Este sábado 10 de julio, a las 18:00, se llevará a cabo la inauguración oficial de la exposición colectiva que tendrá lugar en Espacio Dromo, ubicado en las instalaciones de Villa Cultura/Nunciata, situadas en Ceferino Vega y Mariscal López del barrio Villa Morra de Asunción.
La muestra contará con más de treinta piezas de arte, donde se podrá ver una amplia diversidad de obras en diferentes formatos y técnicas; y que podrán ser adquiridas durante todo el mes de julio. En la ocasión también se podrá apreciar una serie de obras inéditas de la artista Adriana Duarte, denominada “Seres cósmicos”.
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La casa tiene como artistas residentes a Ana Brisa Caballero, Fer Martínez, Fio Bittar, Guille Sanabria, Leticia Casati, Ordúval Zarratea, Rodrigo Velázquez y Adriana Duarte, que en la ocasión se encargarán de realizar una visita guiada como anfitriones del evento. La muestra estará habilitada durante todo el mes de julio, de lunes a sábado, en horario de 10:00 a 20:00.
De esta manera, llega al público una nueva propuesta, especial para los amantes del arte, de la mano de jóvenes y talentosos artistas nacionales. Un lugar innovador y ameno, donde se podrá disfrutar de lo mejor del arte, teniendo en cuenta todos los protocolos sanitarios para seguir combatiendo a la pandemia del COVID-19. La exposición se encuentra en Instagram: @dromoarte.
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La marca de Lívio
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
Con motivo de la muestra “Huellas de Lívio Abramo”, que se inauguró el pasado viernes en el Centro Cultural de la Embajada del Brasil, Instituto Guimaraes Rosa, en el barrio Ciudad Nueva, Toni Roberto hace la primera parte de los recuerdos de aquella institución que primeramente se llamara Misión Cultural Brasileña y que formara a tantos paraguayos en la modernidad, en una nueva manera de pensar.
Se abre la puerta y entro al histórico “setentoso” consultorio del Dr. Amado Gill Pessagno, en Pa’i Pérez y Cerro Corá. Me siento, en la pared un dibujo arquitectónico de la casa familiar del Dr. Gill, en la esquina de México y Rca. de Colombia, del estilo de los que le llevaba a Lívio a mostrar qué hacía con regla y escalímetro. Al instante me vinieron a la mente sus palabras, cortas y concretas: “Capitán, rompa todo eso y empiece de nuevo, cree su propia línea”.
Inconcientemente, sin saberlo, estaba asistiendo a una experiencia de la modernidad de parte de uno de los padres del arte moderno latinoamericano, cuñado de uno de los tres creadores de nada más y nada menos que la ciudad de Brasilia. Estaba marcando en mí huellas que serían imborrables para siempre.
La tinta convertida en gubia me lleva a marcar a fuego la cartulina. Quien escribe estas líneas siempre iba contra la corriente y la dispersión hacía que en plenas clases de grabado tome una hoja empezando a dibujar como si fuera que estuviese grabando la madera. Corría el año 1980 y había llegado a aquel oráculo sagrado de la modernidad paraguaya de la calle Eligio Ayala esquina Irrazábal, antiguamente llamada calle Santa Fe, en la ”planta baja” del barrio Ciudad Nueva.
La experiencia de haber decidido ir a los 14 años por cuenta propia a aquella vieja casona del fondo de lo que fuera la residencia de Anselmita Heyn marcó a fuego las huellas de mi pensamiento, una vieja casa devenida en taller de arte, unos simples tablones de madera, unas austeras sillas y unos focos colgantes unidos por unos cables era todo lo que se necesitaba para aprender a entender la nueva manera de educar.
Las viejas convenciones que traía de las clases de arte del colegio, el punto de fuga perfecto para el rancho perfecto, habían quedado atrás y la mirada del mundo había cambiado no solo para mí, sino para una pléyade de personas, muchas de ellas nacidas a principios del siglo pasado. La variopinta asistencia enriquecía la escena y se convertía en la misma clase, siguiendo el pensamiento del maestro, que decía: “Yo no quiero dar técnicas de dibujo ni de grabado, vengo antes que nada a formar seres humanos que aporten a la sociedad desde donde les toque, si salen artistas o no, ese ya es otro tema”.
1972
En la nómina de alumnos exponentes del año 1972 que se exhibe en un viejo catálogo podemos encontrar a personas venidas de las más variadas disciplinas y de diferentes edades; desde Blanquita Martínez, una hacendosa ama de casa de la calle Montevideo que se convirtió en una crítica de arte oral; pasando por Mabel Valdovinos, una hermosa mujer llegada desde el Chaco argentino que se enamoró de un joven ingeniero paraguayo, que luego llegó a ser figura clave en el dibujo paraguayo desde mediados de los años 70; pasando por Marta Barudi, una señorita que estudiaba psicología en la Católica y que fuera parte de los movimientos sociales de finales de los años 60; Cristina Osnaghi, una reina de belleza; Nelly Bareiro, una antigua funcionaria de Naciones Unidas.
En algunos casos madres e hijas, como Carmen Dora Pérez y su hija Greta o Margarita Sánchez Minella, a quien Lívio le había conocido en las pintatas de la calle Palma siendo ella lustrabotas y otros que con el correr de la década y la siguiente consolidaron su obra como Lucio Aquino, Alberto Méndez, Viviana Ocampos o Rubén Milessi.
Llegaron los primeros años 80 y todavía recuerdo las huellas de Lívio en cada pensamiento, en la manera de analizar los temas, en la manera de dibujar. En aquellos años, la riqueza también se daba por la diversidad de concurrencia, muchos de los que empezaron en los años 70 se convirtieron en una especie de ayudantes naturales del maestro y los alumnos seguíamos llegando.
Un destacado ingeniero como Luis Fernando Meyer, los hermanos Fátima y Carlos Martini, Alejandra García, connotados abogados como el Dr. Alejandro Herrera, señoras de la alta sociedad de la época como Pomposa Leoz, Marta Brugada. Siguiendo con Genara, una señora en situación de calle que era alumna y el maestro la ayudaba, hasta mozalbetes que tuvieron la suerte de llegar casi al final de la vida de Lívio, entre finales de los 80 y principios de los 90, como Martita y Marquitos Benítez, Karina Adam o la hoy destacada arquitecta Mate Filippini. Todos, siempre tratados con la misma atención, desde el más pobre hasta el más rico.
Estoy seguro de que todos los que están y los que ya no estarían soñando un viaje en la vieja combi azul del maestro, preparados, como una gran familia, a recorrer las muestras, algún café o simplemente un paseo por Asunción, capitaneado por el jefe del viaje, Lívio Abramo, su inseparable Dora Guimaraes, su adelantada alumna Edith Jiménez y las otras mujeres de la epopeya del arte y el pensamiento moderno paraguayo.
Todo empezó con la primera visita de Abramo desde Sao Paulo a la Madre de Ciudades allá por 1956 y terminó sus días en estas tierras en 1992, en la ciudad donde dejó la mitad de su vida, la mitad de su pensamiento la mitad de su obra, la mitad de su corazón, instalados para siempre entre rojos chivatos y azules jacarandás en alguna esquina, en algún rincón de la ciudad que tanto amó.
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Carmen Dora, su pintura y el legendario 121
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
Este domingo, Toni Roberto nos lleva hasta el alma de una vieja casa de la calle Tte. Ruiz, del barrio Las Mercedes, donde habitaba la pintora Carmen Dora Pérez, una artista que hoy, después de más de una década de su partida, es redescubierta por la investigadora, antropóloga y artista Fátima Martini. Inspirado en ello, el autor de estas páginas hace un recorrido imaginario por su obra en el legendario pequeño coche de esta mujer paraguaya del siglo XX.
Tengo una sola manera de mirar la obra de Carmen Dora Pérez (1930-2011); sentado en su antiguo Mazda 121 de los años 70, recorriendo con ella y su madre Mamá Dora, su eterna copiloto, los barrios de Asunción. Los que tuvimos el privilegio de conocerla y alternar por varios años podemos visualizar su pintura de otra manera, desde la inmaculada subjetividad que nos dan los afectos, aquellos imborrables que nos regaló ella, gracias a una ciudad que en aquellas décadas era muchos más lenta y que nos daba la posibilidad de sumergirnos en lo que hoy, en el siglo XXI, llamamos “glocalidad”.
“Carmen Dora, ¿podés dejarme en la parada del 30?” o “¿te vas a ir a la muestra en Magíster, nos podemos ir contigo?” son los vagos recuerdos que me quedan de aquellos maravillosos años 80, cuando nos conocimos en la vieja casita de madera del IDAP (Instituto para el Desarrollo Armónico de la Personalidad), al que llamábamos naturalmente la casita del TEI.
En largas clases de pintura con Olga Blinder, se notaba quién seguía al pie de la letra las instrucciones y también quiénes no, como Carmen Dora y yo, que junto a otros formábamos esa rebelde cofradía. Cuando Fátima Martini me presentó el delicado trabajo de rescate de su obra contenida en unas páginas digitales, esa ventana de la notebook se convirtió en la misma de aquel autito celeste de cuatro puertas que parecía preparado para un viaje con la familia Picapiedra. Mujeres, mujeres y más mujeres, como ella, una generación que nació entre los quehaceres del hogar de una tradicional ama de casa y la determinación de llevar tareas independientes como lo hizo ella a partir de la decisión de dedicarse a la expresión tomando varios talleres de arte.
CARMEN DORA Y LA LIBERTAD DE LAS PALOMAS
Todas las féminas retratadas por Carmen Dora tienen mucha personalidad. Tal vez desde una mirada chagalliana, congeladas en el tiempo, recordando a muchas de su generación que vivían a caballo entre la opresión y la potente libertad que dan las palomas que aparecen y desaparecen en sus obras. En el recorrido en el legendario coche, llegamos a sus arquitecturas y a sus particulares flores que, después de ver tantas damas retratadas por ella, con una mirada a “no sé dónde”, me recuerdan a la primera pintora paraguaya Ofelia Echagüe Vera de Kunos, tal vez rescatada de las enseñanzas de Blinder, quien fuera alumna y vecina de aquella adelantada mujer paraguaya del siglo XX, dibujante, pintora y educadora.
Todo ello me lleva a buscarlas en esas casonas, en esas flores, en esas naturalezas. Tal vez, conciente o inconcientemente, siempre estarán ahí, en cada una de esas puertas, de esas ventanas, en cada pétalo de las flores de algunos de sus jarrones, en la torre de alguna de sus iglesias o simplemente en la tensa quietud de sus fugaces palomas decididas a volar a quién sabe dónde.
El viaje en el 121 terminó. Llegamos a su casa, a una angosta pero extensa cuadra de la calle Tte. Ruiz, del barrio Las Mercedes, tratando de seguir recorriendo la obra de Carmen Dora Pérez, que hoy nos sorprende al redescubrirla en la tercera década del siglo XXI desde un rincón de la ciudad de Asunción.
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El arte indígena gana protagonismo en la decoración de interiores
La Nación del Finde conversó con Gustavo Gauto García, fundador del espacio Popore junto con César Centurión, sobre el auge de la decoración con artesanía de los distintos pueblos nativos del Paraguay. Contó que cuando su local nació, en el año 2017 y de forma online, si bien había gente que incorporaba arte indígena y arte popular en sus ambientaciones era una minoría en comparación con la tendencia que se está dando en estos últimos años.
“Este auge repercute directa y positivamente en las familias de artistas que viven de este trabajo y mantienen un legado ancestral” (Gustavo Gauto García, gestor cultural y creador del espacio Popore).
“Desde Popore, al crear la marca, quisimos que las obras no se vean nada más como piezas expuestas en pedestales. El trabajo fue exhibir de una manera que se acerque más al cotidiano de las personas, en una sala, en el comedor, en la habitación y de esta manera se pueda apreciar de cómo podrías utilizar, por ejemplo, un cesto Mbya Guaraní, dando ideas al cliente”, señaló.
LEGADO ANCESTRAL
Dijo que hoy en día muchos arquitectos, decoradores y empresarios del rubro inmobiliario optan por el arte indígena y popular para la identidad de sus espacios. “De esta manera más personas consumen lo nuestro y es algo que nos pone superfelices, ya que esto repercute directa y positivamente en las familias de artistas que viven de este trabajo y mantienen un legado ancestral”, celebró.
Al hablar de arte indígena, Gustavo destacó las creaciones de los Mbya Guaraní en todo lo que es cestería, fibras planas para enmarcado (cuadros) y tallas en madera. En el bagaje de los Aché se pueden hallar tallas en madera de cedro con dibujo pirograbado, una de las piezas más solicitadas, y pantallas en fibras naturales que son enmarcadas para cuadros.
Entre tanto, los Ishir, Manjui y Ayoreo proponen telares en karaguata, cada comunidad con su propio sello de identidad; aparte de las tallas en madera de rae y todo lo que es arte plumario. Por su parte, los artesanos del pueblo guaraní occidental sobresalen por sus máscaras que son utilizadas en rituales y fiestas, pero que también lucen maravillosas como ornamentos en distintos espacios contemporáneos.
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A una pista de skate sumaron un sitio para compartir música, salsa y poemas
- Por Dolly Galeano
- dollygaleano@gmail.com
- Ciudad del Este. Agencia Regional
Si quieres aprender a bailar salsa, a sacar tus ganas de dibujas, pintar, o a escuchar poesía, música, Jardín Espacio Cultural es un centro donde se comparte arte en sus variadas expresiones en medio de tragos y picadas. Nació de la necesidad de contar con un lugar donde compartir entre artistas y el público que disfruta del arte, según sus mentores. Hablan que es Ciudad del Este y dejan de lado la frase “no parece CDE”.
En el lugar desarrollan talleres propios como también reciben propuestas de gente que tenga una idea o un proyecto que quiera ejecutar, para la cual proveen la infraestructura y el conocimiento para ayudar en lo que pueda ser posible. Es lo que explicó a La Nación/Nación Media, Marcelo Cardozo, uno de los creadores del proyecto.
“Tertulia de poemas nuevos”, “Noche de salsa”, “Dibujo y birra. Vení a dibujar con buena música”, y “Vinyl Sessions”, con discos sobre clásicos del rock, rock argentino, bossa y otros, son algunas de las propuestas compartidas.
Las clases de salsa son con un maestro cubano Pablo Mestre. El local está ubicado en el barrio Boquerón, abierto de martes a sábado desde las 17:00.
“Desarrolla talleres propios, pero también reciben propuestas de gente que tenga un proyecto que quiera ejecutar, facilitándole toda la infraestructura y el apoyo para materializar la idea”.
MÁS PROPUESTAS
El espacio artístico cumplió un año y nació a partir de una pista de skate, ya que el grupo creó primero un sitio para la práctica del skteboarding y luego ver que era necesario algo más. La casa venía funcionando desde octubre de 2022 con los jóvenes de Once42 (Grupo de Skate) cuando se suma Marcelo Cardozo para incorporar arte y así se creó Jardín Espacio Cultural. La primera actividad oficial fue el “Taller de murales” el 15 y 16 de abril de 2023.
“Venimos activando cada vez más en diferentes áreas. El año pasado se sumaron los chicos de Folk Bier, cerveza artesanal hecha en Ciudad del Este y se encargan de atender la cantina. Todos juntos trabajamos en todas las actividades, siempre que cada uno esté disponible”, refirió Cardozo. Se trata de un rincón donde van alternando emprendedores, cada uno con sus proyectos, sumándose a la propuesta central del sitio, tanto en ideas culturales como gastronómicas.
EN CADA ACTIVIDAD, CARAS NUEVAS
Sobre la respuesta del público al proyecto, Marcelo Cardozo dijo que “es bastante positiva” y que se dieron cuenta de una particularidad: “Es que con cada actividad que realizamos vemos caras nuevas, de todas las edades; solemos recibir comentarios de gente que se sorprende al conocer el espacio, también la apertura en darnos ideas o contarnos de sus proyectos para trabajar en conjunto”.
“Una frase que escuchamos siempre es ‘no parece Ciudad del Este’ y les decimos que sí es Ciudad del Este, porque es la única casa con estas características”, remarcó Marcelo Cardozo, enfatizando que cuentan en un solo lugar con la pista de skate y un centro cultural donde no solo se puede disfrutar viendo o escuchando, sino haciéndolo.
ESCUELA DE SKATEBOARD
Sobre la pista de skateboarding, los socios iniciales son José López, Edward Muñoz, Rubén González y Osni Corrêa Filho. “Todo empezó por la necesidad de contar con una rampa o pista pequeña particular donde poder practicar el deporte después del horario laboral, que cada uno de los amigos pueda ir a disfrutar en un espacio seguro”, contó Cardozo.
Encontraron la casa ya disponible con un tinglado en el fondo donde construyeron la primera rampa con sus propias manos y, más tarde, habilitan la escuelita de Skate, donde se enseña a practicar el deporte a partir de los 5 años.
Para el aniversario de la pista, en noviembre de 2023, se concluyó la construcción dentro del tinglado contando con una pista bajo techo, hecha en madera, de 360 metros cuadrados, destacó Marcelo Cardozo, acotando que es la única con techo dentro del país.