Esta semana se estrena “The Underground Railroad” (El ferrocarril subterráneo), del oscarizado director Barry Jenkins, la serie más ambiciosa en abordar la esclavitud en Estados Unidos desde “Raíces” en la década de 1970.

Los 10 episodios llegan a Amazon Prime el viernes, la culminación de un proyecto que ha tardado 116 días en rodarse, algunos de los cuales han costado 1,5 millones de dólares cada uno, según el diario The New York Times.

La serie, financiada por la rama de entretenimiento del gigante del comercio electrónico, llega después de que las protestas provocadas por el asesinato del afroestadounidense George Floyd a manos de un policía blanco, el año pasado en Minneapolis, renovaran el debate sobre la necesidad de una compensación para los descendientes de esclavos.

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La aclamada “Raíces”, estrenada en 1977, fue el primer programa televisivo estadounidense en hablar con detalle de la esclavitud. Desde entonces, varias películas han abordado ese tema, entre ellas “Amistad” (1997) y “12 años de esclavitud” (2013).

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Jenkins, que ganó el Óscar a la mejor película por “Moonlight” en 2016, muestra los horrores de la esclavitud a través de Cora, una joven que escapa de una plantación en Georgia pero que está bajo la constante amenaza de ser capturada por un “cazador de esclavos” llamado Ridgeway.

La actriz sudafricana Thuso Mbedu interpreta a Cora.

La serie es una adaptación de la novela homónima de Colson Whitehead, ganadora del Premio Pulitzer en 2017, que imagina el “Ferrocarril subterráneo” -una red de personas que ayudaban a los esclavos fugitivos a escapar hacia la libertad- como un ferrocarril subterráneo real.

“Tenía este elemento tan romántico y fantástico que me pareció la mezcla perfecta entre mi estética y el tema”, dijo Jenkins en las notas de producción de la serie. La violencia está presente como telón de fondo implacable, pero el director de 41 años no deja que se apodere de toda la narración.

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El ritmo de los episodios de una hora de duración es lento. Predominan los planos largos y los momentos de silencio, en los que brilla el poder de lo callado.

“Este acto de equilibrio, la tensión entre imágenes duras y blandas, la necesidad de contar la verdad sin ser devorado por la barbarie de esa verdad, es sin duda la empresa más difícil que he intentado en mi vida creativa”, dijo el afroestadounidense Jenkins.

Fuente: AFP.

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