La obra teatral “Ay, Dios mío”, de Anat Gov, dramaturga israelí, tendrá esta noche a partir de las 20:00 su última función en la sala de Arlequín Teatro (Antequera casi Rca. de Colombia).
La puesta es protagonizada por Ana María Imizcoz y José Luis Ardissone, con la participación de Matías Miranda, todos bajo la dirección de Patricia Reyna. Se trata de una comedia dramática que invita a través de la risa, la ternura y la ironía a la reflexión y la empatía.
La puesta presenta a una psicóloga sobre los 40, madre soltera de un joven autista, especializada en niños, que recibe una misteriosa llamada telefónica de un nuevo y desesperado paciente que insiste en que lo atienda urgentemente.
El paciente solo le da la primera letra de su nombre, y ella imagina que se trata de un funcionario de alto nivel de las fuerzas de seguridad. Cuando él llega, resulta que este no es otro que Dios. Dios profundamente deprimido, quiere poner fin a su vida. Ella tiene solo una hora para cambiar su opinión y salvar al mundo. Con una mirada cómica mordaz, la obra analiza la imagen de Dios según el Tanaj o Antiguo Testamento, y su relación inconstante con el pueblo.
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¿Importa el dinero a Dios?
Por lo general, la gente separa totalmente el dinero de lo espiritual, como si ambas cosas fueran totalmente contrapuestas. Se asocia el dinero con lo humano o carnal y a la Iglesia y la pobreza con lo espiritual. Así como siglos atrás el catolicismo romano y su clero fueron relacionados con la pomposidad, el lujo y el poder, hoy, ese “espíritu” (por llamarlo de esa manera) entró en muchos ambientes cristianos y se pregona desde muchos púlpitos un mensaje bastante centrado en el éxito humano, la abundancia económica y hasta el lujo como prueba del favor de Dios en los creyentes y en la Iglesia.
Pero estos temas, increíblemente, solo son realidades en algunos ministerios a nivel mundial, especialmente en los EE. UU. y en algunas sectas. La realidad del gran porcentaje de iglesias cristianas es totalmente otra: viven con lo justo, a veces con lo menos y en casos excepcionales con un poco más de lo que necesitan.
En ambos extremos algo no está funcionando y ambos extremos tienen un protagonista en común: el dinero. Algunos por su abundancia y otros por su escasez.
El protagonismo del dinero en el mundo secular es absoluto; sin él nada se puede hacer y es, en cierta forma, hasta un dios. En la Biblia tampoco pasa desapercibido.
Lo relacionado con dinero, que puede ser oro, plata, piedras preciosas, deuda, riquezas, pobreza y otros es el tema más tocado en la Biblia. Temas relacionados con las finanzas se mencionan más que la oración, la sanidad y la misericordia. Solo el pecado se menciona más que las finanzas. En el Nuevo Testamento, las palabras “amor”, “dinero” y “fe” son las más usadas. Jesús habló de la mayordomía de los bienes materiales más que del cielo y el infierno juntos, en uno de cada 10 versículos.
La palabra de Dios habla de la rivalidad y hasta del paralelismo que el dinero tiene con el Señor. La Biblia dice que “Jehová es escudo” (Salmo 3: 3-4) y que también el dinero es escudo: “Porque escudo es la ciencia y escudo es el dinero” (Proverbios 7: 12). La Biblia dice que el dinero es un señor y también Dios es un señor y no podemos servir a ambos. La Biblia dice que de Dios viene todo bien y del amor al dinero todo mal: “El amor al dinero es raíz de todos los males”.
La Biblia también advierte que el afán por el dinero puede causar problemas con la fe, la fidelidad y en todas las áreas de la vida (Eclesiastés 5: 10; Mateo 6: 24; 1 Timoteo 6: 10), y es cierto.
Por supuesto que todo esto no es porque Dios codicie nuestro dinero, sino porque conoce nuestro corazón y sabe que una de las tentaciones más poderosas que el ser humano experimentará es el amor al dinero o la codicia. Dios quiere nuestro corazón. “Donde está tu tesoro está tu corazón”, dice el Señor en el contexto de Mamón o “amor a las riquezas”. Evidentemente, para Dios, el concepto que tengamos de las riquezas y la manera en que manejemos nuestro dinero es muy importante. Nuestros gastos hablan del sentido moral de nuestras vidas.
Hay una relación directa entre nuestra conversión o la salvación y la relación que tenemos con el dinero. Un ejemplo de esto vemos en el caso de Zaqueo. Cuando él se convierte, dice que devolverá cuatro veces lo robado y le dará, de lo que sobra, la mitad a los pobres. Este fue un caso de victoria. Otro ejemplo es el del joven rico. Él no quiso renunciar a sus riquezas por Dios. Esto hablaba de sus prioridades y de la condición de su corazón.
Nuestra motivación es muy importante para determinar nuestra condición con respecto a Dios y las riquezas.
Cuando no hay contentamiento en nuestro corazón; cuando el dinero determina nuestras motivaciones, todo esto, evaluado de manera profunda y sincera, nos va a mostrar en qué condición estamos. El vivir siempre escaso o el jactarnos y ostentar lo que tenemos, ambas cosas hablan de un desequilibrio.
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Myriam Hernández se presenta hoy y promete una noche cargada de amor y romanticismo
La cantante chilena Myriam Hernández se presenta esta noche en la SND Arena; la artista, quien conquistó el corazón de miles de personas en todo el mundo, llega a Paraguay con su tour “Invencible” y promete una noche cargada de romanticismo, con sus más conocidas canciones como “El hombre que yo amo”, “Mío”, “No te he robado nada”, “Herida”, “Huele a peligro”, entre otras. Además, los fans podrán disfrutar de sus temas de su último disco “Tauro”.
Durante una conferencia de prensa realizada ayer jueves en un conocido hotel céntrico de Asunción, la reconocida artista comentó detalles de su último material, lo que le inspiró a escribir sus canciones y por sobre todo, expresó su entusiasmo por estar una vez más con su público paraguayo.
“Estoy muy feliz de estar en Paraguay, tengo los mejores recuerdos, tengo los recuerdos de haberme llevado ropitas para mi primer bebé cuando estaba en el vientre, tenía tres meses de embarazo y vine a cantar”, de esta manera, entre risas Myriam Hernández inició la rueda de preguntas y respuestas.
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En cuanto a su nuevo disco “Tauro”, si bien lleva el nombre de un signo zodiacal, lo peculiar es que ella, según manifestó, es cristiana y no cree en las cuestiones de los signos. “Estoy trabajando con Jacobo Calderón quien es hijo de Juan Carlos Calderón, tenemos una amistad además maravillosa y una energía creativa que nos ha acompañado desde el álbum anterior, Sinergia. En menos de tres años hemos hecho cuatro discos, dos de navidad y dos románticos. Estuve de gira el año pasado y tenía mucha energía para seguir escribiendo líneas y así nació Tauro”, mencionó.
Los conceptos para este nuevo álbum fueron la fortaleza, la valentía, la supervivencia emocional que hicieron crear canciones como “Invencible” y “No lo hemos dicho todo”, comentó, además de mencionar que sus canciones por lo general, están inspiradas en situaciones cotidianas que quizás le tocó presenciar o que le fueron contando.
Myriam Hernández deleitará a su público esta noche en el SND, de Asunción. La apertura de los portones está prevista para las 19:00. A las 20:15 empezará el show de Nino Troche y a las 21:15 aproximadamente la gran artista chilena subirá al escenario.
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El poder de una decisión
Un primer error que podemos cometer a la hora de tomar una decisión es enfocarnos en el momento y no mirar el panorama completo.
Respóndeme con sinceridad: ¿te enfocas en sucesos o miras las consecuencias de tus actos más allá del momento que estás viviendo? Tu respuesta sincera te dirá si actúas sabiamente o neciamente, si eres un inmaduro o maduro, si eres o no un egoísta.
Un ejemplo de enfocarse en el suceso, y no en el panorama completo, lo podemos ver en el matrimonio. Nos peleamos por nimiedades que no son resueltas y, a la larga, la bola de nieve va creciendo hasta terminar en un divorcio. O nos divorciamos por un acontecimiento puntual, sin mirar el panorama completo, que es: el pacto, la historia que tienen juntos como pareja, los hijos, los bienes, el impacto que tendrá en los hijos un divorcio, la soledad que nos espera (o en otros casos una vida de pareja en pareja), el no pensar que la siguiente pareja tendrá también defectos, el llamado de Dios que tenían juntos, etcétera.
Pocas cosas son tan costosas como las malas decisiones. ¿Tomas tus decisiones con base en tus emociones o en lo que Dios te pide que hagas? ¿Te preguntas antes de tomar una decisión qué debes hacer, cómo debes hacer y cuándo lo debes hacer, según lo que Dios te pide en su Palabra?
Muchas veces tomamos decisiones en ira. Aclaro que la Biblia nos da permiso de enojarnos, pero no de pecar. Son cosas distintas. El enojo es una emoción humana normal y cumple una función, pero si nuestro enojo nos lleva a dañar a otros o hacer una cosa injusta, a vengarnos, matar u ofender, eso es un pecado y siempre nos acarreará mucho dolor.
¿Quieres andar en armonía con el plan de Dios o vivir tu vida sin tener en cuenta a Dios? Si tu respuesta es que quieres andar en armonía con Dios, tienes que saber que Él suplirá todas tus necesidades y que Él tiene el control de todo y sabe todo, y todo lo que hagamos debe de ser conforme a su Palabra para andar en su voluntad y no sufrir consecuencias de malas decisiones.
La mayoría de las decisiones que tomamos son personales, no de grupo, no tenemos excusas, pero siempre afectan para bien o mal a nosotros y a otros.
Dios quiere darnos instrucciones específicas. Todas nuestras necesidades encuentran respuestas en su Palabra. No podemos hacer ninguna pregunta de esta vida para la cual no haya respuesta en este libro, la Biblia.
Es imposible vivir la voluntad de Dios o hacer lo que Dios quiera que hagamos con la Biblia cerrada.
Por ejemplo, si me encuentro afanoso y ansioso, busco en la Biblia todo lo que ella dice del afán y la ansiedad, leo los versículos, las promesas, estudio los pasajes y medito en ellos para encontrar sabiduría y fortaleza.
Si me quiero casar, miro en la Biblia qué tipo de persona es la que necesito para mi vida: que sea una persona verdaderamente cristiana, que no sea rencillosa, que sea trabajadora, fiel, etcétera, y sigo los consejos divinos por encima de mis caprichos. Eso es madurez.
Si me siento triste, solo, iracundo, feliz, entusiasmado o cualquier otra emoción que está dominando mi vida, voy a la Biblia, busco esas palabras y pasajes, medito en ellas y oro a Dios pidiéndole poder estar a la altura de esos consejos. Oro a Dios pidiéndole amar a Cristo para cumplir su palabra, porque Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (jn 14.15). Es más fácil obedecer a Cristo cuando lo amamos y lo amamos cuando lo conocemos y lo conocemos cuando leemos lo que la Biblia dice de Él.
Todos en la vida tendremos que tomar decisiones, y no tomar una decisión ya es una decisión.
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El Verbo de Dios y la luz de los hombres
- Por Emilio Daniel Agüero Esgaib
- Pastor principal de la Iglesia
- Más que Vencedores
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El Evangelio de Juan arranca declarando que “en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el verbo era Dios” (Juan 1:1). Empieza diciendo que Jesús era el verbo. Podría alguien objetar que ahí no dice expresamente que sea Jesús, pero de que Jesús es el Verbo, la Palabra, se confirma en Apocalipsis 19:13. Juan estaba hablando, no de un lenguaje sino de una persona que es Jesucristo.
El comentario bíblico Got Questions nos dice: “Al comenzar su Evangelio declarando que ‘En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios’”. Juan está presentando a Jesús con un término con el que los lectores tanto judíos como gentiles estaban familiarizados. La palabra griega traducida como “Verbo” en este pasaje es [logos] y era común tanto en la filosofía griega como en el pensamiento judío de esa época. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, la “palabra” de Dios es a menudo personificada como un instrumento para la ejecución de la voluntad de Dios (Salmo 33:6, 107:20). Así que en cierto sentido, el presentar a Jesús como el “Verbo,” ante sus lectores judíos, Juan les está apuntando hacia atrás, hacia al Antiguo Testamento donde el logos o “Palabra” de Dios está asociada con la personificación de la revelación de Dios. Y en la filosofía griega, el término logos era usado para describir el agente intermedio por medio del cual Dios creó las cosas materiales y se comunicaba con ellas. En la cosmovisión griega, el logos era entendido como el puente entre el Dios trascendental y el universo material. Por tanto, para sus lectores griegos, el uso del término logos probablemente les habría traído la idea de un principio mediador entre Dios y el mundo.
Así que, esencialmente, lo que Juan está haciendo al presentar a Jesús como el logos es recurrir a la palabra y el concepto con el que tanto los judíos como los gentiles de su tiempo estaban familiarizados; y usándolo como el punto de partida desde el cual él les presenta a Jesucristo. Pero Juan va más allá del concepto familiar de logos que tendrían sus lectores judíos y gentiles, y presenta a Jesucristo no solo como un principio mediador como lo percibían los griegos, sino como un ser personal, totalmente divino y, sin embargo, totalmente humano. Además, Cristo no era simplemente una personificación de la revelación de Dios como pensaban los judíos, sino de hecho era la perfecta revelación de Dios de Él mismo en la carne, tanto es así, que Juan registró las palabras que el mismo Jesús dijo a Felipe: “Jesús le dijo; ¿Tanto tiempo he estado con vosotros y todavía no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’?” (Juan 14:9)”.
El 1:4 declara “en él estaba la vida y la vida era La Luz de los hombres”.
Hoy más que nunca vivimos tiempos de oscuridad, hay demasiada información pero pocas verdades, hay confusión y desaliento a pesar de tener todo lo que creíamos nos iba a llenar como sociedad. En muchos países de primer mundo hay recursos alimenticios, paz, tecnología, salud, educación y su tan anhelada libertad (o sea, hacer lo que quieran) aún así hay falta de propósito, desánimo, confusión y muerte espiritual. Pero una persona que sigue genuinamente a Cristo tendrá luz, tendrá vida espiritual, sabrá cómo vivir, tendrá esperanza, sabrá distinguir lo bueno de lo malo y elegir lo mejor.
La palabra griega traducida como “Verbo” en este pasaje es [logos] y era común tanto en la filosofía griega como en el pensamiento judío de esa época. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, la “palabra” de Dios es a menudo personificada como un instrumento para la ejecución de la voluntad de Dios (Salmo 33:6, 107:20).