Aunque pueden pasar desapercibidas en la rutina diaria, las toallas utilizadas al salir de la ducha desempeñan un rol fundamental para la higiene y el bienestar del organismo. A fin de prevenir la proliferación de bacterias y evitar posibles enfermedades cutáneas, es fundamental cambiar con regularidad esta prenda de higiene personal.

Después de cada uso, las toallas destinadas para la “salida del baño” tienden a acumular humedad, así como bacterias y hongos. La humedad convierte a la prenda en un ambiente propicio para la reproducción de los microorganismos, que pueden ocasionar infecciones cutáneas, por lo que es fundamental cambiar esta pieza con regularidad.

La acumulación de moho en las toallas también puede desencadenar alergias y problemas respiratorios. De ahí viene la importancia de mantener las toallas limpias y secas. Según recomendaciones del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido, que fueron replicadas por la prensa internacional, es necesario cambiar la toalla al menos una vez a la semana.

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Aunque también existen excepciones. Por ejemplo, tras atravesar alguna enfermedad, es crucial cambiar las toallas de ducha para evitar la propagación de gérmenes y ayudar a mantener un entorno más saludable. En climas húmedos o baños con escasa ventilación, se recomienda cambiar esta prendas de higiene con mayor frecuencia.

En casos extremos, aun con poco uso, se aconseja que no se deje pasar más de 15 días para cambiar la toalla. Con el paso del tiempo, se vuelve todavía más complejo eliminar los gérmenes que quedan en esta prenda de higiene, por lo que es crucial lavarla y secarla con regularidad.

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