La preeclampsia está relacionada con la hipertensión en el embarazo, principal causa de mortalidad materna y perinatal, que así como puede tener consecuencias graves, con detección la temprana y el tratamiento se reducen sus riesgos. Pero, esta complicación, hace 4 años, tomó por sorpresa a Susan Contreras, quien ingresó de urgencia a terapia intensiva a días de dar a luz.

Con motivo del Día Mundial de la Preeclampsia para concienciar a la población sobre esta complicación que causa tantas muertes evitables a escala global, la especialista en ginecología y obstetricia, Susan Contreras, compartió su experiencia a través de sus redes sociales.

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“Hace 4 años nació Alessandro. También hace 4 años me quedé ciega y terminé en terapia intensiva gracias a la preeclampsia”, inicia la profesional en una publicación de Facebook. Comenta que la existencia de su hijo, celebró desde el positivo, la revelación de sexo y todos los baby showers que tuvo. Con cada ecografía, sus ganas de verlo y tenerlo en sus brazos aumentaban, además que el niño venía después de una dolorosa pérdida.

El embarazo de Susan transcurrió perfectamente, con los malestares propios del primer trimestre y el cansancio de las trasnochadas que acompañan su vocación, hasta que llegó el día que dio a luz y todo fue una completa alegría. Sin embargo, a tres días de haber parido, “un tambor en mi pecho y la sensación de que me faltaba el aire me anunciaban que algo no estaba bien”, describe.

El diagnóstico

“Me llevó literalmente segundos encontrar mi tensiómetro para comprobar lo que tanto temía: mi presión estaba alta, de inmediato vino esa palabra -diagnóstico- a mi mente: preeclampsia. Yo médico, ginecóloga, previamente sana, con toda mi vida dedicada a cuidar de las mujeres y sus bebés estaba haciendo una preeclampsia”, relata y recuerda que en ese momento tenía los pies completamente hinchados.

Según relata, al llegar al hospital tuvo un dolor intenso, el cual sintió “como si un rayo invisible atravesara mi cabeza y pocos minutos después perdí la visión. Sabía que era inminente una convulsión”, comenta. Como es médico de profesión, pedía a gritos la dosis del medicamento y que sus colegas se apresuren, además que contaran los minutos necesarios para repetir la dosis del antihipertensivo.

A pesar de su grave condición, recuerda que pensaba en otras mujeres que son víctimas de la preeclampsia y que, muy probablemente, no sabrían reconocer sus síntomas y aún peor, si van a un servicio médico y no son tratadas adecuadamente. “Juro por mis hijos que me preocupé por mí, pero pensaba en aquellas mujeres que no tienen la oportunidad de ser tratadas rápidamente o que no tienen acceso inmediato a los sistemas de salud. Qué sería de ellas, pensaba y también me contestaba: se mueren Susan, se mueren”, comparte en su publicación.

Compromiso con las mujeres embarazadas

En medio de la adversidad, Susan prometió que si salía de dicha condición, iba a hacer lo posible para que cada embarazada supiera lo que es la preeclampsia y sus complicaciones. “Pensé en Thiago, mi hijo mayor, él era un alma buena y yo lo había educado para ser un hombre con valores, pero Alesso, mi bebé de 3 días de nacido, ni siquiera lo había bañado en la casa por primera vez. ¿Quién iba a darle todo ese amor que tenía guardado?”, afligía el corazón de la doctora.

Resignada y en terapia acabó aquel día. Sentía los pinchazos de las agujas entrando en las diferentes partes de su cuerpo al mismo tiempo, la sonda para la orina, el calor del sulfato de magnesio entrando por sus venas y las manos que le desvestía, pero nada podía ver. Su situación se iba complicando, al punto que los riñones e hígado comenzaron a fallar, y su plaqueta a descender.

“Escuché de lejos al doctor Guido Caballero, me hice consciente del dolor, de la hinchazón en mi cuerpo, de mi cerebro por estallar y entendí que podía pasar lo peor. Me resigné. Hágase tu voluntad, Señor. Al final no morí y estoy aquí sana y fuerte para poder contarles esta historia que me llevó 4 años, reunir el coraje de escribir”, finaliza.

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Actualmente trabaja con el equipo de la Fundación Juan Rassmuss Echecopar para evitar más muertes de madres por preeclampsia en Paraguay. El Día Mundial de la Preeclampsia se conmemora cada 22 de mayo desde 2017, y es un trastorno vinculado a la presión arterial alta y signos de daño hepático o renal que ocurren en las mujeres después de la semana 20 de embarazo o también después de dar a luz.

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