De por sí los chocolates son los dulces preferidos de todas las edades y casi en todas las circunstancias, pero ese antojo de un bombón o una barrita puede ser aún mayor si estamos con altos niveles de estrés o en situaciones que nos generan mucha presión, y te contamos las razones científicas.
El chocolate es un alimento que hace siglos se utiliza como antioxidantes y antidepresivo, incluso, diferentes estudios corroboraron las teorías populares que se les adjudica, y una de ellas es sobre el deseo de comer un chocolate cuando estamos bajo demasiado estrés. A través de las investigaciones, se confirmó que el chocolate negro pueden reducir el estrés al bajar los niveles de cortisol.
Los científicos informaron en un reciente estudio que identificaron las reducciones en las hormonas del estrés y otros cambios bioquímicos relacionados con este en pacientes con diagnóstico médico de estrés. Los participantes comieron chocolate negro durante dos semanas y el resultado fue que el consumo diario de 40 gramos durante dicho período fue suficiente para modificar el metabolismo.
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Más energía
Los resultados también confirman que el antojo de chocolate es una respuesta a una situación estresante como puede ser la necesidad de energía, ya que este alimento posee antioxidantes, especialmente en el chocolate negro, lo que disminuye el cortisol, así como las hormonas de lucha o huida conocidas como catecolaminas, según publicó el Daily Mail.
Según explican los investigadores, el cortisol es la principal hormona de estrés del cuerpo y, una vez que se activa, desvía la energía del sistema inmunitario, lo que provoca esos antojos de azúcar delatores. “Estar estresado aumenta la hormona cortisol que utiliza nuestras reservas de energía, por lo que sentimos que necesitamos algo dulce para aumentar los niveles de energía”, afirman.
No obstante, es importante aclarar que el efecto placentero producido por el consumo de azúcar es muy corto, por lo rápidamente sentiremos la necesidad de volver a comer alimentos azucarados para aumentar la dopamina creando un círculo vicioso del cual cada vez es más difícil salir.
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Clínica Placera: un libro que narra la experiencia de psicoanalizar al aire libre
El psiquiatra Agustín Barúa Caffarena hizo durante años la experiencia de conversar con pacientes en las plazas de Asunción. Volcó sus aprendizajes en “Clínica Placera, ¿nos sentamos acá?” que se presentó días atrás en la Sociedad Paraguaya de Psiquiatría.
- Por Jorge Zárate
- Jorge.zarate@nacionmedia.com.py
“A mí me parece que la clínica placera aporta un permiso de explorar otras formas de trabajar en salud mental en el contexto asunceno”, entiende el autor. “En Asunción, que solemos ser tan reprimidos emocionalmente, usamos los bancos para llorar, para gritarnos y desgritarnos, para besarnos, para saber estar solos. Entonces, ahí apareció la posibilidad de usar el banco de plaza como un dispositivo de acompañamiento de salud mental”, cuenta de la génesis del inusual procedimiento.
El libro, que tuvo presentaciones en Argentina, Cuba y Paraguay, permite según la mirada del psiquiatra Agustín Barúa Caffarena “que se pueda probar nuevas cosas y se pueda dialogar con las necesidades contemporáneas. A veces creo que nos quedamos muy tiesos en el mundo profesional esperando que la gente se amolde a nosotros y no dialogando con las necesidades de nuestra sociedad. Me parece que es el gran aporte”, apunta.
Aquí su diálogo con Nacion Media:
–¿Qué sensaciones te provoca que la experiencia de la Clínica Placera llegue al libro?
–Son sensaciones complejas. Por un lado, es gratificante porque el libro a mí me satisface como producto estético, pero también como producto reflexivo y de memoria histórica. Me parece que también la tarea de estos 7 años de plaza fue bastante específica y tenía su soledad también dentro de su espacio público y colectivo.
También me da un poco de tristeza y eso lo dije cuando lo presenté en Camsat, que es una organización territorial del bañado Tacumbú, me dio tristeza y enojo.
–¿Por qué?
–Porque me recordó que yo no quería trabajar con las capas medias asuncenas inicialmente, yo quería trabajar con los sectores populares, en este caso bañadenses, ¿no? Pero el golpe de estado al gobierno de Fernando Lugo interrumpió ese proceso y al presentar el libro en el Bañado me recordó esa pérdida.
–Comenzaste en 2015 en bancos de plazas de Asunción. ¿Cuál fue el disparador de tu actividad?
–Y fue ese junio de 2012, cuando sucede el golpe, yo trabajaba desde la Universidad Nacional de Asunción y desde el Ministerio de Salud en los territorios bañadenses acompañando 15 equipos de Atención Primaria en Salud. Era mi jornada laboral plena de lunes a viernes, iba a los bañados todos los días y cuando sucedió el golpe, lo viví como un manotazo, un arrebato gigante, me impactó emocionalmente.
Me pasó que coincidió con una relación de pareja en Montevideo, donde fui y estuve 3 años haciendo diferentes cosas en un contexto de políticas públicas muy creativas: ahí sí se hicieron, por ejemplo, las leyes progresistas de identidad de género, de regularización de la marihuana y de despenalización del aborto. Y en ese contexto volví en 2015 y me dije: quiero seguir trabajando las cosas que creo…
–Te dio como un impulso esa vivencia…
–Y cuando volví, no pude entrar a mis nichos laborales habituales, habían cambiado muchas cosas así que subalquilé un consultorio. Era la primera vez que iba a hacer psiquiatría clínica privada y me morí de la angustia. Viví con mucha extrañeza las baldosas, la pared sin humedad, ese tapizado de sofá combinado con la cortina, el split. Yo venía de trabajar en los patios de las villas con chanchos, bebés, ropa secándose, goteando, en algo que llamamos Clinitaria hasta el 2012.
Me dije: “A mí me gusta conversar con la gente”, así que me vinieron a la mente los bancos de plaza que tienen una cuestión maravillosa que son espacios de intimidad pública.
–Sostenés que es posible tratar la salud mental fuera del manicomio. ¿Qué avances ves en torno a esta tendencia?
–El manicomio no es necesariamente un lugar, un “adentro”. Puede recrearse en los “afueras”, por una concepción manicomiana de la salud mental, tener una posición autoritaria, llenar de psicofármacos a la gente; ordenar internaciones compulsivas en el hospital psiquiátrico, querer imponerse a las otras profesiones, no dar como válido el saber de la gente.
Me parece importante discutir ese dentro y fuera, hay mucha manicomialidad fuera del hospital psiquiátrico. Creo que estamos muy retrasados con políticas públicas. La Ley de Salud Mental permitió avances todavía muy incipientes, creo que la mirada manicomial sigue siendo la dominante en el territorio, la salud mental se disocia de la salud y esta más aún de los derechos. Entonces si no tenemos esa politización de la salud mental, somos parte del problema, reducimos el problema a diagnósticos, psicofármacos, sin contexto, sin historia, sin derecho, sin cultura, sin territorio, sin diálogo, ¿no?
–¿Cómo ves la salud mental en el país?
–Si bien creo que hay mucha gente en el Estado que quiere hacer bien las cosas, hay una crisis institucional, los desfinanciamientos, los prebendarismos, los autoritarismos, los conservadurismos, las precarizaciones, los abandonos siguen siendo la tónica dominante en muchos campos de derechos constitucionales que no se concretan.
No hay salud mental sin salud, no hay salud sin derecho, y tenemos una crisis de derechos gigantesca en Paraguay. Nos entretenemos con los efectos, no con las causas, entonces vemos una reacción de una persona que mata a sus abuelos; el uso complicado de cocaína fumable de crack llamada chespi y su presencia en las calles; las conductas suicidas, etc. Si no tratamos las causas los efectos van a seguir.
Cuesta mucho avanzar en preguntas honestas, sobre todo en un país tan desigual y tan aterrorizador porque cuando uno comienza a preguntarse estas cosas necesariamente necesita valor. No podemos construir ese argumentar sin un cierto coraje para conversar las cosas que estamos evitando como sociedad.
SOBRE EL AUTOR
Agustín Barúa Caffarena (1971) es médico por la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Psiquiatra de Atención Primaria de Salud por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana y tiene una maestría en Antropología Social por la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción.
Terapeuta. Psicodramatista por GRUPA (Grupo Psicodrama Asunción). Certificado en Prácticas Colaborativas y Dialógicas por el Houston Galveston Institute y The Taos Institute.
Investigador en Salud Mental Comunitaria por la Universidad Nacional de Pilar.
Autor de los libros “Clinitaria: andando, de a chiquito, con la gente. Acompañamientos clínicos en salud mental desde sensibilidades comunitarias” (2011), “Ejedesencuadrá: del encierro hacia el vy’a. Transgresiones para una salud mental sin manicomios” (2020) y “¿Nos sentamos acá? Clínica placera” (2025)
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¿Y si la clave del éxito laboral ladra y tiene bigotes?
Qué pasaría si la felicidad en el trabajo tuviera patas, cola y una sonrisa peluda. Cada 21 de junio se celebra el Día Mundial de Llevar al Perro al Trabajo, una fecha que invita a las empresas a repensar sus espacios laborales. Te presentamos el caso de éxito de Nestlé Paraguay.
Cada 21 de junio se celebra el Día Mundial de Llevar al Perro al Trabajo, una fecha pensada para sensibilizar a las empresas sobre los beneficios de permitir que sus colaboradores compartan la jornada laboral con sus mascotas.
Lejos de ser solo una excusa simpática para ver perritos en la oficina, esta práctica está respaldada por estudios científicos y experiencias concretas que muestran cómo los entornos pet-friendly mejoran el bienestar y el rendimiento laboral.
La presencia de perros estimula la liberación de oxitocina, conocida como la “hormona del amor y del placer”, que genera una sensación inmediata de bienestar, favorece el sentido de pertenencia y fortalece las relaciones interpersonales. Pero no es solo eso, quienes conviven con caninos logran un mejor desempeño en sus tareas laborales en tan solo seis meses, gracias al manejo positivo del estrés mental.
Paraguay no se queda atrás. En el país, algunas compañías ya comenzaron a implementar políticas más flexibles y humanas que incluyen a las mascotas como parte del entorno laboral. Este es el caso de Nestlé Paraguay, que desde 2019 implementó la iniciativa “Pets at Work”, invitando a sus colaboradores a llevar a sus mascotas al trabajo por un día.
“En Nestlé sabemos que las personas y las mascotas están mejor juntas, y esto nos motivó a implementar un día de trabajo diferente, cargado de mimos y aventuras”, contaron desde la multinacional.
Más allá de la anécdota, esta iniciativa logra generar un ambiente más relajado, humano y productivo, demostrando que el bienestar de los trabajadores también se construye desde los pequeños gestos.
Felicidad con huellas. “Para mí, representa una cultura laboral que entiende que las personas no dejamos nuestras emociones ni vínculos en casa. Nestlé promueve un entorno donde podemos ser nosotros mismos, y eso incluye compartir espacios con quienes nos hacen bien. Cata me da alegría, me relaja y hasta genera conversaciones espontáneas con colegas. Es una forma simple pero muy poderosa de humanizar el trabajo”, refirió Adriana Ortiz, gerente de Comunicaciones Corporativas de Nestlé Paraguay.
De allí que cuando los peluditos visitan la empresa, los colaboradores tienen la certeza de que encontrarán todo lo necesario para que sus mascotas tengan una jornada amena con espacio adecuado, agua, comida, lugar para hacer sus necesidades, juguetes y una temperatura agradable, que son aspectos esenciales que contribuyen para que la experiencia sea buena tanto para las personas como para los animales.
Y es que al final del día, como bien lo demuestra la experiencia de Nestlé y muchas otras compañías en el mundo, trabajar al lado de quienes más queremos también puede ser la clave para rendir mejor y disfrutar más.
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¿Una selfi para precisar el tratamiento del cáncer?
- Washington, Estados Unidos. AFP.
Los médicos suelen empezar sus exámenes con la “prueba ocular”, un juicio rápido sobre si el paciente parece mayor o menor de su edad, que puede influir en decisiones médicas. Este diagnóstico intuitivo podría mejorarse pronto con inteligencia artificial (IA).
Un algoritmo de aprendizaje profundo figuró ayer jueves en la revista The Lancet Digital Health: FaceAge, que convierte un simple primer plano fotográfico en un número que refleja con mayor precisión la edad biológica de una persona, en lugar de la fecha de nacimiento en su historial médico. Entrenado con decenas de miles de fotografías, determinó que los pacientes con cáncer eran, en promedio, cinco años mayores biológicamente que sus compañeros sanos.
Los autores del estudio afirman que esto podría ayudar a los médicos a decidir quién puede tolerar con seguridad tratamientos severos y a quién le iría mejor con uno más suave. “Nuestra hipótesis es que FaceAge puede ser usado como un biomarcador en la atención oncológica para medir la edad biológica del paciente y ayudar al doctor a tomar estas difíciles decisiones”, dijo Raymond Mak, coautor del estudio y oncólogo de Mass Brigham Health, un sistema de salud de Boston afiliado a Harvard.
En el caso hipotético de dos pacientes, uno que a sus 75 años es ágil y presenta una edad biológica de 65, y otro más frágil, de 60 años, pero cuya edad biológica sube a 70, una radioterapia agresiva puede ser más apropiada para el primero, pero riesgosa para el segundo. La misma lógica puede aplicarse en decisiones relacionadas con operaciones de corazón, reemplazo de caderas o cuidados paliativos.
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Mayor precisión
Cada vez hay más evidencia de que los humanos envejecen a ritmos diferentes, según su genética, estrés, ejercicio y hábitos, como fumar o tomar alcohol. Aunque costosas pruebas genéticas pueden revelar cómo se degrada el ADN con el tiempo, FaceAge promete adentrarse al organismo con tan solo una selfi.
El modelo se entrenó con 58.851 retratos de adultos presumiblemente sanos por encima de 60 años, extraídos de bases de datos públicas. Se probó luego en 6.196 pacientes que recibían tratamiento en Estados Unidos y Países Bajos con fotos tomadas antes de su radioterapia. Pacientes con tumores malignos parecían en promedio 4,79 años mayores biológicamente que sus edades cronológicas.
Entre los pacientes con cáncer, una puntuación más alta en FaceAge predecía una peor supervivencia, incluso después de introducir edad, sexo y tipo de tumor. Las chances caían dramáticamente para quienes su edad biológica pasaba de 85. FaceAge determina los signos de envejecimiento diferente a cómo en general lo hacen las personas. Por ejemplo, las canas y la calvicie importan menos que los cambios sutiles en la musculatura facial.
Se les pidió a seis doctores examinar fotografías de los rostros de pacientes con cáncer terminal y determinar cuáles de ellos perecerían en los seis meses siguientes. Con la información de FaceAge en mano, sus predicciones mejoraron notablemente. El modelo además afirmó un meme ya famoso en internet, cuando estimó que la edad biológica del jovial actor estadounidense Paul Rudd era de 43 años en una foto tomada cuando tenía 50.
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Sesgos y dilemas éticos
Las herramientas de IA han sido objeto de escrutinio por no prestar suficiente atención a personas no blancas. Mak dijo que comprobaciones preliminares no revelaron sesgos raciales significativos en las predicciones de FaceAge; no obstante, el grupo entrena un modelo de segunda generación con 20.000 pacientes.
También ponen a prueba cómo factores como maquillaje, cirugías estéticas y la variación en la iluminación pueden engañar al sistema. Debates éticos saltan a la vista: una IA que puede leer la edad biológica a partir de un selfi puede ser una ayuda para médicos, pero también una tentación para las aseguradoras de vida o empresas que buscan medir el riesgo.
Saber que el cuerpo es biológicamente mayor de lo que se pensaba puede motivar cambios positivos en la salud o sembrar ansiedad, otro dilema sobre la mesa. Los investigadores tienen previsto abrir un portal FaceAge de acceso público donde las personas puedan subir sus retratos para participar en un estudio de investigación para validar el algoritmo. Las versiones comerciales para médicos le seguirán, pero solo después de más validación.
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Boller y Merck: más de 350 años de experiencia en el mundo y 3 años en Paraguay, innovando la ciencia y la salud
Merck, la empresa alemana líder en ciencia y tecnología, está presente en nuestro país hace 3 años mediante una alianza estratégica con Casa Boller, compañía local que hace casi 88 años brinda innovación a través de soluciones integrales en salud respaldada por sólidas alianzas con compañías líderes a nivel mundial.
Marcelo Ponte, gerente general del negocio de Healthcare de Merck para el Cono Sur, estuvo en nuestro país y se reunió con miembros del directorio de Boller, conformado por: Fabricio Serrati, Andrea Campos Cervera y Sebastián Campos Cervera.
Durante este encuentro, los presentes conversaron sobre los avances en el sistema de salud de nuestro país, los desafíos, las oportunidades y como Merck puede seguir aportando experiencia y tecnología en beneficio de todos los paraguayos.
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“Nuestro compromiso con la salud en Paraguay nos hace buscar alianzas con empresas de primer nivel y un ejemplo de ello es Merck. Con más de 350 años de trayectoria en el mundo, nuestro aliado tiene enorme experiencia en la búsqueda de soluciones para el desarrollo y producción de tratamientos farmacéuticos innovadores que cambian vidas”, expresó Fabricio Serrati, miembro del directorio de Boller.
El portfolio disponible de la compañía líder en ciencia y tecnología más antigua del mundo se enfoca en tratamientos para la esclerosis múltiple, el cáncer de colon, el cáncer de cabeza y cuello y los trastornos de crecimiento, además de contar con el portafolio de productos más amplio en el área de fertilidad de la industria farmacéutica a nivel global.
Merck crea soluciones innovadoras que impactan positivamente en la vida de millones de personas, brindando beneficios concretos a los pacientes a través de sus productos.
Su trabajo se centra en avances tecnológicos como la edición genética, en la búsqueda de tratamientos innovadores para enfermedades complejas y en el desarrollo de dispositivos inteligentes.
Según Marcelo Ponte, “la razón de nuestro trabajo y esfuerzo de cada día es impactar positivamente en la vida de los pacientes. Cada decisión que tomamos, cada contribución que realizamos y nuestras investigaciones nos permiten ofrecerles el mejor cuidado de la salud posible. Nuestro compromiso y valores nos ayudan a cumplir nuestro propósito: trabajamos para ayudar a crear vida, mejorar la vida y prolongar la vida. Esto es posible gracias a la curiosidad y la pasión, motores que impulsan la innovación y los avances en ciencia y tecnología, a través de la constante investigación científica y el desarrollo”.
“Tenemos una tradición sólida en el cuidado de la calidad, “la calidad está embebida en todo lo que hacemos”, y nuestro compromiso prevalece hasta hoy: nos esforzamos por tomar las decisiones correctas y mejorar continuamente los procesos que utilizamos porque entendemos el impacto relevante que nuestras acciones tienen sobre la vida de las personas. Trabajamos para asegurar que los mejores productos lleguen a los pacientes”, afirmó el ejecutivo.
Con más de 350 años de trayectoria, Merck es una de las compañías farmacéuticas y de tecnología en salud más importantes del mundo. Su presencia global se traduce en un impacto significativo en la investigación y el desarrollo de tratamientos innovadores en oncología, neurología, endocrinología y fertilidad, entre otras áreas en todo el mundo. Su compromiso con la ciencia y la tecnología ha permitido avances médicos que han cambiado la vida de millones de personas.
Boller hace casi nueve décadas está comprometida con el paciente paraguayo y ha sido un socio clave en la introducción de terapias de vanguardia en el país, promoviendo el acceso a tratamientos de alta complejidad.
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