales se extendieron hacia figuras como Emiliano Brancciari, de No Te Va Gustar.

LA GLORIA

Con nuevos éxitos como “El metal” y “Ana Lucía”, y como parte de la gira “Los ojos rojos Tour”, la agrupación se presentó para más de 10.000 personas en un concierto gratuito en la Costanera de Asunción. La pasión del público expuesta en aquella postal se convirtió en la venganza más dulce de aquel grupo de amigos tan subestimado en otros tiempos.

INTERNACIONALES

Durante 2019, la agrupación sorprendió al público de ciudades como San Bernardino, Encarnación, Buenos Aires y Ciudad de México con una gira compartida junto con colegas y amigos invitados para la gira “Kchiporros Feat”. A lo largo de varios meses, llevaron a sus presentaciones a artistas como Piti Fernández (Pastillas del Abuelo) y Miss Bolivia, entre locales como Dani Meza e Iván Zavala.

REFLEXIVOS

En medio del desierto de Texas, EEUU, grabaron su disco más intimista y experimental: “Parte de crecer”. El disco vio la luz durante la cuarentena del 2020, con sonidos internacionalizados de la mano del productor Héctor Castillo –ganador de cuatro Grammys– y con la colaboración de Randy Elbright, de Molotov. La paternidad de Chirola quedó registrada en el inspirado track “La huella”.

EL PRESENTE

El modelo 2021 de Kchiporros lleva el nombre de “Hasta arriba”, disponible en las plataformas de streaming desde el viernes 13 pasado. La banda incorpora arreglos electrónicos y hasta autotune en canciones que miran la incertidumbre con melancolía, optimismo y hasta cierta ingenuidad. Los créditos de producción están compartidos entre Rafa Arcaute, Nico Cotton, El Chávez y los locales Audioiko, Ariel y Marcelo Soler.

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