Es indiscutible que el jugo de naranja tiene innumerables beneficios para la salud del organismo. Su alto contenido de vitamina C no solo refuerza el sistema inmunológico para evitar o contrarrestar resfríos, sino también es un potente antioxidante que ayuda a paliar el envejecimiento celular. Al sumarle un poco de espinaca a este licuado, se pueden obtener otras vitaminas y minerales.

Tanto la naranja como la espinaca aportan fibra, agua y potasio. Son antioxidantes y antiinflamatorios, según estudios nutricionales. El consumo de este batido natural debe ser regular, pero moderado debido a que una ingesta excesiva de ciertos compuestos que contiene la espinaca, como los oxalatos, pueden alterar el funcionamiento de los riñones.

Además de vitamina C, la naranja contiene calcio, potasio y fibra. Se le atribuye igualmente la capacidad de combatir el colesterol “malo”. Aporta pocas calorías y tiene un bajo o medio índice glucémico (nivel de azúcar), por lo que un licuado de esta fruta es adecuado en una dieta para bajar de peso.

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A su vez, la espinaca se destaca por su alto contenido en vitaminas A, C, E, K y algunas del grupo B, como el ácido fólico, que ayudan a retener el hierro y previenen la anemia. El ácido fólico aporta energía y combate la fatiga y el cansancio, físico y mental. También contribuye a mantener la salud ocular debido a su riqueza en betacarotenos.

Con un vaso en el desayuno, este batido de naranja y espinaca contribuye a subir las defensas, es desintoxicante, moviliza al intestino y favorece la circulación de la sangre. Es nutritivo y energizante, pero no conviene beber más de un vaso diario. Más allá de los consejos, no hay nada mejor que estar bajo supervisión de un profesional médico o el nutricionista antes de incluir cualquier alimento a la dieta.

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